12 julio 2016

CONCIERTOS: NOS ALIVE 2016

Lisboa. Parque Oeiras. 7-8-9 julio.

Yo sobreviví al NOS Alive 2016. Sí, sobreviví al festival de los Pixies, los Chemical Brothers, Radiohead y Arcade Fire, reyes de masificaciones, locuras y aplastamientos en otros lugares y ocasiones. Los festivales, esas pequeñas bestias con vida propia. Como todos los seres los festivales nacen, crecen, se reproducen y ¿mueren? Algunos no lo saben pero morirán. El FIB ya estuvo a punto. Si no controlas a la bestia al final sus garras te descuartizan. Quizá este haya sido el estirón para el festival portugués, un estirón netamente descontrolado. ¿Y cómo sobrevives a un monstruo humano como este? Pues gracias a los años de experiencia, pequeños trucos aprendidos tras decenas de festivales, estrategias de girl scout y sobre todo, mucha, mucha paciencia. Así se gana una guerra.

LOS CABEZA DE CARTEL

PIXIES: Estuvo bien hace doce años; ese regreso para saldar demandas pendientes y dar gusto a los melancólicos. Fans incansables y melancólicos sigue habiéndolos a puñados, pero la invención new Pixies es un extra innecesario. A nadie le importan esas nuevas canciones (las del “Indie Cindy” y el futuro “Head Carrier”), solo los viejos hits, esas “Velouria”, “Monkey Gone to Heaven”, “Where Is My Mind?”, “Here Comes Your Man” o “Debaser” reproducidas como una fotocopia en serie una y otra vez. Y la historia es siempre la misma, una historia que sin Kim Deal no tiene ninguna sustancia, con todos los respetos para la nueva bajista. La suerte de los Pixies es precisamente la anarquía, canciones que entre sus grietas y arrugas esconden perfectamente el error, el desafine o una voz cascada. Qué mal sonaron, por dios. Pero qué poquita gente se dio cuenta.

RADIOHEAD: Podríamos escribir un libro sobre este concierto, sí. Dos horas que dan para mucho, para lo bueno y lo malo, para teorías y disecciones sobre Radiohead, su evolución, sus manías, el eterno debate del éxito o el anti-éxito, etcétera. El caso es que tienen tantas cartas bajo la manga que de nada sirve irritarse cuando las maquinitas te ponen de los nervios; de repente Joni coge el fusil, aparecen naipes como “My Iron Lung”, “Street Spirit” o “Paranoid Android” y vuelves a amarlos con toda tu alma. “A Moon Shaped Pool” fue protagonista, pero ¿qué ocurrió con sus canciones? ¿A cuento de qué ese sonido aplatanado y confuso? Confirmado: a este álbum le falta carne. Por suerte aparecieron todos sus discos excepto “Amnesiac”, incluida la siniestra y sorprendente cara B “Talk Show Host”, un sentido recorrido-homenaje por todos los Radiohead que hemos conocido durante años. Si lo miras en conjunto la reconciliación se materializa sola. Si acaban con “There There” te olvidas de toda vacilación. Y si vuelven a salir y te agasajan con “Creep” (sí, señoras y señores, nada menos que “Creep”) y “Karma Police”, entonces ya no hay resquemor que valga. Definitivamente ganan el partido, y por goleada. Inmensos.

ARCADE FIRE: Dice mi amiga Sonia que Arcade Fire son un circo. Y tiene toda la razón: Win Butler como maestro de ceremonias, fieras corrupias, saltimbanquis, la mujer metálica, cabezudos y algún que otro payasete tocando el bombo. Una orquesta de directo puro y duro, todo un espectáculo. Me retracto y les reconozco el mérito, y me trago ciertas cosas que alguna vez ladré: que han perdido el norte o que van a morir de éxito. Perdonemos la insoportable pose disco fashion de coñazos como “Sprawl II” y “Reflektor”, quedémonos con la diversión y el rédito imponente de su histórico funeral y su biblia de neón. Dejémoslos caminar libremente a ver hasta dónde llegan. Es lo menos que se puede conceder a una banda que se permite tantas sorpresas y lujos. Como reclutar a Martin Wrenk y Jacob Valenzuela de Calexico en “Ocean of Noise” o contar con un sublime mago llamado Owen Pallett discretamente presente al fondo de la carpa. Pasen y vean.   

