17 enero 2009

CONCIERTOS

CALEXICO + DEPEDRO. Madrid. Joy Eslava. 15-1-2009.

Músicos sin fronteras (Parte 2).

Lo primero: una recrítica de “Carried to Dust” (2008) para hacer justicia. Tras repasarlo con dedicación y esmero tenemos nueva conclusión: es uno de los mejores discos de la historia del dúo de Tucson. Condensa con la mayor efectividad todos sus palos identificativos, tiene los arreglos necesarios y el nivel de inspiración de sus autores vuela muy alto. Por eso su concierto en Madrid tenía que ser bueno. Por eso los mejores momentos fueron precisamente los que brotaron de este reciente trabajo. Aunque a mucha gente (a la mayoría de los asistentes a la Joy Eslava el jueves) les prive su vena más folklórica y mestiza, hay otros a los que (con todos los respetos al folklore y al mestizaje) les gustan mucho más los Calexico solemnes, los que abordan el rock, el country y el blues como dioses y con un estilo muy personal. De ahí que los flashes clave de este concierto fueran aquellos en los que el rock (“Man Made Lake”, “Writer´s Minor Holiday”, “Red Blooms”), el country (“The News About William”) y el blues (“Bend to the Road”, “Two Silver Trees”) emergieron con más vehemencia. Curiosamente las nuevas eclipsaron a los clásicos. Razón: los clásicos seleccionados explotaron el lado mariachi-festivo más de lo deseable, a excepción de los rescates iniciales de “Spoke” (97), la bien recibida “All the Pretty Little Horses” y una “Not Even Stevie Nicks” cada vez más virulenta y sorprendente.

Lo segundo: han pasado dos años desde su anterior visita a Madrid, y hay que agradecerles que no hayan cambiado un ápice. Siguen siendo igual de majetes que entonces; siguen afinando sus propios instrumentos, paseando por el escenario como si fuera el salón de su casa. Siguen siendo lo más parecido al vecino de al lado y lo menos parecido a las estrellas del “rock´n´roll, way of life”. Partiendo de esta premisa y añadiendo su abanico de posibilidades estilísticas musicales, es imposible que disgusten a nadie, imposible no acabar queriéndolos y deseando irse con ellos de cañas. Ah, y otra de las cosas sin cambios es su inclinación colaboradora, su pan de cada día, bocado compartido ahora oficialmente con Jairo Zavala. Qué suerte la tuya, amigo Jairo. Tu sueño (ése que dices que no se acaba) es el sueño irrealizable de muchos, así que aprovéchalo. Depedro, el nuevo proyecto del susodicho, abrió la noche con la introducción de Joey Burns en plan Jools Holland. Las canciones de Jairo tienen un poco de todo, como las de sus amigos, y todos los amigos acabaron en el escenario con él.

Lo tercero: Calexico (incluido Jairo) son siete virtuosos ejercitando sin esfuerzo su habilidad ante la gente con el único ánimo de divertirse. Pero hay un Calexico que está al fondo, escondido tímidamente en una burbuja de platos y bombos, casado con el riesgo de todo baterista: el de pasar desapercibido. Es John Convertino. Entender el don de la banda pasa por entender su técnica elegante y misteriosa, su forma de agarrar las baquetas y las maracas, construyendo ritmos veleidosos que evocan rachas de viento, ruedas de camiones, serpientes venenosas, polvo en suspensión. Grandioso e hipnótico espectáculo.

Concluyendo, los de Arizona han regresado dándolo todo, como de costumbre. Poco más se les puede pedir; quizá que a la próxima vengan chapurreando un poco de conversación en español ¿no?. Porque, definitivamente, pedirles que dejen de mirar al lado sur de la frontera no tiene mucho sentido; morirían su estigma y su identidad. La cultura popular es la cultura universal.

www.casadecalexico.com

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