¿Te gustan las
series? ¿Te gusta la música? ¿Te gustan las dos cosas? Pues tienes que ver Tremé,
la creación de David Simon tras la aclamada y sensacional The Wire.
He pasado los
últimos meses empapándome de esta serie que me topé por casualidad (poca
repercusión y publicidad, gran injusticia) y que me atrapó en sus redes desde
el primer minuto. Era el argumento lo que me llamaba la atención, el Nueva
Orleans post- Katrina, las consecuencias y la supervivencia al desastre. Era
una temática nueva para una serie, lejos de misterios, asesinos y asesinados,
detectives astutos, heroicos policías, políticos corruptos y abogados
salvavidas. Sí, qué poca imaginación. Así que cuando encuentras algo así, tan
diferente, tan fresco, tan auténtico, tan mitad serie mitad documental, tienes
que respirar de emoción a la fuerza. Y cuando ya en el primer capítulo aparece
un personaje llamado DJ Davis que no hace más que mentar a los grandes músicos
de la ciudad, y cuando en ese mismo capítulo aparece el gran Elvis Costello,
te preguntas ¿pero qué es todo esto? ¿Esto es real o es un sueño? Pues sí, las
cuatro temporadas de Tremé han sido un maravilloso y embriagador sueño,
un sueño del que no quería despertarme. Un deleite para los sentidos de
aquellos que amamos la música, que buscamos más allá de la superficie, que
queremos saber de dónde viene aquello que estamos oyendo, dónde empezó todo,
cómo empezó todo. Y es verdad que Nueva Orleans ha tenido una importancia
cenital en el desarrollo de la música popular. Una cultura propia, una
idiosincrasia singular, amada por muchos y amonestada por otros. Es lo que pasa
con el sur, el sur de cualquier país, de cualquier parte. El sur es diferente.
Lo fue desde los tiempos segregacionistas y mucho antes. Y Luisiana, por
historia, pactos y circunstancias, se convirtió en un nudo de culturas inconmensurable.
En Tremé se muestran los estragos de un desastre natural que dejó centenares
de muertos, desplazados y almas rotas, la valiente lucha de sus gentes en
defensa de familias, hogares, negocios y tradiciones. Se muestra también la
desfachatez política, esa que siempre se nutre monetariamente de cualquier
cataclismo arguyendo mejoras comunitarias que solo son humillaciones, la
corrupción de unas instituciones que exterminan en lugar de servir. Se muestra
una lucha de todos a una por volver a levantar puentes, el amor a un delta, a
un carnaval sagrado, a las mejores y peores cosas de una ciudad inyectada en la
sangre de blancos y negros, autóctonos y criollos, de cualquier religión,
nacionalidad, raza o condición.
Tremé es
una hermosa oda a la lucha vital, la amistad, el cariño y la nostalgia, en una
historia magistralmente contada a través de personajes que parecen dispares
pero no lo son. No obstante, los actos de todo ellos sucumben a los mismos
ideales, y esos ideales son los que los atan a una Nueva Orleans para la que
todavía hay esperanza. Personajes con los que acabas empatizando como si fueran
vecinos tuyos, a los que acabas queriendo y comprendiendo, y con los que acabas
llorando en la triste despedida final. Pero Tremé también es una oda a
la cultura, un documentadísimo y mastodóntico homenaje a la música de la
ciudad, a sus figuras fundadoras, sus músicos de éxito, sus figuras emergentes,
sus clubs y sus bandas de desfile. Es una oda, cómo no, al Mardi Gras, ese
carnaval desaforado en el que puede ocurrir de todo pero, ante todo, lo que
ocurre es la música. MÚSICA en letras de color y con mayúsculas.
Voy a echarlos de
menos. Voy a echar de menos a Antoine Baptiste, al “Gran Jefe” Lambreaux, a
Delmond, a LaDonna, a DJ Davis y a Janette, a Toni y a Terry, a Sonny, a Annie
T y su Bayou Cadillac.
Voy a echar de
menos a los Guardianes de la Llama entonando aquello de “Mighty Cooty Fiyo! Indian, indian, indian of the nation, whole wild
creation (...), my indian red”.
Voy a echar de
menos a John Boutté, Kermit Ruffins, Trombone Shorty, Galactic
y todas esas espectaculares brass bands.
Voy a echar de
menos el House of Blues, el Howlin´ Wolf y el Tipitina´s.
Voy a echar de menos las referencias al Professor
Longhair, Louis Armstrong, Louis Prima o Jelly Roll Morton.
Voy a echar de menos los entrañables cameos: Elvis
Costello, Dr. John, Allen Toussaint, Shawn Colvin, Lucinda
Williams, John Hyatt, Irma Thomas, Fats Domino, Ellis
Marsalis (e hijos).
Voy a echar de menos a Harley Wyatt (Steve Earle).
Voy a echar de menos el Tremé.
Aunque siempre se puede volver a revivir la experiencia
cualquiera de estos días, ¿no? Si alguna vez lo hago, sin duda tendré que tomar
apuntes.