25 julio 2010

RETROSPECTIVAS

JOHN LENNON. John Lennon/Plastic Ono Band/Imagine.

Joyas de los setenta (1º parte).

Volvemos con los mitos. Cambiamos definitivamente de década. Y la década de los setenta, tan cargada de tan buenos discos como la anterior, se abría con los primeros pasos en solitario de John Lennon. Comenzaba la etapa post-Beatles. A Lennon como mascarón de proa de The Beatles se le rinde tributo a todas horas. Pero ¿cuántos se han parado a valorar, a desentrañar, a estudiar su hermosa obra en solitario?. “John Lennon/Plastic Ono Band” (70) e “Imagine” (71) marcaban la entrada en una nueva década, pero también en una nueva dimensión para el artista: la de la influencia maldita o no de Yoko Ono, la de sus rencillas con McCartney, la de su nueva visión al otro lado del charco, la de su obsesión de manos blancas por la paz. En sus dos primeros discos aún se puede respirar una brizna de aire beatlesiano, pero sus canciones apuntan todavía más lejos: a un universo musical lleno de lazos y de anclas, a un deseo por alcanzar un más allá vetado hasta la fecha. Y decir más allá no significa mencionar su triste e injusto final, fatal contribución a la elevación inminente a mito. Se trata de hablar de un más allá sonoro, de canciones en estado puro, de la materialización de un aprendizaje lento y concienzudo. Con historias propias, sin tomar a préstamo ni una nota ni una palabra, todo de un puño y letra inspiradísimo y al fin libre.

Navegar por estos dos álbumes es una vuelta al mundo en toda regla. Al mundo de la música. Al mundo de la Humanidad. El rock, el country, las sinfonías, el blues y el folk. La desnudez y la epopeya. Todos esos mensajes (sobre la paz, sobre el amor, sobre el rencor, sobre la condición débil del ser humano) codificados con firmeza para un alunizaje auditivo. De “Imagine” (la canción) todos sabemos todo: ha sonado millones de veces en nuestras cabezas, en nuestras radios y televisores. Y “Jealous Guy” puede que esté entre las canciones más bellas, más brillantes, conmovedoras y tristes de la historia del pop. Sin embargo, en estos dos discos hay más, mucho más, pequeñas joyas escondidas o semi-recónditas. En ellos se encuentran dos temas de amor sinceros y nada obvios, pese a sus simples títulos: “Love” y “Oh My Love”. Hay arrebatos de blues de cloaca con guitarras chirriantes, en “It´s So Hard”, “I Found Out”, “Well Well Well” o ese espectacular himno antibelicista llamado “I Don´t Wanna Be a Soldier, Mama”. Hay un divertido corchete imaginario entre John Fogerty y el cabaret en “Crippled Inside”. Hay folk con mensaje, lívido en la forma y explosivo en el fondo, en “Working Class Hero” y “Look at Me”. Y también hay una pizca de soul dulzón (“Hold On”), alusiones pop a la musa (“Oh Yoko!") y otras tantas cosas más.

Lennon también se permitía construir viaductos para sus frustraciones e insurrecciones. La terrible “Mother” ponen al raso la soledad de su infancia: su inicio con campanas fúnebres y el doloroso delirio final (“mama don´t go, daddy come home”) dejan un nudo en la garganta. La breve nana “My Mummy´s Dead” vuelve a lo mismo con pena (“I can´t explain so much pain”). “How Do You Sleep?” pretendía ser una venganza encubierta contra Paul McCartney, en su fase más belicosa de diferencias mútuas. En “God” se revela como apóstata en una larga retahíla de renegativas que deja la piel en carne viva, hagamos un resumen: “I don´t believe in Bible, I don´t believe in Tarot, I don´t believe in Hitler, I don´t believe in Jesus, I don´t believe in Kennedy, I don´t believe in Buddha (…) I don´t believe in Elvis, I don´t believe in Zimmerman, I don´t believe in Beatles, I just believe in me… and this reality”. Sin pelos en la lengua.

En definitiva, “John Lennon/Plastic Ono Band” e “Imagine” son todo un mundo. Quizá porque su autor también lo era. Mucho más que una cara delgada con gafas redondas. Mucho más que un rebelde agitador, sospechoso de conspiración. Mucho más que un simple ex Beatles. John Lennon era lo que a muchos en muchos aspectos nos gustaría poder ser. Y decía lo que a muchos en muchos aspectos nos gustaría poder decir. Pero, ¿a quién le importará lo que digamos cuarenta años después?.

www.johnlennon.com

19 julio 2010

CONCIERTOS

PATTI SMITH. Cartagena. Auditorio Parque Torres. 16-7-2010.

