CONCIERTOS
THE PAINS OF BEING PURE AT HEART. Toledo. Círculo de Arte. 19-11-2010.
Calimocho time.
Aviso a los fans acérrimos del grupo de Brooklyn para que no lean esta crónica: puede herir sensibilidades. En boca de todos en el último año y pico, la repercusión mediática y de público de The Pains of Being Pure at Heart se antoja mucho hueso para tan poco perro. Al menos después de asistir a su concierto en Toledo. Su álbum de debú, sin desentrañar primicias sonoras, tenía sus momentos, canciones pegadizas y un regusto ocasional a años ochenta y a Yo la Tengo. La conclusión tras escucharlos fue de hype como un tren de mercancías. La conclusión tras verlos sobre el escenario es que un buen promotor vale más que mil talentos.
Vale, de acuerdo que es difícil que un concierto suene perfecto en el Círculo de Arte. Pero ¿se puede llegar a sonar peor?. Ni grupos nacionales, semiprofesionales o amateurs han sonado tan nefastos en el mismo local. Saturación de bajos, acoples, instrumentos descompensados (¿para qué sirven las pruebas de sonido y los técnicos de mesa?) y el vano esfuerzo de un Kip Berman que no nació para ser cantante, o de una Peggy Wang-East que acabó en funciones decorativas, con su voz y su teclado ahogados en el ruido. Ni sus mejores canciones (“Stay Alive”, “This Love Is Fucking Right”) se salvaron de una quema inevitable. Sólo “Contender” en la apertura de los bises, por ligereza de elementos, obtuvo un aprobado ramplón.
Camuflada en las primeras filas para buscar una foto decente, una se percata de que a los incondicionales les importa un pimiento que estén haciendo el ridículo: se saben las canciones, canturrean, saltan y levantan las manos como si estuvieran asistiendo al show de su vida. Es una buena forma de compasión. O más bien una muestra de insensibilidad. O la autoafirmación de una modernidad que hay que defender a cualquier precio. Sobre gustos no hay nada escrito pero, en lo musical como en muchos otros aspectos, este país tiende a moverse al ritmo de las modas. Y en ese afán por ser supermodernos y socialmente considerados, nos olvidamos de prestar atención a lo que de verdad merece ser tomado en serio.
Y así, un grupo campeón en expectación y favoritismo se limita a tocar cuarenta minutos (más otros pocos de bis) en un estricto sota, caballo y rey, y a golpe de calimocho en el gaznate. Algo muy pobre. De acuerdo que solo tienen un disco más un single, y el repertorio no da para más. Pero me vienen a la mente ahora otras bandas que, con materiales tanto o más reducidos, rebuscaron en el baúl de los recuerdos para extender sus minutajes, regalando un poco de improvisación, empatía, algo más de magia y de pasión. Cosas básicas que todo buen grupo de rock debería tener. Cosas que The Pains of Being Pure at Heart todavía no tienen. La diferencia entre el calimocho y un buen crianza.
www.thepainsofbeingpureatheart.com
Léelo también en: myfeetinflames.wordpress.com
Calimocho time.
Aviso a los fans acérrimos del grupo de Brooklyn para que no lean esta crónica: puede herir sensibilidades. En boca de todos en el último año y pico, la repercusión mediática y de público de The Pains of Being Pure at Heart se antoja mucho hueso para tan poco perro. Al menos después de asistir a su concierto en Toledo. Su álbum de debú, sin desentrañar primicias sonoras, tenía sus momentos, canciones pegadizas y un regusto ocasional a años ochenta y a Yo la Tengo. La conclusión tras escucharlos fue de hype como un tren de mercancías. La conclusión tras verlos sobre el escenario es que un buen promotor vale más que mil talentos.
