05 octubre 2025

CONCIERTOS

VISOR FEST 2025. Valencia. Marina Norte. 26 y 27 de septiembre. 

La nueva edición de nuestro festival favorito, esta vez en Valencia, cumplió con las expectativas. El Visor Fest vuelve a ser esa cita auténtica, familiar y recoleta que te despierta la nostalgia y te hace rejuvenecer décadas. Si bien el cartel no resultaba tan atractivo como en otras ediciones, el fichaje de Hooky nos hizo lanzarnos a la piscina en plancha. Será la sabiduría o la veteranía, pero en este evento todas las bandas suelen cumplir, salvo contadas excepciones (ya se sabe de sobra cuál es la excepción en este caso). Quitando la fiesta hortera del sábado en el Vels i Vents, que atacó por la retaguardia sin piedad el sonido de las actuaciones del día, puede decirse que el recinto de Marina Norte es un lugar mágico para disfrutar de la música, viendo el mar, atisbando barquitos y pudiendo aposentar el culo de vez en cuando en esas gradas tan celebradas por los cuerpos de nuestra edad. Hubo algún que otro pero, como la pírrica oferta gastronómica y el tamaño estándar de las cervezas, pero la sensación fue de satisfecho general. 

En lo musical, el viernes comenzó con el regreso de THEN JERICO al completo, de los que solo pudimos degustar el postre. Y menudo postre, oiga: “Big Area” y “Reeling” sonaron majestuosas. Vimos una banda dándolo todo sobre las tablas, luciendo los atuendos y poses de antaño y sonando a gloria. Los amigos improvisados nos confirmaron que sí, que había sido una actuación para enmarcar, plena de garra y profesionalidad. Al parecer, triunfaron de largo. 

Luego BUFFALO TOM empezaron a medio gas, sonando algo descoordinados, lanzando demasiado pronto la fabulosa “Summer” (sonó en segundo lugar) sin apenas precalentamiento. No hay duda de que se trata de una banda referente del rock independiente americano, que tienen buenísimas canciones y que ponen todo su empeño en escena. Pero a la escribe no le calan, resultando imposible aprenderse los temas pese a haberlos oído detenidamente en las previas. Así que no tenemos claro lo que tocaron, solo que el sonido mejoró mediado el show y terminaron a excelente nivel. Y fue una suerte que se acordaran de la deliciosa y emocionante “Late at Night”, única que nos sabemos de memoria. 

Había ganas de ver a ASH. Álbumes como “1977” (96), “Nu-clear Sounds” (98) y “Free All Angels” (2001) nos enamoraron de ellos (y de Tim Wheeler en particular) allá por nuestras veintenas. Luego se les perdió la pista, aunque han seguido lanzando discos que siempre portan al menos un par de temas bien decentes. Pues bien, están en una forma increíble. Comenzaron sonando como un trueno con “A Life Less Ordinary”, y su set, como bien explicaba el adorable Tim, fue una acertada mezcla de recuerdos y novedades. No faltaron las clásicas “Angel Interceptor”, “Goldfinger”, “Shining Light”, “Oh Yeah”, “Kung Fu”, “Girl from Mars” o “Burn Baby Burn”. Es imposible resistirse al embrujo de otras más recientes, como la bailonga “Confessions in the Pool” o como “Crashed Out Wasted”, que fue rubricada con una master class de guitarra eléctrica brutal. Y es que esas Flying tienen mucho que ver en el potentísimo sonido de la banda en vivo. Rugen como diablos y llenan todos los huecos vacíos por ausencia de segundo guitarrista; “Orpheus” y “Braindead” son otras dos buenas muestras de poderío metal. Por cierto, que también se marcaron una divertidísima versión del “Jump in the Line” de Harry Belafonte que volvió loco al personal. Casi casi, los ganadores del día. 

