29 noviembre 2006

DISCOS

BECK. The Information.

El hermano mellizo de Odelay.

Hace no mucho celebrábamos con solemnidad el cumpleaños de un disco que, ya se decía claramente, iluminó las orejas de muchos: “Odelay” (96). Pues bien, diez años más tarde y después de varios intentos estrepitosamente fallidos, el irrepetible de Los Angeles da a luz al hermanito legítimo de aquel. “The Information” (2006) viene a demostrar varias cosas; primera, que lo mejor para que suceda un milagro es no creer en ellos; segunda, que el movimiento se demuestra andando (y currando); tercera, que hoy por hoy Beck Hansen es de los pocos que pueden permitirse el lujo de sonar como Massive Attack, Funkadelic, Pearl Jam, Marvin Gaye, The Beta Band, Violent Femmes, Chic, The Notwist, Wilco, Cypress Hill o Air en un mismo largo. Se sobra.

Y es que con poderes multiinstrumentales, master cum laude en sampleado y conexiones neuronales deficientes, se pueden hacer realidad muchos sueños. Sigamos mezclando ingredientes al estilo Panoramix: funky y folk en “Elevator Music”; samba, electrónica y R&B en “Cellphone´s Dead”; pop y psicodelia en “Soldier Jane”; trip-hop con armónicas y orquesta en “Dark Star”; scratching y batucadas en “1000 BPM”. Sigamos levantando obras de ingeniería imposible al estilo Calatrava: “Motorcade”, “The Horrible Fanfare/Landslide/Exoskeleton”. Y lo más importante, sigamos regalando al mundo buenas canciones: “Think I´m In Love” (cómo recuerda a “The New Pollution”), “Strange Apparition”, “Nausea” y “The Information” tienen vocación de eternidad sin abundar en excentricidades. Demente, pero ante todo músico. Ahora solo falta rellenar la cuartilla en blanco con el collage adecuado. Uff, no será fácil.

28 noviembre 2006

DISCOS

MICAH P. HINSON. Micah P. Hinson and the Opera Circuit.

Fabricando dioses de papel.

Vivimos en el mundo de la compraventa. Esclavos de la publicidad, las modas y las cotizaciones. Las cosas se encarecen, el consumo aumenta. Lo malo es cuando las ideas y opiniones también entran en el mercado… Hace ya algún tiempo que las revistas, suplementos y ciberespacios empezaron a vender a este chaval de Memphis como el nuevo mesías del neo-country. Y la estrategia de marketing es sublime: la tragedia es negocio. Así que llevamos meses escuchando la vida y milagros de este ex-presidiario y ex-drogadicto repudiado que compuso sus últimas canciones baldado, sedado y postrado en el lecho del dolor. Dejémonos de biografías, folletines y klinex húmedos, y vayamos al meollo del asunto. Vayamos a su música. Quiero informarme antes de comprar. Quiero contrastar lo que me estáis diciendo…

Si realmente es un genio, debe haber algo en las profundidades a lo que no consigo llegar. Escuchando el alabado “And the Opera Circuit” (2006) no parece que haga nada distinto a lo que llevan haciendo mucho tiempo Lambchop, con un matiz: que a Kurt Wagner me lo creo. Sin embargo, sería mezquino no reconocer que hay puntos a su favor: una voz inmensa, madura y convincente, y ciertos atisbos de inspiración que brillan con fuerza en “Diggin´a Grave” y “Little Boys Dream”. Pero hablar de obra maestra se antoja un pelín descabellado; dejémoslo en disco correcto de country-folk orquestado con alguna aproximación interesante al rock. Aún así, prefiero ahorrarme los cuartos.


www.micahphinson.com


22 noviembre 2006

RETROSPECTIVAS

GIRLS AGAINST BOYS. Venus Luxure Nº 1 Baby.

A la sombra de los monstruos de Seattle.

1987, nace Nirvana. 1992, “Nevermind”. El mito echa a correr. Aquellos maravillosos 90. La era del grunge. Mientras el estado de Washington se convertía en santuario público de los nuevos paradigmas del rock en los USA, Washington DC, en la costa opuesta, asistía al nacimiento de bandas dispuestas a ocupar el trono de Pussy Galore y Minor Threat. Mientras formaciones como Alice in Chains, Pearl Jam, Mudhoney, Screaming Trees o Sunny Day Real State empezaban a arder como la pólvora, raros engendros como Fugazi emergían de las cenizas de incendios pasados. Y de la mano de Fugazi, al tiempo y a su vera, nacían Girls Against Boys.

Cualquiera de sus discos entre el 93 y el 96 es dignamente recuperable. ¿Quién no recuerda temas como “Don´t Got a Place”, “Super-Fire” o “Disco Six Six Six”?. Pero “Venus Luxure Nº 1 Baby” (93) quizá sea su álbum cumbre, el alegato de calidad y reconocimiento de una banda personalísima, a caballo entre el hardcore y el punk, pantanosa, inspirada y adictiva.

