19 diciembre 2006

RETROSPECTIVAS

THE JIMI HENDRIX EXPERIENCE. Electric Ladyland.

Un viaje hacia lo desconocido.

Electric Ladyland” (68) es ese álbum que todo melómano empedernido debe tener obligatoriamente en su discoteca. Y la obsesión por escribir sobre él viene de la visualización de uno de esos impecables documentales ideados por la BBC sobre historia, leyendas y mitos de la música. En esta entrega, los que fueran colaboradores de “experiencia” de Hendrix (el productor Eddie Kramer, los baterías Mitch Mitchell y Buddy Miles, el bajista Noel Redding, el manager Chas Chandler, Steve Winwood, entre otros) cooperan para sacar a la luz el proceso de gestación de un disco que, como ellos mismos dicen, se adelantó a su tiempo. Proceso no exento de diferencias, pormenores e influencias externas, entre ellas, la muerte de Martin Luther King, acontecimiento que sin duda comprometió el pensamiento y el sentimiento de la comunidad de color, y cómo no, de los músicos de esa raza. Aunque The Jimi Hendrix Experience como formación iba más allá de las posturas sociopolíticas de la época; un negro comandando y guiando a una legión de blancos en la búsqueda del objetivo. Una estampa irónica frente a una realidad opuesta.

Electric Ladyland” está lleno de matices, voces, efectos marcianos caseros y sonidos novedosos de guitarra, basculando entre los dos pilares base en las creaciones de Hendrix: las raíces de la música negra (el blues más puro en “Voodoo Chile” y “Rainy Day, Dream Away”, la Motown en “Have You Ever Been (To Electric Ladyland)”, el funk en “Gypsy Eyes”) y la eclosión de la psicodelia (evidente en “Burning of the Midnight Lamp” o “Crosstown Traffic”) . Igualmente el álbum contiene la revisión del clásico “All Along the Watchtower” de Bob Dylan, botón de muestra de que el mito también tenía sus mitos, y quizá más trascendente que la propia original. Tampoco hay que olvidar “Voodoo Child (Slight Return)”, que ilustra un poderío vertiginoso y salvaje a las seis cuerdas. En un ranking de mejores canciones de la historia estaría entre las diez primeras sin excesivo calentamiento de cascos; su intro de guitarra wah-wah y batería ya lo vale.

El documental que inspira estas palabras tiene un valor incalculable. Y no porque resucite una obra que por sí sola subyace al paso del tiempo, sino porque muestra al Jimi Hendrix desmitificado, apartado de fetichismos. Hasta ahora Hendrix era ese músico que tocaba la guitarra con soltura y que murió joven por culpa de sus excesos. Hasta ahora Hendrix era ese negro extraño de cabello cardado y trajes multicolor inmortalizado en pósters, postales y portadas. Y a partir de ahora hay otro Hendrix, el humano, con su ego y sus manías como todo hijo de vecino. Los que lo conocieron y lo acompañaron hablan de él como una persona afable, dinámica y bromista, ahuyentando la leyenda negra de retraimiento, soledad y martirio interior. Un virtuoso ignorante de la técnica académica, entre cuyos planes no estaba la perfección, sino avanzar hacia lo desconocido. Hacer que su eléctrica sonara como el océano, hacer que su eléctrica sonara como el viento.

12 diciembre 2006

CONCIERTOS

YO LA TENGO. Madrid. La Riviera. 2-12-2006.

22 años después.

“Hoy es 2 de diciembre de 2006” empezaba diciendo Ira nada más pisar el escenario. Y sutilmente explicaba que tal día como ese, pero de 1984, la máquina de Hoboken empezaba a carburar. Coincidencia casual y crucial. Ha llovido desde entonces, pero ellos siguen siendo esa gente corriente, campechana y educada que después de un show agotador aún tiene tiempo de regalar autógrafos, sonrisas y conversaciones a los fans. Qué grandes.

El aniversario de su primer directo se saldó con la alta puntuación que acostumbran. Aunque el inconveniente de haberlos visto a menudo en los tiempos recientes (si se le puede llamar inconveniente, carajo) es que las sorpresas son menores. Sin embargo, siempre tienen unos cuantos ases escondidos debajo de la manga y esta vez los jugaron en las tres tandas de bises: versiones y préstamos (“A House Is Not a Motel” de Love y “Rocks Off” de los Rolling Stones), atentas improvisaciones a petición popular (“You Can Have It All” cocinada a base de percusiones o la espectacular “Emulsified” de Rex Garvin), cameos entrañables (ese aprendiz de Curro Savoy en “My Little Corner of the World”), tiernas estampas country (“Griselda”) y cómo no, “Sugarcube”, digna representante de los clásicos de siempre que, por cierto, escasearon (cosa que no ocurrió en Barcelona, ¿por qué?).

En cuanto al grueso del concierto, algo similar a lo ocurrido el pasado junio en el Primavera Sound. Mucha cancha a las nuevas canciones (aunque ahora ya resultan familiares) y unos cuantos guiños al pasado. “Stockholm Syndrome” y “Tom Courtenay” son sagradas. “Tears Are In Your Eyes” puso la primera gota de cloroformo y “The Pain of Pain” vino a refrescar la memoria de aquel histórico concierto de hace 22 años. Entre tanto, el mundo de Yo La Tengo se divide en dos hemisferios: el ultrasónico y el crepuscular. En el primero, la guitarra es el gobernante único, y los ritmos de James y Georgia no tienen más salida que capitular a la dictadura de la distorsión. “Pass the Hatchet”, “The Story of Yo La Tango” y “I Heard You Looking” coparon más de un tercio del minutaje total. Larguísimos viajes astrales por galaxias de ruido hasta que el cuerpo aguante (el de Georgia a veces se resiente un poco) o hasta que a Ira le de la gana de tomar tierra. En el otro hemisferio la cosa cambia radicalmente: el volumen se contiene, las teclas sustituyen a las seis cuerdas, se destapa el tarro de la melodía-armonía y el hilo empieza a pendular. “I Feel Like Going Home“ envuelve y conforta, pero “Beanbag Chair”, “Sometimes I Don´t Get You” y “The Weakest Part” son demasiado parecidas para caminar juntas. Aunque claro, después llega “Mr. Tough”, con sus falsetes, su burbujeo, y el tono se recupera al instante.

Y puestos a elegir momentos álgidos, ahí van dos: “I Should Have Been Better” demostró que el tándem vocal Kaplan-MacNew funciona a la perfección, y más al amparo de un Hammond que echa humo; y “Watch Out for Me Ronnie” derivó en una orgía punk de las que hacen época, con revoluciones imposibles, alaridos desbocados y el espíritu de los Ramones sobrevolando cabezas.

En fin, todo elogio es poco. 22 años desafiando a la ciencia infusa del rock and roll, machacando estereotipos y ganándose una fidelidad que no es gratuita. Moraleja: la próxima vez que vengan por aquí pagaremos el precio de otra entrada. Matemático.

Los músicos del pueblo: Ira y James en contacto directo y cordial con sus fieles (Georgia también estuvo). Olé.


www.yolatengo.com

29 noviembre 2006

DISCOS

BECK. The Information.

El hermano mellizo de Odelay.

Hace no mucho celebrábamos con solemnidad el cumpleaños de un disco que, ya se decía claramente, iluminó las orejas de muchos: “Odelay” (96). Pues bien, diez años más tarde y después de varios intentos estrepitosamente fallidos, el irrepetible de Los Angeles da a luz al hermanito legítimo de aquel. “The Information” (2006) viene a demostrar varias cosas; primera, que lo mejor para que suceda un milagro es no creer en ellos; segunda, que el movimiento se demuestra andando (y currando); tercera, que hoy por hoy Beck Hansen es de los pocos que pueden permitirse el lujo de sonar como Massive Attack, Funkadelic, Pearl Jam, Marvin Gaye, The Beta Band, Violent Femmes, Chic, The Notwist, Wilco, Cypress Hill o Air en un mismo largo. Se sobra.

Y es que con poderes multiinstrumentales, master cum laude en sampleado y conexiones neuronales deficientes, se pueden hacer realidad muchos sueños. Sigamos mezclando ingredientes al estilo Panoramix: funky y folk en “Elevator Music”; samba, electrónica y R&B en “Cellphone´s Dead”; pop y psicodelia en “Soldier Jane”; trip-hop con armónicas y orquesta en “Dark Star”; scratching y batucadas en “1000 BPM”. Sigamos levantando obras de ingeniería imposible al estilo Calatrava: “Motorcade”, “The Horrible Fanfare/Landslide/Exoskeleton”. Y lo más importante, sigamos regalando al mundo buenas canciones: “Think I´m In Love” (cómo recuerda a “The New Pollution”), “Strange Apparition”, “Nausea” y “The Information” tienen vocación de eternidad sin abundar en excentricidades. Demente, pero ante todo músico. Ahora solo falta rellenar la cuartilla en blanco con el collage adecuado. Uff, no será fácil.

28 noviembre 2006

DISCOS

MICAH P. HINSON. Micah P. Hinson and the Opera Circuit.

Fabricando dioses de papel.

Vivimos en el mundo de la compraventa. Esclavos de la publicidad, las modas y las cotizaciones. Las cosas se encarecen, el consumo aumenta. Lo malo es cuando las ideas y opiniones también entran en el mercado… Hace ya algún tiempo que las revistas, suplementos y ciberespacios empezaron a vender a este chaval de Memphis como el nuevo mesías del neo-country. Y la estrategia de marketing es sublime: la tragedia es negocio. Así que llevamos meses escuchando la vida y milagros de este ex-presidiario y ex-drogadicto repudiado que compuso sus últimas canciones baldado, sedado y postrado en el lecho del dolor. Dejémonos de biografías, folletines y klinex húmedos, y vayamos al meollo del asunto. Vayamos a su música. Quiero informarme antes de comprar. Quiero contrastar lo que me estáis diciendo…

Si realmente es un genio, debe haber algo en las profundidades a lo que no consigo llegar. Escuchando el alabado “And the Opera Circuit” (2006) no parece que haga nada distinto a lo que llevan haciendo mucho tiempo Lambchop, con un matiz: que a Kurt Wagner me lo creo. Sin embargo, sería mezquino no reconocer que hay puntos a su favor: una voz inmensa, madura y convincente, y ciertos atisbos de inspiración que brillan con fuerza en “Diggin´a Grave” y “Little Boys Dream”. Pero hablar de obra maestra se antoja un pelín descabellado; dejémoslo en disco correcto de country-folk orquestado con alguna aproximación interesante al rock. Aún así, prefiero ahorrarme los cuartos.


www.micahphinson.com


22 noviembre 2006

RETROSPECTIVAS

GIRLS AGAINST BOYS. Venus Luxure Nº 1 Baby.

