REPORTAJES
COSAS QUE LOS NIETOS DEBERÍAN SABER (POR MARK OLIVER EVERETT)
La música es la salvación.
Cuando oigo un disco me emociono. Cuando leo un libro vuelo. Y cuando se juntan ambas disciplinas en la misma cosa llego a lo más parecido al nirvana.
En mis manos aterrizó hace poco “Cosas que los nietos deberían saber”. O la autobiografía de Mark Oliver Everett, también conocido como E, o como el barbudo y peculiar líder de Eels. ¿Por qué será que la biblioteca pública se ha hecho eco de este libro y que durante cuatro o cinco largos meses ha estado ininterrumpidamente no disponible, prestado o reservado?. Al carajo, gastemos el dinero. El brillante prologuista Rodrigo Fresán argumenta que este es “el mejor libro de autoayuda que no intenta ayudar a nadie pero que lo consigue casi sin proponérselo”. Y cuánta razón tiene. También podría definirse como “el libro que te hace recuperar los discos de Eels del fondo del armario” o “el libro que hace que quieras quedar con el señor E para tomar unas birras y charlar de todo menos de fútbol”. Porque no se puede negar que este es un libro escrito a corazón abierto, sin pelos en la lengua, sin remordimientos y, sobre todo, sin ínfulas literarias. Ya argumenta el protagonista sentirse algo incómodo tratando de publicitar la vida de un ser apenas importante, pero ahí está el quid de la cuestión: también a los menos importantes les suceden cosas, también necesitan ser escuchados, también tienen derecho a entrar en la leyenda. Y tras leer estas páginas tengo mis dudas: ¿será Mark Everett recordado por su fabulosa obra musical o por su abrumadora sinceridad escribiente?. De momento, sus memorias contribuyen a un extenso conocimiento de su persona y un mejor conocimiento de su obra, convirtiéndose en un anexo de 200 páginas que añadir a su discografía. De hecho está pensado para eso, para ocupar su lugar justo detrás de la última canción de “Blinking Lights And Other Revelations” (2005), curiosamente bautizada con el mismo título, como un bonus track no solo para el álbum en cuestión sino para todo un legado creativo.
La historia contada es bien sencilla. Alguien dijo que para ser artista hay que estar un poco loco y llevar una vida muy perra. Y digamos que E cumple los dos requisitos. Sin atisbo de vergüenza o autocompasión, el libro narra el desarraigo de su vida familiar, una niñez vacía, una adolescencia perdida, veleidades y búsquedas personales, la maldición de la muerte prematura, el descubrimiento de la música como medicina, el principio de un camino con final soñado pero incierto, y por supuesto, la suerte. Un argumento tradicional: joven desorientado quiere ser músico, se cuelga la mochila en busca de aventura y acaba tocado por una varita mágica. Pero ese joven palurdo de Virginia que conduce hasta Los Angeles queriendo grabar un disco, y que al cabo de unos años se encuentra coincidiendo y codeándose con gente como Neil Young o Tom Waits, no es el típico ceniciento. No, Mr. E es un tipo hecho de otra pasta y su diferencia (e integridad) se resume en actitudes como rechazar la venta de su música para anuncios publicitarios o reflexiones como esta: “La supuesta cultura alternativa trajo consigo una fea constatación: en realidad no era alternativa en absoluto. Estaba a la venta, igual que cualquier otro producto comercial. Era una rebelión en contra de nada”. Un valiente anatema, una gran verdad dicha con todas sus letras.
Y es que la de nuestro protagonista no es una historia novedosa. ¿Cuántas veces hemos asistido a la leyenda de almas masacradas por la tragedia que vierten sus angustias en la música, que combaten los demonios en forma de hermosas y desgarradas canciones?. Se me ocurren varios nombres. Pero claro, aquí hablamos de E porque él es quien se acaba de atrever (bueno, se atrevió en el 2009, el tiempo vuela) a contárnoslo todo a la cara, no solo a través de poemas musicales de dudoso parentesco con la realidad. Este es un libro que nos narra sus miserias, pero también un libro que, con un estilo libre, desafectado y ligero, expone la forma en que esas miserias se vuelcan en su música. Cómo nació su composición compulsiva (siempre maquinada en sótanos y rincones hogareños), el significado y el por qué de muchas de sus extrañas y extravagantes letras, la a veces incomprendida versatilidad de sus shows en directo. Y sobre todo, su decente y loable cruzada en pos de la pureza del arte, de la pureza de sus discos, incorruptibles e intocables por la sucia mano de la avaricia.
