26 octubre 2024

CONCIERTOS

NICK CAVE & THE BAD SEEDS. Madrid. Wizink Center. 25-10-2024. 

Ver en directo a Nick Cave con sus malas semillas es toda una experiencia. Esto se ya se ha dicho un millón de veces, pero conviene recordarlo periódicamente. Por si a alguno se le ha olvidado. Por si todavía queda alguien que no lo ha vivido. Lo de anoche en el Wizink fue otra maravilla, otra demostración de fuerza e inspiración, el opus interminable de un hombre que no parece tener los 67 años que dice su DNI, un brujo que jamás pierde el poder de su magia y sabe gestionarla para crecer sin control. Y ni él ni su banda necesitan que nadie vuelva a reivindicarlos, porque ya lo hacen ellos solos. Y todas las frases que podamos inventar resultan un mantra pegajoso. Y todos los elogios que podamos verter sobre ellos carecen de originalidad, porque ya se ha dicho todo, y todo bueno. Pero vaya, algo hay que escribir, al menos para nuestro propio recuerdo, aunque la horda trajeada volviera, como siempre y sin excepción, a dejarnos huérfanos de palabras. 

Veamos que sale entonces. Por lo pronto, la excusa de la cita era “Wild God” (2024), su último trabajo, no tan incidente en la tristeza y la oscuridad, más cercano a la redención y el regocijo. Y por eso sonaron nueve de sus diez temas. Y por eso había un cuarteto de voces negras acompañando a la banda (sumando once el número total de efectivos, como una alineación balompédica), que dieron el toque soul y gospel del que se nutrió el grueso del recital. Un cóctel menos rock, menos punk, más espiritual, pero para nada exento de los números estrella: “From Her To Eternity”, “Tupelo”, “Red Right Hand”, “The Mercy Seat” y “The Weeping Song” eran obvias, y ahí es donde el tío Nick se transforma realmente, de predicador a bestia, de ángel a demonio (de los buenos), interactuando con ese público que ahora es un elemento más en su actuación, esas manos que van y vienen, que vuelan, que lo tocan o le sostienen el micro. Hablando de transformaciones y/o demonios, la resiliencia de este tipo es digna de estudio. Coger la desgracia y usarla para mejorar, en beneficio propio, del arte y del prójimo. Un ejemplo de ardor y amor por la música y la vida. Y cuanto más viejo y más jodido, más entrañable, simpático y cercano. 

Volviendo al repertorio, “Jubilee Street” también se ha convertido ya en otra hostia sagrada. Un ejemplo de manejo de las progresiones instrumentales, con el “I´m transforming, I´m vibrating, look at me now!” convertido en sublime grito de guerra. Si hay una canción en la que Nick Cave se luzca, quizá sea esta, haciendo todo, absolutamente todo (incluido solo al piano) lo que un músico suicida puede hacer. Y qué gusto da verlo campar por su pasarela favorita, bailón, confiado, convencido de que lo que dice es la pura verdad. Y qué placer es también verlo sentadito al piano, haciendo que canciones como “Long Dark Night” o “Cinnamon Horses” se conviertan en himnos que parecen tener mil años. Pues sí, “Wild God” el álbum es nuevo, pero muchos de sus temas parecen haber vivido con nosotros siempre. Muy especiales resultaron “Wild God” la canción (“bring-your-spirit-down”), “Song of The Lake” (“nevermind, nevermind”) y “Final Rescue Attempt” (“with the wind and the wind oh the wind in your hair”). E increíblemente emotiva fue “O Wow O Wow (How Beautiful She Is)”, dedicada a Anita Lane, con hermosas palabras de introducción y evocadoras proyecciones. 

