11 abril 2010

DISCOS

TINDERSTICKS. Falling Down a Mountain.

Reloj de nuevo en hora.

Ya está bien, volvamos al presente. Dejemos por un rato de viajar hacia el ayer y miremos qué nos ofrece el panorama de hoy. Qué mejor manera de despertar que con el retorno de Tindersticks, banda con tanto de clásico y mucho de moderno. ¿Y qué debe tener todo buen disco de los de Nottingham?. Veamos: 1. Cuerdas y vientos. 2. Algo de soul. 3. Voces femeninas. 4. Melodías de piano. 5. Una guitarra española. 6. Instrumentales. 7. Misterio, oscuridad. Pues bien, “Falling Down a Mountain” (2010) lo tiene todo. El anterior “The Hungry Saw” (2008) revelaba la tarea de poner de nuevo el reloj en hora. Y lo han conseguido. Con la precisión del Big Ben o al reloj astronómico de Praga, Stuart y sus secuaces vienen a demostrar que hay vida después de la partición. Mucha vida. Mucha inspiración. Un todo de recursos, explorados y por explorar. Sin ponderarse en nada que desmonte los cánones de siempre, este disco realimenta su dogma de fe. A las en punto ofrece copiosas y vibrantes lecciones de pop (“Harmony around My Table”, “Black Smoke”); a los cuartos suenan exquisitas baladas con aires de soul o épica de cámara (“Keep You Beautiful”, “Factory Girls”); a las medias se dibujan excelentes ejercicios de estilo (cuasi-jazz en “Falling Down a Mountain”, country and western en “She Rode Me Down”); y a las menos cuarto aparecen los instrumentales, sofisticados y sinuosos, como “Hubbard Hills” y la, oh Dios!, intrigante y hermosísisma “Piano Music”. Esta vez Mary Margaret O´Hara acompaña a la autoinmune voz de Staples, haciendo de “Peanuts” un precioso ten con ten. Lejos queda el estricto estilismo de sus orígenes. Tindersticks ya no son una carísima pieza a subasta para coleccionistas. Ahora son propiedad de la mayoría universal.

www.tindersticks.co.uk

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