23 enero 2007

DISCOS

TV ON THE RADIO. Return to Cookie Mountain.

La especie dominante.

Pero leche, ¿qué es esto?. Un montón de meses ignorando el que quizá sea el mejor álbum de 2006 (con permiso de Dominique A). Toda una vida ignorando a esta pandilla de Brooklyn, ese barrio de la gran manzana que siempre nos recuerda el concurrido estanco de Augie en “Smoke” y “Blue in the Face”. Finalmente, el verbo se hizo carne y todas las palabras de elogio leídas/oídas sobre ellos mutaron en verdad. “Return to Cookie Mountain” (2006) es el disco que llevaba muchos años deseando escuchar. Adicción severa. Una conexión paranormal de soul, gospel, étnica, psicodelia, doo-wop, loops marcianos y rock de pedigrí. Semillas del pasado desfilando por un episodio de Futurama. Sin calificativo. Ya lo dice David Bowie, y el camaleón no es tonto. Y es que el propio Bowie se ha convertido en el fan número uno (yo soy el dos) de esta súper-banda. Su aparición en “Province” deja testimonio, aunque el verdadero traje a su medida sea la apabullante “Blues from Down Here”.

Dominio, esa es la palabra. Dominio de los ritmos, que convierten en superiores dos canciones de por sí redondas como “Hours” o la espacial “Playhouses”. Dominio de los tiempos, acelerando en “Wolf Like Me” (ya quisieran Bloc Party sonar así), calibrando en “Dirty Whirl World”, frenando en “Tonight”. Dominio también de las gargantas, magistralmente coordinadas en el gran himno “I Was A Lover” (Sly Stone se vuelve loco entre bytes), “A Method” o la apoteósica macro-protesta hippy con panderetas, traveseras y sitares “Wash the Day Away”.

Lo dicho, sin calificativo. ¿Para qué perderse en retóricas si las canciones hablan por sí solas?. Digamos simplemente que algo bueno y gordo se cuece en Brooklyn, y sigámosles la pista con atención. Porque en caso de hecatombe solo los fuertes sobreviven, y estos tienen pinta de comerse a todos los demás.

www.tvontheradio.com

AGENDA

Enero, Febrero... Show Must Go On.

La agenda vuelve. Y aunque en la mayoría de ocasiones no sirva más que para autoflagelarnos (imposible abarcarlo todo si no vives en Madrid o Barcelona y eres rico de familia), su inclusión obliga a estar bien informado (y evitar así perderse lo imperdible).

Después de unos meses sin nada reseñable que echarse a la chepa, el calendario de directos empieza a calentarse aunque a fuego lento. Enero termina con algunos visitantes muy dignos, como el prolífico Will Johnson (en la foto). Sin perder de vista sus proyectos (Centro-Matic, South San Gabriel, Undertow Orchestra), el norteamericano viene a pasear su más desconocida faceta de cantautor, demostrando que pertenece a la estirpe de artistas capaces de bajarse de la burra y ceder la gloria a cabezas de cartel (Micah P. Hinson, en este caso) de dudosa superioridad. Otras citas interesantes para estos días: la visita de los hermanos McDonald o lo que es lo mismo, los incombustibles Redd Kross, y la del incontestable John Cale apenas un año después.

Febrero viene con un acontecimiento que ha superado las expectativas por goleada: el renacimiento de Trent Reznor y sus Nine Inch Nails. Agotadas en un suspiro las entradas para sus shows en Madrid y Barcelona, añaden una fecha extra en cada ciudad para contentar a todos y disuadir la reventa. Y hablando de renacimientos, también resulta curioso el de los belgas Vaya con Dios, de los que se había perdido todo rastro con los años. Estarán en el Teatro Coliseum de Madrid el 26 de febrero.

Ahí no queda la cosa; más giras, como la de los prescindibles Mando Diao o la de Guillemots, última sensación del indie británico (¿serán tan espectaculares y frikis en vivo como reza la leyenda?).

