31 octubre 2006

AGENDA

NOVIEMBRE, QUE SIGA LA FIESTA.

Los festivales no son para el verano.

El final del verano llegó y tú no partirás… Ingenuos, pensábamos que con el sol se acababan los festivales. Pues no. La moda de los eventos de invierno sube como la espuma de una birra que sigue estando igual de rica a bajo cero. Ahí está el Primavera Club, llamado así por no llamarlo Otoño Sound, que hubiera sido lo suyo. La primera edición del hermano pequeño del Primavera llega con otro cartel selecto, como ya se acostumbra. Art Brut, Autechre, Cat Power, Jeff Tweedy (sí, el de Wilco, el mismo), The New Pornographers, Laura Veirs, Sparklehorse, The Twilight Singers (junto a Mark Lanegan) o Teenage Fanclub son algunos de los nombres que desfilaran por la Ciudad Condal el primer fin de semana de diciembre. Quién viviera en Barcelona…

El Wintercase sin embargo es el primogénito de su familia, y aunque la edición 2006 es a priori más floja que las anteriores, merece la pena asistir al último suspiro de vida de Arab Strap o a la puesta de largo de esos suecos prometedores llamados Peter, Björn & John.

Y el Tanned Tin se muda de Cantabria a Castellón. Durante los días 9, 10 y 11 de noviembre se pasearán por el Teatro Principal nombres pertenecientes a la créme de la créme del indie. Lisa Germano, The Montgolfier Brothers, Darren Hayman & Band, Annelies Monseré, The Radio Dept. y Dakota Suite, por ejemplo. Casi nada.

Las giras tentadoras del mes:

THE WEDDING PRESENT- 5 noviembre. Barcelona. La (2).
8 noviembre. Madrid. Moby Dick.

MATTHEW HERBERT BIG BAND- 6 noviembre. Madrid. La Riviera.

JOSH ROUSE- 7 noviembre. Madrid. El Sol.
11 noviembre. Barcelona. Bikini.

CRACKER- 21 noviembre. Madrid. Heineken.
23 noviembre. Barcelona. Apolo.

TWO GALLANTS- 24 noviembre. Bilbao. Azkena.
25 noviembre. Madrid. Moby Dick.

STUART A. STAPLES- 28 noviembre. Barcelona. Apolo.
29 noviembre. Madrid. Heineken.
30 noviembre. Cádiz. Aulario La Bomba.

YO LA TENGO- 30 noviembre. Barcelona. Apolo.
1 diciembre. Vitoria. Azkena.
2 diciembre. Madrid. La Riviera.

A ver si esta vez no hay cancelaciones inesperadas (como la de Mogwai en Barcelona), caídas de teloneros (como la de Jason Collett) ni enfermedades fatales (como la del cantante de Jet).

25 octubre 2006

CONCIERTOS

CALEXICO. Madrid. La Riviera. 21-10-2006.

Músicos sin fronteras.

Ahora es más fácil comprender por qué nadie escribe una sola palabra contra ellos. Navegando entre varias aguas, pero sin riesgo de naufragio. Su filosofía es su salvavidas. Capaces, sin pretenderlo, de dar una sabia lección al mundo: que en la música (como en la vida) los límites, las razas y las banderas no existen.

En su noble orden universal todo es bienvenido. Y su nueva parte eléctrica (“Deep Down”, “Cruel”, “All Systems Red”, “Letter to Bowie Knife”) se ensambla con el folclore tradicional (“Across the Wire”, “Minas de Cobre”, “El Picador”, “Crystal Frontier”) formando una amarra que no se rompe. Casi dos horas en las que quizá faltó algo de jazz (“Fade”, por ejemplo), la parte más pop de “Garden Ruin” (“Panic Open String”, por ejemplo), un poquito de evanescencia (“Pepita”, por ejemplo) y algún que otro hit (“Ballad of Cable Hogue”, por ejemplo). Pero claro, si tuvieran que tocar todo lo que saben el viaje no tendría fin…

