27 febrero 2008

AGENDA

MARZO: MES DE THE CURE.

Y más noticias.

No hay duda: los reyes de la agenda del mes son The Cure (en la foto). Sus esperados conciertos en Madrid (día 6, Palacio de los Deportes) y Barcelona (día 11, Palau Sant Jordi) ya son una realidad palpable (¿cuántos meses hace que tengo la entrada en el cajón?). Una ocasión única para conocer sus nuevos temas y revivir las viejas glorias. También para comprobar si tocan las tres horas que prometen. Aparte de ellos, hay otras dos giras imperdibles en marzo:

PATRICK WATSON- 15 marzo. Madrid. Moby Dick.
16 marzo. Barcelona. Razzmatazz

PIANO MAGIC- 24 marzo. Murcia Auditorio y Centro de Congresos.
27 marzo. Madrid. Boite Live.
29 marzo. Barcelona. Apolo.

Febrero es el mes más corto del año (aunque con un día de regalo en 2008), pero ha dado para escribir una enciclopedia de proclamas. Es lo que hay: se acerca la temporada de festivales, y como en España ya nos gustan más que a un mono un plátano, pues crecen como champiñones. Esto ya es un rollo macabeo; que si multiabonos, que si el festival fulanito se lleva a tal artista para fastidiar a menganito, que si te contrato y me firmas una cláusula de veto para acudir a otros eventos… Me duele la cabeza, pero a alguno habrá que ir. Aunque siempre quedarán las salas pequeñas, esas en las que un concierto es otra cosa, y sin tanta gilipollez. Resumir las noticias que van llegando es difícil; intentémoslo de manera no objetiva.

Noticias buenas:

1º) Que los Tindersticks vayan al Primavera Sound; este blog no se llama “Curtains” por casualidad.

2º) Que James regresen en abril; el 29 en Barcelona y el 30 en Madrid.

3º) Que Nick Cave & the Bad Seeds presenten “Dig, Lazarus, Dig!” (próxima revisión en este espacio) en Europa y se acuerden de nuestro país.

Noticias malas:

1º) Que Nick Cave & the Bad Seeds presenten “Dig, Lazarus, Dig!” en Europa, se acuerden de nuestro país pero no se acuerden de Madrid.

2º) Que Einstürzende Neubauten hagan lo propio en mayo y tampoco se acuerden de Madrid.

3º) Que ya haya comenzado el principio del fin del canal Fly Music, uno de los contadísimos reclamos para no tirar el televisor a la basura.

Noticias curiosas:

1º) La inclusión de Public Enemy en el cartel del Primavera Sound para tocar íntegramente “It Takes a Nation of Millions to Hold Us Back”.

2º) El fichaje de Leonard Cohen para el FIB Heineken, escenario muy dudoso para una reaparición tan solemne.

3º) El doblete de REM en dos festivales fuera de quiniela: el Bilbao BBK y el nuevo Doctor Loft 05:00.

Foto: allmusic.com

19 febrero 2008

DISCOS

BLACK MOUNTAIN. In the Future.

Sobre la marcha.

23:00 horas, penoso lunes, el día se acaba sin éxito, con dudas y un poco de ira. Me niego a que el 18 de febrero termine así. Me enchufo el mp3 a las orejas y pongo a todo volumen “In the Future” (2008). Y lo que va pasando por la cabeza mientras suena son cosas como éstas:

El mundo está lleno de nostálgicos que hacen de su esencia un oficio. Y a algunos les sale bastante bien: The Brian Jonestown Massacre, Brightblack Morning Light o The Coral se me ocurren como ejemplos inmediatos. Y ahora Black Mountain. Son de Vancouver, canadienses. ¿Qué tiene el agua en Canadá?. Hace poco leí un artículo sobre la ebullición musical en Suecia (indiscutible); Canadá se merece también un episodio aparte. Buen material para un posible reportaje. Estos tipos han debido oir bastante a Led Zeppelin, Black Sabbath o Ten Years After (más ejemplos inmediatos),y si fuera lo contrario me resisto a creerlo. Claro que “Evil Ways” me suena a iguana de Detroit y “Wild Wind” a camaleón vestido de Ziggy Stardust. “Tyrants” y “Bright Lights” son largas de la leche (ocho y dieciséis minutos respectivamente), pero están tan llenas de contenido y tan bien hiladas que ni siquiera me entero de que el tiempo existe.
Es una pena que la voz de Amber Webber no sea explotada con más ganas; “Queens Will Play” y “Night Walks” me estremecen y me acuerdo de dos mujeres a las que admiro: Chan Marshall y Patti Smith. De mayor quiero ser hippy: “Wucan” sería la banda sonora que elegiría para teletransportarme. Es curioso y contradictorio que esto se llame “In the Future”; debería llamarse “In the Past”. “Black Mountain” (2005) era excelente; “In the Future” aumenta el ratio de cohesión y también el de calidad. Y a propósito, qué maravilla de portada.

Ahí quedan las ideas; ni siquiera me molesto en ordenarlas. Al fin y al cabo, el día tampoco fue tan malo.

www.blackmountainarmy.com

www.myspace.com/blackmountain

09 febrero 2008

RETROSPECTIVAS


SUGAR. Copper Blue / File Under: Easy Listening.

La canción 10.

