11 junio 2009

REPORTAJES

YO LA TENGO LO TIENEN TODO.

Homenaje a la banda definitiva del rock.

Señoras y señores, con ustedes YO LA TENGO. Sí, maldita sea, ya era hora de colgarles un homenaje al margen de actualidades pseudo periodísticas, de pasearlos a hombros. Su enésima exhibición en Barcelona ha sido el detonante para saldar esta deuda histórica, un post con fuegos artificiales en este blog. Digámoslo bien alto: Yo la Tengo son los emisarios del rock´n´roll universal y la banda definitiva del rock americano. Lo tienen todo: originalidad, incorruptibilidad, amplitud de horizontes y una vastísima cultura musical. Virtuosismo e improvisación, alma y sentido del humor, nobles compromisos y una profesionalidad que se confunde con el puro hobbie. Así, Yo la Tengo son únicos pero podrían ser cualquier cosa: Creedence Clearwater Revival, The Byrds, la Magic Band de Captain Beefheart, MC5, The Velvet Underground, los Ramones, The Miles Davis Trio o la orquesta de las fiestas del barrio San Antón. Tiene guasa decir todo esto cuando están a punto de cumplir 25 añitos de nada. Sí, bodas de plata artísticas de las que hemos vivido en presente simple algo más de la mitad, el resto en pretérito imperfecto. Yo la Tengo son la actualidad (en forma, omnipresentes, en estado de gracia perpetuo) pero a la vez la historia. Esa historia que han ido sembrando disco a disco desde su primera referencia en 1986 con “Ride the Tiger”, creando y recreando, rebuscando en los gigantescos baúles de la música de todos los tiempos y sacando a la luz las mejores reliquias, desempolvadas y lustradas. Porque ellos son a la vez prestamistas y prestatarios: un nexo de unión entre el ayer y el hoy, y un anzuelo implacable para pescar con éxito en las aguas del futuro.

Los Yo la Tengo prestatarios irrumpían desde muy temprano, en discos como el seminal “Ride the Tiger” (86), “Fakebook” (90) o “Genius+Love=Yo la Tengo” (96), plagados de brillantes versiones que eran como catálogos de “lo que hay que escuchar porque sí” o “los mejores clásicos del rock”. Quien no haya abrazado en su vida gracias de ellos a Wire (“Too Late”), Daniel Johnston (“Speeding Motorcycle”), Love (“A House Is Not a Motel”), The Kinks (“Oklahoma, U.S.A.”), The Flamin´ Groovies (“You Tore Me Down”), John Cale y Lou Reed (“Andalucia”, “I´m Set Free”), Cat Stevens (“Here Comes My Baby”), Jackson Browne (“Somebody´s Baby”), The Beach Boys (“Little Honda”) o Sun Ra (“Nuclear War”), que tire la primera piedra. Ese buen gusto por las covers se mantiene como un rito, saliendo a puñados de las altruistas maratones para la emisora americana WFMU y empaquetadas en tesoros ocultos como “Yo la Tengo Is Murdering the Classics” (2006). Los Yo la Tengo prestamistas son una central nuclear de melodías perfectas, subyugantes desarrollos, distorsiones y ritmos cuaternarios. Tan capaces de taladrar una idea en holocaustos sonoros de muchos minutos como de ir al grano en preciosas pastorales folk-rock. Tan capaces de ponerle al plato principal una guarnición de bossa-nova, jazz o ritmos tropicales como de dejar correr toda la sangre punk que llevan en las venas. De su amplio inventario sería pecado no citar la trilogía mágica de los noventa, con el gran (grande, grande en todos los sentidos) James McNew asentado ya como tercer vértice del triángulo equilátero: “Painful” (93), “Electr-O-Pura” (95) y “I Can Hear the Heart Beating As One” (97). Muchos de sus himnos de leyenda están contenidos en esos discos: “Big Day Coming”, “From a Motel 6”, “Decora”, “Tom Courtenay”, “Stockholm Syndrome”, “Autumn Sweater” o “Sugarcube”, amén de las monofásicas y monumentales “I Heard You Looking” y “Blue Line Swinger”. Todas son añosas pero forman parte del ahora: han sonado cien, tres mil o un millón de veces (en sus conciertos son santo y seña) pero siguen sabiendo como un bollito recién hecho.





