25 noviembre 2007

REPORTAJES


BLANCAS BICICLETAS (JOE BOYD)

La música también se lee.

“Lo único mejor que la música es hablar de música”. Es la frase que encabeza el prólogo de la edición española de “Blancas Bicicletas. Creando Música en los 60”. Una frase que encierra la respuesta a un dilema que muchos nos planteamos cada día: ¿por qué escribo sobre música?, ¿realmente me compensa?, ¿qué gano con ello?, ¿qué aporta a mi vida?. Tener la posibilidad de comunicar al mundo anónimo las impresiones que no puedes compartir a diario con seres de carne y hueso es tan creativo como reconfortante. No da beneficios tangibles, pero sí alegrías, la satisfacción de un sentimiento perfectamente expresado, de un comentario ocasional.

Hay muchas formas y medios de escribir sobre música. Y a veces leerla es igual de interesante que escucharla. Es lo que ocurre con este libro; una fotografía de los años dorados del cambio. Sin estricto orden cronológico pero con gran delicadeza, Joe Boyd retrata una década vertiginosa, la de los sesenta (aunque según el propio autor, los sesenta empezaron en 1956 y acabaron en 1973) que marcó el comienzo de un camino en lo que a música se refiere. Y no hay nada mejor que conocer la historia de la mano de alguien que estuvo dentro de ella, y más que eso, que fue uno de los actores principales del reparto. Boyd fue descubridor de talentos, propulsor del antro hippy londinense por excelencia (el UFO), páter de Witchseason Productions, amigo, consejero o guardaespaldas de grandes personajes de la época, y acabó trabajando en Hollywood como creador de bandas sonoras y cineasta. La vida narrada por Boyd en “Blancas Bicicletas” es tan fascinante como un cuento de hadas. De hadas con guitarras, caftanes, pantalones de campana y hierba en los bolsillos, claro está.

Leerse este libro es toda una aventura salpicada de nombres célebres (desde músicos a productores, pasando por empresarios, periodistas y otros frikis de la época), anécdotas entrañables (especial la de Joni Mitchell atrapada en plena redada nocturna, o el encontronazo con Bob Dylan en casa de Mary Vangi), apuntes técnicos (impagable el de cómo la tecnología ha eliminado la magia del factor acústica en las grabaciones) y sobre todo, un análisis soterrado y agridulce de cómo los sueños de aquellos días se quedaron en eso, solo sueños.

Es imposible ordenar y comentar las mil y una ideas del libro es unos cuantos párrafos, pero éstas sean quizá las historias más trascendentes, interesantes y reveladoras para un lector enamorado de la música.

NEWPORT FOLK FESTIVAL 65: Los millones de festivales actuales deben bastante a acontecimientos como este, un evento en el que se daban cita “folkies urbanos con contratos discográficos, hillbillies de los Apalaches que apenas habían salido de sus valles, una avanzadilla de grupos de ´músicas del mundo´ veinte años antes de su tiempo y artistas profesionales de blues, gospel y country que raramente actuaban ante audiencias de clase media”. Cualquier parecido con un festival del siglo XXI es pura coincidencia. Todo el mundo recuerda aquel domingo de abril del 65 como “el día del sacrilegio de Dylan”. Se ha elucubrado y fantaseado mucho sobre el tema, sobre lo que ocurrió en el escenario y las reacciones aledañas. Joe Boyd pone los puntos sobre las íes, desterrando para siempre engaños y mitos, y contando la verdad. No es cierto que Peter Seeger intentara boicotear la actuación en un ataque de ira; lo que hizo fue huir cariacontecido y despavorido hacia el parking del recinto. La mayoría de la gente no estaba preparada para tanto ruido. Transcribiendo: “Era algo que hoy damos por hecho, pero totalmente nuevo entonces: letras no lineales, una actitud total de desprecio por la expectación y los valores establecidos, acompañado todo ello de una ululante guitarra de blues y una potente sección rítmica, ejecutado por chicos jóvenes a volumen ensordecedor. Los Beatles todavía cantaban canciones de amor en 1965, mientras que los Stones tocaban una especie de pop sexy de raíces blues. Esto era distinto. Esto era el nacimiento del rock”. Sin más comentarios.