Para acabar, es inevitable la mención al apartado “festivales”. DENUNCIA: lo de los precios escalonados empieza a convertirse en un circo insoportable. Sí, claro, es una estrategia de mercado consolidada para atraer compradores de expectativas. Pero al final los que esperan la oferta musical para sopesarla, valorarla y saber lo que van a comprar, los que no pueden elegir sus vacaciones y los que no pueden invertir los caudales hasta echar sus cuentas son los que se joden y acoquinan esos subidones de vergüenza que acabarán convirtiendo la música en directo en otro bien más de lujo (si acaso no lo es ya).

En fin, se agradece que el Primavera Sound cada vez tarde menos en empezar a revelar los nombres de su cartel: Low, Slint, Dirty Three, The Durutti Column, Comets on Fire, Band of Horses, Modest Mouse, Built to Spill... Claro, con cosas como éstas cualquiera no hipoteca los riñones.


Foto: Stijn Buyst en www.gonzocircus.com

17 enero 2007

DISCOS

JOAN AS POLICE WOMAN. Real Life.

Alma negra, corazón blanco.

A falta de platos calientes en 2007, siguen coleando perlas del año pasado. Después de un activo periplo como secundaria de lujo, Joan Wasser reivindica su talento en el brillante “Real Life” (2006). Su versatilidad (ya bien demostrada) como instrumentista se complementa con una voz sugerente, exquisita, sin límite de registro, al nivel de las más grandes. De Nina Simone a Aretha Franklin. Poco más de treinta minutos para decir las cosas a la cara, sin perder la sensualidad y buenas formas.

La historia de Joan es la historia de una rebelión tranquila. Y en esa búsqueda de un lugar en el mundo le acompaña la sombra alargada de tres nombres con los que compartió o comparte vida, trabajo e ideas. Primero: Rufus Wainwright. Testaferro y protector. Anduvo junto a él formando parte de su coral bizarra y abriendo algunos de sus shows. Y como todo se pega, incluso la hermosura a pesar del dicho, en temas como “Real Life” y “The Ride” late irremediablemente el encanto del susodicho. Segundo: Antony. Inspirador y amigo. Su presencia en la espectacular “I Defy” no es más que una contraprestación obligada por la contribución del violín de Wasser a la magia de los Johnsons. Nunca dos voces se hermanaron con tanto acierto. Tercero: Jeff Buckley. Compañero sentimental y lazo de unión con músicos diversos. El espíritu épico de la voz difunta deja de ser transparente para cobrar divinas formas en “Eternal Flame” y “Christobel”. Y la mente (susceptible y sobornable) se entretiene descubriendo interesantes coincidencias: “So Real”-“Real Life”-“Eternal Life”-“Eternal Flame”.

Un disco perfecto para devotos de los nombres anteriores, para amantes del soul y para coleccionistas de clásicos atemporales. Dignísima puesta de largo de una artista con futuro. El éxito es el presente. El anonimato ya es pasado.

07 enero 2007

DISCOS

SPARKLEHORSE. Dreamt for Light Years in the Belly of a Mountain.

Belleza desenfocada.

No hay nada mejor que escuchar el nuevo disco de una banda consagrada desde la nada, pues el nivel de exigencia es cero. De Sparklehorse solo existía el conocimiento de aquel espeluznante relato en el que Mark Linkous aseguraba haber estado muerto durante un lapso, pero su música era un universo desconocido hasta ahora. Casualidad o no, “Dreamt for Light Years in the Belly of a Mountain” (2006) tiene algo de experiencia trinitaria, como si la belleza de una melodía legendaria hubiera sido atrapada con un cazamariposas desde el más allá. Acordes que casan a la perfección para trenzar la canción perfecta, ausente de dulzor excesivo gracias a una producción de cortinas de polvo que convierten lo obvio en imágenes desenfocadas. “Getting It Wrong”, “See the Light”, “Some Sweet Day”, “Mountains” o “Knives of Summertime” nacen de esa materia prima. La pena es que el lado power de “Ghost in the Sky” y “It´s Not So Hard” no se prodigue más a lo largo de un disco cuya audición despierta duendes de su letargo invernal y dibuja paisajes en los que el rosa y el negro conviven en feliz armonía. Y la ignorancia pasada no es un lastre, sino un hecho natural que hace bueno el dicho de más vale tarde que nunca.



