¿En qué estaría yo
pensando? Llevo años obviando a Kelley
Stoltz, oyendo su nombre por acá y por allá, escuchando y leyendo sonadas
alabanzas y recomendaciones insistentes. Hasta un día llegué a pensar que era
chica y no chico. Pero el estado de malsana ignorancia terminó. Sí, aleluya,
acabo de descubrir a este músico y cantautor que me recuerda a todo y a todos,
que me hace sonreír de oreja a oreja, que me demuestra que lo más sencillo es
lo más valioso que hay en este mundo. Dejé que “To Dreamers” (2010) se apalancara en mis oídos durante una semana, y
me enamoré, me enamoré de esta música, de “Rock
& Roll With Me”, “Pinecone”,
“Keeping The Flame”, “Fire Escape” y “I Like, I Like”. Luego fui
en busca de más, y me topé con el supersesentero (tan Byrds, tan Beach
Boys, tan Beatles) “Below The
Branches” (2006) y sus interesantes “Even Thought of Coming Back”, “Mystery”,
“Birdies Singing”, “The Rabbit Hugged The Hound” y “No Word
Like The World”. Luego llegó el completísimo “Circular Sounds” (2008) y seguí añadiendo papeletas a mi tómbola
particular de ilusiones: “Tintinnabulation”,
“Mother Nature”, “To Speak To The Girl”, “I Nearly Lost My Mind”, “Something More”.
Si doy un paso atrás
en el tiempo y rescato los extraños y primitivos “The Past Was Faster” (99) y “Antique
Glow” (2001) me encuentro a un Kelley
Stoltz de inquietudes incipientes y muy, muy ambiciosas. Hey chicos, estoy en
marcha, acabo de subirme a una moto y voy a conquistar el mundo. En la mochila
llevo de todo: folk hippilondio, blues, country, garage, pop, surf, rock and
roll, lo que me pidáis. Y por ese mundo va pasando este gran compositor sin que
se le haga el caso debido, aunque nada de eso importe, porque una música como
la suya se sostiene por sí sola. Cuando pasen los años o los lustros y lo
moderno caduque, él seguirá siendo un producto genuino e imperecedero. Porque
en sus maravillosas creaciones resuenan ecos de los eternos, de Brian Wilson, Tom Petty o Ray Davies.
Y cuando el mundo y los principios de la Humanidad se hundan definitivamente y
queden reducidos a escombros (no es una predicción apocalíptica, es el camino
que llevamos), las canciones de este californiano seguirán dándonos limosna,
por pequeña que sea, ese abrazo que nos dará coraje, ese plato de sopa que nos
quitará el hambre.
Y mira tú por donde,
ahora me encuentro recién salido del horno su nuevo trabajo, “Double Exposure” (2013) se llama. Y claro,
no podía ser de otra manera: otra obra de toma pan y moja. Una auténtica
maravilla de hechuras simples y géneros universales, tratados con un cariño y
un buen gusto desbordantes. “Storms”,
“Are You My Love?”, “Double Exposure”, “Your Face”, “Still Feel”, “Kim Chee Taco Man” o “It´s
Summertime Again” son de esas canciones que nunca te cansas de invitar a la
mesa, que se antojan inmortales nada más escucharlas. Con este álbum parece que
Kelley se detiene, se baja de la moto, mira al horizonte y grita: “¿Qué
estáis haciendo, panda de cenutrios? ¡¡Despertad!!” Después se vuelve a subir
a la moto, arranca y sigue su camino tan campante. Ojalá recorra cientos, miles
de kilómetros más, porque aunque la inmensa mayoría de los mortales (grupo al
que yo ya no pertenezco) aún no se haya dado cuenta, es un verdadero genio.