24 junio 2012

CONCIERTOS

DÍA DE LA MÚSICA. Matadero Madrid. 22-23 junio de 2012.

Viernes.

El Día de la Música (que es el 21 de junio, San Luis Gonzaga) definitivamente se ha convertido en una celebración sonada en Madrid. Lo que empezó como un homenaje disperso y gratuito se ha convertido en otro festival más, un evento que sin duda da color a la oferta musical veraniega en la capital, albergado nuevamente en el remozado recinto del Matadero, un espacio con encanto y excelentes comunicaciones cuyo único inconveniente sea la diafanidad de su parte descubierta, incompatible con las horas de sol más puñeteras del día. Y qué mejor manera de celebrar esa cosa tan hermosa que es la música que con un muestrario lo más completo y variopinto posible. Soul, pop épico, psicodelia, rock oscuro, electrónica, folk, krautrock, hip hop, americana y rockabilly. Indies incipientes junto a curtidos veteranos, sin olvidar el producto nacional. Enhorabuena a los programadores, pues no se puede aglutinar y optimizar mejor la selección.

La jornada del viernes comenzaba con LEE FIELDS & THE EXPRESSIONS y con el dilema moral de tener que renunciar a esos Tindersticks que son palabra de Dios para la que suscribe (lo siento, hoy tengo el día rácano y no pago otros dos euros). Por suerte, el repertorio de Staples y compañía, cuyo show se demoró por retrasos aéreos, no distó mucho del ofrecido en su última visita. Volviendo a Lee Fields, mito viviente del soul y hermano gemelo de James Brown, su concierto fue una manera impecable de arrancar un festival. Con alma, con saxo y trompeta, con una forma de cantar que solo saben dominar los que tienen la piel muy, muy negra. Estupendamente recibidos fueron el músico y su banda, sudando la gota gorda a pleno sol con trajes y corbatas. Delicioso fue disfrutar de temas como “I Still Got It”, “Wish You Were Here” o “Faithful Man” (y comprobar que muchos se las sabían, oiga). Delicioso fue sumergirse en un mundo descabalado donde los indies se olvidan por un momento de los grupos de moda para abrazar la nostalgia. Entrañable es la palabra. Lo auténtico y genuino es bueno, y punto.

A continuación era hora de comprobar a qué suena en vivo el pastiche retro de TWIN SHADOW. Pues a nada de lo que aparece en sus grabaciones. Sobre el escenario las canciones de George Lewis Jr. pierden todo el fuelle del que gozan en el reproductor, y puedo hablar de las de aquel espectacular “Forget” (2010), pues todavía está por publicar “Confess”, su nuevo álbum previsto para julio. A “When We´re Dancing” y “Slow” se las podría salvar por los pelos, no así a “Tyrant Destroyed”, “At My Heels” o “Castles In The Snow”. Las nuevas, exceptuando la avanzadilla de “Five Seconds”, quedan únicamente como esbozos o promesas de lo que quizá serán. Está claro que el fuerte de este tipo no es el directo.

En la fresquita y penumbrosa Nave 16 aparece uno de los grupos más esperados del fin de semana: BEAR IN HEAVEN. Apostar por ellos es acertar. Con un repertorio centrado en su mayoría en el reciente “I Love You, It´s Cool” (2012), el trío capitaneado por Jon Philpot (¿su parecido con Ian Brown es solo apreciación mía?) vino a demostrar lo contrario que Twin Shadow: que su directo es poderoso, infeccioso y fiel. Bastó solo una, la imponente “Idle Heart”, para confirmarlo. Después hubo de todo, excelentes tours de force (“Cool Light”), desmelenes bailongos (“The Reflection of You”, “Wholehearted Mess”), explosiones rave (“Space Remains”), elegancia electro pop (“Warm Water”, “World of Freakout”) y, cómo no, la archideseada e impecable “Lovesick Teenagers”. Calidad abrumadora para un concierto sin respiro.

Toca el turno de enfrentarme por segunda vez y sin desearlo a esos imberbes que se hacen llamar TWO DOOR CINEMA CLUB y qué están volviendo loco al personal. Y cómo no tengo elección decido intentar que me gusten. No lo consigo del todo, pero al menos me integro como parte de la euforia colectiva y al ritmo de “Something Good Can Work” y “What You Know” acabo creyendo que estoy en un concierto de Talking Heads. Por supuesto, es solo mi juguetona y poderosa imaginación. A favor de ellos hay que decir que tocan de maravilla, alcanzando velocidades supersónicas.

Por último en este viernes musical, turno de deleitarse una vez más con otros que suelen ser apuesta segura: THE RAVEONETTES. Hoy es mi día de suerte: como se cumplen diez años de su debú, aquel electrizante “Whip It On” (2002), deciden darle cancha y encadenan unas “Attack of The Ghost Riders”, “My Tornado”, “Bowels of The Beast” y “Beat City” que me hacen dar palmas con las orejas, y recordar aquel concierto mítico en el FIB 2003. Antes de eso, “Dead Sound”, “Love In a Trashcan” y “That Great Love Sound” ya se habían encargado de quemar madera, calibrar el humo y la distorsión y crear ambiente, ese ambiente muy retro y negro como la pez que tan bien saben gestionar. Espectaculares aunque demasiado breves.

Mañana o pasado continuará.

2 comentarios:

Fede Sánchez dijo...

Sorpredente el directo (al menos para mi) de los Bear in Heaven con esa extraña pero refrescante mezcla de estilos en cada uno de sus temas. Lástima que la parte final del concierto tuvieramos que irnos, pero Tindersticks...no pude decir que no.
Por cierto, bastante desastrosa la programación horaria ¿no?

Mary dijo...

Pues sí, buenos a rabiar Bear In Heaven, ya me entusiasmaron sus discos y no menos su directo.

Ay los Tindersticks, llevo 3 días sintiéndome culpable por haber renunciado a ellos... pero no se puede estar en todas partes.

Lo de los horarios creo que solo ocurrió el viernes, aunque yo apenas si me enteré.. solo los Raveonettes me descolocaron empezando 20 minutos más tarde.

Un saludo, Fede!