Porque las grandes bandas tienen una cosa que las mediocres no alcanzan: sello de identidad. Y en este disco (su estreno en Touch & Go Records) ese sello queda definido sobre las bases apuntadas desordenadamente en “Tropic of Scorpio” (89). Una identidad que comienza en la voz cavernosa y quebradiza de Scott McCloud, y que se prolonga en las atómicas líneas de bajo de Johnny Temple y Eli Janney (cerebro instigador del invento) y en las guitarras a propulsión. Así, Girls Against Boys suenan a Girls Against Boys.

Como en todos sus trabajos, en “Venus Luxure Nº 1 Baby” no hay medias tintas. O todo o nada. O ruido o calma. Más de lo primero que de lo segundo. Pero ellos siempre han sabido hacer ruido de manera diferente y para espacios diversos. Ruido de salón con lámparas de araña, como en las elegantes “In Like Flynn”, “Go Be Delighted” y “7 Seas”. Ruido de trastero desordenado en “Rockets Are Red”, “Learned It” y “Billy´s One Stop”. Y luego está ese ruido con guitarras de velocidad salvaje que hacen de “Let Me Come Back” y “Bullet Proof Cupid” dos rallyes agotadores pero excitantes. En la calma tampoco falta la electricidad, aunque “Satin Down”, “Get Down” y “Bug House” exploran otros terrenos, más subrepticios y trascendentales.

Imprescindibles. Un disco redondo. Un compendio de todos los tesoros de una banda que en la actualidad vive en medio del interrogante. ¿Habrá nuevas canciones pronto?. ¿Habrá nuevo desembarco en nuestro país, más solemne y anunciado que el de 2005?. Por lo pronto, disfrutemos con los cuadernos de bitácora colgados en su web en el apartado “tour diary”; las fotos y los comentarios no tienen desperdicio.

20 noviembre 2006

CONCIERTOS

CAMERA OBSCURA. Albacete. Divino Club. 18-11-2006.

Un concierto internacional en Albacete es como la visita del Papa a Valencia, o como la del Real Madrid a Écija: un acontecimiento que, como mucho, solo se repite cada cincuenta años. Y claro, allá que van todos los rockers, grunges, popis, fashions y demás peña “alterna” de la urbe cuchillera (y alrededores), ungidos por el maestro de ceremonias Don Modesto, personaje ínclito donde los haya en la rácana movida albaceteña. El susodicho aprovecha la mínima para meter el pescuezo y telonear a Camera Obscura mola mazo, así que presentó su nuevo proyecto Colorado, del que poco puedo decir porque estuve inmersa en una conversación sobre Bob Dylan, Joni Mitchell y Barry Adamson mucho más interesante que sus ñoñadas pop.

Y en cuanto a los escoceses, se acaban de pasear por nuestro país presentando su nuevo disco, incluyendo en su gira un destino manchego contra todo pronóstico y por obra de no se sabe quién. Es de agradecer. Así que, aunque lo más interesante de esta banda sea su lugar de procedencia (Glasgow, ciudad lluviosa de tristes duendes), hay que darles la bienvenida, estar allí y verlo (para creerlo). Aunque lo visto deja mucho que desear y mata definitivamente las esperanzas de un futuro musical decente en esta ciudad sita en el epicentro de ninguna parte y desconocida para casi todos.

No sé lo que estos chicos hicieron los dos días anteriores en El Sol de Madrid, pero su indolencia sobre el escenario y el ocasional desinterés del respetable (irrespetuoso a veces) desembocaron en una sesión pírrica de canciones tocadas casi por obligación (a la insulsa Tracyanne parecía fastidiarle tener que tocar/cantar otra). El repertorio estuvo basado en el nuevo “Let´s Get Out of This Country”, y algunos temas tuvieron bastante gracia. En especial, “Lloyd, I´m Ready to Be Heartbroken” (dedicada a Lloyd Cole, según dicen), “If Looks Could Kill” y “Razzle Dazzle Rose”, todas en la recta final. Sin embargo, el “puedo, pero no quiero” de unos y el “me importa un bledo” de los otros llevó a una despedida acelerada en plan “que os den” con cero bises y un pensamiento mudo pero intuitivo: “let´s get out of this town”. De nada sirvió que algunos cachondos insistieran al grito pelado de “other, other”. Y es que hay plazas en las que es jodido torear. ¿O no?.

14 noviembre 2006

DISCOS

SONIC YOUTH. Rather Ripped.

La cosecha inagotable.