La noche acababa como se preveía: con una sesión de baile y golfeo al estilo HAPPY MONDAYS. O más bien podría decirse al estilo Bez. Porque sí, para qué negarlo, el alma de esta banda siempre ha sido ese que no hace nada o casi nada, el que baila y toca las maracas, ese tipo magnético al que tanto cariño le tenemos y tantas veces hemos imitado. Desde luego, sin él en el escenario no serían lo mismo. Contra pronóstico (pensábamos que estaban en mucha peor forma), los de Manchester (o Madchester) portaron un sonido muy pulido. Lo único que desencajó fue el fraseo aleatorio y despistante de un Shaun Ryder orondo que sigue resistiéndose a sacar la mano izquierda del bolsillo. El show fue un subidón continuo, una oda a la diversión. Empezaron dándole duro a “Pills´n´ Thrills and Bellyaches” (90), su álbum de cátedra, encadenando “Kinky Afro”, “God´s Cop”, “Donovan” y “Dennis and Lois”, y cuando pensábamos que aquello iba de homenaje, hicieron un viraje astuto atacando “Performance”. También sonaron cosas como “Loose Fit”, “Mad Cyril”, “Bob´s Yer Uncle”, “Hallelujah”, la demandada y cacareada “24 Hours Party People”. Lo tenían fácil: cualquier tema de su colección vale para liarla parda. Por supuesto, el final debía ser “Step On” y así fue, con Bez arrojándose de nuevo a la marea humana y perdiendo (o regalando) sus instrumentos de trabajo (o sea, las maracas). “Wrote for Luck” fue un bis ya innecesario después del desparrame del “twistin´my melon man”. Y aunque gustaron y cumplieron, queda esa extraña sensación de que vale más ponerse un disco suyo que verlos en directo. 

El sábado comenzó con un buen recordatorio: que nosotros también fuimos indies una vez, cuando oíamos cosas como CHUCHO, por ejemplo. Pero es que nuestros paisanos son indie, sí, pero también son otro montón de cosas. Son esa banda capaz de aunar el pop-rock con un fandango o una copla, con el punk o la música disco, y terminar un concierto con una lección de distorsión y feedback a lo Spiritualized. Casi habíamos olvidado lo grandes que son. En Valencia confirmaron esa grandeza desde el minuto cero de “Esto Es Mi Sangre”, con una ejecución y sonido espectaculares. Para colmo, eligieron un repertorio de ensueño, donde no faltaron todas las esperadas (llámense hits). Estuvieron “Cirujano Patafísico”, “Un Ángel Turbio”, “El Ángel Inseminador”, “De Aire”, “Flores sobre el Estiércol”, “Mi Anestesia”, “Abre Todas las Ventanas”, “Revolución” y “El Detonador EMX-3”. Hicieron protesta con elegancia y sutileza, trayendo a colación la fantástica “Piedras de Palestina” y dedicando “La Mente del Monstruo” a Benjamin Netanyahu. En el desenlace unieron el buen rollo discotequero de “Magic” (el himno optimista por excelencia no podía faltar) con la rabia de “Perruzo” y el humo acre de “Inés Groizard”, terminando entre psicodelia, ruidos y furias. En definitiva, ofrecieron un concierto al que le faltó el canto de un duro para ser perfecto. 

ECHOBELLY venían a Valencia celebrando el 30 aniversario de su disco “On” (95), y nos olíamos que lo iban a tocar de cabo a rabo. Bingo. Entero y por orden. Eso significa abrir el show con tres trallazos como “Car Fiction”, “King of The Kerb” y “Great Things”. ¿Y luego qué? “Y ya no me sé más” decía un colega. Pero aquel LP estaba lleno de canciones estupendas, y aunque jamás fuéramos seguidores acérrimos de la banda, hay que reconocer que temas como “Something Not in a Cold Country” o “Four Letter Word” nos gustaban mucho en tiempos (cuando éramos indies, vaya). Por no hablar de la superlativa “Dark Therapy”, que ya vale sola un concierto entero. Nunca los vimos en vivo antes, por lo que no hay con qué comparar, pero los devotos dicen que estuvieron magistrales. La voz de Sonya Madan ha perdido algo de potencia, pero su carita de ángel, su encanto y simpatía siguen haciéndola brillar. 

