31 mayo 2011

CONCIERTOS

PRIMAVERA SOUND 2011

Sábado.

JOHN CALE: Acceso al auditorio sin ticket de reserva y por los pelos. Bingo. “Paris 1919” merece esa incertidumbre y tensa espera. John Cale es uno de esos grandes que siempre se había escapado por pitos o flautas. El concierto prometía, no solo por su temática, también por su formato. Y no defraudó. Los mitos como Cale jamás defraudan. Encorbatado, con falda galesa y muy bien arropado: por su banda, un trío exquisito que se lució (especialmente en los temas de regalo) y por BCN216, la orquesta residente del Auditori. Con tal cantidad de buenos músicos por metro cuadrado era obvio que el disco invitado debía sonar grandioso y especial. Y extraordinariamente especiales resultaron “The Endless Plain of Fortune”, “Paris 1919”, “McBeth” y “Half Past France”: dejando poso, despertando sensibilidades secretas, haciendo casi llorar. Grande no, enorme.


FLEET FOXES: No entiendo el fenómeno Fleet Foxes. No son nada modernos. Hacen folk puro y duro, música de hace cuarenta años. Música que, desgraciadamente, ya no mola, ya no vende. Pero ahí están, reventando el escenario San Miguel como jamás se había visto en este festival a estas horas de la tarde. Debe ser que la gente no es tan tonta y ha captado el mensaje de sus canciones hermosas sobre árboles, pájaros, amistad y tiempos mejores. Me cachis, sigo sin entenderlo: los mismos que corean esas canciones no paran de mirar el Twitter en sus móviles. En fin, su concierto fue de nota alta e inmaculado. Más o menos lo que se esperaba. Con tonadas y armonías tan requetebuenas y con lo bien que saben tocar, lo tienen todo hecho. Decidieron no abusar de “Helplessness Blues” y dedicar más tiempo a sus viejas canciones, esas que nunca tuvimos el placer de degustar en vivo porque es la primera vez que pisan suelo español. Y vaya, “Sim Sala Bim” y “The Shrine/An Argument” son tremendas, pero “Ragged Wood”, “Drops in The River”, “Mykonos”, “Your Protector”, “White Winter Hymnal” y “Blue Ridge Mountains” no tienen nombre. Son como una bocanada de aire fresco. El que no se deleite con ellas es que no tiene sangre en las venas.



EINSTÜRZENDE NEUBAUTEN: Faltan las palabras. Qué difícil es contar un concierto de los Neubauten. Ladrones de desguaces, recicladores de chatarra. Artistas e ingenieros. Padrinos de un sonido imposible de replicar. Alemanes, evidentemente. Máquinas perfectas haciendo música de otra esfera. Jugando con instrumentos y cachivaches nada convencionales, con el tiempo y el silencio. Diseñando y construyendo un show de antología. La leyenda es verdadera. Blixa Bargeld tuvo uno de sus buenos días, otro elegante, poderosísimo y marcial maestro de ceremonias al que no hay quien le tosa. Alexander Hacke y Jochen Arbeit son dos lobos feroces al bajo y la guitarra. Pero definitivos en la idiosincrasia de la banda son Rudolf Moser y Andrew Chudy; sin su delirio de percusiones catatónicas nada tendría sentido. “The Garden” abrió el surrealista recital, seguida por esa obra maestra post-industrial llamada “Die Befindlichkeit Des Landes”. “Let´s Do It A Da-Da” pulsó el botón del trance, “Haus Der Luege” el del metal extremo, “Sabrina” y “Susej” mostraron el lado humano de las bestias. Malditos festivales, ¿por qué grupos así tienen que marcharse tan pronto?. Ni siquiera los fogonazos de “Redukt” consiguieron aplacar el hambre. Indescriptibles, únicos, de otro mundo.



PJ HARVEY: Hay que ver lo que cuida Polly últimamente la puesta en escena. Todo estudiado al milímetro. Como una aparición mística, de blanco y con plumas en el pelo. Y cómo no, acompañada por unos impecables Mick Harvey, John Parish y Jean-Marc Butty situados a muchos metros de ella y prácticamente invisibles. Bonito pero inapropiado para un escenario mastodóntico. Ni el sonido, ni su voz ni sus ondas magnéticas llegaban más allá de las primeras filas. Como la luz de una pequeña vela tratando de iluminar una nave industrial. “Let England Shake” sonó casi al completo, reproducido con una exactitud pasmosa. Y lo bueno que tiene PJ Harvey es que busca y rebusca en su baúl particular antes de cada concierto, y se saca de la manga no solo trapos y complementos asombrosos, sino esas canciones que nunca habrías esperado, que llevan tanto tiempo en barbecho. Esta vez le tocó el turno a “C´mon Billy”, “The Pocket Knife” o “Angelene”. También se sumaron “Down By The Water”, “The Sky Lit Up”, “Big Exit” y una final y aguerrida “Meet Ze Monsta”. Revisando todas las etapas de su historia pero sin viajar lo suficientemente atrás: faltaron “Dry” y “Rid of Me”. Pero es que claro, aquella y esta Polly Jean nada tienen que ver.



THE JON SPENCER BLUES EXPLOSION: La explosión blues ha resucitado: aleluya. Jon Spencer, Judah Bauer y Russell Simmins han vuelto por sus fueros, haciendo lo que mejor saben: dejarse la piel y la sangre en escena, volver loco al personal. Una hora y pico llena de blues-rock grasiento y desmadrado. Ni una pausa más larga de tres segundos, ni un jodido respiro. Ni te da tiempo a asimilarlo; sus conciertos son de esos en los que no dejas de repetirte “no sé qué están tocando pero me encanta”. Por ahí se adivinan “She Said”, “R.L. Got Soul” y “Bellbottoms”. Todo junto, a veces revuelto. Da igual, es todo un espectáculo. A media luz y echando toda la carne a la parrilla. Al final suena “Magical Colors” engordada a base de electricidad, espasmos y pedales, desembocando en un terremoto que parte los huesos al grito de guerra de “blueees explooosion”. Excitante, tremendo y agotador.



ANIMAL COLLECTIVE: Ya van dos. La segunda oportunidad que doy a Animal Collective y la segunda vez que no puedo soportarlos. Sí, seguro que son el grupo más innovador, molón y original del planeta, unos refrescantes geniecillos y bla, bla, bla. Pero ¿qué clase de aberración estaban perpetrando para clausurar el festival?. ¿Qué estaban tocando?. ¿Qué se traían entre manos?. Algunos bailan porque a esas horas todo les da igual, y otros se quedan mirando el escenario con cara de tontos. De repente “Brother Sport” devuelve un poco a la vida, pero nada, todo espejismo. Panda Bear y sus chicos han decidido nuevamente ser los más chulos del lugar. Y hay horas, plazas y situaciones en las que el riesgo se paga caro. Adiós, Animal Collective, adiós ahora y para siempre.