A la sombra de los monstruos de Seattle.

1987, nace Nirvana. 1992, “Nevermind”. El mito echa a correr. Aquellos maravillosos 90. La era del grunge. Mientras el estado de Washington se convertía en santuario público de los nuevos paradigmas del rock en los USA, Washington DC, en la costa opuesta, asistía al nacimiento de bandas dispuestas a ocupar el trono de Pussy Galore y Minor Threat. Mientras formaciones como Alice in Chains, Pearl Jam, Mudhoney, Screaming Trees o Sunny Day Real State empezaban a arder como la pólvora, raros engendros como Fugazi emergían de las cenizas de incendios pasados. Y de la mano de Fugazi, al tiempo y a su vera, nacían Girls Against Boys.

Cualquiera de sus discos entre el 93 y el 96 es dignamente recuperable. ¿Quién no recuerda temas como “Don´t Got a Place”, “Super-Fire” o “Disco Six Six Six”?. Pero “Venus Luxure Nº 1 Baby” (93) quizá sea su álbum cumbre, el alegato de calidad y reconocimiento de una banda personalísima, a caballo entre el hardcore y el punk, pantanosa, inspirada y adictiva.

Porque las grandes bandas tienen una cosa que las mediocres no alcanzan: sello de identidad. Y en este disco (su estreno en Touch & Go Records) ese sello queda definido sobre las bases apuntadas desordenadamente en “Tropic of Scorpio” (89). Una identidad que comienza en la voz cavernosa y quebradiza de Scott McCloud, y que se prolonga en las atómicas líneas de bajo de Johnny Temple y Eli Janney (cerebro instigador del invento) y en las guitarras a propulsión. Así, Girls Against Boys suenan a Girls Against Boys.

Como en todos sus trabajos, en “Venus Luxure Nº 1 Baby” no hay medias tintas. O todo o nada. O ruido o calma. Más de lo primero que de lo segundo. Pero ellos siempre han sabido hacer ruido de manera diferente y para espacios diversos. Ruido de salón con lámparas de araña, como en las elegantes “In Like Flynn”, “Go Be Delighted” y “7 Seas”. Ruido de trastero desordenado en “Rockets Are Red”, “Learned It” y “Billy´s One Stop”. Y luego está ese ruido con guitarras de velocidad salvaje que hacen de “Let Me Come Back” y “Bullet Proof Cupid” dos rallyes agotadores pero excitantes. En la calma tampoco falta la electricidad, aunque “Satin Down”, “Get Down” y “Bug House” exploran otros terrenos, más subrepticios y trascendentales.

Imprescindibles. Un disco redondo. Un compendio de todos los tesoros de una banda que en la actualidad vive en medio del interrogante. ¿Habrá nuevas canciones pronto?. ¿Habrá nuevo desembarco en nuestro país, más solemne y anunciado que el de 2005?. Por lo pronto, disfrutemos con los cuadernos de bitácora colgados en su web en el apartado “tour diary”; las fotos y los comentarios no tienen desperdicio.

20 noviembre 2006

CONCIERTOS

CAMERA OBSCURA. Albacete. Divino Club. 18-11-2006.

Un concierto internacional en Albacete es como la visita del Papa a Valencia, o como la del Real Madrid a Écija: un acontecimiento que, como mucho, solo se repite cada cincuenta años. Y claro, allá que van todos los rockers, grunges, popis, fashions y demás peña “alterna” de la urbe cuchillera (y alrededores), ungidos por el maestro de ceremonias Don Modesto, personaje ínclito donde los haya en la rácana movida albaceteña. El susodicho aprovecha la mínima para meter el pescuezo y telonear a Camera Obscura mola mazo, así que presentó su nuevo proyecto Colorado, del que poco puedo decir porque estuve inmersa en una conversación sobre Bob Dylan, Joni Mitchell y Barry Adamson mucho más interesante que sus ñoñadas pop.

Y en cuanto a los escoceses, se acaban de pasear por nuestro país presentando su nuevo disco, incluyendo en su gira un destino manchego contra todo pronóstico y por obra de no se sabe quién. Es de agradecer. Así que, aunque lo más interesante de esta banda sea su lugar de procedencia (Glasgow, ciudad lluviosa de tristes duendes), hay que darles la bienvenida, estar allí y verlo (para creerlo). Aunque lo visto deja mucho que desear y mata definitivamente las esperanzas de un futuro musical decente en esta ciudad sita en el epicentro de ninguna parte y desconocida para casi todos.

No sé lo que estos chicos hicieron los dos días anteriores en El Sol de Madrid, pero su indolencia sobre el escenario y el ocasional desinterés del respetable (irrespetuoso a veces) desembocaron en una sesión pírrica de canciones tocadas casi por obligación (a la insulsa Tracyanne parecía fastidiarle tener que tocar/cantar otra). El repertorio estuvo basado en el nuevo “Let´s Get Out of This Country”, y algunos temas tuvieron bastante gracia. En especial, “Lloyd, I´m Ready to Be Heartbroken” (dedicada a Lloyd Cole, según dicen), “If Looks Could Kill” y “Razzle Dazzle Rose”, todas en la recta final. Sin embargo, el “puedo, pero no quiero” de unos y el “me importa un bledo” de los otros llevó a una despedida acelerada en plan “que os den” con cero bises y un pensamiento mudo pero intuitivo: “let´s get out of this town”. De nada sirvió que algunos cachondos insistieran al grito pelado de “other, other”. Y es que hay plazas en las que es jodido torear. ¿O no?.

14 noviembre 2006

DISCOS

SONIC YOUTH. Rather Ripped.

La cosecha inagotable.

Pero bueno, ¿a esta gente no se le acaban las ideas o qué?. “Rather Ripped” (2006), al igual que ocurriera con “Sonic Nurse” (2004), muestra el lado accesible de Sonic Youth. Las distorsiones quedan en la reserva, para sacarlas del banquillo solo en caso necesario, y las melodías se convierten en titulares indiscutibles. Ejemplo claro de lo dicho en el primer corte: “Reena”. ¿Son realmente Sonic Youth?. Sí, lo son, las suntuosas guitarras y las marañas rítmicas de Steve Shelley lo atestiguan. Después llega “Incinerate” y uno se pregunta si no ha escuchado antes esa canción. Sí, son Sonic Youth. Aparece una balada: en “Do You Believe in Rapture” resurgen las campanas eléctricas, santo y seña. Muro sobre muro de guitarras en las dos siguientes: “Sleepin´Around” y “What a Waste”. Para cuando suena el impecable desenlace de “Jams Run Free” ya no hay duda de que han firmado otro gran disco. Y entonces llega el momento Lee Ranaldo, poniendo voz a la apoteósica “Rats” y confirmando una teoría muy particular y contrastada: que las mejores canciones suelen ser las que canta él (acordémonos de “Mote”, “Wish Fulfillment”, “Saucer-Like” o “Hoarfrost”). Y ahí no acaba la cosa, porque aún quedan la turbadora “Turquoise Boy” (¿éso es un piano?, ¿un piano en una canción de los reyes del noise?), la sobria “Lights Out” (también me parece haberla oído antes) y la luminosa “The Neutral”. Los siete siguientes minutos (cinco de guitarras dibujando trazos en zig-zag) devuelven a los Sonic oscuros, solemnes, los que dicen “aquí estamos nosotros, ¿algo que objetar?”. Nada, hombre. Así es “Pink Stream”. Y saliéndose descaradamente del tiesto, “Or” cierra, con suspense y más campanas, otra gran obra de una banda que cambia de traje sin perder su estilo con una facilidad insultante. Será por ideas…

12 noviembre 2006

REPORTAJES


HOWE GELB: HISTORIAS DE POLVO Y CACTUS.

Cuando América se convierte en algo interesante.

Los caminos de la música son inescrutables. Una canción te lleva a otra, y esta a otra. Una banda te descubre los misterios de otras. Y así es como el legado conocido crece y crece, nutriendo nuestro espíritu de valores, símbolos y aficiones. Y así es como logramos sobrevivir.

Hace un par de meses decidí recorrer el desierto de Arizona en un Caddy imaginario. Me paseé por la frontera, sintiendo la asfixia del viento, desafiando las montañas y despistando a las patrullas. Recogí autoestopistas recién llegados del otro lado, cargados con guitarras, trompetas y flores. Me refugié en fondas, en ruinas y en cementerios. Y todas esas personas y lugares consiguieron que América, por una vez en la vida, me interesara.

El viaje me lo propusieron dos chicos que habitan en Tucson y que se dedican a la música. Me enseñaron un mapa y me dibujaron el camino. Me despidieron con un abrazo y me desearon suerte. Sabían lo que hacían y lo hicieron a conciencia. Me enviaron directamente hacia la ciudad fantasma de los gigantes de arena. Y allí, en medio de la plaza, entre cactus y sombras, estaba esperando Howe Gelb.

“Yo a ti ya te he visto antes” le dije. “Sí. Te visité este verano. Llevaba un sombrero” me respondió. “Volvemos a encontrarnos, y tengo muchas más cosas que enseñarte”.

Alguien escribió en alguna parte que Giant Sand son una de las tres bandas que merecen su efigie esculpida en el monte Rushmore (las otras dos eran Lambchop y Yo La Tengo, indiscutible). Las raíces y las ánimas de un país, una cultura, un sentimiento, capturadas por el prisma de cristal de un hombre que ha mirado en muchas direcciones y que ha sabido rodearse siempre de buenos alumnos y amigos. Un objetivo delicado, no obstante, que se tiñe de polvo al menor descuido, mostrando una realidad tan abrupta como imposible de arreglar. La historia de Howe Gelb se mueve entre la soledad y la compañía, la vida y la muerte, la desolación y la esperanza, el nuevo y el viejo continente. Imposible abarcar el desierto entero con solo dos manos. Ahí van tres puñados de tierra milagrosamente fértil.

Glum” (94): Escondido entre el grueso pasto creativo de Giant Sand, quizá menos publicitado que otros, contiene algunas de las mejores canciones jamás escritas por Gelb. Sobre todo “Yer Ropes”, himno de la América profunda, optimismo engañoso y un mensaje claro: “You can wash the dirt off later, with some time and a little bit of soap”. También “Glum”, duermevela interrumpida por guitarrazos que saben a gasolina, y cómo no, la cruda, claustrofóbica y magnífica “Happenstance”. “Painted Bird” es otro himno, con esos riffs importados directamente del soleado periplo californiano. Y el country y el folk florecen en su esplendor en “Left” y “Faithful”, justo cuando la veleta apunta hacia el sur. Un disco que envenena, con los dos chicos adoptivos de Tucson ya oficialmente en nómina, con la cálida voz de Victoria Williams introduciendo “Spun” y con los versos del mítico Pappy Allen llorando vino dulce en “I´m So Lonesome I Could Cry”. Y por supuesto, el cameo habitual de Indiosa (la hija de Gelb) haciendo de “Bird Song” un escalofrío que deja secuelas.