LAS EXQUISITECES

VINTAGE TROUBLE: Sorpresón, revelación, desmadre, exhibición, escándalo. Hacen falta muchas palabras para describir el show de estos californianos. Esa mezcla de rock and roll, soul y R&B entra a destajo por los oídos y promete, pero su puesta en escena es de traca. Como en los mejores tiempos. Como en los tiempos de James Brown. Porque sí, Ty Taylor es una especie de reencarnación del rey del soul pero a lo bruto. Y ojo a sus dicharacheros y pulcramente ataviados compañeros de reparto, que si bien pudieran también saltarían del escenario como berracos en celo. Sin tregua ni respiro, fiesta retro desde el minuto uno hasta el final, alcanzando el culmen con Taylor haciendo un largo por todo el Palco Heineken en brazos de la audiencia al son de la rotunda “Run Like The River”. Y es que además de ser unos cachondos tocan y cantan como Dios. Menudo bombazo.

ROBERT PLANT & THE SENSATIONAL SPACE SHIFTERS: The Who y Neil Young hace unos días. Ahora Robert Plant. Tremenda e inigualable dosis de Historia musical con mayúsculas. Y el señor Plant puede presumir de Historia, de sabiduría, de pelazo y de todo lo que le de la real gana. Los dorados años del hippismo y el rock pasaron dejando estelas que sobreviven en una vía láctea convertida en contenedor de mitos y culturas. Qué fantástica y multicolor lección de globalidad, de manos entrelazadas, de músicas conviviendo en una sola música. El sueño es posible. Como posible es hermanar sonidos ancestrales, rock and roll, folk tradicional y blues. Como posible es hermanar a Led Zeppelin con Leadbelly, Joan Baez o Bukka White. Como posible es hermanar a músicos de todos los rincones del planeta y formar precisamente eso: una familia de sensacionales viajeros del espacio. Los momentos Zeppelin (“Black Dog”, “Whola Lotta Love”, “Rock and Roll”) fueron los más celebrados, pero cada segundo de cada minuto de este gran crisol fue igualmente celebrable.

COURTNEY BARNETT: Una cosa buena de los festivales es que te hacen volver a cosas que por pereza tenías en espera. Ahí estaba esta jovencita, en el cajón de los “ya lo escucharé cuando me apetezca o pueda”. Y menos mal; ya estábamos tardando en descubrirla. La calidad de sus grabaciones se traslada al escenario con recursos mínimos (guitarra, bajo y batería, ¿hace falta algo más?) pero exactitud fidedigna. Los caminos del country y el grunge no se cruzan en Roma, se cruzan en Courtney Barnett. Toda una voz, una potencia escénica, un auténtico valor en alza. Las espléndidas “Small Poppies” y “Pedestrian at Best”, puntos álgidos del concierto, dan buena cuenta de sus talentos. Habrá que seguirle la pista tras este gran bautizo de gloria.

FATHER JOHN MISTY: Pues sí, parece ser que Josh Tillman ya ha encontrado el zapato a su medida. Se cansó de ser el actor secundario, el cantor solitario, el hombre invisible. Se transformó bajo un pseudónimo bluesero y dejó brotar la bestia parda que hay en él. Abrumadora metamorfosis. Ahora se contonea por el escenario como si fuera un gurú, un apóstol, una réplica neohippie de Nick Cave. Agarra la guitarra para rasguearla un rato pero acaba soltándola, unas veces en el aire, otras en el suelo, liberado, libre al fin. Se aferra al micro y se arrastra como un moribundo, y nos relata desde el alma sus historias con fachada de cuentacuentos atormentado. Y sus canciones cobran una nueva vida en directo, ganando en aroma, músculo, belleza y sabor. Una banda excelente lo acompaña, pero ¿quién se acuerda ahora mismo de la banda? Solo nos acordamos del renacido. De lo mejorcito del festival.

CALEXICO: Yo de mayor quiero ser una Calexico. Quiero tocar con ellos, viajar con ellos, irme de cañas con ellos. Hey chicos, puedo tocar lo que sea. ¿La pandereta? ¿No queréis una corista-panderetista? ¿Dónde hay que echar el currículum? Y es que Calexico no son una simple banda, son más bien una familia en la que unos entran y otros salen, unos vienen y otros van, y todos encuentran su lugar, como ya lo han encontrado Jairo Zavala o Sergio Mendoza. Improvisación y perfección, ambas presentes y 100% compatibles. Se divirtieron como la gran familia que son, funcionaron como la exacta turbina que son. Esta vez calibraron con precisión la verbena (“Cumbia de Donde”, “Inspiración”, “Crystal Frontier”, “Güero Canelo”) con la épica más rock (“Maybe on Monday”, “Black Heart”, “Bullets & Rocks”). Pasearon por gran parte de su discografía, nos colmaron con una inesperada y regia “All Systems Red” y no se olvidaron de Love. Las trompetas volvieron a echar humo, John nos dio otra distinguida lección a las baquetas y Joey cantó como en su vida. ¿Qué tendrán que no podemos dejar de quererlos?

