02 mayo 2010

CONCIERTOS

IGGY & THE STOOGES. Madrid. La Riviera. 30-4-2010.

Coitus interruptus.

Me niego a creer que Iggy sea capaz de hacer esto. Lo siento, pero me niego. Que se atreva a tocar hora y cuarto y se largue sin más, sin casi despedida y cierre, sin un último “hey, motherfucker” en condiciones. Y como lo mismo pasó con Sonic Youth hace días, y como Yo la Tengo hace poco prescindían de telonero para adelantar su comienzo una hora, cabe barajar una hipótesis: que todo se debe al contubernio judeomasónico de los dueños de La Riviera con partes varias. Hay que salvar la dignidad de la iguana todoterreno como sea. Iggy es el amo. Iggy Pop es el Rock. Así que echémosle la culpa al chachachá.

Anunciado estaba que “Raw Power” (73) sería el plato fuerte de la noche, y vaya si lo fue. Ventilado de pe a pa a las primeras de cambio, y por si no estaba del todo claro, Iggy y los retocados (se echó de menos a Ron Asheton, q.e.p.d.) Stooges certificaron este disco como obra seminal del punk, imprescindible en la retahíla de los más imprescindibles discos sanguinarios de la historia. Desde el delirante boom con “Raw Power” hasta el punto y aparte de “Death Trip”, el maremoto del ruido se coló en los huesos y el frenesí de la adolescencia en los pensamientos. Tiene guasa que un tipo con 63 años sea capaz de rejuvenecer como nadie a los que todavía (gracias a Dios) no son viejos. Porque Iggy, aparte de showman descarado y sin complejos, sigue pareciendo (¿o siendo?) un niño. El elixir de la eterna juventud le pringa cada célula, aunque últimamente se empeñe en decir que ya va siendo hora de contenerse. Un carajo. Él no entiende de medias tintas, y la causa defendida sin tregua durante más de treinta años requiere todo ese desenfreno y más. Así que prosigamos, a torso descubierto, haciendo el loco de atar, gastando la energía de una fuente ilimitada y asombrosamente renovable. El homenaje al “Raw Power” fue un torrente de adrenalina, un master brutal del que nadie quiso perderse las lecciones básicas (“Search and Destroy”, “Gimme Danger” o “Penetration”) y mucho menos los alumnos que invadieron el escenario (cómo no) para berrear la bien aprendida “Shake Appeal”.

¿Y después?. Pues unos cuantos éxitos, algunos grandes y otros casi, con las espectaculares “Open Up and Bleed” y “Fun House”, las intocables “I Feel Alright (1970)” y “Kill City”, y con el apoteósico latigazo de siempre, esa “I Wanna Be Your Dog” cuya prontitud reveló celeridad con remoto olor a urgencia. Urgencia materializada en un adusto y frío adiós, con el motor a tope de revoluciones y justo en medio del orgasmo colectivo. Con media hora más y unas bien vomitadas “1969”, “No Fun”, “Skull Ring” y “The Passenger”, la faena y sus secuelas hubieran sido históricas.

www.iggyandthestoogesmusic.com

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