DÍA DE LA MÚSICA. Matadero Madrid. 22-23 junio de 2012.
Viernes.
El Día de la Música
(que es el 21 de junio, San Luis Gonzaga) definitivamente se ha convertido en
una celebración sonada en Madrid. Lo que empezó como un homenaje disperso y
gratuito se ha convertido en otro festival más, un evento que sin duda da color
a la oferta musical veraniega en la capital, albergado nuevamente en el
remozado recinto del Matadero, un espacio con encanto y excelentes
comunicaciones cuyo único inconveniente sea la diafanidad de su parte
descubierta, incompatible con las horas de sol más puñeteras del día. Y qué
mejor manera de celebrar esa cosa tan hermosa que es la música que con un muestrario
lo más completo y variopinto posible. Soul, pop épico, psicodelia, rock oscuro,
electrónica, folk, krautrock, hip hop, americana y rockabilly. Indies
incipientes junto a curtidos veteranos, sin olvidar el producto nacional.
Enhorabuena a los programadores, pues no se puede aglutinar y optimizar mejor
la selección.
La jornada del
viernes comenzaba con LEE FIELDS & THE EXPRESSIONS y con el dilema
moral de tener que renunciar a esos Tindersticks que son palabra de Dios
para la que suscribe (lo siento, hoy tengo el día rácano y no pago otros dos
euros). Por suerte, el repertorio de Staples y compañía, cuyo show se demoró
por retrasos aéreos, no distó mucho del ofrecido en su última visita. Volviendo
a Lee Fields, mito viviente del soul y hermano gemelo de James Brown,
su concierto fue una manera impecable de arrancar un festival. Con alma, con
saxo y trompeta, con una forma de cantar que solo saben dominar los que tienen
la piel muy, muy negra. Estupendamente recibidos fueron el músico y su banda,
sudando la gota gorda a pleno sol con trajes y corbatas. Delicioso fue
disfrutar de temas como “I Still Got It”, “Wish You Were Here” o
“Faithful Man” (y comprobar que muchos se las sabían, oiga). Delicioso
fue sumergirse en un mundo descabalado donde los indies se olvidan por un
momento de los grupos de moda para abrazar la nostalgia. Entrañable es la
palabra. Lo auténtico y genuino es bueno, y punto.
A continuación era
hora de comprobar a qué suena en vivo el pastiche retro de TWIN SHADOW.
Pues a nada de lo que aparece en sus grabaciones. Sobre el escenario las
canciones de George Lewis Jr. pierden todo el fuelle del que gozan en el
reproductor, y puedo hablar de las de aquel espectacular “Forget” (2010),
pues todavía está por publicar “Confess”, su nuevo álbum previsto para
julio. A “When We´re Dancing” y “Slow” se las podría salvar por
los pelos, no así a “Tyrant Destroyed”, “At My Heels” o “Castles
In The Snow”. Las nuevas, exceptuando la avanzadilla de “Five Seconds”,
quedan únicamente como esbozos o promesas de lo que quizá serán. Está claro que
el fuerte de este tipo no es el directo.
En la fresquita y
penumbrosa Nave 16 aparece uno de los grupos más esperados del fin de semana: BEAR
IN HEAVEN. Apostar por ellos es acertar. Con un repertorio centrado en su
mayoría en el reciente “I Love You, It´s Cool” (2012), el trío
capitaneado por Jon Philpot (¿su parecido con Ian Brown es solo
apreciación mía?) vino a demostrar lo contrario que Twin Shadow: que su
directo es poderoso, infeccioso y fiel. Bastó solo una, la imponente “Idle
Heart”, para confirmarlo. Después hubo de todo, excelentes tours de force (“Cool
Light”), desmelenes bailongos (“The Reflection of You”, “Wholehearted
Mess”), explosiones rave (“Space Remains”), elegancia electro pop (“Warm
Water”, “World of Freakout”) y, cómo no, la archideseada e impecable
“Lovesick Teenagers”. Calidad abrumadora para un concierto sin respiro.
Toca el turno de
enfrentarme por segunda vez y sin desearlo a esos imberbes que se hacen llamar TWO
DOOR CINEMA CLUB y qué están volviendo loco al personal. Y cómo no tengo
elección decido intentar que me gusten. No lo consigo del todo, pero al menos
me integro como parte de la euforia colectiva y al ritmo de “Something Good
Can Work” y “What You Know” acabo creyendo que estoy en un concierto
de Talking Heads. Por supuesto, es solo mi juguetona y poderosa imaginación.
A favor de ellos hay que decir que tocan de maravilla, alcanzando velocidades
supersónicas.
Por último en este
viernes musical, turno de deleitarse una vez más con otros que suelen ser
apuesta segura: THE RAVEONETTES. Hoy es mi día de suerte: como se
cumplen diez años de su debú, aquel electrizante “Whip It On” (2002),
deciden darle cancha y encadenan unas “Attack of The Ghost Riders”, “My
Tornado”, “Bowels of The Beast” y “Beat City” que me hacen
dar palmas con las orejas, y recordar aquel concierto mítico en el FIB 2003. Antes
de eso, “Dead Sound”, “Love In a Trashcan” y “That Great Love
Sound” ya se habían encargado de quemar madera, calibrar el humo y la
distorsión y crear ambiente, ese ambiente muy retro y negro como la pez que tan
bien saben gestionar. Espectaculares aunque demasiado breves.
Mañana o pasado
continuará.
2 comentarios:
Sorpredente el directo (al menos para mi) de los Bear in Heaven con esa extraña pero refrescante mezcla de estilos en cada uno de sus temas. Lástima que la parte final del concierto tuvieramos que irnos, pero Tindersticks...no pude decir que no.
Por cierto, bastante desastrosa la programación horaria ¿no?
Pues sí, buenos a rabiar Bear In Heaven, ya me entusiasmaron sus discos y no menos su directo.
Ay los Tindersticks, llevo 3 días sintiéndome culpable por haber renunciado a ellos... pero no se puede estar en todas partes.
Lo de los horarios creo que solo ocurrió el viernes, aunque yo apenas si me enteré.. solo los Raveonettes me descolocaron empezando 20 minutos más tarde.
Un saludo, Fede!
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