22 noviembre 2006

RETROSPECTIVAS

GIRLS AGAINST BOYS. Venus Luxure Nº 1 Baby.

A la sombra de los monstruos de Seattle.

1987, nace Nirvana. 1992, “Nevermind”. El mito echa a correr. Aquellos maravillosos 90. La era del grunge. Mientras el estado de Washington se convertía en santuario público de los nuevos paradigmas del rock en los USA, Washington DC, en la costa opuesta, asistía al nacimiento de bandas dispuestas a ocupar el trono de Pussy Galore y Minor Threat. Mientras formaciones como Alice in Chains, Pearl Jam, Mudhoney, Screaming Trees o Sunny Day Real State empezaban a arder como la pólvora, raros engendros como Fugazi emergían de las cenizas de incendios pasados. Y de la mano de Fugazi, al tiempo y a su vera, nacían Girls Against Boys.

Cualquiera de sus discos entre el 93 y el 96 es dignamente recuperable. ¿Quién no recuerda temas como “Don´t Got a Place”, “Super-Fire” o “Disco Six Six Six”?. Pero “Venus Luxure Nº 1 Baby” (93) quizá sea su álbum cumbre, el alegato de calidad y reconocimiento de una banda personalísima, a caballo entre el hardcore y el punk, pantanosa, inspirada y adictiva.

Porque las grandes bandas tienen una cosa que las mediocres no alcanzan: sello de identidad. Y en este disco (su estreno en Touch & Go Records) ese sello queda definido sobre las bases apuntadas desordenadamente en “Tropic of Scorpio” (89). Una identidad que comienza en la voz cavernosa y quebradiza de Scott McCloud, y que se prolonga en las atómicas líneas de bajo de Johnny Temple y Eli Janney (cerebro instigador del invento) y en las guitarras a propulsión. Así, Girls Against Boys suenan a Girls Against Boys.

Como en todos sus trabajos, en “Venus Luxure Nº 1 Baby” no hay medias tintas. O todo o nada. O ruido o calma. Más de lo primero que de lo segundo. Pero ellos siempre han sabido hacer ruido de manera diferente y para espacios diversos. Ruido de salón con lámparas de araña, como en las elegantes “In Like Flynn”, “Go Be Delighted” y “7 Seas”. Ruido de trastero desordenado en “Rockets Are Red”, “Learned It” y “Billy´s One Stop”. Y luego está ese ruido con guitarras de velocidad salvaje que hacen de “Let Me Come Back” y “Bullet Proof Cupid” dos rallyes agotadores pero excitantes. En la calma tampoco falta la electricidad, aunque “Satin Down”, “Get Down” y “Bug House” exploran otros terrenos, más subrepticios y trascendentales.

Imprescindibles. Un disco redondo. Un compendio de todos los tesoros de una banda que en la actualidad vive en medio del interrogante. ¿Habrá nuevas canciones pronto?. ¿Habrá nuevo desembarco en nuestro país, más solemne y anunciado que el de 2005?. Por lo pronto, disfrutemos con los cuadernos de bitácora colgados en su web en el apartado “tour diary”; las fotos y los comentarios no tienen desperdicio.

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