JOSÉ GONZÁLEZ: Había notable curiosidad por ver a este chico en directo. Curiosidad por comprobar si de verdad es el tipo corriente, tímido y encantador que parece. Lo es. Curiosidad por ver si es sueño o realidad su prodigioso don a las seis cuerdas. Lo es. Curiosidad por saber qué formato ha diseñado para plasmar en vivo sus albinas composiciones. Formato de banda minimalista años sesenta con teclado, guitarra de acompañamiento, percusiones y coros angelicales. Y con todo eso el resultado es algo celestial, consiguiendo que la intimidad se convierta en una fiesta de palmas y danzas con temas como “Let It Carry You” o “Leaf Off/The Cave”. Y como él es muy dado al jugueteo y las versiones inverosímiles tampoco faltaron un regalo de Junip (“Walking Lightly”) y las curiosas cortesías a Kylie Minogue (“Hand on Your Heart”), Massive Attack (“Teardrop”) y The Knife (“Heartbeats”). Fuera de categoría.

Y OTRAS COSAS QUE CONTAR

-        Que The Happy Mess son una discreta copia de Arcade Fire, con un efectivo directo y canciones bastante lustrosas. Seguro que a Win Butler no le importaría comprar “Last Man Standing”. Primera ración portuguesa del festival.

-        Que The Chemical Brothers son más de lo mismo de hace casi veinte años: proyecciones chulas y dos tíos al lado de una mesa. Un detalle empezar con “Hey Boy Hey Girl” y hacernos recordar los viejos tiempos.

-        Que Sean Riley & The Slowriders, banda de culto en Portugal, son una muestra innegable del buen gusto musical de nuestros vecinos. Con la vista de reojo en los USA, elegantes, pero fatalmente programados a la hora del desmadre y de los Chemical. Impecables sus “Flying Back”, “Gipsy Eyes”, “Dili” y “Dark Rooms”.

-        Que los australianos Jagwar Ma son primos hermanos de sus paisanos Tame Impala. Psicodelia para bailar. Gran fiesta aperitivo a las seis de la tarde, con temas tan resultones como “Man I Need”, “Uncertainty” y “Come Save Me”.

-        Que Tame Impala se han hecho mayores y que un escenario mastodóntico ya no les queda grande. Y quizá nos escucharon cuando antaño los comparábamos con The Flaming Lips, pues ya se han apropiado del truco de los confetti. Solo media hora que dio para disfrutar de “Let It Happen”, “Elephant” o “The Less I Know The Better”. En el cara o cruz ganó Papá John Misty.

-        Que Two Door Cinema Club son una metralleta de ritmo, frenesí y estribillos pegadizos que vuelve literalmente loco al personal. A mí ni fú ni fá, pero ya es la segunda vez que me los trago. Cosas de festivales.

-        Que Hot Chip siguen siendo la misma pandilla de tipos raros y estrafalarios, que siguen haciendo buenos temas o reinterpretando los antiguos (inédita versión de “Boy from School” para empezar) y que hay que estar muy enfermo o ser muy soso para que no te hagan mover el esqueleto.

-        Que Band of Horses vuelven a cantar bingo aunque se apreciara algo menos de energía que en el Mad Cool. No obstante, era el último concierto de gira y el agotamiento es obvio. Pero tuvieron el detalle de esperarme para tocar “Cigarettes, Wedding Bands”, que esta vez sonó en la recta final. While they lied at night, they lied at night, while they lied”. ¡Gracias, muchachos!

-        Que M83 no es solo Anthony Gonzalez, sino una potentísima banda en directo, sonido electro-rock aderezado con ese impecable toque de saxo. Cámara y realizador se quedaron encallados en la monísima teclista, pero el show estaba en el ricitos de los tambores y guitarra de doble mástil. La gente se desperezó con “Midnight City”, pero las más explosivas fueron “Do It, Try It” y “Laser Gun”.

A Arturo: gracias por las fotos.