Pero bueno, ¿a esta gente no se le acaban las ideas o qué?. “Rather Ripped” (2006), al igual que ocurriera con “Sonic Nurse” (2004), muestra el lado accesible de Sonic Youth. Las distorsiones quedan en la reserva, para sacarlas del banquillo solo en caso necesario, y las melodías se convierten en titulares indiscutibles. Ejemplo claro de lo dicho en el primer corte: “Reena”. ¿Son realmente Sonic Youth?. Sí, lo son, las suntuosas guitarras y las marañas rítmicas de Steve Shelley lo atestiguan. Después llega “Incinerate” y uno se pregunta si no ha escuchado antes esa canción. Sí, son Sonic Youth. Aparece una balada: en “Do You Believe in Rapture” resurgen las campanas eléctricas, santo y seña. Muro sobre muro de guitarras en las dos siguientes: “Sleepin´Around” y “What a Waste”. Para cuando suena el impecable desenlace de “Jams Run Free” ya no hay duda de que han firmado otro gran disco. Y entonces llega el momento Lee Ranaldo, poniendo voz a la apoteósica “Rats” y confirmando una teoría muy particular y contrastada: que las mejores canciones suelen ser las que canta él (acordémonos de “Mote”, “Wish Fulfillment”, “Saucer-Like” o “Hoarfrost”). Y ahí no acaba la cosa, porque aún quedan la turbadora “Turquoise Boy” (¿éso es un piano?, ¿un piano en una canción de los reyes del noise?), la sobria “Lights Out” (también me parece haberla oído antes) y la luminosa “The Neutral”. Los siete siguientes minutos (cinco de guitarras dibujando trazos en zig-zag) devuelven a los Sonic oscuros, solemnes, los que dicen “aquí estamos nosotros, ¿algo que objetar?”. Nada, hombre. Así es “Pink Stream”. Y saliéndose descaradamente del tiesto, “Or” cierra, con suspense y más campanas, otra gran obra de una banda que cambia de traje sin perder su estilo con una facilidad insultante. Será por ideas…

12 noviembre 2006

REPORTAJES


HOWE GELB: HISTORIAS DE POLVO Y CACTUS.

Cuando América se convierte en algo interesante.

Los caminos de la música son inescrutables. Una canción te lleva a otra, y esta a otra. Una banda te descubre los misterios de otras. Y así es como el legado conocido crece y crece, nutriendo nuestro espíritu de valores, símbolos y aficiones. Y así es como logramos sobrevivir.

Hace un par de meses decidí recorrer el desierto de Arizona en un Caddy imaginario. Me paseé por la frontera, sintiendo la asfixia del viento, desafiando las montañas y despistando a las patrullas. Recogí autoestopistas recién llegados del otro lado, cargados con guitarras, trompetas y flores. Me refugié en fondas, en ruinas y en cementerios. Y todas esas personas y lugares consiguieron que América, por una vez en la vida, me interesara.

El viaje me lo propusieron dos chicos que habitan en Tucson y que se dedican a la música. Me enseñaron un mapa y me dibujaron el camino. Me despidieron con un abrazo y me desearon suerte. Sabían lo que hacían y lo hicieron a conciencia. Me enviaron directamente hacia la ciudad fantasma de los gigantes de arena. Y allí, en medio de la plaza, entre cactus y sombras, estaba esperando Howe Gelb.

“Yo a ti ya te he visto antes” le dije. “Sí. Te visité este verano. Llevaba un sombrero” me respondió. “Volvemos a encontrarnos, y tengo muchas más cosas que enseñarte”.

Alguien escribió en alguna parte que Giant Sand son una de las tres bandas que merecen su efigie esculpida en el monte Rushmore (las otras dos eran Lambchop y Yo La Tengo, indiscutible). Las raíces y las ánimas de un país, una cultura, un sentimiento, capturadas por el prisma de cristal de un hombre que ha mirado en muchas direcciones y que ha sabido rodearse siempre de buenos alumnos y amigos. Un objetivo delicado, no obstante, que se tiñe de polvo al menor descuido, mostrando una realidad tan abrupta como imposible de arreglar. La historia de Howe Gelb se mueve entre la soledad y la compañía, la vida y la muerte, la desolación y la esperanza, el nuevo y el viejo continente. Imposible abarcar el desierto entero con solo dos manos. Ahí van tres puñados de tierra milagrosamente fértil.

Glum” (94): Escondido entre el grueso pasto creativo de Giant Sand, quizá menos publicitado que otros, contiene algunas de las mejores canciones jamás escritas por Gelb. Sobre todo “Yer Ropes”, himno de la América profunda, optimismo engañoso y un mensaje claro: “You can wash the dirt off later, with some time and a little bit of soap”. También “Glum”, duermevela interrumpida por guitarrazos que saben a gasolina, y cómo no, la cruda, claustrofóbica y magnífica “Happenstance”. “Painted Bird” es otro himno, con esos riffs importados directamente del soleado periplo californiano. Y el country y el folk florecen en su esplendor en “Left” y “Faithful”, justo cuando la veleta apunta hacia el sur. Un disco que envenena, con los dos chicos adoptivos de Tucson ya oficialmente en nómina, con la cálida voz de Victoria Williams introduciendo “Spun” y con los versos del mítico Pappy Allen llorando vino dulce en “I´m So Lonesome I Could Cry”. Y por supuesto, el cameo habitual de Indiosa (la hija de Gelb) haciendo de “Bird Song” un escalofrío que deja secuelas.