Is All Over…the Map” (2004): Ha pasado una década, Rainer Ptacek hace tiempo que no está, los dos chicos de Tucson ya son mayores y se han emancipado, pero el talento de Gelb sigue intacto. Un disco resplandeciente, ventilado, con ojos de buey que se abren hacia la costa este (“NYC of Time”), hacia la rivera del Sena (“Les Forçats Innocents”), hacia los olores del Mediterráneo (“Napoli”). A veces vacilante y osadamente lo-fi, a veces suave y exquisito. Empieza con una gran verdad: “You can´t tell me but I know it´s all classico”. Y a partir de ahí el nivel del canal sube, inundándolo todo de cosas como blues (“Muss”), garage sucio (“Remote”), melodías pop sorprendentemente alegres (“Fool” y “Flying Around the Sun at Remarkable Speed”) o insurrección punk (la semi-versión “Anarchistic Bolshevistic Cowboy Bundle” de los Pistols). Aunque hay que rascar con astucia para hallar los tesoros enterrados: la nueva versión acústica, sin Lisa Germano, del “Cracklin´Water” que aparecía en “Slush” (97) de OP8; el embrujo de “Hood (View from a Heidelburg Hotel)”, posible segunda parte del “Walk on the Wild Side” de Lou Reed; la conmovedora presencia del piano, Vic Chesnutt y Henriette Sennervalt, haciendo crecer “A Classico Reprise” hasta el vedado infinito. Hay vida más allá de los desfiladeros.

“´Sno Angel Like You” (2006): En una iglesia de Ottawa, Gelb tuvo un encuentro celestial con The Voices of Praise. Y ahí se gestó el milagro. Un evangelio de blues, soul y gospel en el que Júpiter se alinea con Marte. Canciones que hablan de futuro, con la ruda voz de Gelb y su guitarra reblandeciéndose bajo las caricias de esos cánticos espirituales. La comunión da lugar al nuevo enfoque de “Neon Filler”, “Get to Leave”, “Robes of Bible Black” o “Chore of Enchantment”, clásicos de Giant Sand con otros vestidos. Y también se compromete al enésimo homenaje al malogrado Rainer (qué gran compositor), recuperando maravillas como “The Farm”, “That´s How Things Get Done” y “Worried Spirits”. Dos mundos nacidos para encontrarse. Un encuentro del que manan emociones históricas, que transporta el alma hasta Louisiana y el Misisipi, enriqueciendo las esferas de todo aquel que ama la música. Basta escuchar “But I Did Not”, “Nail in the Sky” o “Love Knows (No Borders)” contemplando plácidamente la fotografía que adorna el disco. Fuera hay frío, soledad, penumbra. Dentro brilla la luz.


La historia relatada ha terminado, pero el viaje todavía no. Lo que venga después es todo un misterio. El mundo está roto en mil pedazos que se pudren dentro de un container oxidado. Si lo agitas se oye música. Suena a Giant Sand. Suena a Howe Gelb.

www.howegelb.com
www.giantsand.com


08 noviembre 2006

DISCOS

THOM YORKE. The Eraser.

Volando libre.

En medio de la espera, ajeno a la impaciencia de los que piden nuevo material de su banda con más ansias que la lluvia, Thom Yorke decidió un día degustar la libertad y ventilar la espina que tenía clavada desde hace tiempo. El resultado es “The Eraser” (2006), un ejercicio de proyección de ambiciones y obsesiones, un experimento desencorsetado y ausente de ataduras. Dejándose llevar por esas musas digitales que siempre le cautivaron y arrastraron al borde del suicidio cósmico. Mano a mano natural con Nigel Godrich, más consejero que catedrático, para crear un mundo de evasión que en “The Eraser” o “Black Swan” casi roza lo intangible. “And It Rained All Night” y “Harrowdown Hill” se acercan más a Radiohead, a los de la era indagadora y rupturista (al recordarla siempre emerge “Idioteque”, ¿por qué será?). Pero los tiros van por otro lado, hacia un parentesco formal con Autechre, Pulseprogramming o Boards of Canada con remanente adicional de intimidad y misterio. Idilio que se hace pleno en “The Clock” y “Cymbal Rush”. Objetivo conseguido. El disco que el chico triste y ofuscado de Oxford siempre quiso hacer. Por fin.

31 octubre 2006

AGENDA

NOVIEMBRE, QUE SIGA LA FIESTA.

Los festivales no son para el verano.

El final del verano llegó y tú no partirás… Ingenuos, pensábamos que con el sol se acababan los festivales. Pues no. La moda de los eventos de invierno sube como la espuma de una birra que sigue estando igual de rica a bajo cero. Ahí está el Primavera Club, llamado así por no llamarlo Otoño Sound, que hubiera sido lo suyo. La primera edición del hermano pequeño del Primavera llega con otro cartel selecto, como ya se acostumbra. Art Brut, Autechre, Cat Power, Jeff Tweedy (sí, el de Wilco, el mismo), The New Pornographers, Laura Veirs, Sparklehorse, The Twilight Singers (junto a Mark Lanegan) o Teenage Fanclub son algunos de los nombres que desfilaran por la Ciudad Condal el primer fin de semana de diciembre. Quién viviera en Barcelona…

El Wintercase sin embargo es el primogénito de su familia, y aunque la edición 2006 es a priori más floja que las anteriores, merece la pena asistir al último suspiro de vida de Arab Strap o a la puesta de largo de esos suecos prometedores llamados Peter, Björn & John.

Y el Tanned Tin se muda de Cantabria a Castellón. Durante los días 9, 10 y 11 de noviembre se pasearán por el Teatro Principal nombres pertenecientes a la créme de la créme del indie. Lisa Germano, The Montgolfier Brothers, Darren Hayman & Band, Annelies Monseré, The Radio Dept. y Dakota Suite, por ejemplo. Casi nada.

Las giras tentadoras del mes:

THE WEDDING PRESENT- 5 noviembre. Barcelona. La (2).
8 noviembre. Madrid. Moby Dick.

MATTHEW HERBERT BIG BAND- 6 noviembre. Madrid. La Riviera.

JOSH ROUSE- 7 noviembre. Madrid. El Sol.
11 noviembre. Barcelona. Bikini.

CRACKER- 21 noviembre. Madrid. Heineken.
23 noviembre. Barcelona. Apolo.

TWO GALLANTS- 24 noviembre. Bilbao. Azkena.
25 noviembre. Madrid. Moby Dick.

STUART A. STAPLES- 28 noviembre. Barcelona. Apolo.
29 noviembre. Madrid. Heineken.
30 noviembre. Cádiz. Aulario La Bomba.

YO LA TENGO- 30 noviembre. Barcelona. Apolo.
1 diciembre. Vitoria. Azkena.
2 diciembre. Madrid. La Riviera.

A ver si esta vez no hay cancelaciones inesperadas (como la de Mogwai en Barcelona), caídas de teloneros (como la de Jason Collett) ni enfermedades fatales (como la del cantante de Jet).

25 octubre 2006

CONCIERTOS

CALEXICO. Madrid. La Riviera. 21-10-2006.

Músicos sin fronteras.

Ahora es más fácil comprender por qué nadie escribe una sola palabra contra ellos. Navegando entre varias aguas, pero sin riesgo de naufragio. Su filosofía es su salvavidas. Capaces, sin pretenderlo, de dar una sabia lección al mundo: que en la música (como en la vida) los límites, las razas y las banderas no existen.

En su noble orden universal todo es bienvenido. Y su nueva parte eléctrica (“Deep Down”, “Cruel”, “All Systems Red”, “Letter to Bowie Knife”) se ensambla con el folclore tradicional (“Across the Wire”, “Minas de Cobre”, “El Picador”, “Crystal Frontier”) formando una amarra que no se rompe. Casi dos horas en las que quizá faltó algo de jazz (“Fade”, por ejemplo), la parte más pop de “Garden Ruin” (“Panic Open String”, por ejemplo), un poquito de evanescencia (“Pepita”, por ejemplo) y algún que otro hit (“Ballad of Cable Hogue”, por ejemplo). Pero claro, si tuvieran que tocar todo lo que saben el viaje no tendría fin…

No hay duda: Joey Burns es el jefe, el alma que mueve las velas del barco. Simpático a rabiar, con su eterna camisa de cuadros y sin perder nunca la sonrisa, tuvo su noche de alegría e inspiración. Quizá por la presencia de buenos amigos, siempre fortificante: Jairo Zavala y Amparo Sánchez fueron el séptimo y el octavo miembro de la banda en “Quattro”, “Roka (Danza de la Muerte)” y en gran parte de los bises. Del mismo modo que el propio Burns y Jacob Valenzuela habían sido el tercero y el cuarto en el set inicial de Amparo abriendo el telón. Y no hace falta propaganda de la admiración común, porque las miradas y los gestos bastan. Y es que la grandeza de uno empieza siempre por el respeto hacia los otros.

Y el resto de la tripulación trabaja igualmente para que la nave avance. Y qué gustazo verlos tocar. John Convertino (batería), en su trance habitual, creando los ritmos que marcan los caminos por los que se mueven las serpientes y los escorpiones; Martin Wrenk (trompeta, armónica, teclados, vibráfono, guitarras, acordeón, voces y lo que le echen); Volker Zander (bajo y contrabajo); Jacob Valenzuela (trompeta, percusiones y una interpretación brutal del clásico popular “Ojitos Traidores”); y el discreto y eficiente Paul Niehaus (pedal steel y guitarras).

La noche dio pie a muchas demostraciones marca de fábrica, y el afán de aventureros y revisionistas del que gozan quedó retratado en la nueva explosión rockera de “Not Even Stevie Nicks” y en las versiones de “Jesus and Tequila” (Minutemen) y “Alone Again Or” (Love). También en el misterioso arte de Mister Burns para entonar cada canción a su fino antojo según el día; he ahí “Sunken Waltz”, con una de las líricas más emotivas y hermosas de todos los tiempos, o “Black Heart”, recitada al libre albedrío, por error o a conciencia, lo mismo da.

Y claro, tanta pasión sobre el escenario se condensa y el calor se dispara en todas las direcciones. Y la gente acabó pasándolo en grande, abrazando cada acorde y cada estrofa con amor, y entregándose a esa verbena desordenada y entrañable que fueron los bises. El epílogo comenzó con Burns y Convertino en solitario resucitando la surfera “Scout” y terminó con todos bailando, bromeando, partiéndose e improvisando “Don´t Leave Me Now” y “Güero Canelo” al más puro free-style.