CONCIERTOS

PRIMAVERA SOUND 2011

Viernes.

AINARA LEGARDON: La jornada del viernes comenzaba más o menos como la del jueves: con una gran mujer rockera cara al sol. Solo que a la bilbaína se le nota más solidez, el rodaje fruto de la veteranía. Las comparaciones son odiosas, pero Ainara lleva a sus espaldas la etiqueta de émula de la PJ Harvey primitiva. Las canciones del último “We Once Wished” fueron las protagonistas de un show plagado de espasmos eléctricos, de surcos cavados en la tierra reseca, de vidas sin aire y plantas sin agua. “You Gave Me” es un ejemplo de cómo el rock puede remover las entrañas.


AVI BUFFALO: Contentos de estar por primera vez en España, el jovencísimo cuarteto de Long Beach pecó de novato, o quizá de suicida: decidieron regalar un puñado de canciones nuevas (que muy pocos conocían) en detrimento de su luminoso y virtuoso álbum de debú. Y no es que las nuevas estén mal (no, están de lujo), pero a algunos les apetecía algo más que corear el manido estribillo de “What´s In It For” o babear con la exhibición guitar hero de “Remember Last Time”. A su favor hay que decir que, amén de simpáticos, candorosos y ultracorrectos, poseen un don especial: tocar como curtidos profesionales y sonar como una banda consagrada.


THE MONOCHROME SET: De la reaparición de The Monochrome Set no se podía esperar otra cosa que un batallón de grandes éxitos. Dicho y hecho. Sin despeinarse, elevando la flema británica a la máxima expresión, asumiendo las inconveniencias con desparpajo (esos problemas con la guitarra de Bid), pulcros, exquisitos y enormes. Una gozada recuperar esas canciones directas a la yugular, como “The Monochrome Set” (comienzo obvio), “The Jet Set Junta”, “Eine Symphonie Des Grauens” o “Jacob´s Ladder”. Sí, esto son auténticos temazos y lo demás son tonterías. Apunte obligatorio para la sonrisa eterna de madre de la baterista Jennifer Denitto: qué amor de mujer.


M. WARD: Como no había tenido el gusto de coincidir nunca con este señor, no sabía realmente qué esperar. Todo un placer, Mr. Ward. Me hizo usted pasar uno de los momentos más vibrantes, carnosos y auténticos de todo el festival. Me hizo usted revivir a los clásicos que tanto amo y cerciorarme de que el mojo todavía existe. Me hizo usted deleitarme con el dulcísimo sabor de “Poison Cup”, “Chinese Translation” y “Fisher of Men”. Y aunque me privó de mi adorada y venerada “Stars of Leo”, se lo perdono. Gran sorpresa. Acompañado de una banda impresionante (con doble batería), centró su repertorio en los anacrónicos y espléndidos “Post-War” y “Hold Time”, sin escatimar en guiños interesantes: a su entretenimiento paralelo Monsters of Folk, a Buddy Holly (“Rave On”), a Howlin´Wolf (“Howlin´for My Baby”), a Daniel Johnston (“To Go Home”) y hasta al amo Chuck Berry (“Roll Over Beethoven”). Demostrando una actitud en el escenario propia de los más grandes, postulando a la categoría de hijo adoptivo de Neil Young. Torero.


PERE UBU: David Thomas ya no es el mismo, ¿o si?. Convertido en la mitad, machacado por unos años que no pasan en balde, pero genio y figura ante todo. Un maestro de ceremonias implacable para dictar los caminos de un disco que marcó una época, una nueva lectura del punk y el garage. Y “The Modern Dance” jamás sonó tan impoluto, tan límpido, tan rabiosamente actual. Como solo dura 36 minutos, había que aderezarlo para su puesta en escena con algún que otro zambombazo del estilo de “Final Solution”. Después, el álbum ordenado y al completo, majestuoso. Entre pieza y pieza pequeños y divertidos speech, historias sobre la incomprensible naturaleza del azar y las relaciones amorosas, lecciones de vida de un hombre que, entre berrido y lingotazo, nos demuestra una vez más que no es un alien, sino un ser terriblemente humano. Merecido bis, sí señor.


LOW: La música de Low detiene el tiempo, acota el espacio. Tras dos o tres canciones hay una cortina invisible a tu alrededor; nada existe, ni la gente, ni la noche, solo ellos. Atrapan. “Nothing But Heart” puede ser un comienzo demasiado arriesgado pero suficientemente determinante: calma, muchachos, no hay prisas que valgan. “C´mon” fue el protagonista, con unas “You See Everything”, “Especially Me” o “Witches” que dejaron sin aliento. La relectura más sosegada de “Monkey” demostró que hasta lo más mínimo puede ser moldeado con un poco de paciencia y amor. “Silver Rider”, “Sunflowers”, “Murderer” y “Canada” volvieron a aparecer pero ¿a quién le importa que se repitan?. Y por cierto, la conexión Low-Retribution Gospel Choir queda definitivamente definida: Eric Pollard también estuvo acompañando a los teclados. Una familia que crece, se expande y se convierte cada vez más en una piña. Ya lo dijo Alan Sparkhaw en su alarido final: “Your family is forever”.


DEERHUNTER: Cada vez que vienen al Primavera Sound tocan en un escenario un poco más grande. Ya solo les queda el San Miguel. Tras verlos por cuarta vez una cosa queda clara: que su credibilidad y solidez como banda crece en progresión geométrica. Sus discos pueden resultar a ratos incómodos, pero en directo queman y arrasan. Melodías de bandera retorcidas en llamas a golpe de pedal. “Desire Lines” y “Hazel St.” formaron un tándem inicial de ensueño. Sin pausas ni titubeos, ofrecieron un concierto megalítico, lleno de momentos gloriosos. Como esa estratosférica “Nothing Ever Happened” ensamblada con la sui generis versión de “Horses” de Patti Smith. O como una bellísima “Helicopter” que recordó la estela onírica de Mercury Rev. O como ese atracón lisérgico de la mano de “He Would Have Laugh”. Puede que a veces se gusten y recreen en demasía con alardes progresivos innecesarios, pero la evidencia es lapidaria: son superlativos.