Sin embargo, y aunque sus clásicos seguirán siendo los mismos por los siglos de los siglos, ninguno de sus centenares de temas tiene desperdicio. Rebusquemos un poco y veamos qué más cosas son capaces de hacer: tejer tupidas nebulosas, escupir moles de krautrock, pintar relajantes bandas sonoras. ¿Quién dijo límites?. Y lo más curioso de todo es que todo es diferente pero todo es Yo la Tengo. He aquí un muestrario de gemas semi-escondidas, rozando la perfección: “Barnaby, Hardly Working”, “The Summer”, “Sudden Organ”, “Flying Lesson (Hot Chicken #1)”, “Fog Over Frisco”, “Walking Away from You”, “Evanescent Psychic Pez Drop”, “Moby Octopad”, “Deeper Into Movies”, “Saturday”, “Tiny Birds”, “Shaker”, “Daphnia”, “The Room Got Heavy”, “The Race Is On Again”. Ahí queda éso.

Dejemos a un lado el sota, caballo y rey. Hablemos de aspectos extraordinarios, lo que los convierte en definitivos. A Yo la Tengo se les ha visto hacer de todo en sus discos, pero también sobre los escenarios. En España son el clásico entre clásicos, reverenciados y superqueridos. Y no solo por su nombre, primera bromita en los albores, anunciación de su ingenio y simpatía. A propósito del nombre, hay muchas anécdotas privadas que contar. Transcribamos algunas.

Anécdota 1: Repetición hasta el aburrimiento.
YO: “Me voy de concierto, a ver a Yo la Tengo”.
EL OTRO: “Esos son españoles, ¿no?”.

Anécdota 2: Encuentro con un listo.
YO: “Me voy de concierto, a ver a Yo la Tengo”.
EL LISTO: “No hace falta que lo traduzcas; los demás no somos indies pero también sabemos inglés”.

Anécdota 3: Tópico toledano.
YO: “Me voy de concierto, a ver a Yo la Tengo”.
JORGE: “Bueno, aquí en Toledo se llamarían Yo Le Tengo”.

Y así unas cuantas. Lo de “me voy a ver a Yo la Tengo” es ya común (mi querido hermano respondería estupefacto: ¿otra veeeeez?). Pues sí, otra vez, y otra, y las que hagan falta. Porque en sus conciertos uno no sabe lo que se va a encontrar y en directo es justamente donde afloran sus más encantadoras virguerías. Por ejemplo, son de las pocas bandas que a día de hoy se atreven a tocar más de dos horas y marcarse bises, trises y cuatrises. También son de las pocas bandas que pueden sostener un tema en escena durante veinte minutos sin aburrir ni incomodar. También se les ha visto solicitar peticiones a la audiencia y atenderlas sin pestañear; recuérdese lo que hicieron con “You Can Have It All” en su última visita a La Riviera madrileña. Y a propósito de esta canción (otra versión, cómo no), con ella han protagonizado en vivo algunos de sus momentos más desternillantes, y si no compruébese en el siguiente enlace, actuación estelar en el Fuji Rock Festival de 2000. Para partirse el culo.

http://www.youtube.com/watch?v=aWr6Ep8N3OU

Y si de echar unas risas y perder la vergüenza se trata, véanse sus dos videos más estupendos (“Tom Courtenay” y “Sugarcube”) con sus tremendas andanzas como grupo invitado de los Beatles y alumnos de la escuela del rock.


