GRIZZLY BEAR. Shields.
La fuerza perversa
de la corriente.
Oh, fatal mainstream que con tus falsos encantos
seduces a los puros. Oh, malvada corriente que con tu fuerza hercúlea engulles
a los débiles. Algo le estás haciendo a Grizzly Bear, lo cual no me
parece nada bien, teniendo en cuenta que estamos ante una de las bandas más
sensacionales de los últimos tiempos. Cuidado, que te estás pasando. “Shields”
(2012) es el disco más flojo de los de
Brooklyn, y precisamente porque tú, maldita sea, te has colado por medio,
metiendo en su equipaje recursos del montón. Y sí, puede que estos
nuevos Grizzly Bear estén muy bien para el oyente indie medio,
para el moderniki estándar o el consumidor compulsivo de itunes. Pero no son los
Grizzly Bear de ensueño, artesanos y barrocos, capaces de moldear
canciones mágicas y épicas, impredecibles y llenas de curvas, extrañas y
tiernamente apetecibles. “Shields” confirma las sospechas que avanzaban
algunos cortes de “Veckatimest” (2009), cuando aquello solo parecía un
experimento de púberes rebeldes: ahora el oso busca otra fórmula, la llegada
masiva a oídos poco exigentes, el acercamiento a ese sonido amable y fácilmente
digerible que aportan cientos de miles de bandas absolutamente irrelevantes hoy
por hoy. Basta escuchar “Speaking In Rounds” o “Yet Again” para
sospecharlo, y después “A Simple Answer”, “Gun-Shy” y “Half
Gate” para confirmarlo. Claro está que las aptitudes innegables de estos
chicos les hacen aportar un nivel varias pulgadas por encima de la media hasta
en la peor de las canciones (“Gun-Shy” resulta particularmente
incómoda), pero se echa de menos a los especialísimos Grizzly Bear de “Horn
of Plenty” (2004) y “Yellow House” (200), aunque temas nuevos como “The
Hunt”, “What´s Wrong” y las grandiosas “Sleeping Ute” y “Sun
In Your Eyes” aún sigan rememorando su faceta más inspirada y virtuosa. A
lo mejor todavía hay esperanza para ellos y esto solo es un juego o un despiste.
Ojalá.
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