THE MODERN LOVERS. The Modern Lovers.
La sombra reluciente de la Velvet.
Duraron poco juntos, pero valió por uno de los álbumes de la historia. “The Modern Lovers” (76): fetiche de eruditos musicales, espejo de nostálgicos y apasionados, puerta trasera del universo Warhol. Empiezas a escucharlo, y en el revoltoso subconsciente aparece una pancarta con letras enormes que reza: The Velvet Underground. El efecto es inmediato en canciones como “Roadrunner”, “Old World”, “Pablo Picasso”, “Modern World” o “Someone I Care About”. Aunque hay una singular diferencia de principios, evidente al poner frente a frente “I´m Straight” y el “Heroine” de Reed y Cale. Pero el disco se expande hacia muchos otros símbolos de referencia. Hacia Dylan, por la despistada forma de cantar de Jonathan Richman. Hacia Dire Straits por la madurez de algunas melodías, como “Dignified and Old”. Hacia las locas velocidades del punk, especialmente en la estupenda “She Cracked” y sus frenéticas guitarras. Incluso “Government Center” cierra la obra con una sutil alusión a pioneros como Chuck Berry o Little Richard.
Se evaporaron antes de recoger el fruto cosechado con este disco, pero algunos siguieron sembrando en las fértiles haciendas de terratenientes como Rick Ocasek o David Byrne. Y Richman siguió y sigue moviéndose entre recuerdos, historietas y amigos, proclamando el orgullo y la grandeza de ser de Massachusetts.
La sombra reluciente de la Velvet.
Duraron poco juntos, pero valió por uno de los álbumes de la historia. “The Modern Lovers” (76): fetiche de eruditos musicales, espejo de nostálgicos y apasionados, puerta trasera del universo Warhol. Empiezas a escucharlo, y en el revoltoso subconsciente aparece una pancarta con letras enormes que reza: The Velvet Underground. El efecto es inmediato en canciones como “Roadrunner”, “Old World”, “Pablo Picasso”, “Modern World” o “Someone I Care About”. Aunque hay una singular diferencia de principios, evidente al poner frente a frente “I´m Straight” y el “Heroine” de Reed y Cale. Pero el disco se expande hacia muchos otros símbolos de referencia. Hacia Dylan, por la despistada forma de cantar de Jonathan Richman. Hacia Dire Straits por la madurez de algunas melodías, como “Dignified and Old”. Hacia las locas velocidades del punk, especialmente en la estupenda “She Cracked” y sus frenéticas guitarras. Incluso “Government Center” cierra la obra con una sutil alusión a pioneros como Chuck Berry o Little Richard.
Se evaporaron antes de recoger el fruto cosechado con este disco, pero algunos siguieron sembrando en las fértiles haciendas de terratenientes como Rick Ocasek o David Byrne. Y Richman siguió y sigue moviéndose entre recuerdos, historietas y amigos, proclamando el orgullo y la grandeza de ser de Massachusetts.
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