Como siempre suele hacer, el autor intentó recorrer gran parte de sus cuarenta y tantos años de carrera, cosa que se antoja dificilísima. Porque, ¿qué elegir entre tanto y tan excelso? Los rescates de esta vez tuvieron más que ver con el mensaje y el contexto, y de la lira de Orfeo surgió “O Children”, precedida de un sabio discurso sobre la obligación de cuidar a nuestros niños; y de los fantasmas surgió “Bright Horses”; y del árbol esquelético cayó “I Need You”. Lo dicho, todo muy soul. También hubo dos concesiones a ese álbum conjunto Cave-Ellis más allá de las bandas sonoras, el estupendo “Carnage” (2021), con la bellísima canción que le da título y con “White Elephant”, que convirtió el final del show (antes de los bises) en un delirante jolgorio gospeliano. 

¿Y qué pasa con el semillero? Siempre nos ha gustado indagar en él, que aquí no campa cualquiera, aquí solo están los mejores. Como Warren Ellis, el mejor de los más grandes, receptor merecido de una de las mayores ovaciones de la noche (la gente coreó su nombre y él lo vale). Como Jim Sclavunos, que ahí sigue dando el do de pecho a las percusiones. Como George Vjestica, que ya es una semilla con pedigrí, pura elegancia a las seis cuerdas. Pero había cambios, caras nuevas y sorpresas en el elenco. Larry Mullins sustituía a Thomas Wydler a las baquetas, rebosante de ímpetu y revoluciones. Colin Greenwood (sí, sí, el de Radiohead, el mismo) suplía la ausencia de Martyn Casey al bajo y lo bordó. Y una refrescante noticia la de ver a una semilla femenina por primera vez en siglos; Carly Paradis a los teclados le da a la banda el toque sofisticado total. De las cuatro voces corales ya hemos hablado, vibrantes, sutiles, majestuosas. De nuevo la máquina funcionando a todo pistón. Damas y caballeros: The Bad Fucking Seeds. 

Into My Arms” cerró la noche convirtiendo el Wizink en una sola voz, con todos coreando ese estribillo cálido y nostálgico (hasta un niño de diez años a mi lado la cantaba). Instantes inolvidables, sensacional latido de vértigo, fuego y agua, el espectáculo total. A la espera de la siguiente quedamos. Porque el tío Nick, por lo que se ve, se dice y se cuenta, morirá matando. O, mejor dicho, cantando. 

Setlist: “Frogs”, “Wild God”, “Song of The Lake”, “O Children”, “Jubilee Street”, “From Her to Eternity”, “Long Dark Night”, “Cinnamon Horses”, “Tupelo”, “Conversion”, “Bright Horses”, “Joy”, “I Need You”, “Carnage”, “Final Rescue Attempt”, “Red Right Hand”, “The Mercy Seat”, “White Elephant”//”O Wow O Wow (How Beautiful She Is)”, “The Weeping Song”//”Into My Arms”.   


12 octubre 2024

CONCIERTOS

VISOR FEST 2024. Murcia. Espacio Nueva Condomina. 27 y 28 septiembre 2024. 

Concluida con éxito otra edición de Visor Fest que empezó accidentada por el cambio acelerado de recinto. El Espacio Nueva Condomina sustituyó a La Fica en el último suspiro, y el descontento de muchos se tornó satisfacción una vez finiquitado el evento. Porque los hay que saben organizar festivales, y aunque este sea más manejable que la mayoría, las soluciones adoptadas son de buenos profesionales. Y de buenos amantes de la música son el espíritu y filosofía de esta cita, que más que de festival podría catalogarse de lance nostálgico, reunión de veteranos o exhibición de cátedras escénicas. Aunque el cartel no resultara a priori tan atractivo como en años anteriores, al final hay que poner punto en boca y generar ese aplauso tan generalmente merecido. Porque la organización curró, el público empujó y las bandas cumplieron con solvencia aplastante. 