PULP: El retorno puntual a la vida de Pulp también era uno de los platos más deseados del festival, a tenor de la congregación de público en la explanada San Miguel. Y como era de esperar, Jarvis Cocker dio la talla, sacando a pasear de nuevo lo mejor de su faceta payasera y exhibicionista. Como en los mejores tiempos. “Do You Remember The First Time?” dio el pistoletazo de salida. Se habían anunciado canciones de todas las épocas y las hubo, aunque las ovaciones para “Different Class” se llevaron la palma. “Disco 2000”, “Something Changed”, “Sorted for E´s & Wizz” y “F.E.E.L.I.N.G.C.A.L.L.E.D.L.O.V.E” siguen poniendo la pica en algún lugar (ya recóndito) de un corazoncito crecido, sufrido y curtido en otras batallas. Pero ya no es lo mismo. El momento Pulp ya pasó. Igual que el momento Suede ya pasó. Igual que tantos y tantos momentos pasaron. Celebras a los clásicos revividos cuando te vuelven a hacer sentir lo mismo que en el pasado. Pero eso no ocurre con Pulp. Al solemne compás de “This Is Hardcore” me retiro. Y le digo adiós a “Common People” sin ningún remordimiento.

CONCIERTOS

PRIMAVERA SOUND 2011

Jueves.

MARINA GALLARDO: Tarjeta recién vinculada y primeras sospechas de fiasco flotando en las precintadas barras de bebida. La madrugada vespertina nos llevaba a pelear con un sol de justicia, aunque no tanto como a Marina Gallardo. Tocar en el Ray Ban a esas horas es una putada como un piano. Aún así, la gaditana y su banda construyeron un concierto sombrío y contundente, lleno de aristas y rabia contenida, dejando el folk acústico para otro día. Falta voz pero sobran canciones: siniestras canciones, enormes canciones.


ISLET: “Celebrate This Place” y “Wimmy” son dos chutes tales de adrenalina que resulta imposible no sucumbir a la curiosidad. En efecto, los galeses en directo están tan zumbados como se presuponía, superando incluso la ficción. Rotaciones instrumentales, gritos de guerrilla urbana y bacanal de percusiones krautrockeras con vía libre a la espontaneidad. Los fantasmas de Liquid Liquid (un año antes en el mismo escenario) sobrevuelan las cabezas. “Horses and Dogs” y la absoluta “Iris” quedaron bordadas pero “We Shall Visit” fue pura descoordinación. Energético y loquísimo mini-concierto.



DM STITH: El de DM Stith también fue un mini-concierto; apenas cuatro canciones como excusa para introducir a su amigo Sufjan. La clásica estrategia de guitarra acústica y pedal de repetición para un par de temas, un sutil acompañamiento para los otros dos. Benditos los músicos de formato ahorrativo; susurros, silbidos y chasquidos se multiplicaron como panes y peces llenando de magia el auditorio. Un músico de otra dimensión (cuánto recuerda a Patrick Watson) al que ya le llegará su momento de gloria.


SUFJAN STEVENS: No hago más que leer estos días que el de Sufjan Stevens ha sido el mejor concierto de las vidas de muchos. Señaladme, detenedme, condenadme y quemadme en la hoguera si queréis porque yo, lo confieso, y también pido perdón, no conseguí llegar hasta el final. Es incontestable que visualmente el espectáculo (fluorescentes, proyecciones, bailarinas) no tiene parangón. Pero no sé de qué lado posicionarme; no sé si asombrarme, si reir o llorar. No sé si es cool, si es hortera, si es fastuoso o forzado. La metamorfosis de este tipo no termino de entenderla. El show se centró en su reciente “The Age of Adz”, con sus cósmicas canciones desfilando una por una casi en estricto orden. “The Age of Adz”, “Get Real, Get Right” y “Vesuvius” me tocan en momentos puntuales, pero otros detalles (bailecitos incluidos) me enervan. Prefiero un millón de veces verlo solo atacando el “The One I Love” de REM con su acústica, o verlo sosegado al piano para abordar “Now That I´m Older”. De repente ya no puedo más, tanta megalomanía y faraonismo me supera, empiezo a sentir náuseas o ansiedad o yo que sé qué, y me tengo que marchar. Sí, sé que por idiota me perdí “Chicago”. Pero era huir o morir .



GRINDERMAN: Ay, querido Nick Cave, qué ganas se te tenía en este festival. Cómo se hacina y rebulle la marabunta a tus pies para no perder detalle. Por supuesto, al australiano le basta con levantar un dedo para cambia el orden del mundo. Él tiene el poder. Es un animal. Sin sorpresas, el concierto fue otra de sus típicas borracheras de truenos y relámpagos. Y eso que no sonó del todo bien, que “When My Baby Comes” o “Palaces of Montezuma” causaron más pupa que placer. Aún así, sus canciones-puñetazo conquistan todos los vastos y sagrados territorios del rock. Desde los aullidos de “Mickey Mouse and The Goodbye Man” hasta la sangre coagulada de “Love Bomb”, pasando por el aceite hirviendo de “Get It On”, “Honey Bee (Let´s Fly To Mars)” o “No Pussy Blues” y una “Grinderman” interpretada de la forma más colosal posible. Dichosos aquellos que en las primeras filas pudisteis tocar la mano del Mesías, bajando de los cielos a la tierra al ritmo abotargado de “Kitchenette”.



SUICIDE + INTERPOL: Lo que Nick Cave dice va a misa (esto ya lo he dicho antes). Y como Nick Cave nos dice que no nos perdamos a Suicide, le hacemos caso. Estaba dentro de lo previsto. También estaba dentro de lo previsto que “First Album” sonara salvaje. Demasiado salvaje. Insoportablemente salvaje. Una jodida taladradora haciendo añicos el cráneo. Jesús, cómo ha envejecido Alan Vega, si casi no se tiene en pie. Aunque el cigarro puro no hay quien se lo quite. Dios sabe que hacemos un esfuerzo, pero a la altura de “Girl” los sesos empiezan a derramarse sobre el cemento. Es tiempo de retirada, de un larguísimo paseo hasta el escenario Llevant. Si el año pasado el Vice estaba en Badalona, este año este nuevo emplazamiento está cerca de Gerona. Allá se lucen Interpol, impecables y asépticos como de costumbre, tirando de canciones nuevas con demasiada alegría. Aparece “The Heinrich Maneuver” en un atisbo de recuerdo. Pero las de más atrás no llegan, el cansancio y la impaciencia ganan la batalla y toca sacar el billete de vuelta. De vuelta a Barcelona, de vuelta al festival.



