RETROSPECTIVAS
NEIL YOUNG. Prairie Wind.
El disco que entró por los ojos.
La música normalmente entra por el oído, casi siempre, por definición. Sin embargo, hay excepciones, basadas en extrañas coincidencias, en milagros. “Prairie Wind” (2005), como es sabido, forma el cuerpo del documental “Neil Young: Heart of Gold” (2006), obra en la que Jonathan Demme capta con su ojo clínico la premier de este álbum a través de un magnífico concierto en el Ryman Auditorium de Nashville. Un álbum de repercusión mediana en la carrera del canadiense de no ser por esta segunda visión, que lo inserta en otra dimensión más profunda. “Prairie Wind” es un disco sincero y hermoso, en el que el maduro Young mira hacia dentro y hacia atrás para contarnos más historias sobre la existencia, con su fina pluma perfectamente engrasada. Es un trabajo que bebe a tragos largos del country puro, directamente de Hank Williams, articulándolo con el folk y el gospel. El incombustible vuelve a mostrarse en cueros emocionales, dedicando su sabiduría a todos sus anclajes personales: a su tierra y sus amigos (“No Wonder”, “Far from Home”), a su Martin D-28 (“This Old Guitar”), a su padre muerto (“Prairie Wind”), a su descendencia (“Here for You”), a Dios (“When God Made Me”). Es un disco de textos y acordes brillantes. Natural: es un disco de Neil Young.
El documental en cuestión retrata un momento decisivo en la carrera del músico y en la vida del hombre: ese en el que no sabes qué pasará a continuación. Grabado justo en el momento de enfrentarse a su aneurisma cerebral, y quizá por eso, muestra a un Neil Young en el límite de sus fuerzas. También muestra al Neil Young evocador y entrañable, empeñado en explicar el por qué de las canciones cuando a su edad no es preciso dar ya ninguna explicación. Sobre el escenario le acompañaron colegas, músicos históricos y gratas compañías: Emylou Harris, Grant Boatwright, Rick Rosas, Chad Cromwell, Spooner Oldham, su esposa Pegi Young… un elenco de jóvenes y viejos sabios dándole abrigo en la faena. Pero “Neil Young: Heart of Gold” no solo se basa en la presentación de este magnífico “Prairie Wind”. A continuación el maestro mira atrás para rescatar emocionantes perlas del pasado: “I Am a Child”, “Harvest Moon”, “Heart of Gold”, “Comes a Time”, “Old Man”, “The Needle and the Damage Done”, “Four Strong Winds” o “One of This Days” culminan un documento extraordinario capaz de fascinar tanto a cinéfilos como a melómanos, por su triple e incuestionable poder: el visual, el musical y el espiritual. Larga vida al más grande.
www.neilyoung.com