22 enero 2006

RETROSPECTIVAS

NICK CAVE & THE BAD SEEDS. Tender Prey.

Ojo por ojo.

Trabajo de chinos. La discografía del tosco australiano y las malas semillas es tan especial y prolífica que escoger un algo que la represente es tan difícil como apasionante resulta siempre escribir sobre ellos. Finalmente, “Tender Prey” (88) es el elegido, un disco que aglutina lo mejor de la banda en su periodo más activo y, por qué no, atractivo. Sinuoso, apocalíptico, dramático y exacerbado. Elegancia desafiante multiplicada por siete.

Y escoger “Tender Prey” tiene su explicación; el disco comienza con una de las mejores canciones, sin duda, jamás compuestas e interpretadas. Y sin personalizar en sus autores; jamás compuestas e interpretadas en general. “The Mercy Seat” es la canción con mayúsculas, un canto rabioso, desgarrado y oscuro, gobernado por el caos del ultimátum. Las cuerdas abruptas de Harvey, Bargeld y Powers, un nudo de turbulencias que amenaza con el abismo, poniendo el corazón en un puño. La historia se repite de forma similar, aunque menos grandilocuente, en “City of Refuge” y “Sugar, Sugar, Sugar”.

Up Jumped the Devil” es otra de las grandes. Misteriosa y suave, perfecta para el engaño. Esos acordes de piano que acunan los sentidos, preludio de una invasión infernal imprevisible. Igual que “Sunday´s Slave”, con sus aires de western decadente, o la solemne “Mercy”, donde las semillas dejan de serlo para convertirse en altísimos matojos de hierbas venenosas y retorcidas.

Entre tanto aberrunto claustrofóbico, no hay que olvidarse de respirar. El oxígeno entra en forma de suave balada por “Watching Alice” y “Slowly Goes the Night”. También “Deanna” es un agujero salvador, una celebración cargada de ironía, pero singularmente alegre.

La obra arrancaba con una autosentencia lapidaria (“I´ve got nothing left to do and I´m not afraid to die”) y se cierra justamente al revés, dando las gracias por una nueva mañana (“New Morning”). ¿Moraleja?. Detrás de ese rictus frío y maquiavélico, de esa negra silueta, siempre ha habido un corazón latiendo con fuerza.

20 enero 2006

REPORTAJES

RUFUS & MARTHA: GARGANTAS SUPERDOTADAS.

La matemática de los genes.

Son hermanos. Se parecen. No lo pueden ocultar. Sus caminos son paralelos, partiendo de un origen común, buscando destinos alternativos que acaban irremediablemente dándose la mano. Rufus y Martha Wainwright, ésos dos privilegiados.

El camino arranca en Nueva York y continúa en Montreal. La dedicación a la música folk de sus progenitores, Loudon Wainwright III y Kate McGarrigle, hace bueno un dicho que pocas veces falla: de tal palo, tal astilla. Vocación temprana, inspirada o teledirigida, incluídos como piezas de un puzzle de sangre subido a un escenario. Foto familiar. McGarrigle Sisters and Family los llevó a hacer sus pinitos infanto-juveniles junto a su madre y su tía Anna. Evidentemente, en tales circunstancias no hay marcha atrás.

La historia de Rufus ya abarca cuatro discos de estudio, colaboraciones diversas, cameos cinematográficos y un lugar indiscutible en una escena a veces no bien preparada para su idiosincrasia y parapeto escénico-vital. Con formación clásica y moderna, sus trabajos son un combinado atemporal irresistible cargado de referencias múltiples. El rock, el soul, la música de cámara, la opereta, el cabaret, el gospel, y también el teatro. Sus últimas entregas, los interconectados “Want One” (2003) y “Want Two” (2004), republicados juntos en 2005, reflejan la mezcla al máximo nivel. “Old Whore´s Diet”, la sublime canción que cierra el segundo de ellos, es como una addenda-resumen de todas sus influencias y obsesiones, en compañía de su gran amigo Antony (Antony & the Johnsons). Amigos, personajes. Contracorriente, controvertidos, incomprendidos.