THE FLAMING LIPS: No lo puedo remediar: The Flaming Lips son como una droga. Me hacen tan sumamente feliz que nunca podré desengancharme de ellos. Qué forma de salvar una jornada tan estresante y accidentada. Qué forma de devolvernos la fe. Qué espectáculo tan maravilloso, sin trampa ni cartón, sanísimo, puro como el corazón de un niño. Mucho más sincero, fresco y estimulante que lo de Sufjan. Los conciertos de los de Oklahoma llevan manual de instrucciones: nos lo leyó Wayne Coyne en los preámbulos. Su paseo estelar dentro del globo gigante es ya un clásico. Un comienzo atronador seguido de la atronadora “Worm Mountain”. Un montón de globos, humo y confetti escupido a cañonazos. Vamos, el rollo de siempre, pero siempre apoteósico, siempre como nuevo. También hubo pop espacial, rock y psicodelia de la buena, con Coyne ejercitándose más de lo corriente a la guitarra (fantásticas guitarras tuneadas). Nunca faltan “The Yeah Yeah Yeah Song” o “Yoshimi Battles The Pink Robots”. “Pompeii Am Götterdämmerung” (a golpe de gong) y “What Is The Light?” (a golpe de karaoke) nos dieron alas para volar. Y para postre, el desenlace que todos intuíamos: “Race for the Prize” y “Do You Realize?”, insuperables para acabar la fiesta en las nubes. ¿Qué se puede decir después de algo así?. Que son unos monstruos. Que la vida es bella.

30 mayo 2011

CONCIERTOS

PRIMAVERA SOUND 2011

Introducción.

Terminó otra edición del Primavera Sound. Con pena pero también con alivio. Una edición que da para verter ríos y ríos de tinta. Este festival no es lo que era. Por supuesto no es lo que era hace años, cuando el Pueblo Español era el epicentro de actividades. Y por supuesto, no es lo que era cuando se mudaba al Parc del Fórum allá por 2005. Convertido en un monstruo de muchas cabezas y largos colmillos, la palabra “macro” empieza ya a quedarse corta. Su sobredimensionamiento lo ha convertido en un locura incómoda e inabarcable, una condena de peregrinajes eternos y luchas populosas inverosímiles. El miedo estaba justificado. La bola sigue y sigue girando y engordando. ¿Hasta cuándo?. ¿Hasta dónde?. ¿Tiene fin este ansia megalómana del más y más?. ¿Tiene sentido?.

Y como era de esperar (os lo dije, queridos testigos), ese invento de ideólogos suicidas llamado tarjeta-monedero fracasó. A mí me enseñaron que los experimentos hay que hacerlos con gaseosa, no con 50.000 personas sedientas y con ganas de aprovechar cada minuto de música. En estos tiempos que corren estamos cometiendo el grave error de consagrar nuestra existencia a las altas tecnologías. Pues bien, he aquí la perversidad de la tecnología en todo su esplendor: cuando menos lo esperas se ríe de ti, te abandona y te deja con el culo al aire y las manos vacías. Y por cierto, chapeau por el público del festival, soportando estoicamente las perras colas y la perra sed del jueves sin rechistar.

Está claro que esta no ha sido la mejor edición del Primavera Sound desde el punto de vista organizativo. Está claro que si quieres ver música en este festival debes olvidarte de comer, de beber, de mear, de tus dolores de pies, saberte muy bien los atajos y obstáculos, ser un maestro en tretas y escaramuzas. Y por supuesto, olvídate de ese grupo al que quieres ver de reojo (Sonny & The Sunsets el jueves, Half Japanese el viernes, Phosphorescent, Dean Wareham y Mogwai el sábado), porque no lo conseguirás. El Primavera Sound es la guerra y yo vengo con heridas serias. Aunque también con la satisfacción de haber vivido (en mejores o peores condiciones) grandes momentos de buena música. Momentos que serán comentados en los próximos días.

22 mayo 2011

AGENDA


PRIMAVERA SOUND 2011

Citas históricas.

La suerte está echada. El Primavera Sound más aterrador de la historia está a la vuelta de la esquina. Tarjeta-monedero, más espacio y escenarios (y seguramente gente), una final de Champions de por medio. He de reconocer que este año siento pánico ante la cita barcelonesa. La organización anuncia un cambio de aires, yo solo quiero rutina y paz. Aunque también quiero buena música en directo y eso se paga. Este festival tiene la enorme virtud de ofrecer oportunidades únicas: o coges el tren o ya no volverá a pasar. Por lo pronto los horarios ya están listos y estudiados, llega la hora de la estrategia. ¿Quién, cuándo y dónde?. Algunas cosas ya están claras. Otras no tanto. Pero he aquí los trenes a los que deberíamos subirnos so pena de perderlos definitivamente.

GRINDERMAN: Aquí no hay duda que valga. Nick Cave siempre es obligatorio. Ya sea con todos los Bad Seeds o con unos pocos, el australiano siempre es garantía de adrenalina. Aún colean las secuelas de su concierto en el Summercase 2008. Las barbas y bigotes cincuentones mejor conservados del planeta entrarán en Barcelona por la puerta grande. Y aunque al proyecto se le vislumbra un amplio recorrido, no perderemos ripio por si acaso. Ojo a las fechorías del incansable Warren Ellis: espectáculo dentro del espectáculo.

P.I.L.: Public Image Limited no es solo la banda del “simpático” entre comillas John Lydon después de los Sex Pistols. Es algo más. Pioneros en el arte de remendar los jirones del punk a finales de los setenta, han aprovechado como tantos la oportunidad de volver a surfear la cresta de la ola. Resucitaron en 2009 y ahora llegan a Barcelona, para jugar el partido decisivo tras un serio pre-calentamiento. Otro viaje atrás en el tiempo.

SUICIDE PERFORMING “FIRST LP”: Alan Vega y Martin Rev revolucionaron los patrones del punk en los tiempos en que las guitarras eran el estandarte reivindicativo por antonomasia. Se sacaron de la manga “First Album”, puro sonido electrostático. A esa obra incomparable rendirán tributo en su actuación en el escenario Ray Ban. Y conociendo sus incandescentes y poco reglados antecedentes sobre las tablas, la cosa se antoja cuanto menos prometedora.

THE MONOCHROME SET: The Monochrome Set se colaban en la parrilla del post-punk a finales de los 70, aunque su repercusión fue mucho menor que la de sus coetáneos. Partiendo de la máxima de guitarras afiladas, abrieron sus horizontes a otros estilos y devaneos arty. Tras idas y venidas e inciertos paréntesis, la banda vuelve a recomponerse para afrontar próximas aventuras. Canciones refrescantes para tardes calurosas.