En fin, aunque no respondieron a la segunda y vehemente petición, nada se les puede reprochar. Porque tanta devoción por su oficio y tanta generosidad en compartirlo no se paga con dinero. Sencillos y ejemplares como pocos. Quizá por el sosiego y la tolerancia que concede observar el mundo desde doble ángulo. O quizá porque en ellos se ha juntado lo mejor de cada casa, formando una nueva familia al abrigo de ese fuego que es la música. Un hogar al que todos estamos invitados, y en el que nos quedaremos a vivir una larga temporada. Encantados.


El detalle de la velada: Joey Burns acompañando a Amparito al contrabajo. Glorioso flash-back. Momentazo Giant Sand.


www.casadecalexico.com

12 octubre 2006

DISCOS

THE BLACK HEART PROCESSION. The Spell.

La fuerza oculta del hechizo.

Piano. Violín. Guitarra. Un timbre rugoso (el de Pall Jenkins). Estas son las herramientas con las que The Black Heart Procession construyen sus travesías. Su música hace justicia a su nombre. Y “The Spell” (2006) sigue la tónica, aunque “Not Just Words” (la mejor, sin duda) muestre un punto rojo en medio de la negrura infinita. La combinación piano-guitarra es demoledora en “Tangled” y “The Replacement” (esos intros espectaculares). El riesgo en el ritmo abre nuevas puertas en “GPS” y “The Fix”. Y los aires de western fúnebre de “Return to Burn” dejan un sabor de boca único. Pero hay algo que no termina de cuajar, y uno acaba con la sensación de que el camino es demasiado en línea recta y el terreno un poco plano. Aún así, algo arrastra a escucharlo otra vez y dedicarle unas palabras. Debe ser cosa del hechizo.

10 octubre 2006

DISCOS

YO LA TENGO. I Am Not Afraid of You and I Will Beat Your Ass.

Tres caras.

Un nuevo disco de Ira Kaplan, Georgia Hubley y James McNew siempre es un acontecimiento. Sabes de antemano que no te va a decepcionar. Éste, de título desafiante (y tan difícil de aprender como aquel “I Can Hear the Heart Beating as One”), vuelve a encontrar las claves del rock and roll desclasificado. Rendijas abiertas por las que se cuelan las inquietudes de mentes en constante movimiento. Originalidad sin pérdida de raíz. Las tres caras de la eminencia:

1ª) Los Yo La Tengo exploradores: insistiendo en sus acercamientos a sonidos paralelos (el jazz, el mambo, la bossa, el swing), sacudiéndolos en temas como “Beanbag Chair”, “Sometimes I Don´t Get You”, “The Weakest Part” o la cachonda “Mr. Tough”. Un catálogo en el que tampoco faltan sus querencias por los sonidos orgánicos (“The Room Got Heavy”) y las bandas sonoras (“Daphnia”).

2ª) Los Yo La Tengo sinfónicos: sus baladas siempre han sido un ansiolítico de gran ayuda, pero con violines ganan simbolismo, fuerza e interés. Ahí están “I Feel Like Going Home” y “Black Flowers” para demostrarlo.

3ª) Los Yo La Tengo de toda la vida: los de los míticos “Painful” (93) y “Electr-O-Pura” (95), los de las distorsiones y las burbujas de electricidad. “Pass the Hatchet” y “The Story of Yo La Tango” abren y cierran el álbum certificando que las medias de diez minutos y las guitarras sucias son el santo y seña de la banda. Y “The Race Is On Again” y “I Should´ve Known Better” resucitan la memoria de himnos inolvidables como “Stockholm Syndrome” o “Little Honda”.

Trabajo en equipo. Todos curran, nadie falla. Que aprenda la selección española.

06 octubre 2006

CONCIERTOS

LIARS + DEERHUNTER. Madrid. Moby Dick. 28-9-2006.

Catarsis en las cloacas del infierno.

Vaya nochecita… De Liars ya se comentaba que sus sesiones se prescriben en dosis no superiores a la hora; pasarse de rosca conlleva trastornos severos en el organismo. Cuánta verdad. Y los teloneros que se han buscado no les van a la zaga; complemento ideal para crear tsunamis cerebrales y cataclismos físicos. Deerhunter son carne de anonimato, pero hay que ver cómo se lo trajinan. The Fall en pleno ataque de psicodelia. Intros absorbentes, riffs pendencieros y una voz que se pierde en ecos petrificantes (no es que suene mal, es que ahí está la gracia). Más que interesantes.

Los “mentirosos” son ya palabras mayores. Sus discos los han colocado en la cima del atrevimiento, pero en directo la dinamita explota. Bastó que salieran al ritmo de “Drum and the Uncomfortable Can” (terrorífico doble redoble, con Aaron Hemphill y Julian Gross aporreando platillos y tambores como posesos) para comprender que aquello iba a ser glorioso. Sin duda. Y sobre Angus Andrews podría escribirse un libro, recopilando su abanico de poses, danzas, muecas y excentricidades varias. Personaje. Claro que todo ese teatro contribuye a potenciar el lado siniestro, caótico o diabólico de canciones como “We Fenced Other Houses with the Bones of Our Own” (escalofriante el “fly, fly, the devil´s in your eye”) o “A Visit from Drum” (sesión de hipnosis satánica-tribal).

Entre canciones conocidas y experimentos abonados con sudor retro-punky se fue pasando el tiempo, alcanzando el límite de una resistencia que se quebró del todo con “To Hold You, Drum”, “Hold and It Will Happen Anyway”, “Be Quiet” y “Let´s No Wrestle”, con un Angus liberado de guitarras y corbatas al que solo le faltó levitar por la sala como un sacerdote peruano. Y para postre “There´s Always Room in the Broom”, único bis, dardo canalla de fuego entre ceja y ceja. Corto pero intenso. Suficiente para no pegar ojo e ingresar directamente en el loquero, con efectos secundarios insondables para médicos, magos o exorcistas.

04 octubre 2006

CONCIERTOS

DOMINIQUE A + AT SWIM TWO BIRDS. Madrid. El Sol. 27-9-2006.

Dos hombres y un destino.

Nuestro país ya está más que acostumbrado a recibir al mejor músico galo contemporáneo sobre sus escenarios. Promociones, festivales, y esta vez una gira en la que vuelve a la soledad oscura, a sus alianzas secretas con las guitarras y los pedales. Su caché sube y sube, su talento se expande boca a boca, sus canciones se convierten en cantigas y la sala El Sol agota todo el papel.

Antes, otro introvertido solitario de nombre Roger Quigley (sí, la mitad audible de The Montgolfier Brothers) abría la noche mostrando su proyecto paralelo At Swim Two Birds. Una aventura en la que la música cobra un carácter secundario para dar motivo a las imágenes, esas románticas perspectivas de paisajes urbanos y personajes místicos que fueron desfilando junto al entramado musical pregrabado y a esa voz que en vivo se torna más grave y menos plácida. Canciones de enorme belleza como “Close To”, “I Need Him” o “Things We´ll Never Do”, además de oídas y vistas, pudieron ser leídas en el pseudo-karaoke acompañante. Algo original y diferente.

Después, Dominique. Artista hecho para escenarios pequeños y encuentros familiares. Ahí es donde puede expresarse libremente. Y el extraterrestre se convierte en ser humano, en músico interactivo que arropa la frialdad de su soledad con el calor de la audiencia. Entre furia y electricidad, sonrisas y palabras (en torpe pero agradecido castellano). Sus repertorios son la caja mágica; siempre aparece la canción desconocida, la inesperada o la reinventada. Entre las menos esperadas se colaban “Exit” (cómo crear música desafinando vilmente una guitarra), “Le Départ des Ombres” (cómo crear voces etéreas gimiendo de la nada) y una celebradísima “Le 22 Bar”. Entre las reinventadas aparecieron la voluble “Surestimé” (esta vez en versión flamenco-bastardo) y “Le Courage des Oiseaux” (en una versión rock-disco para enmarcar). Y el apabullante “L´Horizon” obtuvo un protagonismo discreto, aunque “La Pleureuse”, “La Reléve” y “Dans un Camion” demostraron que la gente está muy enganchada a él.

Señor Ané, gracias por componer una canción como “L´Horizon”. Una joya, un poema, acordes épicos que emocionan hasta la extenuación. El viaje de las ballenas llevaba al mínimo descanso previo a los bises. Primeros: la envolvente “Par l´Ouest” seguida por las dos que no fallan, “Pour la Peau” y “Antonia”. Sin aliento. Segundos: esa versión de “Teenage Kicks” recordada en el acto por petición popular y la inclasificable “Hit Hit Hit” con detalle coreográfico incluido.

Ovación interminable y unánime. Admiración general. Nunca fue tan duro aceptar un final y abandonar una sala. Porque él lo vale.

02 octubre 2006

REPORTAJES



PAREDES DE COURA 2006.

Peter Murphy, príncipe de las tinieblas.

El pasado mes de agosto se celebraba en la playa fluvial de Tabuao la edición ¿13ª, 14ª, 15ª? (los medios no se ponen de acuerdo) del festival portugués Paredes de Coura. Y aunque algunos no pudimos estar allí muy a pesar de los pesares, hubo corresponsales. Muy buenos corresponsales que cuentan con detalle los pormenores de un evento consolidado en sus lares y que empieza a sonar fuerte en los nuestros.

Y los enviados especiales cuentan que, al menos, este es un festival diferente. Diferente por el entorno (idílico, onírico, paradisiaco), por la programación (heterogénea y concentrada) y por los ritos paralelos que se desarrollan en las inmediaciones (esas sesiones de jazz y yoga en plena zona de acampada). Ah, y no es que los conciertos se demoren siempre una hora, es que en Oporto hay que retrasar el reloj como en Canarias (advertencia para los despistadillos).

Árboles, vegetación, agua, peces y aire fresco (ver la foto). El paraje pinta excelente para la acampada libre, el esparcimiento y la meditación. Incluso sin música en directo ya habría excusa para ir. Aunque sin esa incesante y puñetera lluvia todo hubiera sido más bonito, ¿no?. ¿O quizá fue la lluvia la que bautizó a Peter Murphy como el príncipe de las tinieblas?.





Los corresponsales saben de festivales (se han pateado unos cuantos) y de música (han escuchado no poca). Y la unánime opinión es que en el Paredes la música (te guste más o menos lo que está sonando) se vive. Escenario con sonido excelente, ubicación estratégica y comodidad para todos. Eso sí, la queja extendida es la ausencia de hielo en los avituallamientos de bebida. ¿Cómo?. ¿Que no hay hielo?. El hielo y la música son como hermanos, por dios.

