VISOR FEST 2023. Murcia. La Fica. 22 y 23 de
septiembre.
A la tercera fue la vencida. Tras dos ediciones
fallidas, había ganas de descubrir este festival que reúne todas las virtudes
soñadas para un evento musical en condiciones: precio asequible, aforo controlado,
espacio accesible, cero solapamientos horarios y artistas con pedigrí. Formato
ideal para nostálgicos, carrozas, revivalistas y viejunos eternamente jóvenes.
Que los más maduros y metódicos también se merecen una oportunidad. Que toda
esa gente fue la que levantó los festivales en este país allá por los noventa.
¿O acaso no nos acordamos? Que los que ahora se congregan en torno a La Fica
para ver a Suede son muchos de los
que vieron a Suede en Benicasim en
1999. Que la gente que aquí convive y se da la mano tiene canas, y barrigas y
arruguitas, pero es una gente maravillosamente auténtica, amante de una música
que, lejos de declinar, resurge llena de magia y energía. Y muchos de los que
aquí están (o estamos) vivimos ese concepto de festival de respeto y devoción,
contracultural, contracomercial, centrado en el contenido musical, sin
parafernalia ni folclore adicional, música en estado puro limpia de polvo y
paja. Y cuánto se agradece poder volver al pasado, aunque sea por unos
instantes, un par de días, unas cuantas horas, regresando a la esencia de lo pequeño
y genuino.
The Primitives vivieron mucho tiempo de las rentas
de “Crash”, pero nunca se fueron del
todo. El motor en vivo no carbura a la perfección y la glamurosa Tracy Tracy ya no muestra el alarde
vocal de antaño, pero aún así son el comienzo, los primeros, y a todos nos
pillan con ganas. Poco a poco van desgranando su batería de clichés directos,
rotundos y pegadizos, para contento de poppies y rockers por igual. Suenan “Sick of it”, “I Won´t Care”, “Buzz Buzz
Buzz”, “Really Stupid” o “Rattle My Cage”, que llevan en volandas al
personal más madrugador con la primera cerveza del día. Por supuesto, “Crash” no puede faltar a los postres, convertida
en coros y saltos e indemne al paso del tiempo.
The House of Love tampoco se fueron del todo. Tras los
éxitos de su primer lustro se tomaron un descanso de una década y resucitaron,
para seguir siendo esa banda de culto cuidada por la prensa y los amantes de
las canciones con marca de autor. Ese autor (gran autor) es básicamente Guy Chadwick, único habitante perpetuo
de la antigua casa. Se lo toma con calma, se hace de rogar, pero aún es capaz
de ofrecer nuevos materiales (en 2022 publicaron “A State of Grace”) y dar rutilantes recitales con formación
regenerada. “Cruel” y “Christine” son dos potentes argumentos
para empezar su demostración. Y tienen tantas y tan brillantes canciones (“Hope”, “Shine On”, “Burn Down The
World”, “Destroy The Heart”, “Love in a Car”) que es difícil no
prestarles la atención que se merecen. Venían como recambio de The Church. Sustitutos de categoría.
Inspiral Carpets no es que se prodiguen mucho en
grabar nuevas canciones, pero ¿acaso les hace falta? El legado que dejaron
entre 1988 y 1995 se merece una vitrina en los museos de la música popular. En
un festival como este, ¿cómo prescindir del mítico sonido Madchester y de los
flashes de Factory Records? Ellos fueron los chicos buenos de la movida, y
quizá por eso no alcanzaron el mismo impulso mediático que los más descerebrados
y camorristas. El buen rollo no vende. Pero ahí están, dando el do de pecho,
sacando petróleo de los discursos de Stephen
Holt, las teclas suicidas de Clint
Boon y los arpegios de Graham
Lambert. Arrancar con “Joe” es
una declaración de guerra, y a partir de ahí todo es cuesta arriba. Setlist: “Joe”, “Generations”, “Weakness”,
“Butterfly”, “She Comes in The Fall”, “This Is How It Feels”, “Two Worlds
Collide”, “Let You Down”, “Bitches Brew”, “Find Out Why”, “Move”, “Sackville”,
“Directing Traffik”, “Keep The Circle Around”, “I Want You”, “Uniform”,
“Dragging Me Down”, “Commercial Rain”, “96 Tears” y “Saturn 5”. ¿Alguien da
más? Como oírse enterito un greatest hits
a merced de proyecciones conmemorativas de sus simpáticos iconos y logos.
OMD son siglas mayores. El proyecto de Andy McCluskey y Paul Humphreys posee una de las carreras más sólidas de la historia
del synth-pop, y el verdadero acicate era descubrir su puesta en escena, que
solo se puede calificar de impecable. Música electro en estética rockera, con
el plus onírico de una luminotecnia cuidada al milímetro. Andy se mantiene en
forma, bajo en ristre, voz sin mácula, presencia determinante en las tablas (y
en la piscina del hotel al día siguiente). El oído se muestra dócilmente
amaestrado cuando suenan “Electricity”,
“Messages”, “Souvenir”, “Sailing on The
Seven Seas”, “Enola Gay” o “Pandora´s Box”, himnos que resisten con dignidad
la corrosión de los años. Su concierto no fue solo un guiño al pasado; fue un
recorrido concienzudo por cuatro décadas de trabajo y experimentación, y ello les valió una de las ovaciones más emotivas del festival.