THE INCREDIBLE STRING BAND: Junto a Fairport Convention y Nick Drake, los escoceses fueron el mayor foco de satisfacciones (y de quebraderos de cabeza también) de Joe Boyd. El propio Joe define su primer encuentro con ellos de manera muy expresiva: “críos y drogas por todas partes, camisas y blusas floreadas, capas de terciopelo, pañuelos de seda y zuecos, todo imbuído del aroma del pachulí”. Al dúo inicial formado por Clive Palmer y Robin Williamson se fueron sumando posteriormente personajes que alteraron el rumbo del barco, en lo musical-escénico y en lo personal. Mike Heron asumió el brazo de almirante; Rose Simpson aprendió a tocar el bajo sobre la marcha y con una efectividad de pasmo; y Licorice se convirtió en un muñeco decorativo indispensable. De comuna psicodélica pasaron a reclutas de la cienciología, y sus maneras cambiaron radicalmente. El propio Boyd decidió indagar desde dentro en los misterios de la religión de moda, pero sus conclusiones (diplomáticas, eso sí) matan cualquier atisbo de interés (cienciología=negocio). “Blancas Bicicletas” despeja una duda crucial mantenida durante mucho tiempo: ¿por qué la Incredible String Band no aparece en la película sobre Woodstock?. Cuestiones meteorológicas, logísticas y del destino impidieron que el grupo alcanzara su gloria. Y Boyd se lamenta, y de qué manera, sobre ello.

El UFO: Montado inicialmente sobre los restos del decadente Blarney Club, el club UFO fue el santuario de los hippies de Londres y alrededores allá por el 67. Fue mucho más que una sala para conciertos. Era un espacio abierto a todo tipo de actividades (¿legales?, ¿ilegales?), donde se daban la mano músicos, revolucionarios, performers y todo hijo de vecino con necesidad de abstraerse del mundo exterior. Hasta Yoko Ono escogió a los actores de “Bottoms” entre el público del local. Como dice Boyd: “La gente se tragaba cualquier cosa”; conciertos de música rock, psicodélica, jazz de vanguardia, largometrajes de Kurosawa o Warhol, números de baile, luminotecnia. Lo que fuera con tal de alcanzar la gran evasión. De lo meramente musical, la lista de asiduos al escenario del UFO entre diciembre del 66 y septiembre del 67 estaba encabezada por unos Pink Floyd en plena ebullición. Junto a ellos, Soft Machine, Arthur Brown, The Social Deviants, Procol Harum, The Move, Tomorrow, The Knack, Pretty Things o Fairport Convention. El libro contiene la alucinante lista de programaciones diarias durante ese periodo.

PINK FLOYD: Joe Boyd define su música como la música de fondo del underground entre el 66 y el 67. Pese a descubrirlos y apostar por ellos, convirtiéndolos en cabeza de cartel casi continua del UFO, su trabajo común fue efímero (un par de singles). Según el propio Boyd: “el éxito de Pink Floyd es difícil de analizar o explicar; lo que trajeron de Cambridge era de cosecha propia, y el Londres de 1967 fue el primero en enamorarse de ello”. Rock ambiguo en conexión divina con la psicodelia, aderezado con luces en movimiento. El nombre de Pink Floyd siempre estará ligado (por los siglos de los siglos) al de Syd Barrett, pese a que la aportación de éste al proyecto fuera igualmente minúscula. Joe Boyd lo afirma: “Es posible que Syd sea el más famoso individuo de los Floyd, pero sus canciones han sido escuchadas solo por una pequeña fracción de los millones que han comprado discos de Pink Floyd”. El deterioro psico-químico llevó a Barrett a abandonar, y ahí empezó un nuevo episodio para la banda.