03 enero 2007

REPORTAJES

2006: OTRO AÑO DE MÚSICA.

Los discos que se quedaron por el camino.

Es inevitable: Navidad equivale a listados, resúmenes, balances y toda clase de ejercicios de recopilación sobre lo mejor y lo peor del año. Y yo no iba a ser menos. Así que echo la vista atrás y me acuerdo de un montón de discos que desfilaron por mi mp3 en 2006 y para los que no hubo palabras por falta de tiempo, salud, ganas o medios al alcance. Ahora es el momento de recuperarlos. Eso sí, sin más orden que el alfabético. Las categorías y numerajos se los dejamos a los eruditos pitagorines de la Rock de Lux. Recordaremos el 2006 por discos (y temazos) como éstos…

AKRON/FAMILY. Meek Warrior.
Comienza con un loco dominó de psicodelia extrema (“Blessing Force”) y acaba con un suculento postre de gospel espiritual (“Love and Space”). Y entre medias, folk marciano inconformista y más psicodelia setentera. Entre The Incredible String Band, la arquitectura amorfa de Can y las fechorías más naif de Frank Zappa. Para orejas cultivadas.
Temazos: “Lightning Bolt of Compassion” en su cara suave; “The Rider (Dolphin Song)” en la salvaje.

BARRY ADAMSON. Stranger on the Sofa.
Desde su caverna anti-mainstream, el músico absoluto vuelve a demostrar que en su chistera cabe de todo (rhythm & blues, cabaret, glam rock y vanguardia electrónica), que puede seguir siendo el más sombrío y ambiguo (“My Friend The Fly”, “Deja Morte”) y que también puede abrirse como los pétalos de una flor cuando le venga en gana (“The Long Way Back Again”, “You Sold Your Dreams”).
Temazo: “Officer Bentley´s Fairly Serious Dilemma”.

FINAL FANTASY. He Poos Clouds.
Pizzicatos y clavicordios. Ópera y musical. Un sorprendente viaje que puede acabar en cualquier parte: en la rapsodia bohemia de Queen, en las calles de Anatevka o en las bodas de Fígaro. En manos ajenas sería otra “divina comedia” ampulosa y pedante, pero en las de Owen Pallett se convierte en una obra llena de sensibilidad y madurez que enfrenta lo clásico a lo contemporáneo con valentía. Y que lo eleva a la recua de donceles iluminados junto a Sufjan Stevens, Teitur, Patrick Wolf o Zach Condon.
Temazo: “This Lamb Sells Condos”.

ISOBEL CAMPBELL (& MARK LANEGAN). Ballad of Broken Seas.
El legado de sus ex-bandas (Belle and Sebastian, Screaming Trees) es tan inconexo como el matiz de sus voces, pero juntos han creado un manual de sutileza pleno de referencias ilustres (ahí está su visión de “Ramblin´Man” de Hank Williams) que los convierte en pares complementarios aunque trabajaran separados. El amargo y el dulce. El reo y el hada. Baladas evocadoras y sublimes por las que matarían los mismísimos Tindersticks.
Temazo: “Black Mountain”.

LAMBCHOP. The Decline of Country & Western Civilization.
Nunca un disco aglutinó con tanto acierto las mil y una caras de la banda de Nashville. Curioso que lo consiga un recopilatorio con viejos singles, rarezas, versiones propias y ajenas y otro material huidizo. El bucolismo de siesta (“Soaky in the Popper”, “The Gettisburgh Address”), la experimentación transversal (“Two Kittens Don´t Make a Puppy”), la fanfarria de festival (“Nine”, “Loretta Lung”) y un homenaje impecable a Elvis Costello en “Beyond Belief”. 100% pura oveja.
Temazo: “The Scary Caroler (Fast)”.

LIARS. Drum´s Not Dead.
El tambor no ha muerto, por supuesto. Sigue siendo el ítem sagrado del trío neoyorkino para hipnotizar y crear confusión, oficio en el que ya son maestros. Imaginativo, ilimitado, siniestro y también muy cool. Danzas tribales, ceremonias de santería y rituales vudú ensamblados en un disco de una sola pieza que demuestra que aún no se ha inventado un género en el que clasificarlos.
Temazo: “A Visit from Drum”.

