23 octubre 2012

DISCOS

GRIZZLY BEAR. Shields.

La fuerza perversa de la corriente.

Oh, fatal mainstream que con tus falsos encantos seduces a los puros. Oh, malvada corriente que con tu fuerza hercúlea engulles a los débiles. Algo le estás haciendo a Grizzly Bear, lo cual no me parece nada bien, teniendo en cuenta que estamos ante una de las bandas más sensacionales de los últimos tiempos. Cuidado, que te estás pasando. “Shields” (2012) es el disco más flojo  de los de Brooklyn, y precisamente porque tú, maldita sea, te has colado por medio, metiendo en su equipaje recursos del montón. Y sí, puede que estos nuevos Grizzly Bear estén muy bien para el oyente indie medio, para el moderniki estándar o el consumidor compulsivo de itunes. Pero no son los Grizzly Bear de ensueño, artesanos y barrocos, capaces de moldear canciones mágicas y épicas, impredecibles y llenas de curvas, extrañas y tiernamente apetecibles. “Shields” confirma las sospechas que avanzaban algunos cortes de “Veckatimest” (2009), cuando aquello solo parecía un experimento de púberes rebeldes: ahora el oso busca otra fórmula, la llegada masiva a oídos poco exigentes, el acercamiento a ese sonido amable y fácilmente digerible que aportan cientos de miles de bandas absolutamente irrelevantes hoy por hoy. Basta escuchar “Speaking In Rounds” o “Yet Again” para sospecharlo, y después “A Simple Answer”, “Gun-Shy” y “Half Gate” para confirmarlo. Claro está que las aptitudes innegables de estos chicos les hacen aportar un nivel varias pulgadas por encima de la media hasta en la peor de las canciones (“Gun-Shy” resulta particularmente incómoda), pero se echa de menos a los especialísimos Grizzly Bear de “Horn of Plenty” (2004) y “Yellow House” (200), aunque temas nuevos como “The Hunt”, “What´s Wrong” y las grandiosas “Sleeping Ute” y “Sun In Your Eyes” aún sigan rememorando su faceta más inspirada y virtuosa. A lo mejor todavía hay esperanza para ellos y esto solo es un juego o un despiste. Ojalá.

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