12 julio 2012

DISCOS

DOMINIQUE A. Vers Les Lueurs.

Del sueño a la realidad.

A estas alturas de la película no hace falta que diga que soy fan incondicional de Dominique A. He dicho cosas de él que no se han dicho sobre muchos, cosas siempre buenas, cosas objetivamente justas. Y conviene apresurarse a afirmar que las formas no van a cambiar, porque por el momento el galo sigue aguantando el tipo, incólume, único, especial, tan alejado de la nadería y tan fiel a sí mismo que cuesta pensar en algún cantautor más genuino y personal. “Vers Les Lueurs” (2012) es su noveno trabajo de estudio, otro disco de belleza irresistible y sensibilidad supina. Aquí Dominique reafirma el concepto de canción natural y ecológica mostrándose totalmente frugal, que no frío, con los elementos: guitarras, base rítmica, piano y sección de metal son las herramientas básicas para este trabajo, tan básicas como el martillo, la cinta americana y la silicona para cualquier “ñapas”. Pero él no es un “ñapas”, claro está. Es más bien un escultor, dedicado a modelar titánicos sansones y goliats sobre mármol de Carrara: “Contre Un Arbre”, “Close West”, “Parfois J´Entends des Cris”, “La Possesion” y “Le Convoi”. También es una costurera dando puntadas precisas sobre la más delicada seda: “Parce Que Tu Était Lá”, “Loin du Soleil”, “Ce Gest Absent” y “Pars Les Lueurs”. Y puede que también sea un pintor, calibrando formas y colores, buscando la combinación ideal para los sentidos: “Ostinato”, “Rendez-nous La Lumière”, “Quelques Lumières” y “Vers Le Bleu”.

Pero sobre todo, el señor Ané es un romántico empedernido, un poeta del amor, un contador de historias melancólicas, críticas y misteriosas intuidas más que entendidas por la voluntad del francoparlante amateur. Hermosísimas melodías que ya no son solo la chanson de los prinicipios, sino mucho más, que empiezan resultando lugares comunes para al cabo engrosar las filas de la canción de nuestra vida. Ya no es el hijo de Gainsbourg ni el nieto de Brel. No es esa anomalía venida del norte de los Pirineos, ni el revolucionario idiomático en medio de la anglofilia gobernante, ni el estímulo de los altos coeficientes musicales. Dominique A ha dejado de ser un sueño para ser una realidad, de estar en la sombra a ser la estrella de la fiesta. Y todo a través de un medio muy sencillo y elemental: trabajo y honestidad. La mayoría de mortales ya no saben lo que es eso.

2 comentarios:

Fede Sánchez dijo...

¡Amen! Este año por fin lo pude ver en Barcelona y el directo superó todas mis expectativas. Simplemente un puto genio con una banda de ensueño.

Mary dijo...

¿A que es buenisimo en directo?. Es el artista al que más veces he visto en vivo, unas 7 u 8 veces; solo, con banda entera, con media banda, y siempre impecable. Espero que haya gira de este disco, porque allí estaré.