Todos esos elementos convierten sus canciones en un espacio abierto y participativo, invirtiendo los solitarios esquemas de una voz que emociona, feroz e inquebrantable. Una voz y un planteamiento de historias profundas, reivindicativas e intelectuales que lo emparenta con Ron Sexsmith, con Mark Eitzel, con gente a la que recuerda pero a la que no se acaba de parecer. Un barco que navega sin tocar tierra firme.

La historia de Martha en solitario comienza en 2005, con la publicación de su debú homónimo, después de haber sido llave maestra de apoyo y acompañamiento para su hermano, en definitiva, para toda su familia. Un disco cálido y sensible, que acaricia los oidos con una base country-folk-rock pura e indiscutible. Canciones que hablan de la vida, la soledad, la tristeza, la superación, cosas cotidianamente bellas. “Take my hand across the crowd”. “I have no children, I have no husband, I have no reason to be alive” (“Far Away”). Otra voz inmensa y delicada, que sube, que baja, que amenaza con quebrarse, que agota sus recursos, que susurra (“These Flowers”, “This Life”), que estalla de pena incontenida (“Bloody Motherfucking Asshole”, “Ball and Chain”). En la onda de las más veneradas, Édit Piaf, Nancy Sinatra, Joan Baez, Joni Mitchell… Bienvenida y celebrada.

Dos hermanos, dos historias. Galopando en caballos distintos que beben del mismo abrevadero. Dos gargantas superdotadas capaces de emitir al mundo en frecuencias saturadas de emoción. La genética no falla. En ellos está la prueba.

16 enero 2006

DISCOS

JERONIMO. 12h33.

El mundo con él.

Un Monde sans Moi” (2003) lo dió a conocer a un mundo que, hasta entonces, sobrevivía sin él. “12h33” (2005) fue la esperada continuación, certificando el talento compositor de este belga rebelde y sereno a partes iguales. En esta ocasión más pausa, menos electricidad. Preciosas canciones pop, como “La Fille que J´Aime”, “Moi Je Voudrais” y “La Chienne de Baikonour “, son la principal materia prima de su nueva travesía, tocando la fibra sensible de todo hijo de vecino. “Corrina, Corrina” y “Ce que Nous Ont Laissé les Vieux” descubren su faceta blues y folk (armónica incluída), haciendo adivinar una presunta devoción por grandes como Dylan o Springsteen. Aunque el rock también está presente, a divino cuentagotas, en “Tout les Gents que Tu Aimes Vont Mourir un Jour” (apabullante y cruel verdad) o en las absolutas “Je Vais Tout Plaquer Sauf Toi” y “Les Mains Qui Tremblent”. Un disco completo que va creciendo hacia una atmósfera tensa, una humareda entre psicodelia y post-rock que en la instrumental “Pour Partir” acaba cortando el aire en finísimas rebanadas. El mundo con él es otra cosa.

10 enero 2006

RETROSPECTIVAS

DOMINIQUE A. Remué.

Alma pensante en movimiento.

Artista. Músico. Poeta. También persona. Se llama Dominique Ané. ¿Hay alguien que todavía no lo conozca?. Dejad que os cuente algo sobre él…

Remué” (99) es duelo, controversia y reflexión. El álbum más crudo y espinoso del francés hasta su fecha. También hasta la fecha actual. Sus curvas duras, góticas y desgastadas se salpican de pequeños halos de luz inalcanzable. Algo estaba pasando en su interior. Alma en conflicto, cabeza en movimiento. Catorce relatos donde la belleza y el dolor se funden en una sola cosa.

Comment Certains Vivent”. Cómo viven algunos. Cómo vivimos todos. Primera encrucijada. Guitarras que aullan y se retuercen, demandando un oído que las escuche y una mano que las acaricie.

Péres”. Padres. Referencia. Más guitarras tejiendo una malla ficticia sobre la que planea el recuerdo, el ideal, en definitiva, el engaño. Al caer solo hay suelo, el frío suelo.

Encore”. Más ruido, agitación. Y de repente la calma, un piano abriendo un abanico de seda que oculta lo que espera al otro lado.