http://www.youtube.com/watch?v=ZtBDlNEME48


http://www.youtube.com/watch?v=zDgpQBaziy0


Y es que Ira Kaplan, Georgia Hubley y James McNew, aparte de ser insultantemente intocables como músicos, representan el karma del rock, el anti-esnobismo y la accesibilidad. Totalmente despreocupados por adaptarse a las estúpidas modas, han conseguido ser ellos mismos la moda. Y así, cada encuentro es como una instantánea tomada en la penúltima reunión. Los miras y piensas: “han pasado otros tres años y siempre igual”, “esa camiseta ya se la vi a Ira hace tiempo”, “Georgia no ha cambiado de corte de pelo”, “James lleva las mismas gafas”, “pero qué ricos son”. Y la sensación es de que el tiempo no pasa, de que se detuvo y no arrancó, y empiezas a creer en el jodido mito de la eterna juventud. Eso ocurrió en el pasado Primavera Sound: aparecen en escena y es como el reencuentro con un pariente al que hace tiempo que no ves pero al que nunca olvidas.

Y es que la admiración va algo más allá de la música y la parcialidad es inevitable. Porque otra de las cosas que se les ve hacer en sus giras es la de acercarse a la gente de a pie, autogestionarse, intercambiar opiniones y dejar regalos en forma de rúbrica, foto o sonrisa amable. Por eso son tan entrañables: porque de repente bajan del pedestal y te los encuentras codo con codo, y te inmortalizas junto a ellos en una foto de familia (a la que hace tiempo que no ves pero nunca olvidas). Incluso mientras echa una firma, el gran, grandísimo James te mira a la cara y te dice: “Oye, me gustan tus gafas”. Y yo me hincho como un globo, porque el tío de gafas debe entender un rato.

En fin, el próximo 8 de septiembre es el gran día, fecha anunciada de publicación para “Popular Songs”, su esperadísimo nuevo álbum. “Periodically Double or Triple”, avance que ya se puede oir en su web y que también se pudo saborear en Barcelona, anuncia otra colección de chuparse los dedos. Y aunque finalmente no lo sea, cosa dudosísima, ninguna criatura viva está en su derecho de toserles. Con un poco de suerte volverán pronto a nuestro país y allí acamparemos, contra viento y marea. OTRA VEZ. El que no pueda esperar que vuele a Nueva York en julio; allí actuarán como teloneros (sí, no estoy borracha, ¡¡teloneros!!) de Wilco.

www.yolatengo.com

04 junio 2009

CONCIERTOS


PRIMAVERA SOUND 2009.

Rock and roll can never die.

Que se acabe un festival siempre es una lástima. Que se acabara el Primavera Sound 2009 fue una tragedia. Casi con lagrimitas en los ojos dijimos adiós a posiblemente la edición más nivelada de su historia. O todo fue superior o es que elegimos bien. Siempre quedan cosas en el aire, pero este año predomina la satisfacción por la presencia sobre el arrepentimiento por la ausencia. Aunque el oído viajó atento por acá y por allá en los sufridos tránsitos entre escenarios, y captó que seguramente los conciertos de The Jesus Lizard, Extraperlo, The Magnolia Electric Co., Art Brut, Crystal Antlers, The Mae Shi y Plants & Animals (de folk nada, monada) fueron espectaculares. Pero estuvimos donde había que estar y esto hay que contarlo. Este año no hablaremos sobre organización, con sus pequeñas mejoras, nefastos inventos y defectos repetitivos. Este año hablaremos solo de música. Porque a los enfermos musicales este festival nos medica para el año entero y es una suerte que alguien se tome el interés y la molestia de organizarlo. Gracias, Gabi Ruiz y compañía.

