15 julio 2019

MAD COOL 2019

Madrid. Valdebebas. 11, 12 y 13 de julio

JUEVES

Sobrevivir al Mad Cool 2018 fue una hazaña de campeones. Había que ser muy kamikaze para regresar. Pues bien, premio para los valientes. La edición de 2019 no ha tenido nada que ver con la anterior. Números menores, impecable organización, relativas comodidades. Como la de poderte sentar sin problema en una mesa para cenar, no hacer ni una sola cola, o llegar a ver conciertos a pie de escenario sin apenas pretenderlo. Aire fresco para aquellos que van a estos eventos a escuchar música (y no a montar en las atracciones de feria, a hacerse trenzas, a maquillarse o a comprar un Mercedes). Apenas si hemos tenido que echar mano al icónico manual de supervivencia para crisis festivaleras. Claro que, como en España es una tradición eso de atacar renuncios y hurgar en las heridas, siempre hay vampiros que buscan el tropiezo para atacar a la presa. Y así tras la jornada del jueves se mentaba la baja calidad del cartel o las quejas de los vecinos del barrio. Pero esos intentos cabezones se diluyeron como azucarillo al cierre de un festival al que, definitivamente, no se le puede poner ni un pero. Un festival que nos deja una reflexión: los viejos siempre son apuesta segura. Y digo viejos desde el respeto más absoluto, la admiración más sincera y la envidia más sana. Yo de mayor quiero ser como ellos.

Empezó el jueves echando un vistazo a TASH SULTANA, esa jovencita australiana que se ha hecho eco a través de Youtube y del boca a boca en red. Demasiado escenario para tan poco capital humano, pero no seamos ingenuos, la chica sabe lo que se hace e intenta dominar ese mastodonte a base de briosos sprints. Curiosa propuesta la suya, amalgamando estilos como el rock progresivo, la electrónica, el soul o la música reggae. Yo me lo guiso, yo me lo como, en una alternancia de guitarras, loops, percusiones y trompeta. Y además, tiene una voz privilegiada. La soledad es dura y exige mucho esfuerzo: he aquí un botón de muestra.

A continuación solo quedaba aguardar al más deseado del día, ese que lleva diciendo años que se jubila (¡ja!), ese que ya ha cumplido 72 años, ese entrañable y malhablado clown, padre (o abuelo) de un punk rock que vive horas muy, muy bajas. ¿Que queréis punk? Pues dicho y hecho. Tomad “I Wanna Be Your Dog”, “Gimme Danger”, “The Passenger”, “Lust for Life” y “Skull Ring” de aperitivo. Así, sin anestesia. Toda una lección de cómo estrenar un concierto, un huracán, simbólica e infalible prédica para captar a jóvenes, mayores, ricos, pobres, deudos o incrédulos en un plis. IGGY POP y los que lo secunden jamás defraudan, ya sean los Stooges o ya sean los que sean (esta vez con sección de metales incluida). Y aunque los años ya no le permitan a la iguana tantos excesos físicos como antaño (y haya descendido ostensiblemente su promedio de motherfuckers por minuto), sabe mantener el tipo con una actitud tan admirable como emotiva, y sacarlo todo de dentro de su cuerpecillo arrugado mientras repasa mitos festivos como “Some Weird Sin”, “No Fun” y “Sixteen” o trallazos ariscos como “TV Eye”, o nos muestra que aún tiene cuerda para colar perlas de nueva factura (“Repo Man”) entre sus añejos monumentos. Tampoco pierde la actitud en los teóricos y casi tétricos respiros, mientras nos vomita “I´m Sick of You” o nos declama la escalofriante “Mass Production”, ni se le olvida homenajear a su amigo Bowie con la versión de “The Jean Genie”, préstamo que le sienta como anillo al dedo. Y claro, no podía faltar el baño de masas, arrojarse al foso para contactar con esos incondicionales (más preocupados por sacar la foto o el video perfecto que por tocarlo o mirarlo a la cara), y convertir “Search and Destroy” en un espectáculo imperdible y eficazmente retransmitido desde las grandes pantallas. En definitiva, Iggy Pop es Iggy Rock, claro y cristalino, todo un lujo veterano sobre los escenarios, bálsamo para  nostálgicos y clase magistral para principiantes. Lo realmente incomprensible es que no anduviera posicionado en los escenarios principales, pues sin duda era un cabeza de cartel indiscutible. Pero en la era del postureo y la impostura, los galones y los laureles ya no valen para nada.

Otro que se puede vanagloriar de sus galones es el líder de Jane´s Addiction, que ahora se ve embarcado en un nuevo proyecto con el épico nombre de PERRY FARRELL´S KIND HEAVEN ORCHESTRA. Como la sensación hace tres años fue tan positiva, había ganas de volver a verlo, y más después de escuchar la variada y lustrosa mezcla que es su último disco. Pues bien, bajo el embrujo de una puesta en escena onírica y colorida, al abrigo de una banda de hasta once piezas (cuerdas, coros, bailarines incluidos, amén de la pinturera presencia de la señora Farrell), el concierto fue una buena ocasión no solo de conocer nuevas canciones, sino de rendir tributo a toda una carrera. Y así pudimos rescatar dos de los mejores temas de Porno for Pyros, las colosales “Pets” y “Tahitian Moon”, que resultaron dos de los momentos más exquisitos del show. De entre las novedades destacó la chispa retro de (Red, White and Blue) Cheerfulness”, el arrojo rockero de “Pirate Punk Politician”, los números vodevilescos en las bailables “Snakes Have Many Hips” y “Spend The Body” y, cómo no, el alborozo de esa hermosura lírica llamada “Let´s All Pray for This World”. Los amantes de Jane´s Addiction tampoco se fueron descontentos, después de haber coreado a saco “Jane Says” o “Mountain Song”. Confirmado: Perry sigue entusiasmado con lo que hace, en buena forma y con cuerda para rato.

A falta de otro plato de mejor gusto había que acercarse a echar una ojeada a NOEL GALLAGHER´S HIGH FLYING BIRDS y comprobar lo que ya nos temíamos: que Oasis era Noel Gallagher, evidentemente. Batería de clásicos de la antigua banda en la recta final del concierto, encadenando “Little by Little”, “Half The World Away”, “Wonderwall” y “Stop Crying Your Heart Out”. La vistosa “AKA…What a Life” constata que el hermano mayor puede seguir componiendo todavía canciones poderosas y muy, muy cool, y que no le hace ni pizca de falta el lastre de su otro puñetero hermano. Todo ello no cambia que “Don´t Look Back In Anger” siga siendo una ñoñería insoportable, y que “All You Need Is Love” sea un lugar común demasiado machacado en la discografía de los Beatles (será por canciones de los Beatles donde elegir). El jueves terminaba asistiendo al comienzo de THE HIVES, tan cacareados como bestias pardas de escenario y divertimento sin fin. Come On!”, “Walk Idiot Walk”, “Main Offender” y pare usted de contar: a dormir. Sí, enérgicos, interactivos, impecablemente maqueados, pero después de ver a la iguana esto suena a nada y sabe a poco.

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