No hay duda: Joey Burns es el jefe, el alma que mueve las velas del barco. Simpático a rabiar, con su eterna camisa de cuadros y sin perder nunca la sonrisa, tuvo su noche de alegría e inspiración. Quizá por la presencia de buenos amigos, siempre fortificante: Jairo Zavala y Amparo Sánchez fueron el séptimo y el octavo miembro de la banda en “Quattro”, “Roka (Danza de la Muerte)” y en gran parte de los bises. Del mismo modo que el propio Burns y Jacob Valenzuela habían sido el tercero y el cuarto en el set inicial de Amparo abriendo el telón. Y no hace falta propaganda de la admiración común, porque las miradas y los gestos bastan. Y es que la grandeza de uno empieza siempre por el respeto hacia los otros.

Y el resto de la tripulación trabaja igualmente para que la nave avance. Y qué gustazo verlos tocar. John Convertino (batería), en su trance habitual, creando los ritmos que marcan los caminos por los que se mueven las serpientes y los escorpiones; Martin Wrenk (trompeta, armónica, teclados, vibráfono, guitarras, acordeón, voces y lo que le echen); Volker Zander (bajo y contrabajo); Jacob Valenzuela (trompeta, percusiones y una interpretación brutal del clásico popular “Ojitos Traidores”); y el discreto y eficiente Paul Niehaus (pedal steel y guitarras).

La noche dio pie a muchas demostraciones marca de fábrica, y el afán de aventureros y revisionistas del que gozan quedó retratado en la nueva explosión rockera de “Not Even Stevie Nicks” y en las versiones de “Jesus and Tequila” (Minutemen) y “Alone Again Or” (Love). También en el misterioso arte de Mister Burns para entonar cada canción a su fino antojo según el día; he ahí “Sunken Waltz”, con una de las líricas más emotivas y hermosas de todos los tiempos, o “Black Heart”, recitada al libre albedrío, por error o a conciencia, lo mismo da.

Y claro, tanta pasión sobre el escenario se condensa y el calor se dispara en todas las direcciones. Y la gente acabó pasándolo en grande, abrazando cada acorde y cada estrofa con amor, y entregándose a esa verbena desordenada y entrañable que fueron los bises. El epílogo comenzó con Burns y Convertino en solitario resucitando la surfera “Scout” y terminó con todos bailando, bromeando, partiéndose e improvisando “Don´t Leave Me Now” y “Güero Canelo” al más puro free-style.

En fin, aunque no respondieron a la segunda y vehemente petición, nada se les puede reprochar. Porque tanta devoción por su oficio y tanta generosidad en compartirlo no se paga con dinero. Sencillos y ejemplares como pocos. Quizá por el sosiego y la tolerancia que concede observar el mundo desde doble ángulo. O quizá porque en ellos se ha juntado lo mejor de cada casa, formando una nueva familia al abrigo de ese fuego que es la música. Un hogar al que todos estamos invitados, y en el que nos quedaremos a vivir una larga temporada. Encantados.


El detalle de la velada: Joey Burns acompañando a Amparito al contrabajo. Glorioso flash-back. Momentazo Giant Sand.


www.casadecalexico.com

12 octubre 2006

DISCOS

THE BLACK HEART PROCESSION. The Spell.

La fuerza oculta del hechizo.

Piano. Violín. Guitarra. Un timbre rugoso (el de Pall Jenkins). Estas son las herramientas con las que The Black Heart Procession construyen sus travesías. Su música hace justicia a su nombre. Y “The Spell” (2006) sigue la tónica, aunque “Not Just Words” (la mejor, sin duda) muestre un punto rojo en medio de la negrura infinita. La combinación piano-guitarra es demoledora en “Tangled” y “The Replacement” (esos intros espectaculares). El riesgo en el ritmo abre nuevas puertas en “GPS” y “The Fix”. Y los aires de western fúnebre de “Return to Burn” dejan un sabor de boca único. Pero hay algo que no termina de cuajar, y uno acaba con la sensación de que el camino es demasiado en línea recta y el terreno un poco plano. Aún así, algo arrastra a escucharlo otra vez y dedicarle unas palabras. Debe ser cosa del hechizo.