PERE UBU PLAYS “THE ANNOTATED MODERN DANCE”: Dave Thomas ya paseó su (enorme) palmito por el Primavera Sound allá por el 2005, pero entonces andábamos despistados. Esta será la revancha: una revancha por todo lo alto, con el renacer de sus Pere Ubu sobre los escenarios y el rescate de su disco cenital: “The Modern Dance”. Eso sí, retocado, revitalizado y acompañado de otro buen puñado de singles míticos para la ocasión. Todo un icono del art punk en plena efervescencia.

PULP: Regreso al pasado. Hace unos días eran Suede, ahora le toca el turno a ellos. Un reencuentro tan cacareado y vaticinado durante años que ya nadie se lo creía. Jarvis está en forma, y lo demostró en este mismo festival hace dos ediciones. Solo queda ver con qué agallas defiende unas “Common People”, “Help The Aged” o “This Is Hardcore” que deberían lucir en primera plana. Sí, se augura un hit detrás de otro. Amén de fiesta, carcajadas y un sinfín de recuerdos.

EINSTÜRZENDE NEUBAUTEN: Hace tiempo tuve un sueño; soñé que Nick Cave y Blixa Bargeld tocaban en la misma edición del Primavera Sound removiendo sus cimientos. Cuando el sueño ya estaba en el olvido, va y se hace realidad. A los alemanes se les tiene ganas desde tiempo inmemorial (ay, aquel error garrafal en el FIB 2004). El que quiera asistir a una experiencia de otra dimensión, a música de otra galaxia, no debería perdérselos. Los que quieran punk, los que quieran krautrock, los que quieran metal o los que quieran techno. Y justo a la hora del fútbol, ¡bien!. Y justo a la hora de “Deserter´s Songs”, ¡no!.

MERCURY REV PERFORM “DESERTER´S SONGS”: No hay duda de que “Deserter´s Songs” fue el disco que puso a sus autores en la órbita. Y no hay duda de que se trata de un disco mágico, embriagador y emocionante, convertido ya en un clásico de los 90. “Holes”, “Opus 40”, “The Funny Bird” o “Goddess on a Hiway” pueden saber a gloria bendita bajo el techo estrellado del auditorio. Un espacio que parece un traje hecho a la medida de su música. Repetirán el domingo en el Pueblo Español: dichosos los que no tengan que regresar a casa.

SWANS: Michael Gira insiste: esta no es una reunión oportunista o nostálgica. Es trabajo puro y duro, con la vista puesta en el futuro. Swans volvieron el año pasado con nuevos materiales y, ahora que todos reclaman su parte del pastel, ellos también reivindican su trono a su manera. Pregoneros de la rama más oscura de la new wave, dueños y señores de un sonido solemne y atroz, su concierto hará temblar y dará que hablar. Fijo.

CUZO + DAMO SUZUKI: ¿Qué diantre hace Damo Suzuki tocando con unos barceloneses llamados Cuzo?. Suzuki, genio y figura, espíritu propulsor de la banda madre del krautrock, los indescriptibles Can. Son los caprichos del arte. El japonés y Jaume L. Pantaleón hicieron buenas migas, tan buenas como para editar disco en colaboración y subirse juntos a las tablas. Riquísimo intercambio cultural. Psicodelia intelectual reforzada por la mano de un genio.

JOHN CALE & BAND + BCN216 PERFORM “PARIS 1919”: Al igual que su “amigo” Lou Reed con “Berlin”, John Cale ha decidido ambientar y redimensionar en vivo una de sus obras más gigantes. Cerca de su 40 aniversario, “Paris 1919” merece un trato especial. Por eso, el galés se hará acompañar en el marco incomparable del Auditorio por una banda y por el ensemble orquestal autóctono BCN216. “Hanky Panky Nohow”, “The Endless Plain of Fortune” o “Andalucia” compondrán la mejor merienda posible para cargar las pilas de un sábado demoledor.

DEAN WAREHAM PLAYS GALAXIE 500: Como ya se comentaba en este espacio, Dean Wareham lleva unos meses sacando a pasear las canciones de su primera banda. Aquí no hay reunión pero sigue siendo revival, aunque en otro formato. Algunos opinan que faltará cuerpo y electricidad, demandando un reencuentro verdadero con Damon y Naomi. Aún así, las canciones de Galaxie 500 son tan buenas que, con total seguridad, lucirán un desnudo prodigioso.

THE JON SPENCER BLUES EXPLOSION: Que un día digas “me gustaría que volvieran los Blues Explosion” y al día siguiente aparezcan confirmados para el Primavera es cosa de brujería. Gran noticia la reunión de Jon Spencer, Russell Simmins y Judah Bauer tras la publicación de su grandes éxitos el año pasado. Como Spencer no ha perdido el punch en todo este paréntesis, sangre, sudor y fuego se presuponen. Habrá que asomarse al ATP para sentir el aliento de la bestia, si el cansancio, las distancias y Mogwai no lo impiden.

www.primaverasound.com

21 mayo 2011

DISCOS

CASS McCOMBS. Wit´s End.

Canciones para detener el tiempo.

Se acabó el humor. Se acabó la alegría. Se acabó la impostura. Si acaso teníamos dudas, escuchemos el nuevo disco de Cass McCombs. En él, el recóndito e introvertido cantatutor defiende la soledad como animal de compañía, como fuente de inspiración, como determinante artístico. Si en los rutilantes “Dropping The Writ” (2007) y “Catacombs” (2009) brillaban a intermitentes destellos el solaz y la ironía, “Wit´s End” (2011) rompe con las mentiras en un ejercicio de sinceridad descriptiva devastador. Con estas ocho canciones Cass detiene el tiempo impertinente. El frenético ritmo de la vida se para: relojes machacados, coches detenidos, aire estancado, humanidad inmóvil. Ocho argumentos que fluyen incansables sobre un escenario reducido a foto fija.

Oigo que dice sentirse inspirado por la pluma de Jack London, mientras “El Vagabundo de las Estrellas” reposa en la lista de títulos pendientes de leer. Una nueva conexión. “Wit´s End” atrapa los sentidos de aquellos que viven sus días sin prisa. Por ejemplo, los lobos solitarios. Aquí no hay ningún “Lionkiller” que valga, la prudencia es el camino. Sin crear el más mínimo estruendo, Cass nos habla de retos impobles, de vivos enterrados, de amores que se apagan, con la sensibilidad de unos mitos literarios favoritos que golpean con su aliento las palabras. También con la destreza de esos mitos musicales a los que McCombs se aproxima con una evidencia científica: Gershwin, Lennon, Cohen, Waits, Henry, Sexsmith. El arte y la verdad están en sus manos. Lamentablemente, tras esos 47 minutos todo volverá a su cruel funcionamiento, la paz se acabará y el efecto terapéutico de “Saturday Song”, “Memory´s Stain” o “Hermit´s Cave” se verá reducido a pequeñas motas de polvo. Es la cruda realidad y el falso mundo en que vivimos.

www.cassmccombs.com

15 mayo 2011

DISCOS

FLEET FOXES. Helplessness Blues.

