18 mayo 2010

DISCOS

RETRIBUTION GOSPEL CHOIR. 2.

Recuerdos de un incendio.

Pongo este disco en funcionamiento. Inmediatamente me acosan los recuerdos. Recuerdos de una noche de diciembre, en el pasado Primavera Club, en un Círculo de Bellas Artes que ardía en gigantescas llamas por obra y gracia de tres pirómanos despiadados: Alan Sparhawk, Steve Garrington y Eric Pollard. Las canciones de éste su segundo largo coparon aquella hora de venganza arcaica. Entonces eran misterios, sugeridos en asombrosas bocanadas, no del todo desvelados. Ahora “Hide It Away”, “Your Bird”, “Workin´Hard”, “Poor Man´s Daughter” y “Electric Guitar” rugen imponentes en los oídos, como hostias consagradas por Ozzy Osbourne, Pete Townsend, Jimmy Page o Trent Reznor. Comulguemos con ellas y amén.

Como tarea de temporada, aunar la delicadeza aterciopelada de Low y la furia del rock más sucio ha sido coser y cantar. Demostrado queda que aquel primer disco, con las canciones de “Drums and Guns” (2007) fulgurantemente revitalizadas, no era la anécdota y/o ensayo que parecía. Alan Sparhawk va en serio: quiere quemarlo todo, hasta su propia piel. Y aunque Low seguirán en el altar de los mejores y sumarán puntos en su casillero (ineludible cita en el Auditorio del Fórum de Barcelona dentro de dos semanas para gozar “The Great Destroyer”), esta ocurrencia de nombre engañoso y advenedizo está condenada a ocupar su lugar en la historia. Regocijémonos y demos gracias, hermanos: el rock ha alcanzado la perfección.

www.retributiongospelchoir.com

09 mayo 2010

DISCOS

CLEM SNIDE. The Meat of Life.

Mente fértil.

Clem Snide han vuelto a nacer. “The Hungry Bird” (2009) recogía los retales de una ruptura efímera. “The Meat of Life” (2010) ensalza la fertilidad balsámica de Eef Barzelay. Hace poco Mondonoro publicaba la lista de sus diez discos favoritos. Neil Young, The Stooges, Neutral Milk Hotel, Smog, Can, Fela Kuti… toda una declaración de buen gusto. Un buen gusto extrapolado a su exquisita forma de componer. Mitad cantautor de campo, mitad crooner urbano, sus canciones siempre exhalan ese aliento sugerente, esa vitola de familiaridad, ese sabor a lección perdurable en los anales del tiempo. Aunque como todo escritor prolífico y metódico (también le pasa a Will Oldham), hay días de mayor y de menor inspiración. “The Meat of Life” no contiene gemas del calibre de “Me No”, “Hum” o “Pray”, presentes en su anterior trabajo. Y sin embargo es un disco que se cuela en los tuétanos, discreta y silenciosamente. Abierto con el magnífico rumor cambiante de “Wal-Mart Parking Lot”, el oído se acomoda al suave trantrán de “Denise” y “Anita”, al porte de oda country de “I Got High” y “Song for Mary”, o a la historia subyacente en “Denver”, que confirma a Barzelay como poeta de fina pluma y elegancia supina. Finura y elegancia que se magnifican en la homónima “The Meat of Life”, la mejor de un disco que abraza la discreción, cabalgando hacia oasis apartados y apacibles.

www.myspace.com/clemsnide

02 mayo 2010

CONCIERTOS

IGGY & THE STOOGES. Madrid. La Riviera. 30-4-2010.

Coitus interruptus.

Me niego a creer que Iggy sea capaz de hacer esto. Lo siento, pero me niego. Que se atreva a tocar hora y cuarto y se largue sin más, sin casi despedida y cierre, sin un último “hey, motherfucker” en condiciones. Y como lo mismo pasó con Sonic Youth hace días, y como Yo la Tengo hace poco prescindían de telonero para adelantar su comienzo una hora, cabe barajar una hipótesis: que todo se debe al contubernio judeomasónico de los dueños de La Riviera con partes varias. Hay que salvar la dignidad de la iguana todoterreno como sea. Iggy es el amo. Iggy Pop es el Rock. Así que echémosle la culpa al chachachá.

Anunciado estaba que “Raw Power” (73) sería el plato fuerte de la noche, y vaya si lo fue. Ventilado de pe a pa a las primeras de cambio, y por si no estaba del todo claro, Iggy y los retocados (se echó de menos a Ron Asheton, q.e.p.d.) Stooges certificaron este disco como obra seminal del punk, imprescindible en la retahíla de los más imprescindibles discos sanguinarios de la historia. Desde el delirante boom con “Raw Power” hasta el punto y aparte de “Death Trip”, el maremoto del ruido se coló en los huesos y el frenesí de la adolescencia en los pensamientos. Tiene guasa que un tipo con 63 años sea capaz de rejuvenecer como nadie a los que todavía (gracias a Dios) no son viejos. Porque Iggy, aparte de showman descarado y sin complejos, sigue pareciendo (¿o siendo?) un niño. El elixir de la eterna juventud le pringa cada célula, aunque últimamente se empeñe en decir que ya va siendo hora de contenerse. Un carajo. Él no entiende de medias tintas, y la causa defendida sin tregua durante más de treinta años requiere todo ese desenfreno y más. Así que prosigamos, a torso descubierto, haciendo el loco de atar, gastando la energía de una fuente ilimitada y asombrosamente renovable. El homenaje al “Raw Power” fue un torrente de adrenalina, un master brutal del que nadie quiso perderse las lecciones básicas (“Search and Destroy”, “Gimme Danger” o “Penetration”) y mucho menos los alumnos que invadieron el escenario (cómo no) para berrear la bien aprendida “Shake Appeal”.

¿Y después?. Pues unos cuantos éxitos, algunos grandes y otros casi, con las espectaculares “Open Up and Bleed” y “Fun House”, las intocables “I Feel Alright (1970)” y “Kill City”, y con el apoteósico latigazo de siempre, esa “I Wanna Be Your Dog” cuya prontitud reveló celeridad con remoto olor a urgencia. Urgencia materializada en un adusto y frío adiós, con el motor a tope de revoluciones y justo en medio del orgasmo colectivo. Con media hora más y unas bien vomitadas “1969”, “No Fun”, “Skull Ring” y “The Passenger”, la faena y sus secuelas hubieran sido históricas.

www.iggyandthestoogesmusic.com