10 octubre 2006

DISCOS

YO LA TENGO. I Am Not Afraid of You and I Will Beat Your Ass.

Tres caras.

Un nuevo disco de Ira Kaplan, Georgia Hubley y James McNew siempre es un acontecimiento. Sabes de antemano que no te va a decepcionar. Éste, de título desafiante (y tan difícil de aprender como aquel “I Can Hear the Heart Beating as One”), vuelve a encontrar las claves del rock and roll desclasificado. Rendijas abiertas por las que se cuelan las inquietudes de mentes en constante movimiento. Originalidad sin pérdida de raíz. Las tres caras de la eminencia:

1ª) Los Yo La Tengo exploradores: insistiendo en sus acercamientos a sonidos paralelos (el jazz, el mambo, la bossa, el swing), sacudiéndolos en temas como “Beanbag Chair”, “Sometimes I Don´t Get You”, “The Weakest Part” o la cachonda “Mr. Tough”. Un catálogo en el que tampoco faltan sus querencias por los sonidos orgánicos (“The Room Got Heavy”) y las bandas sonoras (“Daphnia”).

2ª) Los Yo La Tengo sinfónicos: sus baladas siempre han sido un ansiolítico de gran ayuda, pero con violines ganan simbolismo, fuerza e interés. Ahí están “I Feel Like Going Home” y “Black Flowers” para demostrarlo.

3ª) Los Yo La Tengo de toda la vida: los de los míticos “Painful” (93) y “Electr-O-Pura” (95), los de las distorsiones y las burbujas de electricidad. “Pass the Hatchet” y “The Story of Yo La Tango” abren y cierran el álbum certificando que las medias de diez minutos y las guitarras sucias son el santo y seña de la banda. Y “The Race Is On Again” y “I Should´ve Known Better” resucitan la memoria de himnos inolvidables como “Stockholm Syndrome” o “Little Honda”.

Trabajo en equipo. Todos curran, nadie falla. Que aprenda la selección española.

06 octubre 2006

CONCIERTOS

LIARS + DEERHUNTER. Madrid. Moby Dick. 28-9-2006.

Catarsis en las cloacas del infierno.

Vaya nochecita… De Liars ya se comentaba que sus sesiones se prescriben en dosis no superiores a la hora; pasarse de rosca conlleva trastornos severos en el organismo. Cuánta verdad. Y los teloneros que se han buscado no les van a la zaga; complemento ideal para crear tsunamis cerebrales y cataclismos físicos. Deerhunter son carne de anonimato, pero hay que ver cómo se lo trajinan. The Fall en pleno ataque de psicodelia. Intros absorbentes, riffs pendencieros y una voz que se pierde en ecos petrificantes (no es que suene mal, es que ahí está la gracia). Más que interesantes.

Los “mentirosos” son ya palabras mayores. Sus discos los han colocado en la cima del atrevimiento, pero en directo la dinamita explota. Bastó que salieran al ritmo de “Drum and the Uncomfortable Can” (terrorífico doble redoble, con Aaron Hemphill y Julian Gross aporreando platillos y tambores como posesos) para comprender que aquello iba a ser glorioso. Sin duda. Y sobre Angus Andrews podría escribirse un libro, recopilando su abanico de poses, danzas, muecas y excentricidades varias. Personaje. Claro que todo ese teatro contribuye a potenciar el lado siniestro, caótico o diabólico de canciones como “We Fenced Other Houses with the Bones of Our Own” (escalofriante el “fly, fly, the devil´s in your eye”) o “A Visit from Drum” (sesión de hipnosis satánica-tribal).

Entre canciones conocidas y experimentos abonados con sudor retro-punky se fue pasando el tiempo, alcanzando el límite de una resistencia que se quebró del todo con “To Hold You, Drum”, “Hold and It Will Happen Anyway”, “Be Quiet” y “Let´s No Wrestle”, con un Angus liberado de guitarras y corbatas al que solo le faltó levitar por la sala como un sacerdote peruano. Y para postre “There´s Always Room in the Broom”, único bis, dardo canalla de fuego entre ceja y ceja. Corto pero intenso. Suficiente para no pegar ojo e ingresar directamente en el loquero, con efectos secundarios insondables para médicos, magos o exorcistas.