LA BESTIA

NEIL YOUNG (sábado): Todo valía en su caso. Que siga dejándose la piel en escena tras 40 años en el cotarro y un millón de conciertos a sus espaldas es de todo punto emocionante. No lo vimos en el Rock in Rio y las comparaciones son odiosas, pero en Barcelona salió a darlo todo y el único pero quizá sea ajeno a él: faltó volumen. Jamás se vio tal congregación de seres humanos en el escenario Estrella Damm, ni en el festival entero. Y lo verdaderamente emocionante es que jamás se vio tal congregación de seres humanos diferentes; allí estaban indies, modernos, normales y rockeros, familias enteras, entrañables hordas de cincuentones, una mezcla de generaciones, estéticas y sentimientos unidas por un fin común. La extraña magia de la música. Sí, el canadiense sudó la camiseta, aunque no tocara las dos horas y pico esperadas. Se calzó un repertorio para enmarcar, con victoria para “Everybody Knows This Is Nowhere” (69) y “Harvest” (72). Destripó sus guitarras, literalmente en el bis “A Day in the Life” de los Beatles. Dejó fluir su sensibilidad al piano. En resumen, ofreció un concierto pleno de vida y enseñanza, una contundente afirmación de “aquí estoy yo, pequeños, todo me lo debéis a mí”. Momentos así no se olvidan; se guardan en una caja con llave porque ¿cuándo será la próxima?. Quizá nunca. Un diez para él y no se diga más. Set list: “Mansion on the Hill”, “Hey Hey, My My (Into the Black)”, “Are Your Ready for the Country?”, “Everybody Knows This Is Nowhere”, “Pocahontas”, “Spirit Road”, “Cortez the Killer”, “Cinnamon Girl”, “Mother Earth”, “The Needle and the Damaged Done”, “Unknown Legend”, “Heart of Gold”, “Old Man”, “Down by the River”, “Get Behind the Wheel”, “Rockin´ in the Free World”, “A Day in the Life”.

EN LOS ALTARES

YO LA TENGO (jueves): Lo de Ira, Georgia y James no tiene nombre. Cuando ya no sabes qué esperar de ellos se desmarcan, atacan y meten otro gol. El suyo fue el show estrella del jueves, hipervitaminado y salvaje en una larga recta final en la que se sucedieron “From a Motel 6”, “I Should Have Known Better”, “Watch Out for Me Ronnie”, “Big Day Coming”, “Tom Courtenay” y “Blue Line Swinger” para dejar los cuerpos sin resuello. Presentaron dos canciones nuevas que apuntan a un buen próximo álbum. No faltaron los típicos tópicos, de los que nunca se cansa uno: las contorsiones epilépticas de Ira meneando su guitarra, sus rotaciones de vértigo con James, “Stockholm Syndrome”… Ni faltó tampoco el bis de rigor (“Sugarcube”), inmenso pero escaso. Como decía alguien por ahí: siempre iguales, siempre diferentes. Si Neil Young es Dios y Nick Cave Jesucristo, ellos son la Virgen María.

MY BLOODY VALENTINE (jueves): Lo de Kevin Shields tampoco tiene nombre, por motivos opuestos. Caídos del altar estrepitosamente. Que dejan sorda a la audiencia era la cosa que había que contrastar. Pues bien, la realidad supera a la ficción. Ni los tapones regalados a la entrada pudieron amortiguar el desaguisado sónico de este terrorista sensorial, un descerebrado que se ha propuesto acabar con la capacidad auditiva de la humanidad. Seguramente es porque él no se ha puesto nunca enfrente de los bafles, ¿o si?. “Loveless” (91) es un disco enorme, de eso no hay duda. Pero las condiciones de volumen levantan un muro insalvable que aniquila las canciones y las voces, cualquier atisbo de melodía o similar. Puede que sonaran “Only Shallow” y “Soon”, puede. Si esto tiene algo que ver con escuchar música, me retiro del negocio. ¿Ruido?. Ruido es lo que hacen Yo la Tengo, Sonic Youth o Spiritualized cuando les da la gana. Esto son puras ganas de joder.

SONIC YOUTH (sábado): Lo de los neoyorquinos es el cuento de nunca acabar. Energía eterna, pasión inagotable, monstruosa efectividad y otro disco de cojones. Estarán en el geriátrico y seguirán tocando juntos, fijo. Y luego está su inclinación al riesgo. El facilismo no entra en sus planes, con ellos hay que esperar lo inesperado. En este caso, “The Eternal” (2009) fue el protagonista: palpitante presentación en sociedad para “No Way”, “Antenna” o “What We Know”, con un nivelazo que parece mentira tras 25 años o más de ideas estrujadas. Como de costumbre no hubo grandes hits, pero ¿qué canción suya no es un hit?. “Tom Violence”, “Bull in the Heather” y “Expressway to Yr Skull” lo son. Y también hubo ocasión para recordar su anterior paso por el festival con “Hey Joni”, “The Sprawl” y “´Cross the Breeze”; recuérdese que tocaron el “Daydream Nation” (88) de cabo a rabo. Otro puñetazo en toda la jeta. Aunque la próxima vez estaría bien verlos en una faceta menos rocosa y más atmosférica, para variar.

