18 junio 2011

DESCUBRIENDO A...

SEAN ROWE

El más reciente descubrimiento de la temporada es un músico de la zona de Nueva York de voz tremebunda y aficiones silvestres. Las comparaciones con Leonard Cohen y Van Morrison son la tónica general, y aunque tópicas, no son nada desacertadas. De hecho, Sean Rowe posee cualidades de barítono que deslumbran, conmueven y dejan huella. Y hablando de Cohen, hace unas semanas conocíamos una de las pocas noticias que en los últimos tiempos nos han hecho sonreír: su premio Príncipe de Asturias de las Letras. Pero volvamos a Rowe y a su álbum “Magic” (2011), obra a ratos rugosa y a ratos delicada. Poco acompañamiento hace falta para una garganta como la suya; pase lo que pase, esa voz siempre acapara el primer plano, todo lo demás es secundario.

Las comparaciones con los dos clásicos mencionados son evidentes, pero no menos digna es su conexión con un compositor al que se asemeja en estructuras, timbre y lírica: Mark Eitzel. La sombra del californiano ya se cierne sin atisbo de duda en la inicial “Surprise”. Tampoco es nimia su asimilación a otro nombre de profundidad vocal superlativa, casualmente otro tipo llamado Mark (Lanegan) con el que se establece un parentesco íntimo en “Old Black Dogde”. Sus tres puntos fuertes (folk, canción americana de autor y blues) germinan en maravillas como “Night”, “American” y “Wrong Side of the Bed”. Con todos los honores Rowe se cuela en una selecta lista capitaneada por el premiado canadiense y el león de Belfast; club de élite con comensales tan ilustres como Howe Gelb, Bill Callahan o Stuart Staples.

www.seanrowe.net

16 junio 2011

RETROSPECTIVAS

J.J.CALE. Naturally.

Joyas de los setenta (8ª parte).

Cuantísimo tiempo sin mirar atrás. ¿Por qué?. No lo sé. Son rachas. Hay días en los que el presente te parece la cosa más fantástica del mundo y días en los que si no viajas al pasado mueres. Para ser justos, “Naturally” (72) lleva más de un mes en perspectiva. Otro Cale después del último Cale. Hace un par de días sonaba “Call Me The Breeze” en la tele, poniendo ritmo a un anuncio de no sé qué (lo siento, no presto atención a la publicidad). Curioso esto de la televisión. Algunos siquiera podrán imaginar que la cancioncita tiene ya más de cuarenta tacos. Creerán que han descubierto la pólvora gracias a la caja tonta, la imagen de marca y el cruel consumismo. Se sentirán como Hernán Cortés, colonizando tierras que de nuevas nada. En alguna parte leí una vez algo que nunca olvidaré: “Definición de música indie: la que sale en los anuncios de la tele”. Reconozco que me fastidia que una canción que me gusta se apunte al juego de la compraventa y la engañifa. Pero esto es lo que hay, y me aguanto.

