DESCUBRIENDO A...
J. TILLMAN
Que quede claro: Joshua Tillman fue cocinero antes que fraile. O para entendernos: fue autor de sus propias canciones antes que fleet fox. Aunque sus primeros pinitos tuvieran más que ver con el post-rock (como cofundador del proyecto Saxon Shore junto a su hermano Zach), el folk es su auténtica biblia y el country y el blues sus libros de salmos. Un músico de vasta cultura y selectos gustos. Y así de revelador y encantador es el cartel del festival de sus sueños que circula por Youtube: Nick Drake (performing “Pink Moon”), John Lee Hooker, Maurice Ravel, Neil Young (performing “Tonight´s The Night”), Lightnin´Hopkins, Phosphorescent, Trees, The Band, D´Angelo, Ali Farka Touré y Nirvana. Un festival que, por supuesto, sería gratis. Vivamos de nuestra imaginación y nuestras ilusiones para no morir de pena.
El talento de J. Tillman floreció al abrigo de otra de las voces más íntimas y sinceras de la escena de Seattle: Damien Jurado. Y en la onda de su mecenas circulan sus creaciones. Siete álbumes desde 2004, todo un dechado de fertilidad. Para Tillman no existen las prisas ni las galas. Canciones que desafían el transcurso del tiempo: tempos mínimos, arreglos frugales y eficientes, y sobre todo, unos textos bellísimos y una voz que regala calidez y sosiego a manos llenas. Música no apta para impacientes, estresados o hiperactivos. Música para la tregua y el respiro.
Esta sólida trayectoria comienza con los autoproducidos “I Will Return” (2005) y “Long May You Run, J.Tillman” (2006) y va creciendo hasta “Singing Ax” (2010). Entre medias hay todo un mundo de odas a la gentileza y la debilidad del ser humano, invocaciones y espejismos, susurros que se cuelan por las grietas de las almas desgarradas y que animan a un profundo examen de conciencia. En su discurso y sus formas asoma la cabeza de aquel que abandera su quimérico festival, el Nick Drake minimalista de “Pink Moon”. Sí, Josh Tillman podría ser un nuevo Nick Drake, más pastoril, hirsuto y sonriente, pero igualmente capaz de tocar la fibra del vecino. De sus discos todos valen, pero los hay especiales. Como “Minor Works” (2006), donde lo acústico se vuelve eléctrico por arte de magia. O como “Cancer and Delirium” (2007), gestado en noches parisinas de soledad pero más cercano a cualquier rincón de Tennessee que a la ciudad de las luces (el banjo, ese banjo). O como el variopinto “Vacilando Territory Blues” (2009), sede de los únicos momentos de ruido y explosión que el músico cuenta en su haber (“Steel On Steel”, “New Imperial Grand Blues”). O como el delicioso “Year In The Kingdom” (2009), casa de acogida para el instrumento excelencia del folk tradicional, el dulcimer. ¿Que por dónde empezar?. Pues por ejemplo por “Milk White Air”, “With Wolves”, “Darling Night”, “Ribbons of Glass”, “Crosswinds”, “Earthly Bodies”, “There Is No Good In Me”, “Firstborn” o “Diamondback”. Cualquiera es perfecta para una primera cita con el hombre tranquilo.
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