INMORTALES SPACEMEN 3

SPECTRUM (jueves) / SPIRITUALIZED (viernes): Peter Kember y Jason Pierce son dos clones, física y artísticamente. Desde 1991 viajan en cápsulas diferentes, pero siguiendo la misma estela: cimientos de rock dronado y psicodelia cultivada en Spacemen 3, uno añadiendo toques electro, el otro toques de soul. El proyecto de J Spaceman ha trascendido más que el de Sonic Boom, pero ambos pueden vanagloriarse de saber cuidar el pasado caminando con tiento hacia el futuro. Spectrum ofrecieron un concierto recalcitrante, sublime, iniciando con la embriagadora “Mary” y subiendo como la espuma. "When Tomorrow Hits”, “How You Satisfy Me” y “War Sucks” sirven como intensos momentos recordatorio. ¿Y Spacemen 3?. Presentes, en “Transparent Radiation”, “Revolution” y “Suicide”. Por su parte, Spiritualized hicieron lo esperado: el mismo show que en Murcia, con los mismos cambios de densidad y descomunales. Añadieron una exquisita “Ladies and Gentlemen, We Are Floating in the Space”, en la ya popular versión coronada por el “I Can´t Help Falling in Love with You” de Elvis. Volvimos a levitar (esta vez a la vera del mismísimo Jason) al son de “Shine a Light”, “Lay Back in the Sun”, “Take Your Time” y “Come Together”. ¿Y Spacemen 3?. Presentes, en “Walking with Jesus” y “Take Me to the Other Side”. Alucinosis galáctica por partida doble.

VOLVER

THE VASELINES (jueves): El regreso de The Vaselines prometía un hit detrás de otro y así sucedió: no faltaron “Son of a Gun”, “Molly´s Lips”, “Jesus Doesn´t Want Me for a Sunbeam”, “Lovecraft”, “Dum-Dum” o “You´re Think You´re a Man”. Lo que no se esperaba era un sonido tan patético (pregunta: ¿soy la única a la que sonó como el mismo culo?). Lo que quería ser una fiesta se convertía en martirio chino al inicio de cada canción. Haciendo abstracción a duras penas, estuvieron de lo más simpático y entretenido, con largas pláticas entre tema y tema cargadas de ironía y buenrollismo. Y al loro lo estupenda que se conserva Frances McKee.

THROWING MUSES (viernes): Pues no, no vino Tanya Donelly. Se mantiene su última formación formato trío: Kristin Hersh, David Narcizo y Bernard Georges. Más que suficiente; una exhibición de aúpa. Hersh: maga de las seis cuerdas, con la voz cada día más rasgada y sangrante. Narcizo: esas baquetas no son baquetas, son guillotinas cortando el aire. Georges: puro estilo y potencia tocando el bajo. Un placer retomar los 90 en el punto justo donde se pararon: “Shark”, “Shimmer”, “Say Goodbye” o “Bright Yellow Gun”. Puede que estén demodé, pero hay que reconocer que el rock que practican no es fácil. Un rock lleno de saltos, de cambios de sentido, de recovecos y de burbujas. Hay que ser muy bueno para ejecutar a la perfección algo tan complejo.

A CERTAIN RATIO (viernes): El concierto de los mancunianos tenía mucho de obligatorio. Primero, es de esas bandas a las que habías perdido cualquier esperanza de ver en directo. Segundo, es de esas bandas a las que es imposible seguir la pista en sus múltiples virajes. Asentados en el siglo XXI con las piquetas bien clavadas en el suelo, el combo capitaneado ahora por Jeremy Kerr ofreció un tratado de versatilidad. Subsumiendo todos los palos, la madeja dejó palpar fibras de afectación new wave, funky y étnica. El bajo en su punto, la trompeta y el clarinete picando el hielo, y los pitos y bongos para un desenlace rompehuesos. Toda su historia estuvo presente, entera y verdadera. Y temas añejos como “Forced Laugh” convivieron en sincera armonía con novedades como “Mind Made Up”. Enormes.

THE JAYHAWKS (sábado): La estampa de Gary Louris y Mark Olson tocando de nuevo juntos es entrañable. Mucho más lo es volver a escuchar el juego de sus timbres, danzando al unísono. El lugar y el momento eran idóneos para prender la llama, pero el repertorio escogido (retorno al pasado) sumergió por momentos en la monotonía. Solo “Bad Time” y “Miss William´s Guitar” lograron encender el mechero, pero lejos de su objetivo. También fue agradable volver a escuchar “Blue” y “I´d Run Away”, o presenciar los punteos bordados de Louris. Eso sí, no se puede negar la pulcritud de un sonido niquelado, el mejor de todo el festival.

DAMAS & CABALLEROS

ANDREW BIRD (jueves): Solo ante el peligro. Este Andrés Pájaro es un genio. Como un científico loco en su laboratorio musiquil, metiendo en la pipeta pizzicatos mágicos, arqueos sublimes, rasgueos de guitarra y silbidos (cómo silba el condenado), fue construyendo canciones como en un juego de Lego, pieza a pieza. Su lírica recuerda bastante a Rufus Wainwright, solo que Andrew trabaja más y se exhibe menos. El repertorio fue suicida, pero la ejecución dejó al raso sus dotes de erudito y consiguió instaurar el silencio en la explanada Vice. Y esa doble gramola que giraba y giraba detrás de él fue de lo más efectista. Otro que entra por la puerta grande en el club del bricolaje del rock (hola Dominique A, hola Joseph Arthur).

DAMIEN JURADO (viernes): El gran Damien no necesita más que una silla y su guitarra acústica para sacar lo mejor que lleva dentro. El Auditorio es el hábitat ideal para músicos como él, lugar destinado a solitarios profundos en el que por norma se suelen colar especies bullangueras de todo tipo. Su concierto empezó tarde y duró lo justo, pero dejó una sensación flotante de paz interior. Los mejores momentos llegaron a los postres, cuando sonaron las del imprescindible “Caught in the Trees” (2008). No hay palabras para definir canciones como “Everything Trying”.

BAT FOR LASHES (viernes): En esta edición del PS dos mujeres ganaron por la mano. Natasha Khan es la primera. Pequeña hada en un mundo de fantasía, llenando el escenario de cachivaches oníricos e instrumentos no convencionales. Lo suyo fue un desfile de candor y sensualidad, mariposeando de la música disco al intimismo y viceversa. Las electro sonaron rotundas, sin el efecto chicle de sus grabaciones, con mención especial para “Sarah” y “Two Planets”. Las baladas son su punto realmente fuerte; “Siren Song”, “Tahiti” y una nueva “Prescilla” con solo al arpa suspendieron en el aire polvo de estrellas. Con una capacidad vocal discreta pero efectiva, la anglo-pakistaní exprime sus posibilidades hasta la última gota. Y todos los honores para su gran banda de mayoría femenina, con nombres de primera como Charlotte Hatterley y Ben Christophers.

JASON LYTLE (viernes): No tiene explicación. ¿Por qué se marchó tan pronto el señor Lytle?. ¿Restricciones de horario o una rabieta ante el lapsus de coordinación de sus músicos?. Y justo cuando estábamos todos en el ajo, flipando con sus sutiles revisiones de los clásicos de Grandaddy. Y justo cuando acabábamos de engancharnos a ese ambiente escénico tan solemne, cual Lambchop tocando en La Madeleine de París. Fue como meterse a la gente en el bolsillo y luego escupirle a la cara. Él sabrá.