04 octubre 2006

CONCIERTOS

DOMINIQUE A + AT SWIM TWO BIRDS. Madrid. El Sol. 27-9-2006.

Dos hombres y un destino.

Nuestro país ya está más que acostumbrado a recibir al mejor músico galo contemporáneo sobre sus escenarios. Promociones, festivales, y esta vez una gira en la que vuelve a la soledad oscura, a sus alianzas secretas con las guitarras y los pedales. Su caché sube y sube, su talento se expande boca a boca, sus canciones se convierten en cantigas y la sala El Sol agota todo el papel.

Antes, otro introvertido solitario de nombre Roger Quigley (sí, la mitad audible de The Montgolfier Brothers) abría la noche mostrando su proyecto paralelo At Swim Two Birds. Una aventura en la que la música cobra un carácter secundario para dar motivo a las imágenes, esas románticas perspectivas de paisajes urbanos y personajes místicos que fueron desfilando junto al entramado musical pregrabado y a esa voz que en vivo se torna más grave y menos plácida. Canciones de enorme belleza como “Close To”, “I Need Him” o “Things We´ll Never Do”, además de oídas y vistas, pudieron ser leídas en el pseudo-karaoke acompañante. Algo original y diferente.

Después, Dominique. Artista hecho para escenarios pequeños y encuentros familiares. Ahí es donde puede expresarse libremente. Y el extraterrestre se convierte en ser humano, en músico interactivo que arropa la frialdad de su soledad con el calor de la audiencia. Entre furia y electricidad, sonrisas y palabras (en torpe pero agradecido castellano). Sus repertorios son la caja mágica; siempre aparece la canción desconocida, la inesperada o la reinventada. Entre las menos esperadas se colaban “Exit” (cómo crear música desafinando vilmente una guitarra), “Le Départ des Ombres” (cómo crear voces etéreas gimiendo de la nada) y una celebradísima “Le 22 Bar”. Entre las reinventadas aparecieron la voluble “Surestimé” (esta vez en versión flamenco-bastardo) y “Le Courage des Oiseaux” (en una versión rock-disco para enmarcar). Y el apabullante “L´Horizon” obtuvo un protagonismo discreto, aunque “La Pleureuse”, “La Reléve” y “Dans un Camion” demostraron que la gente está muy enganchada a él.

Señor Ané, gracias por componer una canción como “L´Horizon”. Una joya, un poema, acordes épicos que emocionan hasta la extenuación. El viaje de las ballenas llevaba al mínimo descanso previo a los bises. Primeros: la envolvente “Par l´Ouest” seguida por las dos que no fallan, “Pour la Peau” y “Antonia”. Sin aliento. Segundos: esa versión de “Teenage Kicks” recordada en el acto por petición popular y la inclasificable “Hit Hit Hit” con detalle coreográfico incluido.

Ovación interminable y unánime. Admiración general. Nunca fue tan duro aceptar un final y abandonar una sala. Porque él lo vale.

02 octubre 2006

REPORTAJES



PAREDES DE COURA 2006.

Peter Murphy, príncipe de las tinieblas.

El pasado mes de agosto se celebraba en la playa fluvial de Tabuao la edición ¿13ª, 14ª, 15ª? (los medios no se ponen de acuerdo) del festival portugués Paredes de Coura. Y aunque algunos no pudimos estar allí muy a pesar de los pesares, hubo corresponsales. Muy buenos corresponsales que cuentan con detalle los pormenores de un evento consolidado en sus lares y que empieza a sonar fuerte en los nuestros.

Y los enviados especiales cuentan que, al menos, este es un festival diferente. Diferente por el entorno (idílico, onírico, paradisiaco), por la programación (heterogénea y concentrada) y por los ritos paralelos que se desarrollan en las inmediaciones (esas sesiones de jazz y yoga en plena zona de acampada). Ah, y no es que los conciertos se demoren siempre una hora, es que en Oporto hay que retrasar el reloj como en Canarias (advertencia para los despistadillos).