Este es un libro tan sincero y delicioso, tan capaz de hacer reír y llorar casi al mismo tiempo, que es imposible vencer la tentación de recuperar a Eels, sintonía de cabecera hace algunos años e inexplicablemente olvidados después, haciendo desfilar de nuevo por el reproductor todos esos discos cuya génesis es descrita por el autor en estas conmovedoras páginas.
PRIMERO: “Beautiful Freak” (96), su boom de elevación a portadas, teles, radios y convites, basado en anécdotas adolescentes, con aquellas asombrosas “Novocaine for The Soul”, “Susan´s House” o “Beautiful Freak” que nos revelaban el secreto de un nuevo Beck haciendo travesuras con raros cachivaches.
SEGUNDO: “Electro-Shock Blues” (98). Han tenido que pasar trece años para valorarlo en su justa medida; pues en este disco se vierte toda la angustia del E machacado por la soledad y los desastres. Por eso resulta un trabajo tan cohesionado y solemne, máximamente sofisticado en momentos como “Cancer for the Cure”, “Hospital Food” o “Efils´God” y con múltiples referencias a la muerte.
TERCERO: “Daisies of The Galaxy” (2000), todo delicadeza y sosiego, atestado de canciones bellas y aparentemente inofensivas pero boicoteado en la campaña presidencial del innombrable Bush hijo como exponente del antidecoro y la corrupción juvenil. De risa.
CUARTO: “Souljacker” (2001), una contundente vuelta de tuerca a su sonido, compuesto a pachas con John Parish, con antologías como “Souljacker Part I” y “Jungle Telegraph” y de muy difícil trago para su discográfica.
QUINTO: “Shootenanny!” (2003), mucho más llano y asequible, compuesto por accidente durante el sutil proceso creativo del disco siguiente en cronología e inspirado por el alma del mismísimo Muddy Waters. Aceptado sin esfuerzo por directivos, crítica y underground, y nominado para los premios Shortlist.
CUARTO: “Souljacker” (2001), una contundente vuelta de tuerca a su sonido, compuesto a pachas con John Parish, con antologías como “Souljacker Part I” y “Jungle Telegraph” y de muy difícil trago para su discográfica.
QUINTO: “Shootenanny!” (2003), mucho más llano y asequible, compuesto por accidente durante el sutil proceso creativo del disco siguiente en cronología e inspirado por el alma del mismísimo Muddy Waters. Aceptado sin esfuerzo por directivos, crítica y underground, y nominado para los premios Shortlist.
SEXTO: “Blinking Lights and Other Revelations” (2005), la para muchos “gran obra maestra” de Mr. E, disco doble con 33 canciones y una barba ya consolidada. Línea de salida para su arrebato de necesaria sinceridad y nueva hoja de ruta para una carrera que continúa incansable.
Después ha habido otros tres discos más pero la revisión construida aquí se detiene en su libro. Un libro que tardará en ser olvidado, lleno de marcadores de colores (que quizá nunca despeguemos) puestos a conciencia sobre los pasajes más profundos como un arco iris de esperanza. Porque la historia de E no es sensacionalismo sino realidad. Y en efecto, una ayuda mágica para afrontar los días con otro color de cara y otra perspectiva. Como él mismo piensa: “Estamos todos bien jodidos, y no hay mayor verdad que ésa. Todos tenemos alguna historia bien jodida en nuestras vidas, y no hay nadie viviendo el cuento de hadas que la tele nos hizo creer que viviríamos de mayores cuando éramos pequeños””. Es triste pero justo recordarlo. Y seguir adelante. Aunque no sepamos qué va a suceder a continuación.
http://www.eelstheband.com/
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