28 febrero 2012

DISCOS

TINDERSTICKS. The Something Rain.

La eterna bienvenida.

El Melómano Volador no lo pudo expresar mejor: Tindersticks son como un viejo amigo que vuelve a hacerte una visita cuando estabas a punto de olvidarlo. Ese amigo que llegó a significarlo todo, que te endulzó la vida en un instante, salvándote de la estulticia y la chabacanería. Ese amigo al que, a fuerza de deberle cosas, eres incapaz de decir no. Así que cada álbum de estos tipos es recibido con los brazos abiertos y una aquiescencia anticipada. Que entren por la puerta y se quiten los abrigos, que se pongan cómodos e inicien su perorata: somos todo oídos. Y da igual que vengan contando las mismas cosas de siempre; más vale lo bueno conocido.

Pues bien, raro se hace que empiece la historia y no sea la voz de Stuart Staples la que hable. Los primeros acordes de “Chocolate”, exquisita creación narrativa de David Boulter, enamoran con su calidez por sí solos avanzando un desarrollo interesante. Y en efecto, “The Something Rain” (2012) es de lo más interesante que los de Nothingham han firmado en años, una pequeña obra de ingeniería con canciones extensas y bien trabajadas, un cóctel donde el pop, el soul y el jazz vuelven a fundirse en un compacto todo. De nuevo queda patente que ahora prefieren los metales a las cuerdas, aunque de estas aún queda un bello vestigio en “Medicine”. Las sobresalientes “Show Me Everything”, “This Fire of Autumn” o “Slippin´ Shoes” devuelven a unos Tindersticks en estado de honda inspiración. Una inspiración que se torna divina gracia en “Frozen”, un bombazo entre funk y free jazz que deja sin aliento, un toque de oscuridad y doblez siniestra al estilo “Bathtime”. Y aunque en “A Night To Still” o “Come Inside” se condensen los vapores de esas pequeñas viejas cosas de siempre, también es justo y necesario conservar un milímetro de identidad. Hablar de identidad es hablar de esa personalidad suya tan única, marcada y genuina: cuando suenan son ellos, solo ellos y nadie más. Un clásico del romanticismo contemporáneo. Una apuesta segura. Un aplastante sí o sí.


5 comentarios:

Nikochan dijo...

Muy buena reseña que hará que decida al fin a escucharlo pues lo tengo pendiente de hace un par de semanas. Muy buena pinta tiene según cuentas, con que llegue a igualar al disco en solitario de Stuart ya me conformo. Mañana le haré mi primera escucha. Un saludo.

Fede Sánchez dijo...

Tan solo por Frozen ya vale la pena invertir unos euros en el disco.
El 21 de marzo tenemos una cita ineludible con Tindersticks en el teatro Lara ¿irá usted?

Coco dijo...

Un amigo al que te gusta abrazar porque siempre te trasmite seguridad e infaliblemente es portador de buenas canciones. Pero en una cosa no puedo estar de acuerdo: sus dos discos anteriores, muy especialmente “A hungry saw” son una maravilla (por lo de que éste último sea lo más interesante que hayan firmado en años). Siempre sobresalientes.
UN ABRAZO.

Rastreador dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rastreador dijo...

Si señor, todo unos clásicos del romanticismo contemporáneo. Aún no lo he escuchado, ganas tengo. Un saludo Mary, hacía ya que no te comentaba pero te sigo fielmente...