FAIRPORT CONVENTION: Al contrario que con los Floyd, el matrimonio con Fairport Convention fue sólido y duradero. En el lado opuesto de la Incredible String Band, Boyd define a los incipientes Fairport como “un grupo de chicos bien educados que se tomaban el rock and roll como si fuera una tesis doctoral”. La banda tiene un antes y un después, con punto de inflexión en el fatal accidente que, recién acabado “Unhalfbricking”, segó la vida de Martin Ramble. En ese antes y en el después, Richard Thompson es el faro guía, un guitarrista superdotado cuya forma de tocar evoca, todo según Boyd, “el sonido ininterrumpido de los gaiteros escoceses y la melodía del cantante, ecos de las guitarras de Barney Kessell y James Burton y el piano de Jerry Lee Lewis”. La otra gran pieza del rompecabezas es Sandy Denny. Boyd apostó por ella como voz del grupo desde el primer momento, dudando de que su personalidad no engullera al resto de la banda. El experimento funcionó durante algunas grabaciones, pero la ambición compositiva de Denny era demasiado fuerte y sus ansias de emancipación ilimitadas. La historia de Joe Boyd y Fairport Convention es una entrañable historia de admiración, fidelidad y amistad. Toda una lección.

NICK DRAKE: Existen muchas teorías y fábulas sobre él. La de Boyd es la definitiva, la creíble del todo, pues compartieron horas, juegos y discos. En sus descripciones sobre la figura de Drake, Joe Boyd no aporta nada que ya no se supiera: introspección, inseguridad, timidez. Lo espeluznante es el relato de cómo la letra de “Fruitree” (“seguro en tu lugar bajo tierra, entonces sabrán lo valioso que eras”) cobró sentido con el tiempo, después de la tragedia, creando sentimientos de culpabilidad por no prestar auxilio a alguien que lo pedía discretamente. En la aparente simplicidad de las canciones se escondía un Nick Drake revolucionario y virtuoso que sorprendía a todos, que enamoraba a todos. Lo dicen los que lo vieron tocar, los que sintieron sus acordes y estudiaron sus textos. Unanimidad absoluta. Su música despertó tantas expectativas que el mundo entero se volcó en ella (incluido el difícil John Cale), trabajando por y para ella, pero olvidando lo más importante: a la persona del músico. “Pink Moon” fue la solución drástica; solo guitarra y voz; la última (y quizá única) vez que Nick Drake hizo realidad un verdadero deseo. Ya lo decía “Fruitree”. Y ya lo dice Joe Boyd: “La música de Nick no fue banda sonora de los recuerdos de sus padres, por eso los oyentes modernos pueden hacerla suya”.

ADDENDA (LAS IMÁGENES): Además de muchos y variados relatos, “Blancas Bicicletas” contiene en sus páginas centrales una colección de fotos en blanco y negro que ponen cara a los protagonistas y dan veracidad a las descripciones. Bob Dylan aparece seguro de sí mismo en plena carretera a Woodstock en el 65. The Move posan con sus locas indumentarias y sus aires trascendentales. Dylan, Joan Baez, Peter, Paul & Mary, The Freedom Singers, Pete Seeger y Theodore Bikel interpretan “We Shall Overcome” cogidos de la mano en Newport 63. Nick Drake se asoma al abismo de un piano, elegante y dubitativo en el 68. La Incredible String Band (acompañada por el propio Boyd) sonríe a cámara en el 69. Fairport Convention ensayan para “Liege and Lief”, con Richard Thompson en el epicentro y Sandy Denny distraída y ausentada.

Blancas Bicicletas. Creando música en los 60” está editado por Global Rhythm Press, traducido por Ignacio Juliá y es una auténtica maravilla.

16 noviembre 2007

CONCIERTOS

WILCO. Madrid. La Riviera. 9-11-2007.

Wilco-Machine.

He visto muchos conciertos en mi vida. He visto muchas bandas sobre los escenarios. Pero he visto pocas como Wilco. Y eso que por circunstancias me perdí sus dos actuaciones más memorables en España: la del Primavera Sound 2004 (por subnormal) y la de Madrid en 2005 (las infaustas oposiciones). Aprovechando un argot detestable pero muy descriptivo, los de Chicago juegan en la Champions, son un equipo compacto y sin fisuras que ataca como los brasileños y defiende como los italianos, pasando por encima de cualquier hipotético rival. No hay quien los pare. Están en su momento cumbre. Y hay que ver lo que se divierten, y lo que divierten a un grueso de seguidores que va creciendo con cada disco y cada visita. Con tanta entrega y calor, es normal que Jeff Tweedy acabe enamorado hasta las trancas de nuestro país (¿y quién no?).

Ya lo aprecié en Barcelona, y ya lo escribí antes: son una maquinaria infalible, una especie de orquesta que sabe hacer del rock clásico algo cercano, palpable y moderno sin mancillar sus raíces. Lo de Nels Cline no tiene nombre; de sus tropecientas guitarras y sus extraños pedales y aparatos de efectos (amén de sus dedos de Jimi Hendrix caucásico) brotan chorros de petróleo. Y sigo impactada sin remedio por Glenn Kotche y su batería arquitectónica. Jeff Tweedy, aparte de portador del brazalete de capitán, se revela como un portento con las seis cuerdas; sus guitarras juguetean con las de Nels Cline y Pat Sansone (increíble exhibición en “Impossible Germany”), sin que ninguna se meriende a la otra. El resultado es una revisión al alza de las canciones, mucho más jugosas que en grabación; se nota especialmente en las de “Sky Blue Sky”, con mención a “Walken”, todo un torbellino en directo. Otras como “War on War”, “I Am Trying to Break Your Heart”, “A Shot in the Arm”, “Late Greats” o “Heavy Metal Drummer” son perfectas por definición, pero incluso también saben mejorarlas. Y qué forma (pura psicodelia) de finiquitar “Handshake Drugs”, con brumas electrostáticas. O qué forma de introducir “I´m the Man Who Loves You”, con apelación al cántico masivo y suspense. Dos momentos para detenerse: 1) “On and On and On”, emocionante, con ese piano incandescente y Tweedy cantando como en su puñetera vida; 2) “Spiders”, grande, subidones de mareo; tras ella los segundos bises (prácticamente un homenaje al lejano “Being There”) ya casi no vienen a cuento.

Entrada: 30 euros. Alojamiento: otros 30. Viaje: 4,40. Un concierto de Wilco no tienen precio. Para todo lo demás…

www.wilcoworld.com

10 noviembre 2007

CONCIERTOS

BENJAMIN BIOLAY. Madrid. Heineken. 6-11-2007.

Un buen día.

En 2004 Benjamin Biolay se subió al escenario Rock de Lux del Primavera Sound y dejó al descubierto todas sus vergüenzas. En 2007 Benjamin Biolay se sube a las tablas de la sala Heineken y arrasa. Es la diferencia entre un mal y un buen día. Es la diferencia entre un mal y un buen trabajo de sonido. Y sobre todo, es la diferencia entre un artista desorientado y uno completamente centrado. Era cuestión de tiempo; canciones tan tremendas merecen lucir aplastantemente en directo.

Muchos dirán que en todo esto hay algo de timo, que tantas programaciones juntas (todos los ritmos, por ejemplo) no hacen más que estrangular los paradigmas de la música en vivo. Hay gente que vive para quejarse y otros que viven para gozar. Hubo mayoría de los segundos, gozo continuado de dos horas, generosidad e intensidad absolutas. Sonido excelente desde el primer acorde de “Bien Avant” (cosa rara en las salas madrileñas). Extraño espectáculo, mezcla de culto solemne, improvisación gamberra e inspiración nihilista.

