DESCUBRIENDO A...
SAM AMIDON
Sigo revolviendo entre los discos pendientes de airear y me encuentro con “All Is Well” (2008) y “I See The Sign” (2010). Son dos gemas de un joven de Vermont que nos hace relamernos de gusto. Este tipo desenfadado y un poco loco ha bebido mucha música desde la cuna. Lo clásico y lo contemporáneo se dan la mano en una obra arcana, profunda y tan gélida como los paisajes donde fue ideada. Hablo de paisajes islandeses, esos que, cuando no están tiznados por las cenizas de volcanes rebeldes, irradian luz blanca. Porque el joven Amidon se apunta a la aventura de otros, como Ben Frost o Aaron Thomas, y se sumerge en las brumas nórdicas para crear un sonido que no puede negar su lugar de origen.
Las siluetas de Nick Drake, Paul Simon, Mark Kozelek o José González aparecen como fantasmas mientras suenan estas canciones. Unas canciones que piden a gritos la penumbra, la inactividad y la reflexión. Canciones que se mueven al ritmo de un péndulo que bascula a cámara lenta. Y hasta el mismo Woody Guthrie asoma la nariz para unirse a tan íntimo y riguroso ritual. En “All Is Well” (2007) el argumento es sólido y homogéneo. “I See The Sign” (2010) dirige ocasionalmente el periscopio hacia otros horizontes como la música étnica o el jazz. Una bendición para oídos saturados y exhaustos, parapetados contra polvo y paja.
www.samamidon.com
Sigo revolviendo entre los discos pendientes de airear y me encuentro con “All Is Well” (2008) y “I See The Sign” (2010). Son dos gemas de un joven de Vermont que nos hace relamernos de gusto. Este tipo desenfadado y un poco loco ha bebido mucha música desde la cuna. Lo clásico y lo contemporáneo se dan la mano en una obra arcana, profunda y tan gélida como los paisajes donde fue ideada. Hablo de paisajes islandeses, esos que, cuando no están tiznados por las cenizas de volcanes rebeldes, irradian luz blanca. Porque el joven Amidon se apunta a la aventura de otros, como Ben Frost o Aaron Thomas, y se sumerge en las brumas nórdicas para crear un sonido que no puede negar su lugar de origen.
Las siluetas de Nick Drake, Paul Simon, Mark Kozelek o José González aparecen como fantasmas mientras suenan estas canciones. Unas canciones que piden a gritos la penumbra, la inactividad y la reflexión. Canciones que se mueven al ritmo de un péndulo que bascula a cámara lenta. Y hasta el mismo Woody Guthrie asoma la nariz para unirse a tan íntimo y riguroso ritual. En “All Is Well” (2007) el argumento es sólido y homogéneo. “I See The Sign” (2010) dirige ocasionalmente el periscopio hacia otros horizontes como la música étnica o el jazz. Una bendición para oídos saturados y exhaustos, parapetados contra polvo y paja.
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