BIG CITY FESTIVAL.
Glasgow. Queen´s Park. 29-06-2024. Que nos gustan los festivales, es un hecho. Que ya no encontramos
festivales que nos llenen plenamente, es otro hecho. Que a Mogwai les
gustan los festivales, es un hecho. Que también se sienten un poquito huérfanos
de eventos con criterio, otro hecho (palabra de Stuart Braithwaite).
¿Solución? Do-it-yourself. Es decir,
organiza tu propio festival. Y qué maravillosa idea, qué generosa iniciativa y
qué afortunada oportunidad. Si tu banda favorita de toda la vida se pone en
marcha, no puedes hacer otra cosa que seguirlos. Si te ofrecen un cóctel de
música escogida y/o apadrinada por ellos mismos con un fin de fiesta en primera
persona, cómo te vas a resistir. Me creo lo que me digan. Me lo creo con fe divina.
En veintimuchos años nunca nos han fallado, así que no hay razón para dudar. Volemos
a Escocia otra vez. Acudamos a los cantos de sirena del Young Team.
Que tiene mucho mérito ponerse a organizar un festival a estas alturas de
la vida, con todo lo que ello conlleva. Y aunque ya tengan experiencia en
montar carteles interesantes (lo hicieron en el pasado para el ATP, por ejemplo),
el equipo joven ya no es tan joven. Sin embargo, hay un mecanismo que los mueve
automáticamente en su incansable cruzada: su amor desmesurado por la música. Es
historia conocida que a menudo se camuflan entre las audiencias para degustar y
disfrutar los conciertos de otros. También se ha hablado de las demenciales
colecciones de discos que tienen en sus casas. Todo el mundo sabe que montaron
su propio estudio de grabación-ensayo y su sello discográfico en Glasgow. Son
unos supervivientes de la escena independiente de su ciudad, íntegros,
alérgicos a las modas y a las interferencias artísticas. Así que, ¿por qué no?
¿Por qué no organizar un festival para animar, promover, alegrar y disfrutar?
¿Por qué no montar una fiesta invitando a un montón de amigos, pupilos,
promesas y realidades? ¿Por qué no dar un poco de color a esa ciudad suya tan
gris, pero tan intensa? Venga, vamos allá. Y de paso demos una oportunidad
también a la literatura y la acción solidaria. Enorme aplauso para ellos.
El cartel del Big City reunía un diverso elenco que, de un modo u otro,
se da un largo abrazo con los propios procuradores. Fichajes del sello Rock
Action Records (Sacred Paws, Kathryn Joseph, Cloth, Bdrmm),
artistas de la familia (Elizabeth Elektra), colegas reconocidos (Slowdive,
Beak>), apuestas personales (Goat Girl, Nadine Shah, Free
Love) y mitos reverenciados (Michael Rother). Y por supuesto, los
papás del evento cerrando una jornada que ofreció todo lo que prometía. De todo
esto capturamos una parte, siendo imposible abarcarlo todo por razones
logísticas o impedimentos fisiológicos. Pudimos asistir a unos cuantos temas de
Kathryn Joseph, esa joya de la lírica pop escocesa, desplegando su pericia
a las teclas y seduciendo con su intensidad vocal. Vimos a Elizabeth Elektra,
esa figura misteriosa con voz de terciopelo, musa incomprendida del
electro-pop, entonando a las tres de la tarde temas como “Broken Promises” o “The Dream”,
y con su señor esposo (Mr. Braithwaite) acompañando a la guitarra. Viajamos
hacia un tiempo en el que aún llevábamos chupete para rescatar las audaces
creaciones de Neu!, de la mano del incombustible Michael Rother; dirigiendo
la orquesta desde su atrio digital (Stuart se sumó a la fiesta en “E-Musik”,
la pieza final), capturó a la audiencia con “Neuschnee”, “Isi”, “Hallogallo”
o “Negativland”, demostrando que el krautrock tampoco se pasa de moda. Y
si no que se lo digan a Beak>; del krautrock añejo beben sus discos,
amén de otras influencias, como el rock psicodélico y el drum´n´bass. Geoff
Barrow, Billy Fuller y Will Young conforman una imparable locomotora
rítmica, suavizando la solemnidad de su música con ácidas dosis de humor
(campaña electoral incluida). “The Seal”,
“The Meader”, “Allé Sauvage” o la postrera “Wulfstan II” marcaron las cimas de su breve show, en el que no tuvo
ya cabida (una pena, la ensayaron en la prueba de sonido) la genial “Blagdon Lake”.