Los músicos: solo un par, uno para guitarras y otro para teclados y programaciones. Dos piezas suficientes, porque Biolay es el artista total que rota y rota por el escenario, del piano a la guitarra o al cassiotone, paseando un micro que viaja a todas partes con él, disfrutando como un enano. Su voz en directo gana enteros, en volumen, en profundidad. Pese a su reputación de “niño bonito” y sus parentescos, glamour cero, ni falta que le hace. Su pose es más la de un “enfant terrible” al que le encanta emborracharse. Pero sin perder las formas ante la audiencia; entre pitillo y pitillo siempre hay tiempo para una sonrisa agradecida o una palabra en cortés castellano.

Las canciones: “Rose Kennedy” (2002) fue el gran olvidado; solo “Les Cerf-Volant” puso emociones al rojo vivo en el bis. “Négatif” (2003) estuvo bien presente con una versión algo diferente de “Des Lendemains qui Chantent” y con una “Négatif” apoteósica. La graciosa “Chaise à Tokyo” puso el desenfado y el acompañamiento de un público que se sabe muy bien lo de “no manga, no bongo”. “Home” (2004) apareció fugazmente con una encantadora “La Plage”, que sirvió para las presentaciones de rigor. Hay que romper una lanza a favor de “A l´Origine” (2005); no hay entrevistador o crítico reciente que no haya recordado su fiasco comercial. Pero lo cierto es que es un disco enorme, lo atestiguan “Tant le ciel était sombre”, “Mon Amour M´a Bessé” o “A l´Origine”; en esta última apareció ese ramalazo hip-hopero que tan guardado se tenía el francés y que ahora empieza a confesar. Y en cuanto a “Trash Yé-Yé” (2007), copó la gran parte, mayormente en la recta final. “Laisse Aboyer les Chiens” sonó impecable pero demasiado pronto, “La Chambre d´Amis” (momento de soledad frente al piano) erizó los pelos, “Rendez-Vous qui Sait” (con guiño a los Smiths) y “Dans la Merco Benz” (con solo de trompeta amplificada) animaron a bailar y “Qu-est ce que Ça Peut Faire” cerró de forma brutal un concierto que parecía que jamás llegaría a su fin. Eso no significa que se hiciera largo. Eso significa que el galo dio más de lo esperado, de lo merecido, de lo pactado y de lo prometido. Y la palabra que lo resume resuena en su lengua materna: chapeau. Aunque también valdría “de puta madre”…

www.benjaminbiolay.com

04 noviembre 2007

DISCOS

PJ HARVEY. White Chalk.

Canciones de porcelana.

Hace ya tiempo que oí este disco por primera vez, y lo coloqué en la cola de asuntos pendientes de comentar. Sigue en la cola; es hora de sacarlo. Sobre todo porque hay alguien que lo está deseando (saludos, Rous). Si he tardado tanto es simplemente por dificultad. La primera escucha aturde de pura claustrofobia y frialdad (cómo influye el estado físico en los sentimientos musicales y viceversa). Pero es inevitable volver sobre los pasos caminados, aunque solo sea por sagrada devoción a esta mujer que sabe metamorfosearse como nadie. La Polly rockera desapareció. Ha nacido la Polly barroca. Atrás queda la adrenalina del pasado, el nick de “pollyjean” que tantas conversaciones sobre la susodicha (y tantas amistades interesantes) me proporcionó en los chats. Ahora es señora, señoría o doña. Una artista que ha decidido despojarse de cualquier cliché amenazante con rotundidad salomónica, renovando registro, estilo y vestuario. Enhorabuena.