Prueba superada.

Qué complicado es todo cuando tu primer disco nace como obra maestra. Y qué complejo cuando todos te reconocen, ensalzan y ponen en órbita. Arrasar con una ópera prima no está claro si es bendición o maldición. Porque luego toca continuar camino. Y la segunda fase se torna un más difícil todavía con bombos y platillos. La maza del juez se alza poderosa e implacable a la espera de dictar sentencia. Esta ha sido la historia de muchas, muchas bandas. Y esta es también la historia de Fleet Foxes, como todos sabemos.

Pues bien, el esperadísimo “Helplessness Blues” (2011) puede regodearse de haber superado la prueba. Robyn Pecknold y los suyos son amigos del duende de los bosques, conocen a la perfección los secretos que susurra el viento. Y así, su nuevo álbum es otro canto a la naturaleza, a los instintos y al amor. Un abrazo amistoso lleno de belleza y buenas intenciones, que se apodera del oído sin prisa pero sin pausa.

Montezuma” y “Bedouin Dress” pueden resultar inocuas en un principio pero no, hay que seguir, hay que volver a empezar: la magia está escondida entre versos familiares y notas de violín. “Sim Sala Bim” es un monumento primitivo, un árbol del Edén rebosante de guitarras, ukekeles y cascabeles que atrapan el paladar como dulcísimas frutas maduras. Como toda gran montaña, el disco alcanza su cima en la parte central. El remonte arranca con la epatante, oscura, enigmática y muy cajún “The Plains/Bitter Dancer”, donde los de Seattle demuestran ser los nuevos maestros indiscutibles del folk progresivo. Sobre la cima también pululan la intensa “Helplessness Blues”, ese entrañable instrumental medieval llamado “The Cascades” o la luminosa “Lorelai”. “The Shrine/An Argument”, nada menos que ocho minutos y un sorprendente final con amasijo de saxos y violines, vuelve a sentenciar lo dicho más arriba: que el barco no se detiene en el puerto de Crosby, Stills & Nash, sino que sigue navegando hacia las islas vírgenes de The Incredible String Band.

Porque escuchar a Fleet Foxes es oír el canto de los pájaros del pasado. No, amigos, la historia no es de ahora, viene de mucho tiempo atrás: que quede claro. Ellos son solo emisarios de las voces que claman debajo de la tierra. Unos emisarios que se toman su trabajo en serio, poniendo el alma en cada acción. Música desde el corazón. Música que toca el corazón. La maza cae y restalla sobre la madera, y yo los declaro patrimonio universal. Será un enorme placer verlos en el Primavera Sound.

www.fleetfoxes.com

11 mayo 2011

CONCIERTOS

SOS 4.8. 2011

¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este? (SÁBADO)

Segunda jornada de festival y la duda me reconcome desde bien temprano: ¿veremos a PATTI SMITH (foto 1)?. Un paseo hasta el recinto a la hora de la siesta. Allá está la cola frente al auditorio, mucha menos de lo esperado. Cuando la taquillera me hace entrega de la entrada tengo ganas de darle un beso. Conseguido. Porque lo que la mayoría de asistentes al festival no sabe (los que se quedaron fuera por mala suerte, desidia, ignorancia o desinterés) es que se perdieron lo mejor. Poco hace falta decir de ella. Yo ya lo dije casi todo tras su concierto del pasado año en Cartagena. Patti es la historia, pero no el pasado. Es un ancla en el presente, un libro abierto que todos deberíamos leer. Esta vez solo le hizo falta arropar su voz sin nombre con la guitarra de Lenny Kaye y el bajo de Tom Shanahan (éste realizando también pequeños escarceos al piano). Un mínimo esfuerzo para abrir el puño y soltar la magia. Porque esta mujer tiene algo de maga: seduce, hipnotiza y convence. Y tiene sesenta y tantos. A la cita no faltaron “Redondo Beach”, “Ghost Dance”, “Beneath The Southern Cross”, “Dancing Barefoot”, “Pissing In A River”, ni el “Helpless” de Neil Young, ni bromas ni dedicatorias a go-gó (a su marido, a Roberto Bolaño, a Severiano Ballesteros). Tampoco se echó de menos el fervor de la parroquia, de todas las edades, modas y colores, un ritual de entrega incondicional. Solo faltaba encadenar “Free Money”, “Because The Night” y “People Have The Power” (esta última con el cameo entrañable de Antonio Luque) para poner el auditorio del revés, y regresar a petición popular con la gasolina de “Gloria” y “Rock´n´Roll Nigger” para convertirlo en un volcán. Fuerza y emoción todo en uno. Punk y poesía de la mano. Qué grande eres, jodía.

Después de una experiencia así, ¿qué más da quién toque en el exterior?. Sonrisa en la cara, paz en el alma y ánimos arriba para toda la noche. Vamos a ver a WHITE LIES (foto 2), que alguna canción buena tienen aunque sean más de lo mismo: oscuridad pro-Joy Division. Y vaya si van de Joy Division: puesta en escena terrorífica (el negro impera) y poses muy Ian Curtis. Algunos desarrollos épicos impactan pero las dos más demandadas (“To Lose My Life” y “Bigger Than Us”) me dejan como un témpano. Cincuenta minutos escasos y adiós sin tocar la mejor, esa tremenda “Is Love” que hace días se me pegó a la piel como una camiseta mojada. Tras este aperitivo oscuro y sin cambiar de registro llegan EDITORS (foto 3). Hombre, cuánto tiempo sin verte, Tom Smith. Ahora quieren ser Depeche Mode. Duda: ¿cómo harán para combinar sus nuevas manías synth con los pepinazos de antaño?. Pues no les sale mal. Ese comienzo con la superlativa “Camera” (maqueada con teclados, eso si) ya me pone de buen humor. Se lo trabajan, Tom (con gorrilla poco o nada glamurosa) bascula entre teclas y guitarra y la mezcla queda decente. Hasta son capaces de hacer que una canción penosa como “Bricks And Mortar” suene bien. Con los ritmos pseudo-reggae de “Eat Raw Meat=Blood Drool” lo bordan. Aunque el más agudo frenesí viene de la mano de “The Racing Rats”, “Munich” y “Smokers Outside The Hospital Doors”: el pueblo ha hablado. Concierto de nota alta. Bastante alta.

