THOM YORKE. The Eraser.
Volando libre.
En medio de la espera, ajeno a la impaciencia de los que piden nuevo material de su banda con más ansias que la lluvia, Thom Yorke decidió un día degustar la libertad y ventilar la espina que tenía clavada desde hace tiempo. El resultado es “The Eraser” (2006), un ejercicio de proyección de ambiciones y obsesiones, un experimento desencorsetado y ausente de ataduras. Dejándose llevar por esas musas digitales que siempre le cautivaron y arrastraron al borde del suicidio cósmico. Mano a mano natural con Nigel Godrich, más consejero que catedrático, para crear un mundo de evasión que en “The Eraser” o “Black Swan” casi roza lo intangible. “And It Rained All Night” y “Harrowdown Hill” se acercan más a Radiohead, a los de la era indagadora y rupturista (al recordarla siempre emerge “Idioteque”, ¿por qué será?). Pero los tiros van por otro lado, hacia un parentesco formal con Autechre, Pulseprogramming o Boards of Canada con remanente adicional de intimidad y misterio. Idilio que se hace pleno en “The Clock” y “Cymbal Rush”. Objetivo conseguido. El disco que el chico triste y ofuscado de Oxford siempre quiso hacer. Por fin.
Volando libre.
En medio de la espera, ajeno a la impaciencia de los que piden nuevo material de su banda con más ansias que la lluvia, Thom Yorke decidió un día degustar la libertad y ventilar la espina que tenía clavada desde hace tiempo. El resultado es “The Eraser” (2006), un ejercicio de proyección de ambiciones y obsesiones, un experimento desencorsetado y ausente de ataduras. Dejándose llevar por esas musas digitales que siempre le cautivaron y arrastraron al borde del suicidio cósmico. Mano a mano natural con Nigel Godrich, más consejero que catedrático, para crear un mundo de evasión que en “The Eraser” o “Black Swan” casi roza lo intangible. “And It Rained All Night” y “Harrowdown Hill” se acercan más a Radiohead, a los de la era indagadora y rupturista (al recordarla siempre emerge “Idioteque”, ¿por qué será?). Pero los tiros van por otro lado, hacia un parentesco formal con Autechre, Pulseprogramming o Boards of Canada con remanente adicional de intimidad y misterio. Idilio que se hace pleno en “The Clock” y “Cymbal Rush”. Objetivo conseguido. El disco que el chico triste y ofuscado de Oxford siempre quiso hacer. Por fin.
1 comentario:
Mary
Excelentes referencias he leído de esta obra. Trataré de oirlo sobre todo por las reminiscencias que señalas, aunque el lastimoso modo de cantar de Yorke me cansa a veces.
Saludos
Oscar
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