MIKE WEXLER
Atención, amigos, mucha atención: os voy a presentar a un genio. Un genio sin publicidad, sin página web oficial ni entrada en la Wikipedia. Se llama Mike Wexler, viene de Nueva York, y muy posiblemente no hayáis oido nada parecido en toda vuestra vida. Su música pertenece a otra dimensión, un auténtico ejercicio de sonidos avant garde. Puedes palpar el tacto del folk de cuerdas trabajadas con los dedos, o puedes sumergirte en enormes atmósferas a lo Pink Floyd. Puedes creer que estás escuchando las guitarras eléctricas perezosas de Slint, dándote una vuelta por los parajes bucólicos de Slowdive o puede que te acuerdes de Syd Barrett sin querer. Puede que de repente un aluvión de metales anárquicos te descoloque, o quizá un piano te devuelva al mundo de los vivos. Aunque la base de todo este universo de sonidos sea bien sencilla: una voz quebradiza e inquietante, percusiones, guitarra (eléctrica o acústica, por separado, no a la vez) y un arsenal de teclados. En la obra de Wexler se entremezclan los sabores del folk, la psicodelia, el jazz o el post-rock, amén de muchas otras referencias más expertas, menos obvias.
Y su obra comienza con un pequeño EP homónimo en 2005, continúa con el estimulante “Sun Wheel” (2007) y culmina en estos días con la reciente publicación de “Dispossesion” (2012), un trabajo espectacular, etéreo y caleidoscópico. Disco gestado en un amplio periodo de tiempo, sin prisas pero sin pausas, con la participación de amigos y colegas de todas las etnias musicales (rock, jazz, ambient o folk psicodélico). Canciones como “Pariah”, “Spectrum”, “Lens” o “Liminal” romperán vuestros esquemas y no os dejarán indiferentes. Si sois abiertos de mente, claro está.
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