Ahondando en el contenido puramente musical, la oferta se resume en tres palabras: oficio (Gomez, Broken Social Scene, Gang of Four), contundencia (White Rose Movement, !!!, Yeah Yeah Yeahs) y resurrección (The Cramps, Bauhaus). Y habría también un grupo de atributos que añadir para describir la actuación de Morrissey: soberbia, estupidez, burla o engaño. Su “Paredes, help me” debería haber sido un “Paredes, kill me”. Sus ascos continuados deberían haber sido contrarrestados con abucheos y huelga. Y su huida definitiva a mitad de “Panic” debería convertirse en un certificado de defunción mental y artística. Que alguien le pare los pies a este pedazo de impresentable. (Nota: los corresponsales discrepan sobre el presunto gentleman inglés, alguien tenía que deshacer el empate).

DÍA 15
White Rose Movement
: Presentaban su primer y único disco “Kick” haciendo quebrar entrañas con su potente sección rítmica. Corto en duración pero intenso en ejecución. Especialmente “Asaltian” y “London´s Mine”, que sonaron demoledoras. Una de las sorpresas del festival.

Gomez: Demostraron que siguen siendo una banda de altos vuelos, y que la incólume voz de Ben Otteley no es el único argumento que los sustenta. Tom Gray puso la chispa y la alegría (el que avisa no es traidor) y el resto su experiencia para hacer de este un fantástico concierto.

Madrugada: Si uno ha escuchado su último disco, “Live at Tralfamadore”, se puede hacer perfectamente una idea de lo que fue este concierto y cómo sonaron sus canciones. Mención especial a “Hard to Come Back” y su estribillo en español (“es duro regresar”). Buen directo.

Broken Social Scene: Se gustaron ejecutando su anarquía controlada y su revival moderno, contrayéndose y expandiéndose hasta doce como una orquesta-yo yó. “Cause=Time”, “Fire Eyed Boy”, “7/4 (Shoreline)”, “It´s All Gonna Break”, “Superconnected” o “Ibi Dreams of Pavement” (¡cómo suenan en especial estas dos últimas!). A destacar, toda la banda, absolutamente toda: bajo, guitarras, voces, violín, trombón, trompetas… aunque la batería al corresponsal le pareció algo especial y no se aguanta a insistir. Interpretación estilo libre, pero sin perder nunca el sentido de la canción. Una maravilla.

Fisherspooner: De lo que uno esperaba encontrarse (voz y teclados) a lo que se encontró hay la suficiente distancia para no irse a la tienda y aguantar una hora más, incluso entre llueve y no llueve. Y aunque su música parezca un poco lineal en su conjunto, puede ser un poco más divertida y atractiva si le incorporamos bajo, guitarra, batería, dos bailarinas, cañones de papelillos, vestidos extravagantes y un poco de humor. Sonaron “The 15th” y, cómo no, “Emerge”.

DÍA 16
The Vicious Five: Aunque algunos se pasaron todo el concierto pensando que estaban viendo a The Members of the Ship, un cambio de horarios puso a estos jóvenes portugueses en el escenario principal rockeando y con un frontman sin desperdicio. Mejor momento: su versión del “Fight for Your Right” de los Beastie Boys.

Eagles of Death Metal: La banda paralela del Queens of the Stone Age Josh Homme vomitó su borrachera rock y toda la sarta de clichés fatídicos (“are you ready for rock´n´roll?”). Rock y más rock, con un Jesse Hughes sin parar de animar al presente. Gustó hasta a los menos rockeros.

Gang of Four: Quizá ya no son tan divertidos como en sus inicios del “Entertainment” (¡y es que han pasado ya 25 años!), pero han sabido perfectamente hacia donde debían llevar su directo: electricidad, mucha electricidad (culpable: la guitarra de Andy Gill), potencia (culpables: el bajo de Dave Allen y la batería de Hugo Burnham), agresividad y en algún momento, locura (culpable: Jon King, que está de atar). Y nadie se olvidará de cómo Jon reventó un microhondas a batazos para aportar el metal necesario a “He´d Send the Army”.

Yeah Yeah Yeahs: Sin encandilar de inicio, y más después de la tormenta eléctrica de Gang of Four. La gente los quiere y los conoce, porque coreaban sus canciones desde el principio. Pero “Gold Lion”, “Way Out”, “Maps” (genial) y la inconmensurable voz de Karen-O (sin la que la banda sería un esperpento) acabaron con la peña rendida a sus pies.

Bloc Party: Una de las pequeñas decepciones. Su directo no aporta nada, en algunos momentos casi peor que su tan aclamado disco. Se esperaba algo diferente debido a la hora punta de su actuación, pero nada de nada. Regularidad cansina, aburrimiento consiguiente. Aunque hay gente que flipó con ellos. Gustos…

We Are Scientist: Un poco fríos se disponían nuestros corresponsales a disfrutarlos, después de la decepción de los anteriores y los pequeños chaparrones que caían. Con solo tres componentes y un estilo similar a Bloc Party, resultaron más interesantes. Simplemente buen directo para unas canciones correctas.

DÍA 17
!!! (Chk, Chk, Chk):
Así te dejan la cara estos tíos, tatuada con las tres admiraciones. La máquina de los tirabuzones rítmicos volvió a funcionar a piñón y Nic Offer (reencarnación de Zach de la Rocha, ohhh) volvió a retorcerse y bramar como una bestia parda. Grupo con una de las propuestas más innovadoras de los últimos años, repetían en el Paredes después de trinfar en 2005 para montar otra fiesta de escándalo. Sonido demoledor, lleno de ritmo, componentes que no paran de alternarse en sus funciones, siguen demostrando que sus discos simplemente son una excusa para tocar en directo.

The Cramps: Antes del concierto alguien decía: “Con los Cramps te lo puedes pasar en grande o puedes acabar hasta los cojones”. El corresponsal pasó por ambas fases, confiesa. Primero la segunda, porque los primeros temas sonaban regular-mal y todo parecía como demasiado de broma. Pero no es por la calidad sonora por lo que se destacan; la energía y vitalidad de las canciones y la locura de Lux Interior (me como el cable del micro, destapo monitores bajo la lluvia, le lamo la bota a Poison Ivy) hacen que uno entre a formar parte del cachondeo y se arrepienta de no haber tomado dos cervezas más antes.

Bauhaus: Y el broche final lo puso el príncipe, la voz de los zombis. Bajo la lluvia, siniestralidad, luces, sombras, un sonido oscuro e impecable y una de las mejores voces jamás escuchadas. Bauhaus han resucitado para una vida eterna infernal. Sentencias como “She´s in Parties”, “Kick in the Eye”, “Lagartija Nick”, “All We Ever Wanted Was Everything” (escalofriantemente escalofriante) y una brutal versión de “Transmission” de Joy Division (no hay grupo que pueda hacerla mejor). Para cerrar, la epopeya de “Bela Lugosi Is Dead”, con un Peter vampirizado entre la niebla, escondiéndose entre las sombras. Elegancia y señorío. El mejor concierto de todo el festival.



Una gloria divina haberlo vivido. Una gloria divina podérselo imaginar…

Reportaje por obra y gracia de los dos enviados especiales a Portugal: Carmen (apartado crítico logístico) y Juanra (apartado musical y fotos).


www.paredesdecoura.com

26 septiembre 2006

CONCIERTOS

MANTA RAY. Toledo. Paseo de Recaredo. 23-9-2006.

Todo el mundo contra la pared.

¿Por qué siempre que veo tocar a Manta Ray lo hacen en familia?. Es como una maldición. Allá donde estén ellos y al mismo tiempo esté yo, un desierto alrededor, un aplauso débil que sabe a poco. Injusticias del destino. Pero la máquina engrasa, trabaja y aplasta ante cualquier adversidad. No hay margen de error. Apuesta segura. Su nivel hace tiempo que superó la media, ahora roza la matrícula de honor. La gente por ahí fuera ya se ha enterado. Pero aquí se ve que todavía no…

Y en sus conciertos siempre hay alguna sorpresa. El detalle esta vez fue colocar a Xabel Vegas y su batería en la vanguardia, al borde del escenario, como parte de una línea de cuatro imbatible. Estrategia logística y al ataque. La electricidad, el humo denso y la luz (ahora aparecen, ahora se esconden) crean un panorama de texturas infalibles que transforman cada canción en una oda al enigma. “Por Qué Evadirse a Otros Mundos Aún Más Pequeños” ya se ha convertido en su himno de bienvenida, aunque el “todo el mundo contra la pared” sonara algo chusco por culpa de los micrófonos malditos. Y mientras alguien (el propio Vegas y ¿quién más?) intentaba resolver los conflictos técnicos, Nacho Álvarez informaba de forma poco inteligible (y con sorna, supongo) sobre el congreso de juventudes “peperas” en la capital imperial.

Pequeño caos inicial que se diluía como aspirina efervescente en el furor de “Todo Puede Cambiar” y “Qué Niño Soy”, el ritmo crepuscular de “El Despertar” y “Take a Look” y la siniestra coral a cuatro voces de “Don´t Push Me”. Y cuando todo está rodando llega la hora de ambientar: “Rosa Parks” recuperaba el espectro de calma, siempre tensa, de una banda que, en vivo, construye sus piezas ladrillo a ladrillo. Virtuosismo de vena jazz. De quitar el hipo.

La parte final volvía al motín ruidoso con “O.F. King” (un clásico siempre presente y cada vez más apabullante), “No Tropieces” y “Mi Dios Mentira”, antecedidas por una “No Avant-Garde (Elektroniks)” que había estallado en bomba de la noche, con Vegas probando su equilibrio sobre los bombos y Álvarez cediendo su bajo a los entregados en primera fila. También hicieron un bis; y esta vez no fue “I Fought the Law”, sino la evocadora “La Vida Continua (Zu Gabe)”, que desempolvaron, vistieron y maquillaron suave e interminablemente para la ocasión. Una ocasión que, claro, no pasará a la historia, pero que ya forma parte del álbum de emociones y conmociones de unos cuantos. Grandes entre los grandes (de aquí, de allá y de todas partes).

12 septiembre 2006

AGENDA

PLANNING DE OTOÑO.

Consejos para superar el síndrome post.

Post-vacaciones. Post-verano. Post-festivales. ¿Y ahora qué?. Pues ahora toca ponerse pilas nuevas, abrigarse y diseñar la planificación estratégica de los próximos meses. Bienvenido el otoño. Se acabaron los sudores, los carteles de “cerrado hasta tal día” y los aires acondicionados en bares y oficinas. ¿Y se acabó la música?. ¡¡NO!!. Ahí van cinco consejitos para superar presuntas crisis...

1º Sigamos recordando lo vivido este verano. Recordemos ese FIB glorioso con los que estuvieron y sigámoslo contando a los que no, asumiendo el riesgo de que nos repudien por plastas.