JARVIS COCKER (viernes): Jarvis es un showman, es un hecho. Últimamente tiene más palabrería sociopolítica que canciones, pero sus coreografías son de traca. Total, que había que echarle un vistazo, y ver hasta qué punto llega su alineación con Steve Albini. Pues bien, el concierto se acabó tras 4 temas. “Pilchard”, “Angela”, “Further Complications” y “Fat Children” son las únicas que merecen la pena de toda su (cargante) discografía en solitario, y las tocó a las primeras de cambio y seguiditas. Así que después de eso y de echar unas carcajadas a costa de su free-style, poco había que hacer allí. Misión cumplida y a otra cosa, mariposa.

ALELA DIANE (sábado): La segunda dama vencedora del PS fue Alela Diane, que en compañía de su padre (a la guitarra) y de sus amigos hippies (a los coros, bajo y batería) llenó el Auditori de nostalgia años 60. Su voz perlada y su encanto juvenil encandilaron, y canciones como “White as Diamonds”, “The Alder Trees” y “To Be Still” llegaron al corazón, emocionando casi hasta la lágrima. La forma de cantar de esta mujer tiene algo superlativo y sobrenatural. A fuerza de sinceridad y ligera de artificios, una nueva Joan Báez ha nacido para la gloria.

JEREMY JAY (sábado): Nada que ver el directo con sus discos. Nada que ver con el lo-fi caduco de nuevo romántico amargado. En la vida real Jeremy es un cachondo y se lo pasa guay. Y su música suena como si la hubieran barnizado a conciencia. Aunque la cosa quedó deslucida por el apagón técnico doble que mantuvo el concierto en suspense durante un cuarto de hora. El tío se partía de risa, pero no es que hiciera mucha gracia. Estas contingencias matan el interés creado por la continuidad, y más aún si acaba de sonar “Breaking the Ice”. El chaval tiene temazos (“Beautiful Rebel” y “Gallop” despuntaron) pero muchos se los dejó en casa. Aunque podía haber sido mejor, qué majo es.

RAROS, RAROS, RAROS

WOMEN (jueves): El primer concierto del PS fue un trámite prescindible. Como era previsible, los matices y giros que arroja el mp3 no aparecen en vivo. Así, la cosa se convierte en un mazacote de rock distorsionado y desgarbado al que cuesta seguir el hilo. “Black Rice” es un himno superior, pero la tocaron tan pronto que el interés se vino abajo con mucha antelación.


WOODEN SHJIPS (jueves): En todos los festivales hay un grupo revelación, los californianos se llevan el premio en este. Sus auras de psicodelia envenenada quedan recreadas a la perfección gracias al teclado envuelto en papel de plata y a la etérea voz de un Erik “Ripley” Johnson que parece el hermano gemelo de Warren Ellis. A la vez, ganan músculo y consistencia con una potentísima sección rítmica. Su música perfora la masa gris, atrapa y aligera, lanzando los sentidos a un viaje sin necesidad de sustancia alguna. Juro que por momentos parecían The Doors. Joyas como “Motorbike” y “Death´s Not Your Friend” fueron agua bendita para unos oídos que venían de ser cruelmente masacrados por el carnicero Kevin Shields. Todo un reconstituyente, aunque tristemente breve.

LIARS / DEERHUNTER (sábado): Hace un par de años Liars venían de gira por España con unos desconocidos teloneros que respondían a Deerhunter y maravillaron al personal. A fecha actual, las tornas han cambiado: los de Bradford Cox se han hecho mayores y tocan en escenarios grandes, mientras que los mentirosos siguen moviéndose en el lado oscuro, lugar del que parece que no tengan intención de salir. Ambos conciertos coincidieron en el tiempo, con resultados diferentes. Liars aparecieron en el ATP como siempre, dando miedo, con intención de explotar su lado sanguinario-punk. Un placer asistir al desarrollo intrincado de “A Visit from Drum” y “Hold and It Will Happen Anyway”, pero a veces soportar a Angus Andrews se hace cuesta arriba. Cambio de moneda. Deerhunter no se verán en otra igual: recogiendo a todos los peregrinos de Neil Young en un escenario Rockdelux hasta la bandera. Con un repertorio más cohesionado que el de un año atrás (soberbias “Crystograms”, “Hazel St.” y “Nothing Ever Happened”), demostraron una vistosidad y solvencia de facto que los augura como la nueva Velvet Underground. Veremos hasta donde llegan.


