23 octubre 2010

RETROSPECTIVAS

BRIAN ENO. Here Come The Warm Jets.

Joyas de los setenta (4ª parte).

Lo prometido es deuda. MGMT pronuncian en su último trabajo el nombre de Brian Eno bien alto. No es para menos. Cuando se estudian los setenta siempre se habla de David Bowie, de Led Zeppelin o de Pink Floyd. Pero él también tuvo su papel relevante en la evolución musical y estética de la época. Más aún, Brian Eno ha sido una figura imprescindible en la evolución de los conceptos musicales universales, indagando y experimentando sin imponerse ninguna meta. Y así, con el tiempo, ha conseguido que ese nombre se pronuncie con respeto, casi con devoción, que todos quieran presumir de conocerlo, de haber trabajado con él, de haber aprendido apenas una minúscula parte de lo que él sabe. Aunque sus facetas de productor y colaborador hayan sido las más reconocidas, sus primeros trabajos gozaban del mismo esplendor que los de su contemporáneo más loado, el gran Bowie. “Here Come The Warm Jets” (73) fue su primera aventura, tras haber dejado una huella efímera pero imborrable dentro de otro gran baluarte setentero: Roxy Music. Dicen que Bryan Ferry no podía soportar su presencia, el peligro de ser engullido por la personalidad de su nuevo fichaje, y por eso le dio puerta. Mejor para el despechado. De ahí surgieron obras fastuosas. Tras el disco objeto de esta reseña siguieron otros tantos inclasificables, como “Taking Tiger Mountain (By Strategy)” (74), “Another Green World” (75) o “Before And After Science: Ten Pictures” (77), hilos perentorios de la gran tela de araña que es su creación.

En su primer álbum Eno se acompañó de grandes secundarios, entre ellos parte de la corte de Roxy Music (salvo Ferry, evidentemente) o de King Crimson. No es un disco más, una grabación convencional de músicos concentrados entre cuatro paredes acondicionadas: leyendo sobre su proceso de gestación uno se imagina una previa de “The Rocky Horror Picture Show”. Una casi ópera rock con momentos glam estándar (“Needle in the Camel´s Eye”, “The Paw Paw Negro Blowtorch”), pero también con conexiones blues (“Black Frank”), guiños macabros (“Driving Me Backwards”) o litúrgicos (“Some of Them Are Old”), piezas de pop insuperable (“Cindy Tells Me”, “Dead Finks Don´t Talk”) o grandiosos ambientes de repetición (“On Some Faraway Beach”, “Here Come The Warm Jets”). Los textos teatralmente recitados, la suspensión claustrofóbica y el toque experimental de “Baby´s On Fire” la convierten sin duda en la joya del debú.

Abarcar con el conocimiento el mundo entero de Brian Eno es tarea imposible. Para abrir boca, quizá éste sea el disco perfecto. Las ganas de seguir indagando crecerán por sí solas.

www.eno-web.co.uk

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