DISCOS
TINDERSTICKS. Falling Down a Mountain.
Reloj de nuevo en hora.
Ya está bien, volvamos al presente. Dejemos por un rato de viajar hacia el ayer y miremos qué nos ofrece el panorama de hoy. Qué mejor manera de despertar que con el retorno de Tindersticks, banda con tanto de clásico y mucho de moderno. ¿Y qué debe tener todo buen disco de los de Nottingham?. Veamos: 1. Cuerdas y vientos. 2. Algo de soul. 3. Voces femeninas. 4. Melodías de piano. 5. Una guitarra española. 6. Instrumentales. 7. Misterio, oscuridad. Pues bien, “Falling Down a Mountain” (2010) lo tiene todo. El anterior “The Hungry Saw” (2008) revelaba la tarea de poner de nuevo el reloj en hora. Y lo han conseguido. Con la precisión del Big Ben o al reloj astronómico de Praga, Stuart y sus secuaces vienen a demostrar que hay vida después de la partición. Mucha vida. Mucha inspiración. Un todo de recursos, explorados y por explorar. Sin ponderarse en nada que desmonte los cánones de siempre, este disco realimenta su dogma de fe. A las en punto ofrece copiosas y vibrantes lecciones de pop (“Harmony around My Table”, “Black Smoke”); a los cuartos suenan exquisitas baladas con aires de soul o épica de cámara (“Keep You Beautiful”, “Factory Girls”); a las medias se dibujan excelentes ejercicios de estilo (cuasi-jazz en “Falling Down a Mountain”, country and western en “She Rode Me Down”); y a las menos cuarto aparecen los instrumentales, sofisticados y sinuosos, como “Hubbard Hills” y la, oh Dios!, intrigante y hermosísisma “Piano Music”. Esta vez Mary Margaret O´Hara acompaña a la autoinmune voz de Staples, haciendo de “Peanuts” un precioso ten con ten. Lejos queda el estricto estilismo de sus orígenes. Tindersticks ya no son una carísima pieza a subasta para coleccionistas. Ahora son propiedad de la mayoría universal.
www.tindersticks.co.uk
Reloj de nuevo en hora.
Ya está bien, volvamos al presente. Dejemos por un rato de viajar hacia el ayer y miremos qué nos ofrece el panorama de hoy. Qué mejor manera de despertar que con el retorno de Tindersticks, banda con tanto de clásico y mucho de moderno. ¿Y qué debe tener todo buen disco de los de Nottingham?. Veamos: 1. Cuerdas y vientos. 2. Algo de soul. 3. Voces femeninas. 4. Melodías de piano. 5. Una guitarra española. 6. Instrumentales. 7. Misterio, oscuridad. Pues bien, “Falling Down a Mountain” (2010) lo tiene todo. El anterior “The Hungry Saw” (2008) revelaba la tarea de poner de nuevo el reloj en hora. Y lo han conseguido. Con la precisión del Big Ben o al reloj astronómico de Praga, Stuart y sus secuaces vienen a demostrar que hay vida después de la partición. Mucha vida. Mucha inspiración. Un todo de recursos, explorados y por explorar. Sin ponderarse en nada que desmonte los cánones de siempre, este disco realimenta su dogma de fe. A las en punto ofrece copiosas y vibrantes lecciones de pop (“Harmony around My Table”, “Black Smoke”); a los cuartos suenan exquisitas baladas con aires de soul o épica de cámara (“Keep You Beautiful”, “Factory Girls”); a las medias se dibujan excelentes ejercicios de estilo (cuasi-jazz en “Falling Down a Mountain”, country and western en “She Rode Me Down”); y a las menos cuarto aparecen los instrumentales, sofisticados y sinuosos, como “Hubbard Hills” y la, oh Dios!, intrigante y hermosísisma “Piano Music”. Esta vez Mary Margaret O´Hara acompaña a la autoinmune voz de Staples, haciendo de “Peanuts” un precioso ten con ten. Lejos queda el estricto estilismo de sus orígenes. Tindersticks ya no son una carísima pieza a subasta para coleccionistas. Ahora son propiedad de la mayoría universal.
www.tindersticks.co.uk
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