NEKO CASE. Fox Confessor Brings the Flood.
De una voz especial, un viaje a Tucson y el altruismo de algunos amigos (entre ellos, su ilustrísima Howe Gelb) no puede surgir otra cosa que no sea un disco impecable. Canciones elegantes, en constante evolución y orquestadas con somera. La música como conducto material de la historia, que al final es lo que cuenta, por muy manida, superflua o infantil que sea.
Temazo: “Dirty Knife”.

PETER, BJÖRN AND JOHN. Writer´s Block.
Desde la fría Suecia llega otra apuesta segura. Referentes de la música disco, Brian Wilson y la época psicotrópica de los Beatles en una colección de bellas (y divertidas) canciones donde la melodía perfecta y la percusión suicida se dan relevos constantes. Sin ningún ánimo de lucro, pero con un beneficio pasmoso. Revelación del año.
Temazo: “Let´s Call It Off”.


THE RACONTEURS. Broken Boy Soldiers.
Aunque el primer corte (“Steady As She Goes”) anuncia un nuevo hype cansino de temporada, el divertimento paralelo de Jack White y Brendan Benson resulta ser una nostálgica mirada hacia el rock de los sesenta. Guitarras pomposas, órganos Hammond y puzzles de voces en nueve canciones sabrosas (quitamos la primera) que invocan irremediablemente los sonidos de The Who.
Temazo: “Broken Boy Soldier”.

STEREOLAB. Fab Four Suture.
Sus discos sin bajos trotones, loops, casiotones y sordinas no son suyos. Como es habitual, vuelven a facturar un trabajo vibrante y luminoso donde no hay un solo corte a despreciar (de los doce y las fascinantes subdivisiones de cada uno). “Plastic Mile”, “Vodiak”, “Excursions into Oh, A-Oh” o “Widow Weirdo” son muestra aleatoria y prueba fehaciente de la fidelidad a un estilo que los ha convertido en únicos e inimitables.
Temazo: “Interlock”.

STUART A. STAPLES. Leaving Songs.
La audacia compositiva de los primeros Tindersticks ha desaparecido, pero la voz de este hombre puede convertir en buena hasta la canción más mediocre. Demostrado queda en “The Path” o “One More Time”. Un viaje a Memphis y otro paso adelante en la religión pro-Townes Van Zandt. Soul, folk, country (con pedal steel incluido) y el habitual complemento femenino.
Temazo: “Already Gone”.

TAPES´N´TAPES. The Loon.
Publicado este año en nuestro país (data del 2005) después de un boca a boca fabuloso, comprende un manojo de canciones entretenidas, frescas e ideales para jugar al “me recuerdan a..”. Me recuerdan a The Kinks, Pixies, Talking Heads o, cómo no, Wire (por algo “Chairs Missing” es su álbum favorito). Lo mejor: su facilidad para alternar tiempos, estilos y ritmos. Lo peor: ese sospechoso tufillo a nuevo grupo de moda.
Temazo: “Insistor”.

TEITUR. Stay Under the Stars.
Compositor impecable, poeta de diario, el danés firma uno de los discos más emotivos y escuchados de la temporada. Porque sus historias de sentimientos, de lugares físicos, de sueños infantiles, no cansan. Porque su folk aterciopelado con deliciosa guarnición de arreglos clásicos engancha. Porque esa voz inmaculada y explotada con fe y esmero convence por completo. ¿Pariente cercano de Antony?.
Temazo: “Thief about to Break In”.

WILLARD GRANT CONSPIRACY. Let It Roll.
Las tribulaciones de Rob Fisher son similares a las de Nick Cave, pero desde el otro lado del charco (y si no, dedicarle un par de escuchas a la imponente “Let It Roll”). También se parecen a las de Kurt Wagner (y si no, prestar atención a “Breach” o “Crush”). Aparte de comparaciones, he aquí otro gran disco desde esa América en la que todo es más estanco, bruto y complicado, y las distancias se multiplican. Como distancia hay entre canción y canción, todas diferentes, todas especiales si se les dedica su justo tiempo.
Temazo: “Flying Low”.