Je Suis une Ville”. Soy una ciudad. Me ofrezco al mundo, para que sus ojos me admiren. Pero todo pasa y yo sigo aquí. Las mismas calles, los mismos parques. Todo melancolía. La más bella, quizá.

Tu Vas Voir Ailleurs”. Vas a ver en otra parte… lo que no puedes ver aquí. Cadencia oscura y susurros preocupados. Más distorsión eléctrica.

Avant L´Enfer”. Antes del infierno. Una reflexión previa llena de sosiego y evocación. Guitarra española, piano y oboe formando una familia entera y unida.

Exit”. Salida. Al infierno, quizá. Un triste responso acompañando a un funeral bajo un manto de lluvia espesa y turgente, con instrumentos que lloran y rinden tributo póstumo a coro.

Douanes”. Aduanas. Lugar de control, lugar de confluencia. Experimentación y melodía. Máquinas de ritmos, atmósferas sintetizadas. Producto total y perfecto apto para la importación.

Ma Vieille Téte”. Mi vieja cabeza. Cansada de dar vueltas, de tribular. Otra de las imprescindibles. Estrofas lineales y milimétricas. Un típico viaje en tren, sin paradas, giros ni perturbaciones.

Le Détour”. La vuelta, el recodo. Otra vez la tranquilidad del agotamiento. Guitarras acústicas. Retoques de viento en progresión jazz; claro, el jazz, arte convulso por excelencia.

Rien Qu´A Voir”. Nada que ver. Segundo himno funerario, segunda parte del anterior, una vez que las nubes se han marchado, y los primeros rayos de sol confirman que la vida sigue.

Retrouvailles”. Reencuentros. Deseados, dolorosos, buscados, inevitables. Chanson por excelencia. Golpes percutores asesinos, y más guitarras llorosas y difusas.

Surestimé”. Sobrestimado. Se refiere al amor. Resultado de desengaño, imposibilidades, guerra interior. Hondamente melancólica, grandiosamente hermosa. Duele.

Le Morceau Caché”. El pedazo escondido. Locura, muerte y sinsentido. Sello perfecto para franquear una carta llena de heridas, preguntas y miedos, arrojarla al buzón de las casualidades sin destinatario y esperar que llegue a quien deseamos.

Removida, conmovida, trajinada. La sinceridad compartida de un ser que es humano, aunque no lo parezca. Como las buenas obras de arte contemporáneo: rara, retorcida, absurda, inaccesible, y lo más importante de todo, libremente interpretable.

03 enero 2006

DISCOS

BROKEN SOCIAL SCENE. Broken Social Scene.

Uno para todos, todos para uno.

En un entorno musical paradójico en que los grupos nuevos afloran a la misma velocidad que las ideas se estancan, aún hay gente capaz de hacer girar el planeta. El colectivo de Toronto se sitúa, junto a bandas como The Arcade Fire, Animal Collective, British Sea Power o The Polyphonic Spree, a la cabeza de aquellos que ven el bosque en lugar de árboles. Heterodoxas procedencias, heterodoxos enfoques. “Broken Social Scene” (2005) logra el dificilísimo reto de superar a “You Forgot It in the People” (2002), dando otra vuelta de tuerca a la proliferación de instrumentos, efectos y voces. Cercano a la psicodelia fluorescente de los primeros Mercury Rev, a la distorsión casera de Pavement, a la melodía espesa de Yo la Tengo, a las tupidas guitarras de Slowdive y al muro sónico de Phil Spector. Un disco que incluso se atreve, en su segunda mitad, a realizar incursiones suicidas en la electrónica y el R&B, sin perder con ello un ápice de coherencia y expresividad. Una excursión por sendas recargadas y revueltas, lleno de vaivenes, colores y sorpresas. Y todo ello impregnado de un aroma a años setenta que invita a inspirar hasta que los pulmones revienten. “Major Label Debut”, “Ibi Dreams of Pavement”, “7/4 (Shoreline)”, “Fire Eyed Boy”, “Windsurfing Nation” y “Superconnected” deberían ser obligatorias por imposición de ley. Seguro que ésta la cumpliría todo el mundo. Y de buen grado.