2º Recaudemos con usura experiencias ajenas (ese Paredes de Coura, ese Azkena Rock…) y pongamos a la venta el pellejo jurando no perdernos eventos similares el próximo año.

3º Hagamos nuevos planes. Echemos un vistazo a la oferta y gastémonos la pasta. Mogwai, Calexico, Ben Harper… el que sea.

4º Esperemos pacientes a que los sueños se hagan realidad. Nuevos discos, más giras. El sueño de ver a Beck teloneando a Radiohead.

5º Continuemos llenándonos la cabeza de música, música, más música, hasta que reviente. Los discos que nos perdimos por el camino, los que van a salir del horno. Los que te dice uno o te presta el otro.

SOBREVIVIREMOS.

El verano se acaba con dos tripulantes menos en el barco. Syd Barrett y Arthur Lee dijeron adiós.

Y el otoño empieza con los últimos eventos coleantes, como el Ebrovisión (21, 22 y 23 de septiembre) en Miranda de Ebro (Burgos): Ocean Colour Scene, The Posies, Los Coronas, El Columpio Asesino, Sexy Sadie… además de buena gente y exquisita morcilla. El paraíso. Más modestamente y en Toledo, el Festival Línea 1 (23 de septiembre) reune a Zoo, Nueva Vulcano y Manta Ray frente a la majestuosa muralla imperial.

Para el que esté harto de aire libre, las salas ya empiezan a echar humo:

VETIVER- 14 septiembre. Azkena. Bilbao.
15 septiembre. Vademecum. Vigo.
19 septiembre. Moby Dick. Madrid.
20 septiembre. Centre Municipal de Cultura. Castellón.
21 septiembre. Sidecar. Barcelona.

LIARS- 23 septiembre. Azkena. Bilbao.
27 septiembre. Playa Club. La Coruña.
28 septiembre. Moby Dick. Madrid.
29 septiembre. Casa del Loco. Zaragoza.
30 septiembre. Camelot. Santa Pola (Alicante)

THE BROKEN FAMILY BAND- 26 septiembre. El Sol. Madrid.
27 septiembre. Café Antzokia. Bilbao.
28 septiembre. Teatro Lloseta. Mallorca.
29 septiembre. Sidecar. Barcelona.
30 septiembre. Loco Club. Valencia.

DOMINIQUE A- 26 septiembre. Café Antzokia. Bilbao.
27 septiembre. El Sol. Madrid.
30 septiembre. Apolo. Barcelona.

MOGWAI- 30 septiembre. Teatro Principal. Barcelona.
1 octubre. La Riviera. Madrid.

BEN HARPER & THE INNOCENT CRIMINALS- 5 octubre. Palacio Deportes. Madrid.
6 octubre. Palau. Barcelona.

PHOENIX- 14 octubre. Bikini. Barcelona.
15 octubre. Heineken. Madrid.

CALEXICO- 21 octubre. La Riviera. Madrid.
22 octubre. La Paloma. Barcelona.

MUSE- 27 octubre. Palacio Deportes. Madrid.
28 octubre. Olimpic de Badalona.

Lo dicho. SOBREVIVIREMOS.

06 septiembre 2006

DISCOS

EL COLUMPIO ASESINO. De Mi Sangre a Tus Cuchillas.

De columpio nada, de asesino mucho.

Aunque el disco lleva ya algunos meses rulando y ellos ídem por los escenarios de medio país, se merecen un homenaje. Atrás quedaron las novatadas y el Proyecto Demo conquistado por goleada. El columpio ya es mayor. “De Mi Sangre a Tus Cuchillas” (2006) es su puesta en la órbita de los que tienen más pelotas que nadie. Y pese a que el nombre no les ayuda nada, su música (palabra maldita: eclecticismo) y su actitud (punky hasta el galillo) los convierte en rara avis de la fauna autóctona. Flashes de Bauhaus (“Edad Legal”), Pixies (“El Regreso del Evangelista”), Alaska y los Pegamoides (“Lucas 44-48”), Slowdive (“No Llores Más”) y The Velvet Underground (“Pacífico”) con fino ungüento de electrónica febril. Sus letras irreverentes y/o tórridas completan un juego de malabares ultrasónicos en el que todo se confunde. Y los títulos de algunas canciones revientan la boca con solo pronunciarlos (“La Perra del Hortelano”, “Sintetizadores sobre Motos y Guitarras”). Sin método, sin ley y sin pudor. Pero con un par.

29 agosto 2006

DISCOS

NEIL YOUNG. Living with War.

La política de la verdad.

“Estoy viviendo con guerra en el corazón cada día”. Siempre ha habido voces gritando fuerte contra la opresión y el capricho del poder, y en los últimos tiempos esas voces se multiplican. Voces que llegan de los USA. Voces que no pueden callar una realidad camino de convertirse en tópico. ¿Por qué será?. Y todos están igualmente legitimados para la queja. Pero es innegable que hay voces que suenan más creíbles que otras. Quizá por la forma, o por el fondo. La voz de Neil Young es la voz del mensajero coherente, el que habla desde la experiencia de muchas amenazas, guerras, post-guerras, amnistías y condenas vividas. “Living with War” (2006): manifiesto pacifista.

Esa voz no está sola. En canciones como “After the Garden”, “Living with War” y “Let´s Impeach the President” se pertrecha entre coros que arropan y afirman el discurso. Un mensaje que transcurre entre la inaceptabilidad de las mentiras (“don´t need no more lies”) y el dolor de la consecuencia (“thousands of bodies in the ground brought home in boxes to a trumpet´s sound”). Una oda llena de resentimiento hacia acciones vergonzosas y personajes concretos (“let´s impeach the president for lying and misleading our country to the war”), pero también preñada de supremas esperanzas (“and when the night falls, I pray for peace”). Todo ejemplificado y resumido en una canción, “Lookin´for a Leader”: “AMERICA is beautiful but she has an ugly side”.


Aparte de preceptos y conceptos, cerrando los ojos al significado de las palabras o simulando no saber inglés, “Living with War” vuelve a mostrar la tradicional (y legendaria) faceta de un músico que es quien es y está donde está por méritos incuestionables. Guitarras puras, melodías de polvo y asfalto. Alguna trompeta. Sin aditivos ni colorantes. Canciones trazadas por los impulsos de un corazón que se resiste a relajar su ritmo. Himnos lapidarios que dan de comer a todos. A los que le rinden tributo en sus largas noches de insomnio. A los que estábamos cerca de su universo pero no dentro. Un episodio más en la saga de triunfos y conquistas de un grande entre grandes. La verdad como argumento. El rock como estandarte. A sus pies, abuelo.

21 agosto 2006

RETROSPECTIVAS

EINSTÜRZENDE NEUBAUTEN. Silence Is Sexy.

Muros de Berlín.

En el nefasto aniversario del levantamiento del monstruo que separó a la humanidad (memoria humana de la estupidez humana), la corriente desemboca de nuevo en la ciudad de Berlín. Otro muro. Otra historia. Estructuras pesadas, cimientos torpes. Lejos ya de la guerra que empezó con el Geniale Dilettanten, herramientas y máquinas, la voluntad de un tirano, ruido de escombros. ¿Reconstrucción o destrucción masiva del sonido?.

Silence Is Sexy” (2000) conmemoraba a su manera veinte años de tortura eléctrica, evolución y colapso. Pero el guión había cambiado del todo desde “Kollaps” (81). Del cuero al algodón, del aceite al perfume, de la sierra a la pluma. Aquel muro de hormigón había caído, y las alambradas habían desaparecido para mostrar un paisaje lleno de vida circulando a cámara lenta, con amorosos ángeles como los de Wim Wenders guardando el alma de los supervivientes.

Alegoría del silencio. Y no como pura metáfora o dicho. En “Silence Is Sexy” (la canción) el silencio es tan importante como la armonía; silencio de segundos, espera. Paciencia, elemento indispensable para entender cada matiz. En “Sabrina”, “Heaven Is of Honey” y “Sonnenbarke” todo pasa lento, tempo mínimo, bajo oscuro. Suspense. La industria pesada no ha quebrado del todo; el magma metálico convierte “Zampano” en una danza de rayos catódicos y “Alles” en una cadena productora de sueños. Pero ahora el concepto es otro, el humo de las chimeneas y el aroma de las rosas se complementan para crear sinfonías de golpe y cuerda inauditamente bellas, como “Redukt” o “Total Eclipse of the Sun”. Y finalmente, “Die Befindlichkeit des Landes”. ¿Obra maestra del rock industrial?. Posiblemente obra maestra del rock sin más. Poesía escarbada entre las sombras del desastre. Pasaje lírico del gran momento, fin de la vergüenza, génesis de nueva libertad.

Paralelismos coincidentes. Un cielo de visiones inteligentes y estrategias indomables sobre Berlín. Einstürzende Neubauten: leyenda viva. Entre el todo y la nada. Entre el estruendo y el silencio. Entre el subterfugio y la verdad.

03 agosto 2006

CONCIERTOS


BENICASIM 2006

Violins and happy endings.

Sería maravilloso que existiera un festival en el que los mejores grupos tocaran en el mejor escenario. Un festival al que solo acudieran los que aman la música y en el que la gente atendiera a los conciertos con el respeto que es debido. Un festival multitudinario, pero no multisaturado, en el que no hubiera que penar para ir al baño entre actuación y actuación. Un festival con precios populares, zona de acampada apta para todos, sombras gigantescas, y en el que los vecinos de tienda respetaran sagradamente las únicas horas posibles de sueño. Sí, sería maravilloso contar con un festival así… Pero habrá que seguir soñando y conformarse con lo que ofrece el FIB en su nueva versión pro-anglosajona. Benicasim D´Or, ciudad británica de vacaciones. Esto es lo que hay.

Renunciando a enarbolar banderas de quejas y sugerencias que jamás serán escuchadas (¿se adquiere algún derecho por ocho años de antigüedad?), esta edición pasará a la historia por ser la más concurrida no solo en personas (y personajes), sino también en instrumentos de cuerda fátuos y mágicos que nos han hecho volar y casi llorar. Parte del mérito lo tiene el plausible proyecto Un-Pop Classik, que ha llevado a magníficas orquestas de cámara a desfilar por los escenarios junto a variados artistas europeos del rock. Una edición en la que, igualmente, no han triunfado los que salían en las quinielas mediáticas (exceptuemos a Depeche Mode), sino los que a menudo esperan a la sombra que el oficio y el tiempo les de la razón. Los franceses, Rufus Wainwright, dEUS y Manta Ray ya pueden presumir de haber sido los reyes (¿inesperados?) de la duodécima edición de un festival que a nosotros no nos la da con queso.