Naturally” supone el álbum de debú de un artista dedicado muy a menudo a abonar la gloria de otros. De hecho, en este disco se concentra una sonora reivindicación de autoría: la de “After Midnight”, popularizada en sus orígenes por Eric Clapton, quizá una de las composiciones más sofisticadas y brillantes de J.J. Cale. Reivindicación sin un ápice de soberbia, que conste, pues el de Tulsa y Clapton siempre han sido buenos amigos y mejores colaboradores. Oh, Tulsa, esa ciudad prestada a las más variopintas leyendas, cuna de sonidos inconfundibles. Este álbum reproduce con inmejorable tino la esencia del “Tulsa sound”, ese mano a mano cálido y riguroso entre el blues, el jazz y el country. Ese sonido de andar por casa, hogareño y hasta un poco lo-fi. Un disco que hace honor a su nombre, exhibiendo una naturalidad casi milagrosa. Casi todas las canciones que lo componen mantienen inequívocas estructuras blues, avanzadas en revoluciones o adornadas para emparentarlo con palos tan diversos como psychobilly, swing, calipso o easy listening. Canciones de poco más de dos minutos que, sin mucha pretensión, lo dicen todo. Porque la música de Cale ha sido una de las más demandadas a préstamo de la historia y con razón. Sus canciones son dúctiles y maleables, adaptables al oído de cualquiera. He ahí la enorme cantidad de versiones de sus temas que pululan por las carreteras (principales y secundarias) de la miscelánea pop-rock. En este disco hay unas cuantas y ya hemos hablado del curioso caso de “After Mighnight”, a la que no solo Clapton echaba el guante, también Jerry Garcia. Pero hay más: Lynyrd Skynyrd se apropiaron de una “Call Me The Breeze” casi hecha a su medida; Kansas hicieron lo propio con la chispeante “Bringing It Back” y Waylon Jennings con el genuino aire sureño de “Clyde”. Funkadelic dieron una vuelta de tuerca a “Call The Doctor” y Johnny Rivers acunó el mojo de “Crazy Mama”. En tiempos más recientes, el intrépido Tom Barman (dEUS) se atrevía en la intimidad con “Magnolia” (también con “After Midnight”). Son solo algunos ejemplos. Recopilar todo el elenco de covers podría ser un pasatiempo interesante para estas vacaciones. O el tema principal de una tesis doctoral.

www.jjcale.com

09 junio 2011

DISCOS

JESSE SYKES & THE SWEET HEREAFTER. Marble Son.

Música de verdad.

Que paren el mundo que yo me apeo: con este disco bajo el brazo. Qué hermosura, qué grandeza, qué dolor. Pero dolor de placer. Es salvajemente bueno. El ahora o nunca, el gran salto de la mujer con la voz más gastada e intrigante de nuestra generación. Ella es Jesse Sykes y esta es su carta certificada de amor al rock. Porque sí, en “Marble Son” (2011) hay más rock de lo esperado, explosiones eléctricas que llenan de flores las tumbas de los mitos, riffs antológicos, roja sangre hirviendo. También hay folk, ese folk cadencioso dibujado en bellísimas canciones que embalsaman el oído y acarician la piel. Ella y ellos han sabido como nadie atrapar el viejo espíritu, entonando salvas a Neil Young y Jefferson Airplane. Un disco con poderes fácticos, inconmensurable de principio a fin.

Y es que su principio seduce de inmediato; la rompiente ruidosa de “Hushed By Devotion”, épica presentación de ocho minutos que combina el marasmo de sus estrofas susurrantes un poco a lo Slowdive en “Pygmalion” (95) con temblores guitarreros de quitar el habla. Pieza que establece la presunción de disco glorioso. El resto no hace más que confirmarlo. Sutilezas como “Marble Son”, “Come To Mary”, "Servant of Your Vision", “Be It Me Or Be It Done” y “Birds of Passerine” condensan el aire y dejan cicatrices de puro gusto. La vena ultrarockera se desata en temas como “Ceiling High” (Neil a tope), “Pleasuring The Divine” (Jefferson 100%) o “Your Own Kind”, con ese culminante punteo final cercenando la carne con saña. Una mención especial para los mil paisajes de niebla, mística y relax recreados en la poderosa “Instrumental”, en la que evidentemente no escucharás ni una sola palabra: ni falta que hace, las guitarras platican por sí solas y su discurso es universal.

58 minutos de pura magia, envolventes y sacros. “Marble Son” es de momento mi disco del año. Está lleno de música. Pero de música de la de verdad. Todas las puestas de sol en las bahías, todo el aceite vertido en las carreteras, todo el polvo levantado por los huracanes, toda el agua de las ciénagas del delta. Todo está aquí dentro, sí señor. Solo hay que descubrirlo. ¿Por qué vosotros, tristes mortales, os resistís a descubrirlo?.

http://www.jessesykes.com/