Vale, de acuerdo que es difícil que un concierto suene perfecto en el Círculo de Arte. Pero ¿se puede llegar a sonar peor?. Ni grupos nacionales, semiprofesionales o amateurs han sonado tan nefastos en el mismo local. Saturación de bajos, acoples, instrumentos descompensados (¿para qué sirven las pruebas de sonido y los técnicos de mesa?) y el vano esfuerzo de un Kip Berman que no nació para ser cantante, o de una Peggy Wang-East que acabó en funciones decorativas, con su voz y su teclado ahogados en el ruido. Ni sus mejores canciones (“Stay Alive”, “This Love Is Fucking Right”) se salvaron de una quema inevitable. Sólo “Contender” en la apertura de los bises, por ligereza de elementos, obtuvo un aprobado ramplón.
Camuflada en las primeras filas para buscar una foto decente, una se percata de que a los incondicionales les importa un pimiento que estén haciendo el ridículo: se saben las canciones, canturrean, saltan y levantan las manos como si estuvieran asistiendo al show de su vida. Es una buena forma de compasión. O más bien una muestra de insensibilidad. O la autoafirmación de una modernidad que hay que defender a cualquier precio. Sobre gustos no hay nada escrito pero, en lo musical como en muchos otros aspectos, este país tiende a moverse al ritmo de las modas. Y en ese afán por ser supermodernos y socialmente considerados, nos olvidamos de prestar atención a lo que de verdad merece ser tomado en serio.
Y así, un grupo campeón en expectación y favoritismo se limita a tocar cuarenta minutos (más otros pocos de bis) en un estricto sota, caballo y rey, y a golpe de calimocho en el gaznate. Algo muy pobre. De acuerdo que solo tienen un disco más un single, y el repertorio no da para más. Pero me vienen a la mente ahora otras bandas que, con materiales tanto o más reducidos, rebuscaron en el baúl de los recuerdos para extender sus minutajes, regalando un poco de improvisación, empatía, algo más de magia y de pasión. Cosas básicas que todo buen grupo de rock debería tener. Cosas que The Pains of Being Pure at Heart todavía no tienen. La diferencia entre el calimocho y un buen crianza.
www.thepainsofbeingpureatheart.com
Léelo también en: myfeetinflames.wordpress.com
5 comentarios:
Venga Mary, no seas tan dura, que ya sabíamos a lo que íbamos. Grupo joven, sin experiencia, sin discográfia y un local poco adecuado. Una buena escusa para salir en viernes con los amigos, para charlar y tomar copas en la parte de atrás. Un poco de calimocho de vez en cuando no va mal mujer, que nadie nace "enseñao" y los últimos temas no estuvieron mal.
Por cierto más delito es lo de Peor es lo Arcade Fire, que las salas hay que eculizarlas para todo el mundo, que igual pagan los de abajo que los de arriba, y estos se supone que saben.
Todo sea dicho que uno ya iba predispuesto y piensa que es una lástima que gente con tantos recursos se limiten a las percusines machaconas y al oooooooooooooh oooooooooh cansino.
Si, lo se, le tengo bastante manía al rollito barroco canadiense de los hijos del colectivo.
Sí, si yo ya sabía lo que me esperaba...pero ¿por qué no me iría a empaparme de "Screamadelica", leñe?.
Lo reconozco, he sido un poco dura, pero es que hacía años que no sufría tanto en un concierto. Y que conste que el calimocho me gusta!!, es solo una forma de hablar.
Arcade Fire me encantaron en 2005 cuando no eran nadie, y me saturaron en 2007 cuando ya eran casi dios. Así que esta vez decidí pasar de ellos. El "The Suburbs", en contra de la opinión general, me gusta más bien poco.
A mí no me pareció un concierto tan malo, eso sí, el sonido fue lo peor.
Llevo tiempo siguiendo tu blog en la sombra, y tengo que decir que me gusta bastante. Ya tienes un seguidor nuevo.
Dudupeich, muchísimas gracias! Me alegro de que te guste el blog; se hace lo que se puede. Los tuyos tampoco están nada mal. Creo que coincidimos en bastantes cosas. Aquí tienes tu casa. Saludos!!!
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