11 marzo 2018

CONCIERTOS: KELLEY STOLTZ

Madrid. Café Berlín. 9 de marzo de 2018.

 
Comienza el año de conciertos y lo hace con un tipo al que le teníamos unas ganas atroces. Por accidentes del destino nos quedamos con las ganas de verlo (y la entrada en el bolsillo) hace un par de años en la capital, pero lo bueno de Kelley es que tarde o temprano, siempre vuelve. Y vuelve a lugares recogidos, modestos, periféricos, aunque su música, por universal, sea óptima para pistas, anfiteatros y pabellones. Lo justo como introducción es hablar de “Que Aura” (2017), que llegó tarde a las cortinas, bien entrado ya el 2018, pues este es justo el motivo de una gira que ha dejado cinco fechas en España (en lugares pequeños, muy, muy pequeños), aunque el bueno de Kelley, eficaz y rápido como el rayo, ya se permita presentarnos futuras canciones. “Que Aura” es el enésimo muestrario, la enésima antología de un hombre que compone melodías legendarias como un churrero hace sus churros. Envuelto en esa neblina caleidoscópica que caracteriza su sonido más reciente, nos muestra otra miscelánea de las mil caras de este entrañable Jeckill y Hyde que no reniega de sus héroes de infancia, de los Wilson, los Davis y de Lennon, pero que con sus infinitos tentáculos de pulpo se empeña en abrazar la irresistible sombra de otros viejos amigos del soul y el glam-rock. 
 
Y Kelley en directo y con su banda (con espléndida mujer al bajo, otro apunte a una semana de reinvindicación) es igual de solvente, natural y efervescente, vistosa guitarra roja en ristre, a juego con sus pantalones, a juego con el cable del ampli. Empieza echando la vista atrás, poniendo en antecedentes con las lapidarias “I Don´t Get That” y “Your Reverie”, para lanzarse de cabeza a la piscina de su nuevo aura con tres flashes tan diferentes como “Some Pattern”, “Get Over” y “No Pepper for the Dustman”, contraste entre mundos extraterrestres, chic y rebeldes. Y entonces, como pececillo en el agua, decide que nos quiere presentar dos canciones nuevas, y se marca unas “Are You Optimist” y “My Friend” supremas, directas, sabrosas como todas sus creaciones de la A a la Z. Maldito genio, ¿cómo lo hará? Rescata algunas de sus más preciadas delicatessen, como “Pyramid of Time”, donde su dedo mágico se eleva, vuela y se posa sobre las teclas del sintetizador para llenar de ondas electrostáticas el ambiente. También rescata la tajante y ultranecesaria “Double Exposure”, la brillante “Ever Thought of Coming Back” con unos agudos que se quedan a medio camino entre el todo y la nada, y ese himno con riff inolvidable que dice “Are You My Love?”. Después toca el turno de hablar de San Francisco y hacer un monumento de “Walking Against The Greenlight”, convirtiendo el esbozo que suena en el disco en una titánica mole sónica, exhibición pianística incluida. El aire discotequero de “Empty Kicks” es solo un punto y aparte, un aperitivo para el plato principal de unos bises que, of course, requieren un atuendo de lentejuelas para festejar el embrujo del funky y el soul, hechos forma viviente en “Confidence” y en la maravillosa “Mercy Mercy Me” de Marvin Gaye. Toda una sorpresa, de las de frotarse los ojos, ese Kelley pasando de la formalidad al desmelene en un pis pás, de operario a actor en un fugaz parpadeo. Momento cumbre. Pero aún quedaba tiempo para un último grito aguerrido, el de “I see, I see no.. EVIL” de Television, ese temazo que abría aquel mítico “Marquee Moon” (77). La verdad, no esperábamos versiones, quizá porque su repertorio es tan amplio y reluciente que toda ayuda externa se antoja innecesaria. Pero he aquí que las versiones no son más que otro detalle ejemplificador del amor de este soberano genio por la música, por su trabajo y por la causa. Una causa de la que todos somos cómplices, pues músicos así son los que dan verdadero sentido a nuestra recalcitrante melomanía. 
 
www.kelleystoltz.com