White Chalk” (2007) es intimista y pálido. Ya se sabe, está plagado de pianos, instrumento que nunca ha querido dar más guerra de la necesaria. Y aunque representa un cambio, el sello PJ Harvey sigue estando impreso como una marca de agua, especialmente en “Dear Darkness” y “When Under Ether”. La voz (siempre grandiosa) explora cuevas abandonadas y las canciones, delicadas, exquisitas y caras como la porcelana, se sostienen sobre una repisa que se tambalea peligrosamente. Las baquetas genuinas de Jim White ponen topes salvadores a “White Chalk”, “Silence” y “Before Departure”, pero “Grow Grow Grow”, “Broken Harp”, “To Talk to You” o “The Mountain” parece que se van a hacer añicos en cualquier momento. ¿Y quién pagará el desastre?. Le pondré una etiqueta de “muy frágil” y lo guardaré en el trastero, junto a las cosas que no quiero tener cerca pero de las que no quiero desprenderme.

www.pjharvey.net

01 noviembre 2007

AGENDA

ACONTECIMIENTOS EN NOVIEMBRE

Vale más una lista de conciertos que mil palabras.

ILIKETRAINS- Madrid. 3 noviembre. Moby Dick.
Barcelona. 4 noviembre. Apolo.

BENJAMIN BIOLAY + LLOYD COLE- Cartagena. 3 noviembre. Nuevo Teatro Circo.

RUFUS WAINWRIGHT- Barcelona. 4 noviembre. Auditori.
San Sebastián. 7 noviembre. Kursaal.
Cartagena. 9 noviembre. Nuevo Teatro Circo.
Málaga. 10 noviembre. Teatro Cervantes.
Madrid. 12 noviembre. Teatro Coliseum.

INTERPOL + BLONDE REDHEAD- Madrid. 8 noviembre. La Riviera.
Barcelona. 9 noviembre. Razzmatazz.

BENJAMIN BIOLAY
- Madrid. 6 noviembre. Heineken.
Valencia. 7 noviembre. Heineken Greenspace.
Barcelona. 10 noviembre. Bikini.

THE NEW YORK DOLLS- Madrid. 7 noviembre. Joy Eslava.
Valencia. 8 noviembre. Cormorán.

WILCO- Barcelona. 8 noviembre. Razzmatazz.
Madrid. 9 noviembre. La Riviera.
Zaragoza. 10 noviembre. Oasis.
Bilbao. 11 noviembre. Palacio Euskalduna.

ROBOCOP KRAUS- Madrid. 15 noviembre. Caracol.
Bilbao. 16 noviembre. Azkena.

SUPER FURRY ANIMALS + RATATAT (Wintercase 2007)
Valencia. 15 noviembre. Cormorán.
Madrid. 16 noviembre. Joy Eslava.
Bilbao. 17 noviembre. Santa 27.
Barcelona. 18 noviembre. Razzmatazz.

EDITORS + HOW I BECAME THE BOMB (Wintercase 2007)
Bilbao. 15 noviembre. Santa 27.
Madrid. 17 noviembre. Joy Eslava.
Valencia. 19 noviembre. Cormorán.
Barcelona. 20 noviembre. Razzmatazz.

SPOON + EXPLOSIONS IN THE SKY (Wintercase 2007)
Bilbao. 21 noviembre. Santana 27.
Valencia. 22 noviembre. Cormorán.
Madrid. 23 noviembre. Joy Eslava.
Barcelona. 24 noviembre. Razzmatazz.

THE NATIONAL- Barcelona. 17 noviembre. Apolo.

DEVENDRA BANHART- Madrid. 20 noviembre. Joy Eslava.
Barcelona. 22 noviembre. Apolo.

JOSÉ GONZÁLEZ- Madrid. 21 noviembre. Heineken.
Barcelona. 22 noviembre. Razzmatazz.

JOSH ROUSE- Murcia. 21 noviembre. Auditorio.
Madrid. 22 noviembre. Joy Eslava.
Barcelona. 24 noviembre. Bikini.

COCOROSIE- Barcelona. 23 noviembre. Apolo.
Murcia. 24 noviembre. Auditorio.
Valencia. 25 noviembre. Heineken Greenspace.

AIR- Barcelona. 30 noviembre. Razzmatazz.
Madrid. 1 diciembre. La Riviera.

TWO GALLANTS- Barcelona. 30 noviembre. Apolo.
Madrid. 1 diciembre. El Sol.