22 mayo 2012

RETROSPECTIVAS

CARAVAN. In The Land of Grey and Pink.

Joyas de los 70.

He aquí un disco magnífico encuadrado dentro del llamado rock progresivo, un género al que no dedico muchas líneas y quizá vaya siendo hora. Caravan nacieron a finales de los 60 y, sin duda alguna, los 70 fueron su década dorada. Ocho discos en diez años, entre los cuales destaca este “In The Land of Grey and Pink” (71), considerado por muchos el culmen creativo de la banda y obra maestra del género. No obstante estamos ante un álbum que mitifica el espíritu de esa nueva corriente nacida a finales de los sesenta, esa nueva variante del rock que no es propiamente rock, sino una evolución lenta y precisa del folk y la psicodelia hacia patrones épicos de un rock que puede serlo o no, que puede camuflarse en otras formas, llámese blues, jazz o lo que sea. El caso es que en este disco se aprecia esa sintonía, el ejercicio propio de la época, ese que también se dedicaron a entrenar bandas como King Crimson, Emerson, Lake & Palmer, Camel, Yes, Soft Machine o los mismísimos Pink Floyd.

¿Y por qué no colocar a los de Canterbury entre estos grandes nombres, aunque nunca tuvieran el eco de aquellos y su éxito se limitara a una parte mínima del globo terráqueo?. Pues para eso están estos espacios personales, para hacer justicia. Para la grabación del disco que nos ocupa Caravan mantenía todavía su formación inicial, los primos Sinclair (David y Richard), Pye Hastings y Richard Coughlan, elenco que comenzaría a zozobrar justo después de firmar para la Decca esta gran obra. Y hablemos del álbum en sí. Su edición original quedaba claramente dividida en las dos caras de rigor. La cara A, con cuatro delicias electro-acústicas llamadas “Golf Girl”, “Winter Wine”, “Love To Love You (And Tonight Pigs Will Fly)” y la canción enorme que da título al disco, cuatro claros ejemplos de lo dicho líneas antes, de la transición del folk al ímpetu instrumental virtuosista sin perder el hilo de la melodía, el comienzo de una nueva era para el pop, porque sí, todo podría simplificarse llamándolo “canciones pop”. La cara B es otro cantar, o mejor dicho, otro tocar; un larguísimo movimiento de episodios hilvanados bajo el título global “Nine Feet Underground”, totalizando casi 23 minutos de vorágine progresiva a tutti plen.

Coincidiendo con su cuarenta aniversario, en 2001 el disco es reeditado con la adición de varios cortes de regalo, como las versiones alternativas de “Golf Girl” (“Group Girl”) y “Winter Wine” (“It´s Likely To have a Name Next Week”), el redimensionamiento de los movimientos finales de “Nine Feet Underground” (“Dissassociation/100% Proof”) o ese precioso bonus a ritmo de boogie llamado “Aristocracy”. Cortes que repiten o releen los momentos estelares del álbum consiguiendo la virtud que toda buena obra progresiva debe poseer: la de ser un todo indivisible.

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