THE CHOCOLATE WATCHBAND. The Inner Mystique.
Joyas de los 60.
De vuelta a la prolífica década de los 60, toca hablar de una de las bandas inquilinas del llamado “sonido San Francisco”. The Chocolate Watchband obtuvieron su reconocimiento gracias a este disco, el segundo en su carrera tras un inacabable carrusel de cambios en su formación, pasando por dos o tres line up distintos antes de grabar su primer largo, añadiendo más variantes antes y durante el alumbramiento de este “The Inner Mystique” (68). Sin embargo, este es un disco de gestación difícil y arbitraria. Siendo puristas, quizá ni siquiera sea un disco de The Chocolate Watchband. Ed Cobb, su manager por aquel entonces, gozaba de una perspectiva radicalmente opuesta a la de los propios músicos, con licencia para manipular. Así que en “The Inner Mystique” no está del todo claro qué es realidad o ficción, hasta donde llega el talento de la banda, la aportación de mercenarios o la interferencia del corta-pega. De hecho, hay un misterioso escalón entre la tercera y la cuarta canción, la definición de dos bloques separados por una fina línea de diferencias, estructura y ejecución de estilos.
Primera parte. “Voyager of The Trieste” es una obertura de psicodelia extrema con saxos y sitares. A ella le sigue “In The Past”, auténtica joya exponente del mejor rock psicodélico de la época. En tercer lugar, el instrumental “Inner Mystique” abre una brecha hipnótica y relajante, con esa flauta travesera que teletransporta a otra dimensión. A partir de aquí el atisbo experimental se diluye, y el trabajo de los músicos de relleno también.
Segunda parte. Aunque en ningún momento dejan de sonar las campanas psicodélicas, los cortes (rescatados de sesiones y grabaciones ya de la propia banda) se mueven a partir de aquí hacia el rock clásico (“Medication”, “Misty Lane” o esa excelente “I´m Not Like Everybody Else” pedida a préstamo a Ray Davies), influencias del blues (“Let´s Go, Let´s Go, Let´s Go”, “Sweet Young Thing”) y del country (“She Weaves a Tender Trap”) o melodías impolutas y milenarias con sabor a soul como “It´s All Over Now, Baby Blue”, esta préstamo de Bob Dylan.
¿Fueron las alas de The Chocolate Watchband cortadas a traición o alguien tuvo que meterlos en cintura?. El tema queda en incógnita, teoría o leyenda. Pese a todo, estamos ante un álbum excelente, embriagador en sus momentos más brumosos, lapidario en sus cortes más rockeros y enternecedor en sus melodías más simples.