Árboles, vegetación, agua, peces y aire fresco (ver la foto). El paraje pinta excelente para la acampada libre, el esparcimiento y la meditación. Incluso sin música en directo ya habría excusa para ir. Aunque sin esa incesante y puñetera lluvia todo hubiera sido más bonito, ¿no?. ¿O quizá fue la lluvia la que bautizó a Peter Murphy como el príncipe de las tinieblas?.





Los corresponsales saben de festivales (se han pateado unos cuantos) y de música (han escuchado no poca). Y la unánime opinión es que en el Paredes la música (te guste más o menos lo que está sonando) se vive. Escenario con sonido excelente, ubicación estratégica y comodidad para todos. Eso sí, la queja extendida es la ausencia de hielo en los avituallamientos de bebida. ¿Cómo?. ¿Que no hay hielo?. El hielo y la música son como hermanos, por dios.

Ahondando en el contenido puramente musical, la oferta se resume en tres palabras: oficio (Gomez, Broken Social Scene, Gang of Four), contundencia (White Rose Movement, !!!, Yeah Yeah Yeahs) y resurrección (The Cramps, Bauhaus). Y habría también un grupo de atributos que añadir para describir la actuación de Morrissey: soberbia, estupidez, burla o engaño. Su “Paredes, help me” debería haber sido un “Paredes, kill me”. Sus ascos continuados deberían haber sido contrarrestados con abucheos y huelga. Y su huida definitiva a mitad de “Panic” debería convertirse en un certificado de defunción mental y artística. Que alguien le pare los pies a este pedazo de impresentable. (Nota: los corresponsales discrepan sobre el presunto gentleman inglés, alguien tenía que deshacer el empate).

DÍA 15
White Rose Movement
: Presentaban su primer y único disco “Kick” haciendo quebrar entrañas con su potente sección rítmica. Corto en duración pero intenso en ejecución. Especialmente “Asaltian” y “London´s Mine”, que sonaron demoledoras. Una de las sorpresas del festival.

Gomez: Demostraron que siguen siendo una banda de altos vuelos, y que la incólume voz de Ben Otteley no es el único argumento que los sustenta. Tom Gray puso la chispa y la alegría (el que avisa no es traidor) y el resto su experiencia para hacer de este un fantástico concierto.

Madrugada: Si uno ha escuchado su último disco, “Live at Tralfamadore”, se puede hacer perfectamente una idea de lo que fue este concierto y cómo sonaron sus canciones. Mención especial a “Hard to Come Back” y su estribillo en español (“es duro regresar”). Buen directo.

Broken Social Scene: Se gustaron ejecutando su anarquía controlada y su revival moderno, contrayéndose y expandiéndose hasta doce como una orquesta-yo yó. “Cause=Time”, “Fire Eyed Boy”, “7/4 (Shoreline)”, “It´s All Gonna Break”, “Superconnected” o “Ibi Dreams of Pavement” (¡cómo suenan en especial estas dos últimas!). A destacar, toda la banda, absolutamente toda: bajo, guitarras, voces, violín, trombón, trompetas… aunque la batería al corresponsal le pareció algo especial y no se aguanta a insistir. Interpretación estilo libre, pero sin perder nunca el sentido de la canción. Una maravilla.

Fisherspooner: De lo que uno esperaba encontrarse (voz y teclados) a lo que se encontró hay la suficiente distancia para no irse a la tienda y aguantar una hora más, incluso entre llueve y no llueve. Y aunque su música parezca un poco lineal en su conjunto, puede ser un poco más divertida y atractiva si le incorporamos bajo, guitarra, batería, dos bailarinas, cañones de papelillos, vestidos extravagantes y un poco de humor. Sonaron “The 15th” y, cómo no, “Emerge”.

DÍA 16
The Vicious Five: Aunque algunos se pasaron todo el concierto pensando que estaban viendo a The Members of the Ship, un cambio de horarios puso a estos jóvenes portugueses en el escenario principal rockeando y con un frontman sin desperdicio. Mejor momento: su versión del “Fight for Your Right” de los Beastie Boys.