A continuación toca el turno de los esperados SUEDE: un océano de nostalgia, un mar de dudas. Arrancan con “This Hollywood Life”, pírricos, incómodos, lejanos. Es como escuchar música bajo el agua. Faltan toneladas de volumen. Y a Brett Anderson, en efecto, ya no le sobra voz. Pero el tipo ha cargado bien sus pilas y se desgañita a la perfección en medio de ademanes saltimbanquis. “She”, “Trash”, “Filmstar”, “Animal Nitrate”, “We Are The Pigs”, “By The Sea” o “Killing of A Flash Boy” sacan los recuerdos de paseo. De repente me teletransporto, viajo en la máquina del tiempo hacia mi primer gran festival, el FIB del 99. Me veo allí, con doce años menos, enfrente de los Suede de entonces, volviendo a las creencias del brit pop. Todo es igual o al menos lo parece. Todo, menos nosotros. Doce años, Virgen Santa. No sé si siento añoranza, tristeza o rabia. Antes era menos gilipollas y más feliz. Con los ecos sibilantes de “So Young” me alejo y desconecto, confiando en que !!! (foto 4) me devuelvan a la realidad. “Strange Weather, Isn´t It?” quizá sea su disco más mediano, pero ni el tropezón ni las bajas han logrado hacer mella en su directo. Rehecha con piezas nuevas, la banda sigue funcionando como un reloj suizo. Ritmos negros como la pez, punteos imposibles, fogonazos de saxo y trompeta, música que explota en los oídos llevando el sistema locomotor a su máximo rendimiento. Y el espectáculo aeróbico de Nic Offer, como siempre, de traca. Momentos febriles: la fusión de “Jamie, My Intentions Are Bad” y “Must Be The Moon”, el espasmo interminable de “Me And Guiliani Down By The School Yard” (“churuchuchuuu, churuchuchuchuchu” es ya el grito de guerra en sus conciertos) y la fibrosa “Heart of Hearts”. Fin del SOS 4.8 2011 (con permiso de Tiga).

POSTRE DOMINGUERO: La moda de los conciertos matutinos urbanos sigue cobrando protagonismo en muchos festivales. En este el lugar es la Plaza de las Flores. Los Últimos Bañistas y Mujeres pusieron sintonía a la hora del tapeo el sábado, pero no estuvimos. Sr. Chinarro y Standstill lo hicieron el domingo. Al set del sevillano no hubo manera de llegar. Sí al de STANDSTILL (foto 5): lección aguerrida de rock en las entrañas. Nunca es tarde para la música nacional si la dicha es buena.


10 mayo 2011

CONCIERTOS

SOS 4.8. 2011

¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este? (VIERNES)

Pues eso: ¿qué hace una chica como yo en el SOS 4.8, un festival lleno de pop, electrónica, grupos españoles y veinteañeros ultramodernos?. Pues tiene su explicación. Una explicación con nombre y apellido: Patti Smith. ¿Y qué hace una señora como ella en un sitio como este?. Pues también es algo extraño y misterioso, aunque digno de brindis. Su programación en el Auditorio hizo que dejáramos la copa aparcada, a expensas de una suerte invocada día y noche (cataclismos como el de PJ Harvey y John Parish hace dos años no se olvidan). ¿Y hubo brindis al final?. Suspense, más adelante se verá.

Por lo pronto, hay que dedicar un mensaje de reconocimiento para un festival al que se atisba largo recorrido. Sin juzgar la mayor o menor tirada de sus grupos en cartel y una filosofía sostenible no del todo puesta en práctica, el SOS 4.8 se ha convertido en un evento con pedigrí. Dicen que la calidad organizativa de un festival se mide por la longitud de sus colas. Pues bien, empleando este parámetro la edición 2011 del SOS se cierra con nota alta.

El viernes empieza con THE KOOKS en el escenario Estrella Levante, vislumbrados en lontananza y con toda una congregación de chavalería desmelenada a sus pies. No son un grupo del que una pueda opinar, así que ciñámonos a las opiniones escuchadas: desempeñaron bien su rol de nuevo fenómeno british. A continuación y en el otro escenario (Jägermeister, bien, lo he logrado escribir del tirón) arrancan TRIÁNGULO DE AMOR BIZARRO, con algo así como disculpas por la ausencia de uno de sus miembros. Ruido, mucho ruido. Me acuerdo del temible Kevin Shields y tiemblo. Huyo. Y me sitúo en el lugar adecuado para ver a YANN TIERSEN (foto 1), la segunda razón para estar en Murcia este fin de semana. El galo ofrece su clásica lección de elegancia y eclecticismo, reivindicando a los grandiosos Neu! en su camiseta. Pero ni es el momento ni es el lugar. Su música demanda otros espacios, mayor intimidad y concentración. Ni siquiera esas románticas gotas de lluvia mal caídas logran acomodar los sentidos a unas canciones llenas de matices y adornos que acababan expiando en el cielo encapotado. Su último disco tiene el protagonismo adivinado: suenan una recargada “Dust Lane”, la hermosísima “Dark Stuff”, “Ashes”, “Palestine” (menos cruda, más bailable) y “Fuck Me”. Y tampoco falta su punto fuerte, ese virtuosismo violinístico llevado hasta el infinito en la más que familiar “Sur Le Fil”. Bello concierto pero lejos de la tierra. Con sus últimas notas emprendemos la carrera para empaparnos de ARIZONA BABY (foto 2) y me deleito en el camino con los últimos coletazos de “Dirge”. Después me rebozo en arena del desierto (“A Tale of The West”, “Ouch”), veo a Kraftwerk luciendo sombrero vaquero (“The Model”, nada menos) y aspiro con fruición el aroma a whisky tabernero de “Shiralee”. Camino hacia delante mientras otros caminan hacia atrás (hacia Vetusta Morla, que les cunda) y llego hasta los pies de estos tres barbudos que me tienen sorbido el seso y que todavía me regalan “Everything”, “Muddy River”, “X´ed Out” y alguna cosa nueva. Alabado sea Johnny Cash: estos no vienen de Pucela, sino del puñetero cielo.