El futuro es ahora; el pasado también.

Leyenda. Poesía. Rock and roll. Cuando te enfrentas cara a cara a un mito, de esos que empezaron a caminar cuando tú aún no habías nacido, una mezcla de bisoñez y emociones recorre tu interior. Es la sensación indescifrable del “no estuve allí pero ojalá”. Es la inquietud humilde del aficionado retro. Es el pulso frenético contra un tiempo vertebrado. Llamar mito a Patti Smith ha sido la inclinación de estos días, aprovechando su paseo por nuestro país. Y por una vez las voces, las que entienden y las que simplemente informan, llevan razón. Es fácil vestir de mito a cualquier Don Nadie; los medios lo hacen constantemente. Pero el traje que viste esta mujer no lleva ninguna marca ni responde a ninguna firma; se lo ha cosido ella, con sus propias manos. A Cartagena posiblemente vino a pasarlo bien. Pero en el intento consiguió, sin más esfuerzo que su naturalidad, dejar un poso irreversible. Como hace unos años en Barcelona, pero mejor.

Porque Patti Smith tiene el poder (sí, Patti has the power) de convencer sin coaccionar. De decir las cosas coadyuvando, no imponiendo. De blandir una bandera con un mensaje valiente y visceral, tan válido en sus orígenes como en el absurdo ahora. En ella el rock y la poesía son un todo indivisible, que duplica los estímulos, convirtiendo el movimiento en pensamiento y viceversa. En La Mar de Músicas de este año, dedicado mayormente a la música africana, triunfó una de Chicago, curtida en Nueva York. Qué cosas. Acompañada por Lenny Kaye (guitarra) y Jay Dee Daugherty (batería), los incondicionales, los de siempre, los del Patti Smith Group de los setenta. Arrancaron con “Redondo Beach” y “Space Monkey”, pusieron a punto la locomotora poco a poco, apretando el acelerador con la siempre descabellada “Free Money”, pero sin prisas. A mitad de concierto el motor rugía y entonces se materializó el éxtasis del heterogéneo auditorio. Empezó el alucinante y verdadero viaje: a través de las polvorientas dunas de “Beneath the Southern Cross”, de los peligrosos callejones de “Ask the Angels”, de los surtidos bazares de “Ghost Dance”, de los elegantes corredores de “Dancing Barefoot” y de los remolinos de agua de “Pissing in a River”. Pequeñas y desnudas bolas de nieve que de repente empiezan a rodar cuesta abajo, creciendo y tomando velocidad, hasta convertirse en puro fuego. Como “Gloria”: ¿quién se acuerda de Van Morrison cuando los efluvios del rock más sucio empiezan a manar en su crescendo?. O como “Rock´n´roll Nigger”, que remata el estado de forma, la voz tajante, la ferocidad airosa de una mujer que, con 63 primaveras, aún puede dar lo mismo que en su primera juventud. Si cabe, más sabiduría, más magnetismo, lecciones de la vida, lecciones de honestidad. Con simpatía y gratitud, pisando fuerte, eternamente fiel a sus principios. Y con canciones absolutas que, demostrado está, no tienen aún fecha de caducidad conocida. Un pasado que, afortunadamente, también es el ahora. Un mito con todos los honores. Que este concierto y el libro “Éramos unos niños” hayan caido en nuestras manos casi al mismo tiempo debe tener su sentido. Ahora toca leer.

www.pattismith.net

06 julio 2010

DISCOS

PETER VON POEHL. May Day.

El rubio con voz de negro.

Peter Von Poehl es un músico que se curtió en las calles. Y aprendiendo de músicos franceses. También graba para un sello francés. El interés por su nuevo disco nace del anterior, el hermoso “Going Where The Tea Trees Are” (2006). Y también, por qué no, de aquel breve pero hermoso concierto en el Summercase 2008. El alumbramiento de este “May Day” (2009-2010) estaba previsto para entonces. Y entonces nos presentaba en sociedad a una de sus nuevas hijas: la inmaculada e inspirada “Lost in Space”. Pero se tomó su tiempo. Y el álbum hibernó hasta finales del año pasado. Y ahora Green Ufos nos lo sirve en bandeja. Es muy difícil captar al minuto la música que va naciendo. Y que tal como nace, se reproduce y muere. Aquí, en este “May Day”, el sueco decide aprovecharse de su peculiar voz de negro y casarla con estilos pretendientes. Como el soul: flagrante flechazo, Stevie Wonder o Marvin Gaye mediante, en “Parliament”, “Carrier Pigeon” o “Moonshot Falls”. Pero cuando realmente da en el centro de la diana es cuando se dedica al folk, uniéndose al vuelo libre de Cat Stevens en joyas intimistas como “Near the End of the World”, “Mexico”, “Silent as Gold” o la que da título al álbum. Y así, desde el silencio, sin bombo ni platillo, Von Poehl va creando su familia particular. Ya va siendo alguien. Alguien que incluso se atreve a asistir (a producir) los partos de otros. No sé qué tiene que ver Suecia con Francia, pero funciona.