JUEVES

TEITUR: Como si de un tímido estudiante de escuela de pago se tratara, el danés Teitur (bonito nombre) reprodujo con éxito la lección escrita en los libros de fábulas. Historias sobre amor y sufrimiento, y unas ganas locas de cambiar el mundo (resucitando a Louis Armstrong, por ejemplo). Tan solo con unos básicos acordes de acústica o piano, canciones como “Great Balls of Fire”, “Thief About to Break In” y “You Get Me” ya suenan épicas y emocionantes. Y con el aderezo orquestal terminan de erizar los pelos aunque no sea el escenario ni el momento para la lírica. Un ascenso en toda regla a primera división.

TOM VERLAINE & JIMMY RIP: Inesperado. Con los ecos golfos de Television en el subconsciente, pocos esperábamos algo así. Dos sillas, dos hombres, dos guitarras eléctricas y cuatro manos de cirujano. Cloroformo y desinfectante en el ambiente, y un puñado de riffs, progresiones y distorsiones sublimes, estudiadas en su concepto pero improvisadas en el efecto. Es difícil seguir la trayectoria sonora de este genio del rock, y todavía más difícil identificar unas canciones desarticuladas y anestesiadas. Algunos dicen que sonó “Prove It” del “Marquee Moon”, y otros creyeron reconocer vagamente “The Day on You” en los inicios. Pero, ¿y qué más dá?. Lo que finalmente cuenta es que Verlaine y Rip dieron una lección de cómo tocar la guitarra con los ojos cerrados, firmando un set de alta escuela memorable.

HOWE GELB + SNO´ANGEL: El blues siempre ha sido la música elegante por excelencia, y Howe Gelb es la estampa de lo dicho. Con un traje que ni hecho a medida (en lo estético y en lo musical) y transportado en volandas por la tralla gospel de The Voices of Praise, hizo cotizar al alza su alabado y purísimo “Sno´Angel Like You”, sin renunciar al recuerdo de su antigua banda Giant Sand. Temas como “Love Knows (No Borders)”, “Paradise Here Abouts” y “But I Did Not” nos hicieron creer por momentos que nuestro cometido era agacharnos a recoger algodón. Y es que estos viajes en el tiempo y el espacio también enriquecen.

SCISSOR SISTERS: Nos quejamos de que el Festival de Eurovisión es una horterada, pero el trecho entre las lentejuelas y coreografías memas de estos cachondos y las aberraciones narradas por Uribarri es tan corto como el tramo Benicasim-Castellón (Querida Ana Matronix: Benicasim está en la Comunidad Valenciana, no en Cataluña. A ver si estudiamos geografía). El caso es que “Take Your Mamma Out”, “Tits on the Radio”, “Comfortably Numb” y “Filthy/Gorgeus” consiguen que uno se lo pase pipa si hay voluntad de divertirse. Y las canciones del próximo disco habrá que mamarlas un poco más para sacarles el jugo (vaya, ya se me ha pegado su jerga!).

VIERNES

DIONYSOS: Bárbara revelación. La apocalipsis de sus discos invitaba a saltarse la siesta, pero su directo superó las previsiones más optimistas. ¿Versión barroca de los Bad Seeds o versión aburguesada de Nirvana?. Como recién salidos de un psiquiátrico, azuzando con cólera cuerdas y percusiones, consiguieron vomitar (que no tocar) bolas de fuego de la talla de “Giant Jack” o “Le Retour de Bloody Betty”. Feroz. Y Mathias Melzeu (sí, un calco de Truffaut) es el frontman total, eléctrico, histriónico y suicida. Empezó alentando, sudando, contorsionándose y bailando break, y terminó por conquistar el territorio comanche de la orquesta para secuestrar y maltratar a su director. Y sin tener suficiente, al ritmo de “McEnroe´s Poetry” se sacó un billete de ida y vuelta hasta la torre de sonido en brazos de un auditorio loco y pasmado. Uno de esos momentos míticos FIB que se quedan grabados en la memoria para toda la vida.

12TWELVE: A los catalanes hay que reconocerles el mérito que conllevan los riesgos asumidos. Pero un concierto de free-jazz (pero muy, muy free) con la torrera de la tarde se convierte en una masa espesa imposible de masticar. Si todas fueran tan lineales y directas como “Profesor Alí” hubiéramos aguantado mucho más. Sin embargo, su misión queda muy lejos de la linealidad y más cerca de espirales y dodecaedros. Maestros en artes varias, pero según para qué momento.

THE WALKMEN: Después de la enésima patochada de Mr. Doherty, la salida a escena de los neoyorkinos sentó como un soplo de aire fresco (o como agua pulverizada en la jeta, la moda refrescante del verano fiber). Rock adusto y visceral bien tocado. Flirteando con los mejores cortes de sus tres álbumes, facturaron un concierto solvente en el que las reinas fueron “Little House of Savages” (muy al principio) y la apoteósica “The Rat” (casi al final). Y aunque Hamilton Leithauser se empeñe en formatear e innovar sus rudas entonaciones, hubiera estado bien escuchar “Danny´s at the Wedding” tal cual suena en el disco. No obstante, una banda extrema y personal como quedan pocas.

PIXIES: Y el negocio sigue… Lo que parecía un trueque temporal de recuerdos por dinero se ha convertido en un modus operandi que se alarga más de la cuenta. La primera vez entras en la rueda y hasta te luce. Pero si observas con criterio te das cuenta de que esta gente está por estar, toca por tocar y, como diría mi gran y sabia amiga, trabajan sin disfrutar. Vale, es cierto que el parón obligado por culpa de un montón de descerebrados reventó la magia y (seguramente) muchas canciones se quedaron en el tintero. También es cierto que temas como “Broken Face”, “Monkey Gone to Heaven”, “Where Is My Mind?”, “Hey”, “Debaser” y “Gigantic” son sentencias inapelables que han creado jurisprudencia en el mundo del rock. Pero es hora de plantearse si ha llegado el momento del definitivo adiós. Las sonrisas forzadas y las birras sin alcohol hacen del mito Pixies un espectro no creíble.

DOMINIQUE A: Otra vez pisando fuerte. Otra vez dejando huella. Rock que muta en poesía, ruido transformado en humo. Detonación de sentimientos (“Pour la Peau”, “Retour au Quartier Lointain”, “Antonia”), ternura sibilina (“Rouvrir”, “Le Reléve”, “Le Commerce de L´Eau”) y júbilo relativo (“Dans un Camion”, “La Pleureuse”). Secundado por su guitarrista de siempre (Olivier Mellano) y por instrumentos de viento, amigos que rellenan la burbuja de confusión y melancolía. Invitándote a viajar junto a él por un camino vedado que lleva al norte, al finisterre, al lugar desde el que se divisa el inalcanzable horizonte; “L´Horizon” fue la muestra final de que este hombre toca y canta con el alma. La confirmación de su valentía y la desnudez integral de su talento, paranormal e infinito. Chapeau.

STROKES: Ya era hora de que aparecieran por el FIB y justificaran la fe ciega que el universo tiene en ellos. Universo entero optimizando metros cuadrados desordenadamente. Y en directo suenan harto potentes, con un Julian Casablancas militarizado en el atuendo y en las poses contra micro. Claro que, aunque intenten esconder las bagatelas de “First Impressions of Earth” entre joyas del calibre de “NY City Cops”, “Someday”, “Last Nite” o “Hard to Explain”, no cuela. Las canciones malas siguen siendo malas y las buenas siguen siendo buenas. A las cabriolas y canturreos de los fans me remito.

MANTA RAY: “Sois muy fieles” decía José Luis a los pocos que allí estábamos. Lo somos, claro que sí. Porque una banda como vosotros se merece reverencia y pérdida de sueño. Embajadores de un país que os ignora en otro que os acuna con los brazos de una madre (poned el nombre que queráis a ambos países). “Todo el mundo contra la pared” fue el comienzo del tropel de electricidad que fluye de las torres que habéis levantado con vuestras propias manos. Torres a las que nos encaramamos de un salto mientras sonaban “Qué niño soy”, “No tropieces”, “El despertar” o “Take a Look”. Y desde allí nos asomábamos al cenagal de nuestros dioses mentira, con la visión de privilegio de las alturas, coreando “no more brains elektronics” y riéndonos de la ignorancia de la gente. Hilos de metal y sangre sujetando nuestros pies: “Don´t Push Me”. Y al fin “O.F. King”, el catalizador, la chispa generadora de ese halo de luz que aún brilla en nuestro interior, en mis huesos, en mi cabeza. Ejército de almas que funcionan como máquinas. Orgullo nacional.

SÁBADO

THE ORGAN: Se nota bastante que estas chicas han bebido Joy Division y The Smiths desde la cuna. Sin embargo, y aunque nos priven los ochenta, hace falta algo más para terminar de cocinar el pastel. Por ejemplo, más sangre y energía, menos pose de apatía y tormento, y que la estupenda voz de Katie Sketch cobre el volumen y el protagonismo que merece. Salvando estos defectos, “Love, Love, Love” y “Brother” podrían llegar a ser las nuevas “Bigmouth Strikes Again” y “She´s Lost Control”, y no quedarse en simples melodías para pasar la tarde sin pena ni gloria.

CALLA: Empezaron recordando a los The Cure principiantes y terminaron emulando a los Mogwai más salvajes. Nada novedosos, pero efectivos en su papel de organizadores de circuítos turísticos por paisajes extremos y atmósferas remotas. “So Far, So What”, “It Dawned on Me” y “This Better Go As Planned” te llevan de paseo a donde les place. Y la guitarra (a todo gas) no tiene precio como hipnótico y relajante muscular. Pero lo más curioso es que el timbre afectado y trágico de Aurelio Valle sonaba idéntico al de José Luis García; quizá porque el espíritu de las torres de electricidad aún vagaba por las carpas un día después.

MORRISSEY: El viernes por la noche tuve un sueño: soñé que Mozz salía al Escenario Verde y se encontraba una explanada vacía y muerta, al tiempo que su super-ego se caía al suelo y las drogas de su organismo se evaporaban. Pero ay, ¿de qué vale ser romántico?. Asumiendo que hay causas imposibles y tragándome el orgullo revolucionario, allí estuve. Con reticencias pero cierto ánimo oculto de perdonar. Y aunque no se pueda decir que el de Manchester dio un mal concierto (se rodea de unos músicos espectaculares y su voz sigue siendo única), sí hay que decir que no supo escoger las canciones que hubieran terminado por rendirnos ante su supina arrogancia. Bueno, se acordó de los Smiths (cuatro perlas: “Panic”, “Girlfriend in a Coma”, “Still Ill” y “How Soon Is Now”) pero no fue suficiente. Porque se le olvidó lo más importante: sus grandes himnos. ¿Dónde están “Everyday Is Like Sunday”, “Alma Matters”, “Suedehead”?. Hacía falta mucho más que ponerse la bandera española de delantal para expiar los pecados. Que no somos tontos, tío. Pero claro, desde ese trono de semidiós la perspectiva es otra.

