10 diciembre 2005

REPORTAJES

JEFF BUCKLEY: ¿QUÉ HUBIERA PASADO?.

Otro mito construído por el destino.

Eran los 90 y el grunge nos consumía. Buscábamos desesperadamente música a la que aferrarnos e ideas que defender. Nuestra personalidad pugnaba por definirse en medio de vacíos inmensos y agujeros oscuros. Un futuro incierto. Miedo a las decisiones. “Smells Like Teen Spirit” sonando una y otra vez en la cabeza…

Un buen día un amigo me dejó un disco. “Esto es lo más tremendo que vas a escuchar en toda tu puñetera vida” me dijo. En la portada, un chico aferrado a un micro, con la mirada perdida en la tierra, pensativo y desolado. Había que escucharlo. Era diferente. No era fácil. Canciones cargadas de aspereza y tosquedad, pero también de un sentimiento colmado que al principio no llegué a comprender. “No, no quiero complicarme la vida. No quiero pensar. No quiero llorar”.

El disco se llamaba “Grace”, y se quedó en la estantería durante algún tiempo, meses, años. Aparcado, pero no olvidado. En la primavera del 97 una noticia oída en la radio o en la televisión (no recuerdo bien) decía que el río Misisipi se había tragado la vida de ese chico triste. De repente me sentí culpable. Culpable no sé de qué. De no haberle dado la oportunidad merecida, a lo mejor. El disco volvió a caer entre mis manos, en mis oídos, en mi cabeza, y entonces me dí cuenta de que ya no había marcha atrás. Y entonces mi vida se complicó, me dio por pensar y me dio por llorar.

“I´m not afraid to die, but it takes so slow..”. ¿Era resignación o era una llamada de ayuda?. Leía las letras de cada canción todos los días. Sueños y premoniciones. ¿Él lo sabía?. ¿Él realmente lo quería?. Hay varias leyendas al respecto. El hecho es que hoy, después de casi una década, muchos nos seguimos preguntando qué hubiera pasado si todo aquello no hubiera sucedido.

Hipótesis personal 1: el disco “Grace” sigue apolillado en la estantería de mi habitación. Se publica su segundo trabajo, al que apenas me interesa prestar atención, pese a la insistencia de mi amigo, fan devoto incontestable.

Hipótesis personal 2: el disco “Grace” sigue apolillado en la estantería hasta que el nombre de Jeff Buckley aparece en el cartel de un festival de verano. Entonces lo rescato y me pongo a oirlo pacientemente, encontrándole su verdadera fuerza, y rindiéndome ante él después de un memorable, encoraginado y emotivo concierto en un macroescenario.

Hipótesis general 1: después de la benévola acogida de “Grace”, la publicación de su segundo trabajo supone una pequeña decepción, incapaz de superar la intensidad del primero, defenestrado por la crítica a las primeras de cambio y condenado a un olvido relativo, insalvable pese a la publicación postrera de un tercer, cuarto y quinto discos ridículamente minoritarios.

Hipótesis general 2: después de la benévola acogida de “Grace”, la publicación de su segundo trabajo lo consagra, fichando por una multinacional que lo convierte en la gallina de los huevos de oro, carne de emisora y de estadio, de limusina y portada de revista.

Es difícil apostar por una hipótesis. Aunque hay algunas pistas que se mueven a favor de un Jeff Buckley en ascensión creativa. Los bocetos de “Sketches from My Sweetheart The Drunk” (98) así lo demuestran. Sin embargo, su temperamento dubitativo y temeroso, disfrazado de broma y sonrisa, ¿hasta dónde hubiese resistido?. Seguramente hoy sería un gran artista, con un gran repertorio, sometido a la presión de la mutación, pero fiel a sus pautas de composición y a sus referentes clásicos irrefutables. Pero ¿pasaría de ser sencillamente uno más?. Es un misterio. Un misterio sin respuesta exacta, pero con una posible respuesta aventurada: seguramente no. Las circunstancias hacen al mito. El mito se crea por el paso del tiempo o por la desgracia. En este caso por lo segundo. Muchos se interesaron (nos interesamos) por este personaje por lo extraño y desventurado de su historia, esa mezcla de duda, tragedia y romanticismo que envuelve siempre una pérdida temprana. Pasó con Hendrix, con Joplin, con Morrison, con Lennon o con Cobain. Son casos parecidos, aunque diferentes. El de Buckley se tiñe todavía más oscuro por el hecho de ser accidental, estúpido y no premeditado, y más amargo por el hecho de ser repetitivo dentro de su clan.

Pero, ¿realmente fue accidental, estúpido y no premeditado?. La mayoría de las voces vivas aseguran que sí. Eso sí que es un auténtico interrogante que ya no tendrá respuesta, ni teórica ni exacta.

Barajar todas estas posibilidades simplemente es un juego. Un ejercicio infantil para matar el tiempo que nos sobra por no tener nuevas canciones que escuchar de un tipo que quería dar su alma pero no encontró a quién…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí, un misterio, una pena...

Anónimo dijo...

No me ha dado tiempo de leer la crítica, pero el Jeff Buckley está buenismo....

Haber si adivinas de quien es esta cita, eh??