www.petervonpoehl.com

02 julio 2010

CONCIERTOS


CLEM SNIDE + WILL JOHNSON & ANIMIC. Madrid. Teatro Lara. 30-6-2010.

Will versus Eef.

Que Eef Barzelay y Will Johnson son dos de los mejores compositores americanos del momento es algo que nadie puede cuestionar a estas alturas. Esta era una ocasión única de verlos a los dos juntos, pero no revueltos, en una Madrid sumida en el caos transportista, y comparar. Comparar quién se lleva la palma en un hipotético campeonato de tablas, emoción y solvencia en directo. Pues bien, de ese round imaginario y a la vista de lo ocurrido en el Teatro Lara (por cierto, qué encantador lugar para abrigar la música en directo) ganaría por dos cabezas el de Texas. Will Johnson, vamos. Eterno comparsa (palabra sin sentido peyorativo) de herederos que deberían besarle los pies. Eterno telonero de artistas con mucho más glamour o mejor articulado promocional. Eterno colaborador, hombre de mundo, aprendiz con la sed todavía insatisfecha. Su última aventura le lleva a aliarse con los catalanes Anímic, banda poco o nada conocida hasta la fecha, deslumbrante en escena al lado del maestro. La conjunción fue de cine. El repertorio de escándalo, desgranando temas de uno y otros, pasando del folk a la americana, de las nanas infantiles al blues, del catalán al inglés, con una elasticidad de pasmo. Todo un placer comprobar que la piel de toro y los USA pueden aliarse en buen gusto. Y todo un placer descubrir que Will, ejemplo de modestia, recato y bien hacer, también sabe ejercitarse a todo trapo con las baquetas.

Lo de Eef Barzelay al frente de sus Clem Snide es otro estilo. En la crónica de su visita a Madrid en marzo, Victor Lenore escribía en RDL lo siguiente: “La gira de presentación de “The Meat of Life” (2010) será recordada como aquella donde el personaje se comió definitivamente los matices que el cantante despliega en sus grabaciones”. Exacto. Y si se añade el extra de que el pobre Eef (o no tan pobre, ay, los excesos) venía medio afónico, es flagrante la decepción de no poder saborear la limpieza de esas excelentes canciones que en el auricular ponen la carne de gallina. En el auricular, he dicho. En directo hay garra y ganas, quizá porque la banda (con los habituales Ben Martin y Brendan Fitzpatrick, y con un nuevo guitarrista que fue capaz de marcarse dos solos en los bises) funciona increíblemente bien. Pero, gargantas tocadas aparte, Eef Barzelay debería dedicarse a cantar como Eef Barzelay. No como Lou Reed o Bob Dylan. No como un hooligan en un partido del Manchester. Debería relajarse, y medir mejor las dosis de bromas y onomatopeyas. Por respeto a su brillante obra, más que nada. Y no es que fuera un mal concierto, pese a lo que muchos opinan por ahí. Captó, interesó, divirtió, y al final incluso fue disculpable que “Denise”, “The Girls Don´t Care”, “The Meat of Life” o “Something Beatiful” se balancearan sobre el filo de una navaja afilada por unas cuerdas vocales homicidas. Fue una pena que el nuevo disco (qué gran disco) tuviera tan poco protagonismo y que “The Hungry Bird” (2009) se ahogara en el olvido. Fue una pena que no tuviéramos el “End of Love” demandado por alguien entre el público (Eef se negó a tocarla, ofreciéndose a cambio a hacer limpieza en casa del solicitante). Como también fue una pena que no aparecieran “The Sound of German Hip Hop”, “Fill Me with Your Light” o “Long Lost Twin”. Pero ahora que lo pienso, lo mismo fue una puñetera suerte. Tal y como estaba el patio, mejor salvarlas de un destrozo inmisericorde. Me pica la curiosidad sobre lo que harán (hoy viernes 2) con el “Zuma” de Neil Young en el Faraday 2010. Me pica, y mucho.

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