Madrid. Teatro Lara.
20-4-2015.
Que la reunión de Luna diez años después se la debamos a un promotor español es algo
realmente peculiar. Un dato esperanzador. No todo está perdido. En esta extraña
tierra llena de capullos también hay bonitas flores. Yo fui una lunática
vigorosa en otra época. Exprimí “Bewitched” (94), “Penthouse” (95) y “Pup Tent” (97) hasta el límite, quemándolos y leyéndolos sobre y entre
lineas. Y mientras otros adoraban a dioses de papel yo amaba en secreto a Dean Wareham.
En 2005 me resigné; ya nunca los vería en directo. Pero una vez más se confirma
lo que el sabio dijo: que las cosas que deseas a menudo ocurren cuando ya no
las esperas. Y aquí están Luna, los Luna de mi juventud
universitaria y despertar festivalero,
en una modesta y amistosa reunión nostálgica sin vocación de apremio. El líder afirma que no habrá nuevos
discos, que no existe un guión escrito que merezca ser impreso. Pero eso es lo
de menos, que vengan para quedarse o no. De momento han venido para hacer algunos sueños
realidad, y eso es algo que no
tiene precio.
También dice Wareham que sus discos son como hijos, y qué
mejor manera de cuidar de la prole que evitar su olvido. Estos días he vuelto a
navegar por una discografía inmaculada, llena de momentos soberanos, canciones
que vencen el paso del tiempo por varias cabezas. Solo “The Days of Our Nights”
(99) y “Romantica” (2002) quedaron
aparcados
en su primera cita en Madrid dentro de las innumerables fechas que han firmado
en nuestro país; todos los demás estuvieron presentes en mayor o menor medida,
desde “Lunapark” (92) hasta “Rendezvous” (2004), además de
homenajes adivinables (“Ride Into
The Sun” de The Velvet Underground
y
“Outdoor Miner” de Wire). Y mientras suenan “Chinatown”, “Sideshow by The
Seashore”, “Tracy I Love You”,
“Bobby Peru”, “Tiger Lily” o “Moon Palace” recupero los nítidos fotogramas de un pasado que andaba
arrinconado en las cuevas de la mente. Porque grupos como Luna me desvelaron
que mi vida iba a ser música, como así ha sido y sigue siendo.
La máquina arranca de nuevo pues, tras una década, y
aunque funciona por oficio y veteranía, se nota que necesita un engrase.
Pero ¿qué más da? No debe de ser grato tocar con instrumentos de préstamo (bajo
y pedales extraviados en el complejo sistema aeroportuario), todos sabemos que
Dean jamás ganará un maldito concurso de La Voz, pero el peso de la canción que
tocan es más grande que todos los titubeos o gazapos que se puedan cometer. Elegantes
melodías, poesía en claroscuro, partidas trenzadas de seis cuerdas sin claro cabecilla o
ganador. Canciones con sabor a pop que
quieren vestirse de rock,
honestas e intachables. La espera ha resultado tan larga y la sorpresa tan dulce que
sería muy canalla poner una sola pega. Y a
cambio de tan magnífico regalo me traigo bajo del brazo “Postales
negras”. Debí comprarlo hace
meses pero el momento idóneo era este.
Ahora toca leer.
Lo mejor: la reunión en sí; las generosas concesiones a sus
tres discos referentes; las ovaciones de un público que también captó el
éxtasis del momento; el humilde do-it-youself pre-concierto; la cara de Sean
Eden contemplando la fastuosidad del Teatro
Lara desde el escenario; los velvetianos torrentes eléctricos en “Pup Tent”, “Friendly Advice”
y “23 Minutes In Brussels”.
El setlist: “Chinatown”,
“Sideshow by the Seashore”, “Malibu Love Nest”, “California
(All The Way)”, “Cindy Tastes of Barbecue”, “Tracy I Love You”,
“Pup Tent”, “Bobby Peru”, “Tiger Lily”, “Lost In Space”,
“Bewitched”, “Moon Palace”, “Friendly Advice”; “Ride Into
The Sun”, “23 Minutes in Brussels”; “Outdoor Miner”, “Time
to Quit”.
Los teloneros: los jovencísimos y tímidos Flowers resultaron
un agradable aperitivo, y demostraron que se puede hacer música convincente simplemente
con lo puesto.