Eagles of Death Metal: La banda paralela del Queens of the Stone Age Josh Homme vomitó su borrachera rock y toda la sarta de clichés fatídicos (“are you ready for rock´n´roll?”). Rock y más rock, con un Jesse Hughes sin parar de animar al presente. Gustó hasta a los menos rockeros.

Gang of Four: Quizá ya no son tan divertidos como en sus inicios del “Entertainment” (¡y es que han pasado ya 25 años!), pero han sabido perfectamente hacia donde debían llevar su directo: electricidad, mucha electricidad (culpable: la guitarra de Andy Gill), potencia (culpables: el bajo de Dave Allen y la batería de Hugo Burnham), agresividad y en algún momento, locura (culpable: Jon King, que está de atar). Y nadie se olvidará de cómo Jon reventó un microhondas a batazos para aportar el metal necesario a “He´d Send the Army”.

Yeah Yeah Yeahs: Sin encandilar de inicio, y más después de la tormenta eléctrica de Gang of Four. La gente los quiere y los conoce, porque coreaban sus canciones desde el principio. Pero “Gold Lion”, “Way Out”, “Maps” (genial) y la inconmensurable voz de Karen-O (sin la que la banda sería un esperpento) acabaron con la peña rendida a sus pies.

Bloc Party: Una de las pequeñas decepciones. Su directo no aporta nada, en algunos momentos casi peor que su tan aclamado disco. Se esperaba algo diferente debido a la hora punta de su actuación, pero nada de nada. Regularidad cansina, aburrimiento consiguiente. Aunque hay gente que flipó con ellos. Gustos…

We Are Scientist: Un poco fríos se disponían nuestros corresponsales a disfrutarlos, después de la decepción de los anteriores y los pequeños chaparrones que caían. Con solo tres componentes y un estilo similar a Bloc Party, resultaron más interesantes. Simplemente buen directo para unas canciones correctas.

DÍA 17
!!! (Chk, Chk, Chk):
Así te dejan la cara estos tíos, tatuada con las tres admiraciones. La máquina de los tirabuzones rítmicos volvió a funcionar a piñón y Nic Offer (reencarnación de Zach de la Rocha, ohhh) volvió a retorcerse y bramar como una bestia parda. Grupo con una de las propuestas más innovadoras de los últimos años, repetían en el Paredes después de trinfar en 2005 para montar otra fiesta de escándalo. Sonido demoledor, lleno de ritmo, componentes que no paran de alternarse en sus funciones, siguen demostrando que sus discos simplemente son una excusa para tocar en directo.

The Cramps: Antes del concierto alguien decía: “Con los Cramps te lo puedes pasar en grande o puedes acabar hasta los cojones”. El corresponsal pasó por ambas fases, confiesa. Primero la segunda, porque los primeros temas sonaban regular-mal y todo parecía como demasiado de broma. Pero no es por la calidad sonora por lo que se destacan; la energía y vitalidad de las canciones y la locura de Lux Interior (me como el cable del micro, destapo monitores bajo la lluvia, le lamo la bota a Poison Ivy) hacen que uno entre a formar parte del cachondeo y se arrepienta de no haber tomado dos cervezas más antes.

Bauhaus: Y el broche final lo puso el príncipe, la voz de los zombis. Bajo la lluvia, siniestralidad, luces, sombras, un sonido oscuro e impecable y una de las mejores voces jamás escuchadas. Bauhaus han resucitado para una vida eterna infernal. Sentencias como “She´s in Parties”, “Kick in the Eye”, “Lagartija Nick”, “All We Ever Wanted Was Everything” (escalofriantemente escalofriante) y una brutal versión de “Transmission” de Joy Division (no hay grupo que pueda hacerla mejor). Para cerrar, la epopeya de “Bela Lugosi Is Dead”, con un Peter vampirizado entre la niebla, escondiéndose entre las sombras. Elegancia y señorío. El mejor concierto de todo el festival.



Una gloria divina haberlo vivido. Una gloria divina podérselo imaginar…

Reportaje por obra y gracia de los dos enviados especiales a Portugal: Carmen (apartado crítico logístico) y Juanra (apartado musical y fotos).


www.paredesdecoura.com