Pausa, cena, un pequeño respiro. VETUSTA MORLA tocan a lo lejos pero no, gracias. Aunque he decidido integrarme en este ecosistema que no es el mío existen ciertos límites. Y además, alguien me sopla al oído que su nuevo disco es un tostón descomunal. No pienso comprobarlo. En su lugar cedo, me dejo engañar (porque no hay nada mejor que hacer) y me sumerjo en la marabunta de TWO DOOR CINEMA CLUB. Craso error. Dicen: actualmente, el grupo más molón del planeta. Digo: otra taza más de rock bailable facilón (es lo más sutil y fino que se me ocurre). Dos canciones y media y segunda gran huida de la noche. Tras deambular un rato llega la hora de MGMT (foto 3), otro plato apetecible. Su escenografía con proyecciones psicodélicas multiplica el olor a sixties por tres. Suenan como recién salidos de la caja del CD. “Time To Pretend” llega demasiado pronto y un poco floja de revoluciones, justo después de “It´s Working”. “Oracular Spectacular” se deja ver más que “Congratulations” en la primera mitad. No faltan los geniales y espídicos homenajes a Brian Eno y Dan Treacy. Con dos bemoles atacan los 12 minutos de “Siberian Breaks”, logrando que los ánimos hagan catacrack y se desplomen. Sospecho que la gente solo los quiere por sus hits, pues los rostros cambian al comienzo de esa pegadiza tonadilla de patio de colegio llamada “The Kids”, que luce nuevamente en conserva. Exquisitos pero algo sosos. Y yo, que no soy de DJs ni madrugadas como no sea con muchas copas, acabo embutida en un fin de fiesta inesperado con THE BLOODY BEETROOTS DEATH CREW 77 (foto 4), implicada en esa sesión bizarra de techno duro, hardcore y pesadilla en Elm Street, rendida al ritmo de estos tíos demenciados con caretas que acaban de liarla parda en el Estrella Levante, y alzo los brazos y muevo el esqueleto como si no hubiera mañana. Pero sí, sí que hay mañana. Mañana toca la más grande. Así que, hala, a sobar.



04 mayo 2011

CANCIONERO

THE UNITED STATES OF AMERICA. The Garden of Earthly Delights.

La canción que nos ocupa esta vez llevaba varios meses esperando en la retaguardia silenciosa, haciéndose presente a horas intempestivas, emergiendo desde la base del cráneo a intervalos de dos o tres días. Algo quiere decir. Quiere decir que hay que escribir sobre ella. “The Garden of Earthly Delights” merece un apéndice, por modesto que sea, en este blog. Una de las mejores canciones psicodélicas de todos los tiempos, firmada por una de las mejores bandas psicodélicas del universo. The United States of America tuvieron una vida efímera y un solo LP en el mercado pero su influencia en el rock (y otras artes) del futuro resulta incuestionable.

La canción reúne en escasos 2 minutos y 39 segundos todas las virtudes de los grandes himnos psicodélicos de los 60, ese sonido tan característico que aportaban bandas como Jefferson Airplane, Strawberry Alarm Clock, Shocking Blue o Quicksilver Messenger Service. Humaredas de teclados, guitarras que lo parecen pero no lo son, artefactos futuristas, una letra cargada de surrealismo, un estribillo de bandera y la sensual voz de Dorothy Moskowitz. La escucharás, la heredarás y ya no podrás quitártela de la cabeza. Te engullirá como un león hambriento. Secuestrará tus oídos como secuestró tus ojos el homónimo cuadro de El Bosco.

THE GARDEN OF EARTHLY DELIGHTS

Poisonous gardens, lethal and sweet,
Venomous blossoms
Choleric fruit, deadly to rip.
Violet nightshades, innocent bloom,
Omnivourous orchids
Cautiously wait, hungrily loom
You will find them in her eyes,
In her eyes, in her eyes.

Petrified willows, twisted and brown
Carrion swallows
Wait in the wet darkening room
Withering shadows, quietly grow
Potently breeding
Into a spectacular glow
You will find them in her eyes,
In her eyes, in her eyes.

Lemonous petals, dissident play,
Tasting of ergot,
Dancing by night, dying by day.
Blackening mushrooms drink in the rain,
Sinister nightblooms
Wilt with the dawn's welcoming pain.
You will find them in her eyes,
In her eyes, in her eyes.

www.myspace.com/byrdmoskowitz

01 mayo 2011

DISCOS

ANNA CALVI. Anna Calvi.

Ha nacido una estrella.

Dicen que no hay que dejarse llevar por las apariencias: la portada de este disco es tan horrorosa que mata de entrada el picor de la curiosidad. Sin embargo el dicho es real: detrás se esconde una de las grandes revelaciones del año. A base de leer impresiones a uno le entra el hambre. Y no solo impresiones de calle, sino también las de doctores de la iglesia como Brian Eno. Él definió a Anna Calvi como lo mejor que ha existido desde Patti Smith. Tomo nota. Luego llega Nick Cave y la ficha como telonera para Grinderman; y lo que el australiano dice va a misa. Después se destapan sus colaboraciones con el sin igual Johnny Flynn y ya no hay escapatoria. Hay que darle una oportunidad. Descubrir su álbum de debú (tras su revisión del clásico “Jezebel”, retomándolo justo donde lo dejaba el gorrión Edith) ha sido descubrir otra supernova en el firmamento.

Excelente guitarrista y mejor cantante, la londinense ha entrado por la puerta grande en el club de los artistas con dominio registrado. Los simbólicos acordes a lo Ry Cooder de “Rider to The Sea” ya anuncian que esto se sale de lo común. Y en efecto, esta dama es un torbellino de carácter: su sonido bascula entre lo fiero y lo susurrante, lo barroco y lo minimalista, lo fulgurante y lo tenebroso. Un sonido que a menudo alcanza voluptuosidades new wave, también amparado por géneros clásicos como el country o el blues. Una mezcla fascinante y difícil de encasillar, casi en la onda de una de sus almas gemelas artísticas: PJ Harvey. Está claro que el camino para igualar a Polly es largo y sinuoso, pero entre ambas hay muchas similitudes aparte de una versatilidad asombrosa, una voz de quitar el hipo y una producción común (la de Robert Ellis): “No More Words”, “The Devil” y “I´ll Be Your Man” son tres muestras que lo corroboran. Tampoco son banales las comparaciones con la dama negra por antonomasia Siouxie Sioux, y así lo demuestran las excitantes “Suzanne and I” y “Blackout”. Y si Eno menta a Patti Smith como referente, “Desire” delata conexiones asombrosas con la madrina del rock y su mítico “People Have The Power”. Por cierto, el propio Brian Eno pone su voz al servicio de la prometedora principiante en esta canción y en “Suzanne and I”.

Con influencias variopintas y multidisciplinarias que van de Nina Simone al cine de David Lynch, Anna Calvi consigue crear un mundo paralelo con su propio decorado. Un espacio de sombras, polvo, terciopelo y carmín que pone los pelos de punta. Uno de los discos más apasionantes y pasmosos de 2011.

www.annacalvi.com