Is All Over…the Map” (2004): Ha pasado una década, Rainer Ptacek hace tiempo que no está, los dos chicos de Tucson ya son mayores y se han emancipado, pero el talento de Gelb sigue intacto. Un disco resplandeciente, ventilado, con ojos de buey que se abren hacia la costa este (“NYC of Time”), hacia la rivera del Sena (“Les Forçats Innocents”), hacia los olores del Mediterráneo (“Napoli”). A veces vacilante y osadamente lo-fi, a veces suave y exquisito. Empieza con una gran verdad: “You can´t tell me but I know it´s all classico”. Y a partir de ahí el nivel del canal sube, inundándolo todo de cosas como blues (“Muss”), garage sucio (“Remote”), melodías pop sorprendentemente alegres (“Fool” y “Flying Around the Sun at Remarkable Speed”) o insurrección punk (la semi-versión “Anarchistic Bolshevistic Cowboy Bundle” de los Pistols). Aunque hay que rascar con astucia para hallar los tesoros enterrados: la nueva versión acústica, sin Lisa Germano, del “Cracklin´Water” que aparecía en “Slush” (97) de OP8; el embrujo de “Hood (View from a Heidelburg Hotel)”, posible segunda parte del “Walk on the Wild Side” de Lou Reed; la conmovedora presencia del piano, Vic Chesnutt y Henriette Sennervalt, haciendo crecer “A Classico Reprise” hasta el vedado infinito. Hay vida más allá de los desfiladeros.

“´Sno Angel Like You” (2006): En una iglesia de Ottawa, Gelb tuvo un encuentro celestial con The Voices of Praise. Y ahí se gestó el milagro. Un evangelio de blues, soul y gospel en el que Júpiter se alinea con Marte. Canciones que hablan de futuro, con la ruda voz de Gelb y su guitarra reblandeciéndose bajo las caricias de esos cánticos espirituales. La comunión da lugar al nuevo enfoque de “Neon Filler”, “Get to Leave”, “Robes of Bible Black” o “Chore of Enchantment”, clásicos de Giant Sand con otros vestidos. Y también se compromete al enésimo homenaje al malogrado Rainer (qué gran compositor), recuperando maravillas como “The Farm”, “That´s How Things Get Done” y “Worried Spirits”. Dos mundos nacidos para encontrarse. Un encuentro del que manan emociones históricas, que transporta el alma hasta Louisiana y el Misisipi, enriqueciendo las esferas de todo aquel que ama la música. Basta escuchar “But I Did Not”, “Nail in the Sky” o “Love Knows (No Borders)” contemplando plácidamente la fotografía que adorna el disco. Fuera hay frío, soledad, penumbra. Dentro brilla la luz.


La historia relatada ha terminado, pero el viaje todavía no. Lo que venga después es todo un misterio. El mundo está roto en mil pedazos que se pudren dentro de un container oxidado. Si lo agitas se oye música. Suena a Giant Sand. Suena a Howe Gelb.

www.howegelb.com
www.giantsand.com


08 noviembre 2006

DISCOS

THOM YORKE. The Eraser.

Volando libre.

En medio de la espera, ajeno a la impaciencia de los que piden nuevo material de su banda con más ansias que la lluvia, Thom Yorke decidió un día degustar la libertad y ventilar la espina que tenía clavada desde hace tiempo. El resultado es “The Eraser” (2006), un ejercicio de proyección de ambiciones y obsesiones, un experimento desencorsetado y ausente de ataduras. Dejándose llevar por esas musas digitales que siempre le cautivaron y arrastraron al borde del suicidio cósmico. Mano a mano natural con Nigel Godrich, más consejero que catedrático, para crear un mundo de evasión que en “The Eraser” o “Black Swan” casi roza lo intangible. “And It Rained All Night” y “Harrowdown Hill” se acercan más a Radiohead, a los de la era indagadora y rupturista (al recordarla siempre emerge “Idioteque”, ¿por qué será?). Pero los tiros van por otro lado, hacia un parentesco formal con Autechre, Pulseprogramming o Boards of Canada con remanente adicional de intimidad y misterio. Idilio que se hace pleno en “The Clock” y “Cymbal Rush”. Objetivo conseguido. El disco que el chico triste y ofuscado de Oxford siempre quiso hacer. Por fin.