Empezaba el viernes con SAD LOVERS & GIANTS, unos (cierta e injustamente) esquinados en el inmenso universo post-punk. Y fue una inauguración esperanzadora, lanzando fuegos artificiales de vibración ochentera al son de ritmos hipnóticos, punteos sinuosos y la excelente voz de Garçe. Viajando en la máquina del tiempo. Qué grandes temas tiene esta gente. “Alice (Isn´t Playing)”, “Lope” (¿quién dijo que el saxo no es puro rock and roll?), “Your Skin and Mine” o “Colourless Dream” deberían estar en cualquier recopilación o enciclopedia del post-punk o la new wave. Pero ojo, que también tienen joyas más recientes como la magnífica “Beauty Is Truth”. Fueron de menos a más, atrapando a la audiencia con melodías y riffs cada vez más reconocibles y pegadizos. Y dejaron “Imagination” y “50:50” para el provechoso postre, con la masa ya entregada entonando el “lalalá lalalalá, lalalá lalalalá” sin filtro.
 

A CAMERA OBSCURA estuvimos siguiéndolos en los noventa, incluso podría decirse que nos gustaban. Eran aquellos años en los que dabas una patada a una piedra y aparecían cien canciones pop. Ellos fueron el colmo de lo inmaculado, quizá como sus paisanos Belle & Sebastian (no se puede evitar la mención conjunta). Y hay canciones que todavía mantienen su planta, perfectas en hechura y hechizo, como “Lloyd, I´m Ready to Be Heartbroken”. Pero los años han pasado y los tiempos han cambiado, y nuestras cabezas se han llenado de otras cosas y nos hemos dado cuenta de que la vida no es de chicle. Quizá por eso bandas como esta ya no nos sugieren lo mismo de antes. Aún así, aunque estén un poco demodé y no sonaran en su mejor ecualización, nadie puede reprocharles su oficio y fe en su arte. 

THE MISSION son otro cantar. Siempre en modo siniestro y visceral, haciendo cosas que dejan a uno patidifuso. Como clavarse una versión de Neil Young (“Like a Hurricane”) y otra de Depeche Mode (“Never Let Me Down Again”) adaptadas a su gusto y maneras. Todo ello en medio de sus canciones fundamentales, las “Wasteland”, “Swoon”, “Garden of Delight”, “Afterglow”, “Severina”, “Butterfly on a Wheel” o “Tower of Strenght”, sonando a volumen rabioso. Por cierto, “Tower of Strenght” conformó uno de los momentos más memorables y adictivos vistos sobre un escenario en años, bestial comunión entre los electro-acústico y lo super eléctrico. 

THE CHARLATANS suelen ser una apuesta segura. Pese a no haberlos visto en más de una década, siguen manteniendo toda su apostura sónica y efectividad. Tim Burguess está hecho un chaval (aunque ya no lo sea), y sabe cómo espolear al personal. Lo mismo que ese Hammond que, cuando mete la quinta marcha, te hace volar de verdad. No se dejaron en el tintero casi ninguna; se hicieron un auto homenaje rotundo seleccionando “Then”, “Can´t Get Out of Bed”, “Crashin´In”, “North Country Boy”, “Just When You´re Thinking Things Over”, “One to Another”, “Opportunity”, “Weirdo”, “Here Comes The Soul Saver”, “Blackened Blue Eyes” o “The Only One I Know”. Se fueron y volvieron, nos dieron de propina “You´re So Pretty, We´re So Pretty” y “Sproston Green”, y volatilizaron de nuevo los malos rollos, sumiéndonos en el hedonismo y la felicidad. 

Llegado el sábado prescindimos de IMMACULATE FOOLS por pura necesidad de dosificación, que estamos en un festival de categoría senior. Y no sabemos qué hicieron, pero no cabe duda de que sonarían cosas como “So Sad”, “Another Man´s World” o “Immaculate Fools”, y que su concierto sería una delicia, como tantas otras veces que los hemos probado. 

