RETROSPECTIVAS
SPIRIT. The Family that Plays Together.
Joyas de los sesenta (7ª parte).
La cosa tiene su truco. ¿Por qué un disco añejo, de 1968, suena tan vívido, tan actual?. Pues tiene explicación. Que no es otra que la historia de una pérdida imperdonable, la de aquellas mezclas originales editadas en los sesenta. Esta crónica se nutre de la edición en compact de 1996, arduo trabajo de reconstrucción. Hagamos abstracción, desenfoquemos el oído e imaginemos los sugerentes surcos de un vinilo.
Nacidos en la prolífica costa oeste americana, Spirit fueron una de las bandas más interesantes de una época. Y como época habría que acotar: finales de los sesenta y primeros setenta, aunque su historia sea más longeva. Su impronta dejó mella en otras bandas con mayor reconocimiento. Led Zeppelin son un ejemplo. De hecho, “Starway to Heaven” no hubiera sido lo que fue sin el generoso préstamo de los californianos. Sus virtudes se asentaban en las poderosas guitarras de Randy California (usufructuarias del sonido Hendrix, del cual fuera acólito), los ritmos del veterano Ed Cassidy y el aplastante ingenio compositivo de Jay Ferguson. Valientes y arriesgados, aperturistas y exploradores, consiguieron teñir el ya manido patrón del rock de muy diversas texturas: jazz, calipso, música clásica, danzas espirituales o psicodelia pura. Y podría decirse, sin miedo a la errata, que fueron pioneros de lo que un poco más tarde vendría a conocerse como “rock progresivo”.
“The Family that Plays Together” (68), segundo largo en la etapa dorada, abre los cerrojos del frondoso “Spirit” (68) para mostrar las cualidades de la banda en todo su esplendor. Un disco complejo y ligero a la vez. Pero ante todo, un disco de canciones. Canciones, en su mayoría, sin atisbo de fisura. Canciones, como “Poor Richard” o “She Smiles”, por las que cualquier songwritter mataría. En él se aprecian todos los virajes exóticos del grupo (bossa en “It Shall Be”; psicodelia y jazz en “Silky Sam”; toques de swing en “It´s All the Same”, explosivo tema con míticos solos de California y Cassidy). Un hit rompedor abría el álbum: “I Got a Line on You” se ganó por méritos propios lugar de honor en la miscelánea de la banda. Una balada de libro ponía el stand-by: “Darlin´If”, con claro sabor a clásico americano. Orquesta y secciones de viento adornando respectivamente “Drunkard” y “Aren´t You Glad”, canción ésta concebida con la inestimable colaboración de Brian Wilson. Y la reedición del 96 añadía otros cuantos temas en forma de rescates o inéditos, destacando los instrumentales “Fog”, “Mellow Fellow” o “Space Chile”. Toda una transposición de la magia de los sesenta al sonido contemporáneo. Grandísimo, gigante álbum al que solo puede hacerle sombra otro con la misma firma: “Twelve Dreams of Dr. Sardonicus” (70).
www.randycaliforniaandspirit.com
Joyas de los sesenta (7ª parte).
La cosa tiene su truco. ¿Por qué un disco añejo, de 1968, suena tan vívido, tan actual?. Pues tiene explicación. Que no es otra que la historia de una pérdida imperdonable, la de aquellas mezclas originales editadas en los sesenta. Esta crónica se nutre de la edición en compact de 1996, arduo trabajo de reconstrucción. Hagamos abstracción, desenfoquemos el oído e imaginemos los sugerentes surcos de un vinilo.
Nacidos en la prolífica costa oeste americana, Spirit fueron una de las bandas más interesantes de una época. Y como época habría que acotar: finales de los sesenta y primeros setenta, aunque su historia sea más longeva. Su impronta dejó mella en otras bandas con mayor reconocimiento. Led Zeppelin son un ejemplo. De hecho, “Starway to Heaven” no hubiera sido lo que fue sin el generoso préstamo de los californianos. Sus virtudes se asentaban en las poderosas guitarras de Randy California (usufructuarias del sonido Hendrix, del cual fuera acólito), los ritmos del veterano Ed Cassidy y el aplastante ingenio compositivo de Jay Ferguson. Valientes y arriesgados, aperturistas y exploradores, consiguieron teñir el ya manido patrón del rock de muy diversas texturas: jazz, calipso, música clásica, danzas espirituales o psicodelia pura. Y podría decirse, sin miedo a la errata, que fueron pioneros de lo que un poco más tarde vendría a conocerse como “rock progresivo”.
“The Family that Plays Together” (68), segundo largo en la etapa dorada, abre los cerrojos del frondoso “Spirit” (68) para mostrar las cualidades de la banda en todo su esplendor. Un disco complejo y ligero a la vez. Pero ante todo, un disco de canciones. Canciones, en su mayoría, sin atisbo de fisura. Canciones, como “Poor Richard” o “She Smiles”, por las que cualquier songwritter mataría. En él se aprecian todos los virajes exóticos del grupo (bossa en “It Shall Be”; psicodelia y jazz en “Silky Sam”; toques de swing en “It´s All the Same”, explosivo tema con míticos solos de California y Cassidy). Un hit rompedor abría el álbum: “I Got a Line on You” se ganó por méritos propios lugar de honor en la miscelánea de la banda. Una balada de libro ponía el stand-by: “Darlin´If”, con claro sabor a clásico americano. Orquesta y secciones de viento adornando respectivamente “Drunkard” y “Aren´t You Glad”, canción ésta concebida con la inestimable colaboración de Brian Wilson. Y la reedición del 96 añadía otros cuantos temas en forma de rescates o inéditos, destacando los instrumentales “Fog”, “Mellow Fellow” o “Space Chile”. Toda una transposición de la magia de los sesenta al sonido contemporáneo. Grandísimo, gigante álbum al que solo puede hacerle sombra otro con la misma firma: “Twelve Dreams of Dr. Sardonicus” (70).
www.randycaliforniaandspirit.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario