dEUS. Madrid. Sala Copérnico. 2-12-2005.
El retorno soñado.
La vuelta de los belgas a la actualidad musical y a los escenarios ha sido, sin duda, el gran acontecimiento del 2005 para muchos. Después de haber andado dedicados desde finales de la década pasada a otros campos del arte y la lúdica (hay curiosidad por ver “Any Way The Wind Blows”, el largometraje coral urbanita dirigido por Tom Barman), “Pocket Revolution” (2005) ha sido la excusa para un reencuentro celebrado. Y han vuelto por todo lo alto, con una nueva formación en la que sólo subsiste la presencia magnética de Barman y las virguerías de Klaas Janzoons con el violín eléctrico. Mauro Pawlowski se consolida a las guitarras y a la voz (adaptable a todo matiz, blues, melódica o hardcore según se tercie). Stéphane Misseghers en la batería y Alan Gevaert al bajo completan un nuevo quinteto que funciona como arma de precisión, apuntando y dando donde más duele.
Empezaron tranquilos (decía Tom) como suelen acostumbrar, con “Pocket Revolution” y “Magdalena”, que fueron suficientes para aventurar un concierto omnipotente. La prontitud y efectividad de “Instant Street” y de la sorprendente “Fell Off the Floor, Man” (tocar esta especie de canción-collage como la tocaron sí que es para nota) dejaban claro que iba a ser una noche para recordar. Y el presagio se quedaba corto. Temas nuevos de la intensidad de “Start Stop Nature” y “If You Don´t Get What You Want” acompañados de grandes clásicos como la refulgente “Via” o esa apoteosis avant-jazz que es “W.C.S (First Draft)”, en la que la conjunción vocal Barman-Pawlowski alcanzaba lo insuperable. Los problemas técnicos, a los que parecen estar abonados (y Tom se quejaba de ello sin perder la cordialidad), hacían acto de presencia en “The Real Sugar”, que se quedó en un eco lánguido lejano. Breve bypass para echar un pitillo y vuelta al torrente de vatios, encadenando una segunda parte si cabe más animal, sublime y rompedora donde “Put the Freaks Up Front”, “Sun Ra” y “What We Talk About” pusieron los colores intensos y “Nothing Really Ends” y “Serpentine” el color pastel. Por su parte, “Theme from Turnpike” ya se había erigido como momento absoluto de la velada, acicalada de ritmos y electricidad, envolvente, sórdida, oscura y diabólica (“New Jersey Turnpike riding on a wet night” uff) , seguida de cerca por “For the Roses” y “Little Arithmetics” como flashes de fuego y hermandad. La locura final corría a cargo del mítico himno “Suds & Soda” y de “Bad Timing”, hipnótico y único bis de la noche, que reventaron los muros de la abarrotada Copérnico, los cuerpos y los tímpanos.
La máquina está limpia, cuidada y en funcionamiento. La máquina se mueve. Deus existe. Aleluya.
El retorno soñado.
La vuelta de los belgas a la actualidad musical y a los escenarios ha sido, sin duda, el gran acontecimiento del 2005 para muchos. Después de haber andado dedicados desde finales de la década pasada a otros campos del arte y la lúdica (hay curiosidad por ver “Any Way The Wind Blows”, el largometraje coral urbanita dirigido por Tom Barman), “Pocket Revolution” (2005) ha sido la excusa para un reencuentro celebrado. Y han vuelto por todo lo alto, con una nueva formación en la que sólo subsiste la presencia magnética de Barman y las virguerías de Klaas Janzoons con el violín eléctrico. Mauro Pawlowski se consolida a las guitarras y a la voz (adaptable a todo matiz, blues, melódica o hardcore según se tercie). Stéphane Misseghers en la batería y Alan Gevaert al bajo completan un nuevo quinteto que funciona como arma de precisión, apuntando y dando donde más duele.
Empezaron tranquilos (decía Tom) como suelen acostumbrar, con “Pocket Revolution” y “Magdalena”, que fueron suficientes para aventurar un concierto omnipotente. La prontitud y efectividad de “Instant Street” y de la sorprendente “Fell Off the Floor, Man” (tocar esta especie de canción-collage como la tocaron sí que es para nota) dejaban claro que iba a ser una noche para recordar. Y el presagio se quedaba corto. Temas nuevos de la intensidad de “Start Stop Nature” y “If You Don´t Get What You Want” acompañados de grandes clásicos como la refulgente “Via” o esa apoteosis avant-jazz que es “W.C.S (First Draft)”, en la que la conjunción vocal Barman-Pawlowski alcanzaba lo insuperable. Los problemas técnicos, a los que parecen estar abonados (y Tom se quejaba de ello sin perder la cordialidad), hacían acto de presencia en “The Real Sugar”, que se quedó en un eco lánguido lejano. Breve bypass para echar un pitillo y vuelta al torrente de vatios, encadenando una segunda parte si cabe más animal, sublime y rompedora donde “Put the Freaks Up Front”, “Sun Ra” y “What We Talk About” pusieron los colores intensos y “Nothing Really Ends” y “Serpentine” el color pastel. Por su parte, “Theme from Turnpike” ya se había erigido como momento absoluto de la velada, acicalada de ritmos y electricidad, envolvente, sórdida, oscura y diabólica (“New Jersey Turnpike riding on a wet night” uff) , seguida de cerca por “For the Roses” y “Little Arithmetics” como flashes de fuego y hermandad. La locura final corría a cargo del mítico himno “Suds & Soda” y de “Bad Timing”, hipnótico y único bis de la noche, que reventaron los muros de la abarrotada Copérnico, los cuerpos y los tímpanos.
La máquina está limpia, cuidada y en funcionamiento. La máquina se mueve. Deus existe. Aleluya.
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