RUFUS WAINWRIGHT: En el día de su 33 cumpleaños (se llevó en el cuerpo “happy birthday”, velas y flores), el mesías gay por excelencia demostró que una voz como la suya sobra para triunfar. Si hubiera salido él solo, sin piano, sin guitarra, sin hermana, lo mismo habría dado (te lanzo una idea, Rufus: ¡una gira a capella!). Precioso. Ya desde el principio, “Grey Gardens” avisaba de emociones fuertes. Y éstas fueron crecieron como el bizcocho en el molde de la hermosura, alcanzando cotas míticas cuando Lucy Wainwright le acompañó en la gloriosa versión “Hallelullah” de Cohen. Pero hubo más instantes de belleza indescriptible: “California” (su mejor tema con la guitarra), “Cigarettes & Chocolate Milk” (felizmente coreada por un público a sus pies), “Gay Messiah” (apología obligatoria) o “Complainte de la Butte” (dedicada a la audiencia gala presente). Y el bis final con “Poses” fue el remate, la caricia de despedida, el beso de buenas noches de un pedazo de artista como la copa de un pino.

NADA SURF: Cuando no encuentras nada interesante en el cartel de una noche de sábado, Nada Surf son la alternativa aceptable. Aunque solo sea por potencia y bajista compatriota. Pero está claro que, cuanta más música escuchas, más pijotero se vuelve el dichoso oído, y canciones como las de “The Weight Is a Gift” saben a dieta baja en sal. Menos mal que el favorito “Popular” no se hizo esperar y sonó bien prontito. Pudimos canturrearla, recrearnos, recordar aquel video tan cutre con animadoras y desparramarnos después en la trajinada hierba del área de descanso pensando que son una buena banda de rock.

PONI HOAX: Y claro, deambular como alma en pena en busca de motivaciones tiene su premio: maravillosa casualidad, coincidencia mágica en el FIB Club. La contundente propuesta de los franceses (gabachos tenían que ser) succionó el aburrimiento de la noche y convirtió la indiferencia en gimnasia rítmica al amparo de los versos negros de un Laurent Bardainne empeñado en coger la posturita sobre micro y altavoz. Citan como influencias a Bowie, Sinatra, Sonic Youth, la Velvet y Chopin, pero en escena parecen más un compendio de Depeche Mode, Birthday Party y Einsturzende Neubauten. Canciones como “She Sells Anger”, “Budapest” y “She´s on the Radio” crean adicciones que ríete de la química. Qué gran descubrimiento. Qué auténtico sorpresón.

DOMINGO

HUMBERT HUMBERT: Aunque verlos a los dos solos en el escenario (sin más artillería que un micrófono y una guitarra) pueda oler a pantomima, Paco Alcázar y Miguel B. Núñez tienen toneladas de munición para convencer y divertir. Los espasmos y la personalísima voz de uno, y los rasgueos y contoneos del otro. Electro-punk subversivo y catatónico. Canciones fetén que entran por las venas y activan los circuítos del trance total. Cómo suenan en vivo “Can´t Tell the Difference”, “Strange Religion”, “Down-Off” o “Soul Weasel”. Y cómo pegan igualmente esas novedades que nos fueron regalando en pequeñas cucharadas. A menor pretensión, mayor efectividad. Unos fenómenos.

EDITORS: ¿Cómo saber si la banda que toca en un escenario es británica?. Pues poniendo en marcha el concentrómetro de guiris (lo bueno que tienen es que luego se piran y te dejan ver a artistas franceses, españoles o belgas a tus anchas). Total, que el Fiberfib.com abarrotado para recibir a una de las sensaciones de la temporada. Con el rollo Joy Division asumido en exceso, los de Birmingham hicieron fluir toda su potencia de vatios (y su mala leche, ¡qué cabreo porque no sonaban las guitarras!) con las rotundas “All Sparks”, “Bullets, “Blood” o “Munich”. Pero prescindieron de su faceta brumosa olvidándose de la genial “Camera” y elevando las revoluciones de unas “You Are Fading” y “Open Your Arms” que perdieron lo suyo. Lo que pudo ser tremendo exitazo se quedó en éxito a secas.

YANN TIERSEN: A los músicos como él habría que incluirlos en los libros y hacerles homenajes como a Mozart. Si alguien aún no se ha enterado de que el francés (dejémos ya de colgarle el sambenito Amelie) también es un rockero es que no vió este concierto o no ha leído sobre él. Pura electricidad. Esta vez solo se trajo las guitarras y el violín (y el toy piano, aunque lo usó bien poco), y decidió que le apetecía hacer ruido. Bendito ruido. Ruido críptico, solemne, místico. Ruido con las guitarras (“Les Bras de Mer”, “A Secret Place”, “La Terrasse”, “Kala”, “La Boulange”). Ruido con ese violín (¿o viola?) que es una prolongación más de su cuerpo desgarbado y enjuto (“Sur le Fil” y “La Crisé”, respiraciones en un puño). Incluso en la más pausada, “Monochrome”, se oía un ruido de no sé dónde (¿su corazón latiendo veleidoso o el mío latiendo de gusto?). Por no hablar de las montañas de ruido sobre ruido que construyen sus brillantes compañeros con las cuerdas, los bombos y las ondas Martenot. La versión ruidosa (toma, claro) de “La Valse d´Amelie” y el mano a mano con Marc Sens en “Macros Boules” certificaron su bautizo de gloria y la ovación más sentida, sincera y rotunda de todo el FIB. Maravilloso.

MADNESS: Mis fuentes me confirman que todo empezó con “One Step Beyond” (no llegamos a tiempo, estábamos loando al de antes). Qué mejor manera de resurgir. Dudas fuera, todo en su punto. Smash y Suggs, look de ligones playeros, comandando un combo orquestal que se mueve entre Bob Marley & the Wailers y el show de la cabra (qué guiño más fino a Manolo Escobar). Un carnaval, surrealista pero elegante, que fue creciendo más y más conforme iban sucediéndose todas las que nos suenan (“Shut Up”, “Grey Day”, “House of Fun”) y las que más nos molan (“Our House”, “It Must Be Love”). La niña de Smash cerró el espectáculo haciendo sus pinitos bailongos al ritmo de “Night Boat to Cairo”. Y al final comprendimos que todo lo que habíamos visto sobre ellos en la tele era verdad. Locos de atar.

DEPECHE MODE: Miedo antes del concierto. Miedo a que las tremendas canciones que me han acompañado desde la infancia se perdieran en un agujero de folclore baratero. Pero no. Quizá es que no tuve la visibilidad debida. Mejor. Porque así pude volver a saborear los clásicos entre sombras: “A Question of Time”, “Walking in My Shoes”, “Stripped”, “In Your Room”, “I Feel You”, “World in my Eyes”, “Behind the Wheel”… Como una rueda que empezó girando despacio y cogió velocidad poco a poco. Y cuando llegaron las ansiadas “Personal Jesus” y “Enjoy the Silence” ya íbamos a toda pastilla por las autopistas del cielo. Todo apasionante, todo en su justa medida. Sin abusar de atrezzos faraónicos ni fuegos artificiales. Los exabruptos de Gahan y las gélidas baladas de Gore medidos con cuentagotas. Especial pero simple. Simple pero espectacular. En el adiós tocaron la que faltaba para completar el círculo histórico: “Never Let Me Down” se convirtió en una ola de brazos al aire, comunión de sentimientos, chorreo de felicidad. Y ese saludo final, los cinco abrazados a pie de escenario, mostrando su gratitud (fingida o sincera, no importa) fue un detalle de humildad y señorío que los deja en un pedestal. Reconciliación absoluta. Retorno a la fe.

PLACEBO: Un concierto de pros y contras. Los pros: han alcanzado el estátus de banda total. Ya son cinco, supuran profesionalidad, tocan como virtuosos y Molko ha ganado peso, ciencia y credibilidad. Los contras: básicamente, el repertorio. “Meds” no es tan bueno como para empezar con seis o siete. “Black Eyed” (la mejor de la noche) en medio de todas ellas no tiene ningún sentido. Y cuando todos esperábamos que hicieran un excitante quiebro hacia “Bruise Pristine”, “Nancy Boy”, “Pure Morning” o “Taste in Men”, se les ocurre irse por los cerros de sosadas como “Every You, Every Me”, “Special Needs”, “The Bitter End” o “Special K”. Eso por no mentar el destrozo de “36 Degrees”, reventándola (y “amariconándola”, según algunos) de lamentable cursilería. Tampoco satisface que acaben con una versión de Kate Bush que solo controlan unos pocos. Total, que al final el momento más disfrutable resultó, vaya por dios, un tema de “Meds”: “One of a Kind”. Lo dicho, pros y contras.

DEUS: Renuncio definitivamente a la d minúscula. DEUS en mayúsculas de oro. La banda belga más bizarra de todos los tiempos ha resucitado al son de cánticos celestiales y trompetas. Y vaya tres fichajes se ha sacado de la manga Tom Barman: Pawlowski, Gevaert y Misseghers hacen que el ente funcione como un reloj suizo (sin olvidarnos del perenne violinista-teclista-percusionista-equilibrista Janzoons, prodigio de coordinación). El comienzo con el intro macabro de “Theme from Turnpike” presagiaba mucha leña ardiendo, y así fue. Como pirómanos desalmados quemaron el bosque entero a base de electricidad animal y rítmicas perversas. Clavaron lo clásico: el fraseo diabólico en la mentada “Turnpike”, el subidón final de “Instant Street”, el triple salto mortal rock-funky-disco de “Fell Off the Floor, Man”, los latigazos de violín psicótico de “Suds & Soda” y la magia de “Little Arithmetics”. Sacaron petróleo de las nuevas: “Sun Ra”, “What We Talk About”, “Nothing Really Ends” (ay Tom, cómo te gusta, hay que tocarla como sea, eh?), “If You Don´t Get What You Want” y “Bad Timing”. Justo lo que queríamos. Y el brutal extra al grito colectivo “thank you for the roses, for the roses” fue la guinda perfecta para finiquitar cuatro días de música non-stop. Grandiosos. Y es que claro, llamándose DIOS...

LA IMAGEN DEL FIB: Mathias Melzeu recorriendo estilo libre la piscina olímpica del Fiberfib.com



Crónica especialmente dedicada a Carmen de España, Mª Carmen y Emiliano: por vuestra compañía, risas y padecimientos conjuntos y el mogollón de ideas que me disteis. (Y también a JR: espero que el año que viene no te lo tenga que contar).


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