De LEMONHEADS ya se ha dicho de todo tras su paso por España. Palabras como vergüenza, esperpento o autosabotaje han aparecido en muchas crónicas, dándole a Evan Dando hasta en el cielo de la boca. Tampoco los vimos nunca en vivo y tampoco hay con qué comparar, pero desde luego no tuvieron su mejor día. Bueno, Dando no tuvo su mejor día, porque los otros dos aguerridos supervivientes (el bajista Farley Glavin y el batería John Kent) hicieron todo lo que pudieron. Uno no se explica cómo no se levantan (figuradamente) y se van. Porque a base de querer lucirse y dar el cante, Evan lo único que hace es ponerse en ridículo y boicotearlos. Pero qué demonios, sonaron un montón de canciones buenísimas (de esas de dos minutos) y aunque sonaron fatal (algunas desafinadas, otras arrítmicas) por un momento nos vimos con la sonrisa en la boca. Porque hay que reconocer que creando este tío era una máquina, y nos ha dejado cositas tan grandes como “Bit End”, “It´s About Time”, “Down About It”, “The Great Big No”, “Big Gay Heart”, etcétera. Que luego las reboce por el barro, pues allá él. Con “Style” ni siquiera sabemos lo que hizo, aparte de demostrar que el bajo no es lo suyo y liarse a patadas con el micro. En su evidente estado de debacle física y confusión mental no esperábamos un solo acústico, pero lo hubo y bien largo. Y no le salió mal, pues intentando emular a Tim Hardin o a Oasis tuvo algún que otro momento de ligera lucidez. Eso sí, lo de empezar con “Confetti” y luego pasársela por el forro no nos gustó nada. El ataque de punk rock final ni mejoró ni empeoró las cosas, con descompases, aborto y vuelta a empezar de la estupenda “Deep End” y huida muda. Penoso, pero casi divertido. 

PETER HOOK & THE LIGHT cerraban el festival con honores. Los hay que critican a Hooky por oportunista. Los hay que tildan su aventura de impostura o banda tributo. Pero también los hay que opinan, al igual que nosotros, que lo que este hombre está haciendo es ofrecer un regalo muy muy valioso: la oportunidad de poder saborear en vivo las canciones de Joy Division y New Order en su recreación más justa posible. Una reciente operación en el hombro nos privó de verle tocar el bajo, pero hay que reconocer que los chicos de The Light, con su hijo Jason y antiguos miembros de Monaco en plantilla, estaban al calibre perfecto para que todo sonara con una fidelidad pasmosa. Él no estuvo del todo cómodo, pues le faltaba su arma letal, que fue sustituida por un vaper. El setlist fue para haberlo cogido impreso, enmarcarlo y colgarlo en el salón. Primera mitad, Joy Division: “Warzaw”, “Interzone”, “Isolation”, “She´s Lost Control”, “Shadowplay”, “Disorder”, “Digital”, “Transmission”, “Atmosphere”. Segunda mitad, New Order: “Your Silent Face”, “Blue Monday”, “Regret”, “Crystal”, “Bizarre Love Triangle”, “Temptation”, “True Faith”, “Ceremony” (un justo y merecido guiño a Monaco en medio de esta parte con “What Do You Want from Me?”). Habríamos apostado un riñón a que “Love Will Tear Us Apart” cerraría la fiesta (más después de habérsela saltado en la primera parte), y así fue, la guinda a una tarta de tres pisos. Para los que hemos crecido escuchando y amando a estas dos bandas este podría citarse como uno de los conciertos de nuestras vidas, una especie de sueño imposible cumplido. Incluso los no tan fans acusaron recibo, y Hooky consiguió lo que nadie había logrado en dos días de festival: que todo el mundo mirara al escenario y cerrara el pico. La fiesta fue como no se recuerda, las caras de ilusión también. Y da igual lo que digan por ahí los listos: yo a este señor le hago una reverencia y le doy un millón de gracias.