La reciente publicación de “District Line” (2008), retorno de Bob Mould en solitario, ha llevado a rescatar del baúl de los recuerdos su ocupación de los 90: Sugar. Increíbles recuerdos, claro: la transición universitaria, una época de cambio mental y despertares en la que la sensibilidad musical empezó a florecer y las referencias en cartera a acrecentarse. En este punto me atrevo a homenajear a Francisco y Pepelu: todo fue gracias a ellos, a su generosidad y sapiencia (¿por dónde andáis, chicos?). Este proyecto, reafirmación en primera persona de Bob Mould (tras su estimable aportación a Hüsker Dü) en compañía de David Barbe y Malcolm Travis, fue un paréntesis en el tiempo del rock, tan intenso como breve. Apenas dos LPs, un EP y una colección de caras B que dejaron su huella particular. A “Copper Blue” (92) se le puede hacer un monumento en la plaza de cualquier pueblo. La New Musical Express (que a menudo la caga pero a veces acierta) ya lo ensalzó como álbum del año de Cobi y Curro. Razón no les faltaba, pues el disco es una inmensa oda a la canción perfecta. El arranque es fulgurante, con cuatro pesos pesados como “The Act We Act”, “A Good Idea”, “Changes” y “Helpless”. El ritmo es frenético e imparable, las guitarras se entretejen en marañas colosales y la voz de Mould se desdobla en mensajes repetitivos que se incrustan en el cerebro. Algunos temas van creciendo como la espuma (la mencionada “Changes” o “The Slim”) alcanzando cotas épicas. En otros emerge una mayor sensibilidad pop, como en la risueña “If I Can´t Change Your Mind” (todo un hit) o en la espléndida “Hoover Dam”, convertida en su canción más elaborada por obra y gracia de teclados y violines.

Y tan grande fue “Copper Blue” que tuvo un apéndice dignísimo en el EP “Beaster” (93), saco de temazos sin cabida en el debú. No hace falta refrescar el oído ni la memoria: la inquietante “Judas Cradle” y la hipnótica “Come Around” siguen vivas en la discoteca neuronal.

File Under: Easy Listening” (94) es menos impactante, pero no está exento de interés. Y precisamente contiene una de las mejores (por no decir la mejor, la redonda, la absoluta) canciones del trío: “Panama City Motel”. “Gift”, “What You Want It to Be” o “Gee Angel” mantienen esa fuerza imbatible del primer disco, pero “Believe What You´re Saying” denota agotamiento y “Explode and Make Up” huele a presunta despedida. En esta entrega David Barbe puso su grano de arena con un tema de cosecha e interpretación propia (“Company Book”), pero al poco decidió rendirse, convirtiendo lo presunto en firme.

La ofrenda de Sugar es solo un párrafo de pocas líneas en la enciclopedia del rock americano. Una herencia minúscula pero intachable. Un recuerdo fugaz pero imborrable. Por cierto, “District Line” también es bueno con ganas.

www.granarymusic.com

05 febrero 2008

DISCOS

THE MAGNETIC FIELDS. Distortion.

La cafetera y el poeta.

La vuelta de Stephin Merritt a la actualidad musical se produce a bombo y platillo. La ecuménica colección de 69 canciones de amor (mentado incansablemente como su disco cénit) se hizo demasiado cuesta arriba, pero este “Distortion” (2008) nace provisto de una ligereza apetecible: solo trece canciones rondando los tres minutos cada una. ¿Para qué enredarse más?. Pocos artistas reconocen el hecho de haberse inspirado en (o copiado de) una obra ajena; a Merritt le duele ya la boca de decir que su referente se llama “Psychocandy” (85). Y ese prurito de sonar como The Jesus & Mary Chain (o Love & Rockets, o Suicide) lo ha arrastrado a sacarse el carné del club de amigos del feedback repetitivo, una forma de hacer fácil lo difícil (la creación) y difícil lo fácil (la escucha). De estas influencias y premisas nace un disco que nada tiene de especial en los tiempos que corren, pero que pinta saludable con poca atención que se le preste. Y la peor pesadilla de Phil Spector se convierte en realidad: el abotargante muro sónico se derrumba machacado por unas melodías (The Beach Boys, Cole Porter, Scott Walker y la Motown) que resuenan frescas pese al papel de estraza que las envuelve. Si el disco modelo de los hermanos Reid rechinaba (según palabras del propio Merritt) como una cafetera con ritmo, con éste no surge el acto reflejo de llevarse los dedos índice a los oídos. ¿Objetivo incumplido?. No. Más bien el triunfo de la sensibilidad del poeta.

www.houseoftomorrow.com

01 febrero 2008

DISCOS


IRON & WINE. The Shepherd´s Dog.

Pequeño gran héroe.

Hay discos que llegan tarde (no demasiado), que entran por los oídos, la piel y el corazón. "The Shepherd´s Dog" (2007) hace tanta mella que dejarlo pasar sería un sacrilegio. El bueno de Sam Beam siempre ha compuesto grandes canciones; esta vez, sus días dorados de inspiración cristalizan en doce cortes tan bellos y abrumadores que tumban. Avanzando página, el disco supone un riesgo más allá de la rústica pretérita, como una mudanza del campo a la gran ciudad. Superproducido y arreglado con exquisitez maestra, las guitarras y banjos viajan en compañía de bongos, sitares y teclados con la esperanza de encontrar una vida mejor. Y la encuentran en el punto de la creación en que el country-folk hace esquina con otras músicas. La alegre "Pagan Angel and a Borrowed Car" anima a afrontar el resto con ganas locas. "White Tooth Man" está impregnada de psicodelia. El sabor latino de "Lovesong of the Buzzard" o "Innocent Bones", la ruptura rockera de "The Devil Never Sleeps" o el punto reggae de "Wolves (Song of the Shepherd´s Dog)" son también bazas inéditas, bien jugadas por el barbudo de Florida. Y la increíble "Carousel", con ese inconfundible olor a incienso, es de esas canciones inmaculadas que glorifican el arte y al artista. Un artista erigido en nuevo héroe americano, capaz de alcanzar la más absoluta exuberancia sin perder la modestia. Es lo que tiene arrimarse tanto a Burns y Convertino.