17 diciembre 2011

DISCOS

WOODEN SHJIPS. West.

Apología de la costa oeste.

Señoras y señores, he aquí la mejor portada del año. Sí, el Golden Gate en todo su esplendor, símbolo absoluto del oeste. No del salvaje oeste, sino del psicodélico y hippie oeste. Porque vamos a hablar de psicodelia, por supuesto. En el caso de Wooden Shjips no hay vuelta de hoja. O psicodelia o psicodelia. Bueno, también un poco de rock espacial (Sonic Boom se encarga de darle brillo) y algo de krautrock entre ceja y ceja. No hace falta liarse a tomar sustancias para ver entre las sombras las siluetas de The Doors, The Velvet Underground, Silver Apples, 13th Floor Elevators o Soft Machine. El disco en sí ya es toda una sustancia, un excitante viaje a la velocidad de la luz. Guitarras reverberando, distorsión, pedales de todos los tamaños, Hammonds enajenados y ritmos cabalgantes. Es lo mismo que ya hicieran en “Wooden Shjips” (2007) y “Dos” (2009), pero lo mismo da. Estos tipos, con el barbudo Erik Ripley Johnson a la cabeza, tienen la receta narcotizante única y genuina.

West” (2011) es una oriunda apología (en efecto, son de Frisco), un autómata que arranca al primer segundo y no cede hasta el final. “Black Smoke Rise” despierta la sensualidad y la adicción, y cuando ya estás enganchándote “Crossing” te hipnotiza como un péndulo oscilante, dejando que “Lazy Bones” te lance cuesta abajo a su ritmo de locomotora frenética. Con la voluntad a su merced llega “Home”, y Neil Young se encarna ante los ojos envuelto en humo y burbujas. Pero “Flight” retorna el oído a la senda familiar, con sus curvas e inflexiones recurrentes de canciones pasadas. Quedan “Looking Out”, para dar el gran salto y sucumbir a un guateque ácido sin tregua, y “Rising”, para alimentarse de distorsiones hasta reventar. Siete, solo siete canciones, y gracias. Más sería muerte por sobredosis.



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