BAILAD, MALDITOS

DAN DEACON ENSEMBLE (viernes): Vale, ya sé de qué va el rollo de este Dan Deacon, al que todo el mundo me aconsejaba no perderme. Va de mezcla entre MC, performer y presentador barato de la tele. Va de un montón de tías y tíos formando un ensemble de tambores, bombos, panderetas, cassiotones, guitarras y vientos, que cuando tocan (todos a una, como Fuenteovejuna) montan la de Cristo y se coordinan de perlas. Va de un rollo simpático y meneón entre los Pitufos Maquineros y Animal Collective. Va de interacción con el público, de estimulación y participación colectiva. Pero claro, cuando los mítines y los juegos reunidos Jeyper abren espacios tan grandes entre canción y canción, uno acaba hasta las narices. Para ver chabacanería borreguil me pongo Tele 5 y se acabó.

FUTURO EN POTENCIA

CRYSTAL STILTS (viernes): A día de hoy, todos los grupos quieren ser Joy Division. De momento nadie lo ha conseguido, aunque Crystal Stilts se acercaron bastante con la publicación de “Alight of Night” (2008). Sin embargo en directo cualquier parecido con el mito de Manchester es pura coincidencia. Solo la voz de Brad Hargett (calco del Bob Dylan de Newport 65) tiene un timbre inequívocamente Ian Curtis. Dicen que en cada escenario y/o ambiente suenan a una cosa; en el Pitchfork sonaron a no se sabe qué, ni claros ni oscuros, ni frío ni calor. “The Dazzled” brindó el mejor rato y el resto fue relleno.

OTRAS EXPERIENCIAS

MAGIK MARKERS (jueves): La leyenda dice que Elisa Ambrogio es un animal salvaje encima de un escenario. La prensa dice que Magik Markers están presentes en el testamento notarial de Sonic Youth. La experiencia aconseja ver antes de creer. Solo fueron diez o quince minutos, suficientes para detectar el error. Por muy contracultural y experimental que sea, no se puede empezar un concierto de forma tan retorcida, muerta y absurda.

THE DRONES (viernes): La otra cosa, mariposa, después de Jarvis fueron los australianos The Drones. Dos o tres canciones es lo justo y necesario para no caer exhausto, angustiado y asfixiado. Porque, sí, Gareth Liddiard tiene una garganta impresionante, pero mortal en altas dosis. Si su concierto fue como el desenlace final, podría decirse que fue un brutal concierto.


THE NEW YEAR (sábado): Lo más llamativo de esta edición del PS ha sido el afán madrugador de la gente para acudir al Auditorio. Tanto el viernes como el sábado, el recinto se abrió con largas colas para acceder a los conciertos más tempraneros. Curiosa la cantidad de adeptos adoradores de The New Year. Una banda, cruce entre Luna y Mogwai, que se mueve a la sombra de los grandes pero que podría con ellos en un cuerpo a cuerpo. Abrieron con “Folios” poniendo muchos pelos de punta. Su intensidad en escena es variable y falla la voz de Matt Kadane, pero vivencias como “The Door Opens” merecieron el perdón de la siesta.

HERMAN DUNE (sábado): Otros que se lo pasan pipa. La alegría de vivir de David-Ivar Herman Dune es más contagiosa que una gripe en una guardería. Que te toquen “Your Name/My Game” justo antes del concierto de Neil Young es la repera. Aunque a veces los músicos abusan en demasía de contar sus vidas a la audiencia y a éstos les pasa. Pese a todo, fue un aperitivo simpático antes de la llegada de la bestia.