Si algo hemos de agradecer a Mogwai en concreto (aparte de todo lo
demás), es que nos hayan descubierto a una artista como Nadine Shah. Con
cinco álbumes grabados, la británica no es nueva en la escena pero, por causas
desconocidas (e injustas), no ha sido debidamente empujada. Estamos ante una
mujer brillante, excelente compositora e intérprete sideral, una lengua de
fuego en el escenario, émula de grandes féminas como Patti Smith, PJ
Harvey o Anna Calvi. Su forma de cantar (y las cosas que canta)
impactan como un obús. Su magnetismo y energía en las tablas dejan sin aliento.
“Fast Food”, “Fool” o “Greatest Dancer”
son canciones de manifiesto. Que el mundo salga de la inopia y le dé el titular
y la ovación que se merece.
A continuación llegaban Slowdive, y sabiendo que iban a ofrecer lo
mismo (o parecido) que en febrero, recibimos eso mismo con los brazos abiertos.
De nuevo la magia de “Star Roving”, “Skin in the Game”, “Crazy for You”, “Sugar for
The Pill”, “Slomo” o “When the Sun Hits”, trazadas con
escuadra y cartabón, hipnóticas, magníficas. Sonido perfecto y envolvente en la
Big City Tent, perfecto aperitivo de distorsión y nebulosa sonora para lo que
viene seguidamente. Y lo que viene entonces es un aluvión de ítems, focos,
cables y amplis titánicos que poco a poco van invadiendo el escenario. Es el
arsenal de Mogwai, plato fuerte, y esos sintes y ese ampli Orange a mano
izquierda nos revelan que sí, que hoy vamos a volver a ver a Barry trajinando,
ausente en las últimas citas por cuestiones familiares. Y cuando vemos al
propio Barry, a Martin, Dominic, Alex y Stuart esperando su turno, preparados,
tranquilísimos, sabemos que se avecina algo grande. Épicos, rotundos, brutales,
bestiales, apoteósicos, imperiales, grandiosos, majestuosos. Se han empleado
muchos adjetivos para calificarlos, siempre hacia lo grandilocuente y sin
medias tintas. Pero esos adjetivos ya se van agotando. Porque esta gente habita
en una plataforma sin techo. Volvieron a demostrar su categoría, en otra
exhibición de sonido prodigioso y luminotecnia fulgurante. Cuando piensas que
ya no pueden ser mejores, dan otro paso más hacia el cielo. Cuando juras que
hoy no sacarás el móvil, que hoy vivirás atentamente el momento, explota “To the Bin My Friend, Tonight We Vacate
Earth”, empiezan a temblarte las piernas y ya estás con la mano en el bolso
buscando el aparato: esto se merece un testimonio. Cuando crees que no te
sorprenderán, porque has estado siguiendo los setlist que han manejado en sus últimos conciertos, arrancan los
primeros acordes de “Tracy” (que no
tocaban desde hace casi una década) o una “Every
Country´s Sun” que ahora reinterpretan con piezas intercambiadas (Alex
McKay a la guitarra solista y Barry a las teclas). Cuando apenas las esperas,
relucen “Rano Pano”, “How to Be a Werewolf” y “We´re No Here”. Suena “Ritchie Sacramento” y te encuentras
coreando “dissapear in the sun, all gone”
junto a otras tantas almas arrebatadas (Ojo: coros en un concierto de una banda
eminentemente instrumental). Y temas que has oído y/o visto mil veces en shows,
grabaciones o videos varios (“I´m Jim
Morrison, I´m Dead”, “Drive the Nail”
o “Summer”) alcanzan una nueva cota,
metros por encima de la anterior. Por supuesto, “Mogwai Fear Satan” se preveía el broche final y así fue. Su gran
clásico, interpretado si cabe con más furia y pasión que nunca, brilló al rojo
vivo. Y se fueron tan campantes, con el ojo puesto en el reloj porque al día
siguiente había otra cita en Amberes (que dicen que también fue espectacular).
Unos máquinas.
Después de todo esto lo único que cabe es dar las gracias, por este
festival selecto y pequeñito, lleno de propuestas estimulantes, lleno de gente
sana y (cosa importante) absolutamente respetuosa con el arte. Gracias a Mogwai
y a todos (bandas, artistas, voluntarios, currantes, fans) los que estuvieron
allí. Ojalá esta entrañable Mogwaicon se convierta en una cita anual, como sus propios
inventores sueñan y pretenden.
Fotos (por orden): Kathryn
Joseph, Elizabeth Elektra, Michael Rother, Beak>, Nadine
Shah, Slowdive, Mogwai.