CASS McCOMBS. Wit´s End.
Canciones para detener el tiempo.
Se acabó el humor. Se acabó la alegría. Se acabó la impostura. Si acaso teníamos dudas, escuchemos el nuevo disco de Cass McCombs. En él, el recóndito e introvertido cantatutor defiende la soledad como animal de compañía, como fuente de inspiración, como determinante artístico. Si en los rutilantes “Dropping The Writ” (2007) y “Catacombs” (2009) brillaban a intermitentes destellos el solaz y la ironía, “Wit´s End” (2011) rompe con las mentiras en un ejercicio de sinceridad descriptiva devastador. Con estas ocho canciones Cass detiene el tiempo impertinente. El frenético ritmo de la vida se para: relojes machacados, coches detenidos, aire estancado, humanidad inmóvil. Ocho argumentos que fluyen incansables sobre un escenario reducido a foto fija.
Oigo que dice sentirse inspirado por la pluma de Jack London, mientras “El Vagabundo de las Estrellas” reposa en la lista de títulos pendientes de leer. Una nueva conexión. “Wit´s End” atrapa los sentidos de aquellos que viven sus días sin prisa. Por ejemplo, los lobos solitarios. Aquí no hay ningún “Lionkiller” que valga, la prudencia es el camino. Sin crear el más mínimo estruendo, Cass nos habla de retos impobles, de vivos enterrados, de amores que se apagan, con la sensibilidad de unos mitos literarios favoritos que golpean con su aliento las palabras. También con la destreza de esos mitos musicales a los que McCombs se aproxima con una evidencia científica: Gershwin, Lennon, Cohen, Waits, Henry, Sexsmith. El arte y la verdad están en sus manos. Lamentablemente, tras esos 47 minutos todo volverá a su cruel funcionamiento, la paz se acabará y el efecto terapéutico de “Saturday Song”, “Memory´s Stain” o “Hermit´s Cave” se verá reducido a pequeñas motas de polvo. Es la cruda realidad y el falso mundo en que vivimos.
www.cassmccombs.com
Canciones para detener el tiempo.
Se acabó el humor. Se acabó la alegría. Se acabó la impostura. Si acaso teníamos dudas, escuchemos el nuevo disco de Cass McCombs. En él, el recóndito e introvertido cantatutor defiende la soledad como animal de compañía, como fuente de inspiración, como determinante artístico. Si en los rutilantes “Dropping The Writ” (2007) y “Catacombs” (2009) brillaban a intermitentes destellos el solaz y la ironía, “Wit´s End” (2011) rompe con las mentiras en un ejercicio de sinceridad descriptiva devastador. Con estas ocho canciones Cass detiene el tiempo impertinente. El frenético ritmo de la vida se para: relojes machacados, coches detenidos, aire estancado, humanidad inmóvil. Ocho argumentos que fluyen incansables sobre un escenario reducido a foto fija.
Oigo que dice sentirse inspirado por la pluma de Jack London, mientras “El Vagabundo de las Estrellas” reposa en la lista de títulos pendientes de leer. Una nueva conexión. “Wit´s End” atrapa los sentidos de aquellos que viven sus días sin prisa. Por ejemplo, los lobos solitarios. Aquí no hay ningún “Lionkiller” que valga, la prudencia es el camino. Sin crear el más mínimo estruendo, Cass nos habla de retos impobles, de vivos enterrados, de amores que se apagan, con la sensibilidad de unos mitos literarios favoritos que golpean con su aliento las palabras. También con la destreza de esos mitos musicales a los que McCombs se aproxima con una evidencia científica: Gershwin, Lennon, Cohen, Waits, Henry, Sexsmith. El arte y la verdad están en sus manos. Lamentablemente, tras esos 47 minutos todo volverá a su cruel funcionamiento, la paz se acabará y el efecto terapéutico de “Saturday Song”, “Memory´s Stain” o “Hermit´s Cave” se verá reducido a pequeñas motas de polvo. Es la cruda realidad y el falso mundo en que vivimos.
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