RETROSPECTIVAS
THE ELECTRIC PRUNES. The Electric Prunes: I Had Too Much to Dream Last Night.
Joyas de los sesenta (6º parte).
La idea no era ésta. La idea más bien era cambiar de década con el cambio de año. Muchos discos de los setenta esperan agazapados en el recibidor de las retrospectivas, magníficos álbumes que tendrán su momento si la inspiración y la motivación (sí, el blog está de sequía) lo permiten. Pero las páginas del calendario se rebelan, resistiéndose a dejar atrás el crucial periplo de los sesenta, esa música que suena incesantemente en la cabeza, que se escurre entre los dedos, portadora de la verdad en los últimos tiempos. Como la manzana en la cabeza de Newton, así cayó este álbum en estos oídos. Necesarios y trascendentales en cualquier compilación decente que se precie sobre psicodelia de la época (junto a Arthur Brown, Moby Grape, Spirit, Grateful Dead, 13th Floor Elevators y tantos otros), The Electric Prunes se estrenaban, allá por el 67, con una excitante colección de formas y un despampanante recital de estilos. Partiendo de un claro campamento base rockista (“I Had Too Much To Dream (Last Night)”, “Get Me to the World on Time”, “Try Me on for Size”), con añadidura de jugosos Hammond en algunas fases (“Are You Lovin´Me More”). Pero eso es solo el principio, las alas se abren para atrapar un universo entero de influencias: el jazz, el Tin Pan Alley, el vodevil, el soul de las grandes voces negras de los 50. El punch final de “Train for Tomorrow” nos invita a una copa en el Blue Note, el alma de “Onie” a una de las sesiones de los Platters, “Tonnerville Trolley” a un espectáculo de varietés y “Sold to the Highest Bidder” a una merienda folclórica en los Cárpatos. Como postre, la edición en catálogo incluye su sencillo principiante, con la sublime y pegadiza “Ain´t It Hard” como estrella y la no menos rotunda “Little Olive” en la cara B. No es psicodelia todo lo que reluce. Atención, stonianos y doorsistas: apunten este grupo en la lista de clásicos favoritos.
www.electricprunes.net
Joyas de los sesenta (6º parte).
La idea no era ésta. La idea más bien era cambiar de década con el cambio de año. Muchos discos de los setenta esperan agazapados en el recibidor de las retrospectivas, magníficos álbumes que tendrán su momento si la inspiración y la motivación (sí, el blog está de sequía) lo permiten. Pero las páginas del calendario se rebelan, resistiéndose a dejar atrás el crucial periplo de los sesenta, esa música que suena incesantemente en la cabeza, que se escurre entre los dedos, portadora de la verdad en los últimos tiempos. Como la manzana en la cabeza de Newton, así cayó este álbum en estos oídos. Necesarios y trascendentales en cualquier compilación decente que se precie sobre psicodelia de la época (junto a Arthur Brown, Moby Grape, Spirit, Grateful Dead, 13th Floor Elevators y tantos otros), The Electric Prunes se estrenaban, allá por el 67, con una excitante colección de formas y un despampanante recital de estilos. Partiendo de un claro campamento base rockista (“I Had Too Much To Dream (Last Night)”, “Get Me to the World on Time”, “Try Me on for Size”), con añadidura de jugosos Hammond en algunas fases (“Are You Lovin´Me More”). Pero eso es solo el principio, las alas se abren para atrapar un universo entero de influencias: el jazz, el Tin Pan Alley, el vodevil, el soul de las grandes voces negras de los 50. El punch final de “Train for Tomorrow” nos invita a una copa en el Blue Note, el alma de “Onie” a una de las sesiones de los Platters, “Tonnerville Trolley” a un espectáculo de varietés y “Sold to the Highest Bidder” a una merienda folclórica en los Cárpatos. Como postre, la edición en catálogo incluye su sencillo principiante, con la sublime y pegadiza “Ain´t It Hard” como estrella y la no menos rotunda “Little Olive” en la cara B. No es psicodelia todo lo que reluce. Atención, stonianos y doorsistas: apunten este grupo en la lista de clásicos favoritos.
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