Alcanzamos la Condomina justo en el arranque del histórico y sentido set de GIGOLO AUNTS. Era su último acto, la cita de despedida tras una impecable carrera de cuarenta y tres años. Sí, 43, que quede claro. Así que era la ocasión de oro para sus fans, que compraban vinilos como churros en el merch antes y después del recital, que se emocionaron, los ovacionaron hasta el éxtasis y les agradecieron su perseverancia y su legado. Y también fue, por qué no, la ocasión para los no tan fans, que acabamos prendidos de ellos, embrujados por su simpatía y quizá también un poco tristes por el adiós. Evidentemente, en un momento así debían sonar “C´mon C´mon”, “Half a Chance”, “Everything Is Wrong”, “Where I Find My Heaven”, “Everyone Can Fly”, “Mr. Tomorrow” y todas sus grandes melodías. Y evidentemente, estando en España, tampoco podían olvidarse de “The Girl from Yesterday”, su estilosa versión de Nacha Pop. Era obvio que ofrecerían bises, con la comunal “Super Ultra Wicked Mega Love” (sentimiento dedicado a la afición) y el homenaje a Cheap Trick (“Surrender”), una de sus inspiraciones mayores. Se fueron como verdaderos toreros. 

Y entonces llegaron dEUS como un huracán, invadiendo Murcia, arrasando y quemando las naves. Los belgas están en el apogeo absoluto de su madurez y virtuosismo, suenan como un trueno y dieron un concierto de los que no se olvidan (otro más). Sin interrupción, sin bises, todo empaquetado en una hora y pico de frenesí, ritmos imposibles y melodías pegadizas que se ensamblan y enroscan por arte de una magia muy oscura y ensayada. Se agradece que sean fieles a su pasado, porque en el pasado está el quid de su valía, que sigan insistiendo con unas “Instant Street”, “Fell Off The Floor, Man”, “Bad Timing” o “Suds and Soda” que clavan con lujoso exhibicionismo, regalando momentos febriles a las audiencias. Esta vez rescataron también “Nothing Really Ends”, “Little Arithmetics” y “Hotellounge (Be The Death of Me)”, por si ya llevaran poco peso en la mochila. Asombraron y convencieron a todos, incluso a los más escépticos o despistados. A nosotros ya nos tienen como socios desde hace un cuarto de siglo, y seguimos comprando acciones. 

A KULA SHAKER nos quedamos sin verlos en aquel FIB del 99, primero de nuestros macrofestivales. Se cayeron del cartel del domingo y nos llevamos el disgusto del siglo. Andábamos enamorados de “K” (96), de aquella cosa tan extraña que mezclaba rock psicodélico con música india. Pues bien, 25 años después pudimos sacarnos la china del zapato. Y cuando ya no se esperaban milagros, Crispian y sus tres regios acompañantes brindaron una soberana lección de pop, rock and roll, psicodelia y músicas del mundo. Otro Hammond que marca a fuego en hierro, como el de los charlatanes. Una guitarra que en modo wah-wah vuelve del revés. Como toda buena banda veterana debe hacer, pasaron por todos los capítulos de su historia, y gracias a ello pudimos recordar la grandeza de “Hey Dude”, “Infinite Sun”, “Greatful When You´re Dead/Jerry Was There”, “Into The Deep” o la impepinable “Hush”. Por supuesto, sus momentos más espirituales debían aparecer, y aparecieron: “Exorcism/Narayana”, “Tattva” y “Govinda” marcan la diferencia entre una banda del montón y una banda auténticamente original. Nos llevaron a donde quisieron. 

Mención especial también para todos esos DJ que animaron los interludios, que nos hicieron recordar quiénes somos y de dónde venimos, que nos hicieron bailar, disfrutar y soñar al son de todos esos grupos y canciones que nos han ido formando el oído y el corazón en tantos y tantos años. Gracias a Pepe Lee, Muñeca Rusa, Amable, Medj, Alesa y Kutxu. Gracias a toda la familia Visor, por hacer un fin de semana a nuestra medida.