Que me perdonen Mercromina
por perdérmelos (lo siento, paisanos). Los excesos de la jornada previa y la
necesidad de una siesta ibérica echaron por tierra el homenaje que sin duda
merecían. Por si sirve de descarga, veníamos de una semana de pincharlos a
discreción y recordar lo buenas que eran “Pájaros”,
“Chaqueta de Pana”, “Evolution”, “El Libro de Oro de la Congelación”, “La gran aventura” o “Entrevista
a Un Abducido”.
Nada Surf también siguen incombustibles
después de su arranque apoteósico con “High/Low”
allá por 1996, y “Popular” y “The Plan” destacaron en los inicios para
recordar cómo empezó todo. Se les tiene cariño; quizá por la simpatía y orígenes
de Dani Lorca, o por la clase y
saber estar de Matthew Caws. Su set
fue un viaje con parada en todas sus estaciones, magistral en ejecución y
sobrado de actitud. Que tocan maravillosamente bien, nadie lo puede dudar. Que
a veces se enredan en medios tiempos aburridos o melodramas manidos, puede ser.
Que cuando sacan los colmillos devoran al más pintado, pues también. Además de
la mencionada “The Plan”, aplastante
con sus cambios de ritmo y riffs descabalados, brillaron “Hi-Speed Soul”, “Killian´s Red”,
“Happy Kid”, “Hyperspace” y “See These Bones”. Qué pena que no cayera
“La Pour Ça”.
Echo & The Bunnymen no necesitan presentación. Pioneros
y legendarios. Y esta vez brillaron más que nunca. Introducidos al son de canto
gregoriano, bucearon a fondo en su discografía para rescatar temas inesperados:
siniestros en “Going Up” y “All That Jazz”, místicos en una
grandiosa “All My Colours”, nítidos en
“Never Stop” o funkies en “Bedbugs and Ballyhoo”. Saludaron al
malogrado Lou Reed en los compases
finales de “Nothing Last Forever”,
dándose un paseo por el lado salvaje. No dejaron de lado algunas melodías
reconocibles, como “Rescue”, “Bring On The Dancing Horses”, “Seven Seas” y “The Killing Moon”. Se convirtieron en una odisea catódica bordando
“Over The Wall”, momento cumbre del
concierto. Cerraron con la obvia “Lips
Like Sugar”, y nos dejaron a medias, yéndose a la francesa y prescindiendo
de la deseada “The Cutter”. No estaba
Ian McCulloch en sus mejores
facultades. Sí lo estaba Will Sergeant,
volviendo a hipnotizar con sus espasmos eléctricos. Son un monstruo, y decir lo
contrario sería falacia.
Y Suede son
otro monstruo, desde luego. Un monstruito espídico que no ha dejado de engordar
desde su resurrección en 2013. Viviendo una segunda (o tercera, o cuarta)
juventud, Brett Anderson sigue en
plan bestia escénica, creyéndoselo como el primer día, dando todo lo que lleva
dentro hasta la extenuación. Esta vez iban acompañados de adorno visual, las
grandes obras artísticas de sus elepés y singles proyectadas para hacer de cada
tema un episodio inolvidable. Abundaron los hits, las irrenunciables “She”, “Trash”, “Animal Nitrate”,
“Filmstar”, “Can´t Get Enogh”, “New
Generation”, “So Young” o “Beautiful Ones”. Pero también hubo un
presente, muchas canciones del último “Autofiction”
(2022), como las rotundas “Turn Off Your
Brain and Yell” o “Shadow Self”. Rescataron
“She´s in Fashion” en una versión
acústica deliciosa, y remataron un sábado noche inolvidable con la oportuna “Saturday Night”. Y todo ello en una pieza,
sin impases ni titubeos, enlazando un riff con otro, un ritmo con el siguiente
y un ejercicio aeróbico con el posterior, en un desafío extremo. Normal que
todos acabaran sin resuello, como el mismísimo Brett.
Dicen que en las redes la gente ya está expresando
sus deseos para conformar el cartel de 2024. Aquí les dejo algunas sugerencias,
señores: Happy Mondays, Einstürzende
Neubauten, The Psychedelic Furs, Manic Street Preachers, Mercury Rev, The
Church, The Stranglers, Madness, The Charlatans, Bauhaus, The Cult, The Cure,
Spiritualized, Gary Numan, The B-52´s, Gang of Four, New Order, Wire, The
Sisters of Mercy, Supergrass, Slowdive, The Verve, Yo La Tengo, Mogwai, Primal
Scream, The Durutti Column, Modern English, Kraftwerk, Mission of Burma, The
Jesus & Mary Chain, Siouxie, Stereolab, Weezer, Pavement, The Boo Radleys,
Arab Strap, The Posies, The Delgados.