PETER MURPHY. Madrid. Heineken. 26-10-2009.
Cita con el príncipe de las tinieblas.
Es un hecho necesariamente asumible que el tren Bauhaus pasó. Oportunidades perdidas en La Riviera y Oporto ya no volverán aunque, al contrario que Bela Lugosi, el príncipe de las tinieblas siempre seguirá vivo. Peter Murphy ha optado finalmente por centrarse en su mundo, y su mundo es plena actualidad a la par que recuerdo, ambivalencia clásica a la par que experimento. La idea global de su concierto en Madrid es la confirmación de que la escuela de la oscuridad sigue de moda en la sombra. Y mientras los licenciados se sobreexcitan con el epitafio de una muerte anunciada y la bocina de un nuevo barco que llega a puerto, los aprendices absorben como esponjas el discurso de un chamán que, pese a haber guardado en el ropero el glamour terrorífico de antaño, mantiene su elegancia intacta. Gran exhibición y sobredosis de intensidad para empezar la semana.
Y en lo que a la que suscribe atañe, hay que confesar que la discografía de este hombre es como un océano negro y profundo en el que para nada vale la experiencia nadadora. Quizá por eso el cuerpo principal del show, sujetado por vigas de hormigón (gigantescos amplificadores ocupando medio escenario) y huidizo de facilidades, fue un duro empeño para superar la apnea. Y entre brazadas torpes y respiración en deceso aparecieron “I´ll Fall With Your Knife”, “Marlene Dietrich´s Favourite Poem”, “Huuvola” y “Deep Ocean, Vast Sea” aportando un poco de oxígeno. Los más modernos Bauhaus emergieron en “Too Much 21th Century”, rescatada del último y no bien ponderado “Go Away White” (2008). Y también se hizo visible (audible) un John Lennon con forma de sirena latiendo en “Instant Karma”. Enhorabuena, señor Murphy, por su buen gusto tomando canciones a préstamo.
Pero en alguna lápida estaba escrito que el gran momento serían los bises. Y así fue. Oh, sí, aire, aire fresco. “Strange Kind of Love”, majestuosa, sutilmente atada al apéndice de “Bela Lugosi Is Dead”, destapó la jodida caja de Pandora. La mecha se convirtió en llamas con “The Passion of Lovers” y “She´s in Parties” (por fin, Bauhaus en todo su esplendor) y en incendio descontrolado con las versiones más esperadas: “Ziggy Stardust” y “Transmission”. En la segunda tanda aparecieron “Cuts You Up” y la muy enigmática versión de “Space Oddity”. La tercera no parecía previsible tras una interactiva despedida llena de agasajo y amor, pero haberse evaporado entre el humo y las cenizas haciendo vacío al sonoro eco de “All Night Long” hubiera estado feo. Y es que, lejos de los socorridos títulos nobiliarios de padrino gótico, estigma influyente del rock contemporáneo o príncipe de las tinieblas, el tío Murphy es ante todo un caballero. Que aprenda Morrissey, por ejemplo.
www.petermurphy.info
Cita con el príncipe de las tinieblas.
Es un hecho necesariamente asumible que el tren Bauhaus pasó. Oportunidades perdidas en La Riviera y Oporto ya no volverán aunque, al contrario que Bela Lugosi, el príncipe de las tinieblas siempre seguirá vivo. Peter Murphy ha optado finalmente por centrarse en su mundo, y su mundo es plena actualidad a la par que recuerdo, ambivalencia clásica a la par que experimento. La idea global de su concierto en Madrid es la confirmación de que la escuela de la oscuridad sigue de moda en la sombra. Y mientras los licenciados se sobreexcitan con el epitafio de una muerte anunciada y la bocina de un nuevo barco que llega a puerto, los aprendices absorben como esponjas el discurso de un chamán que, pese a haber guardado en el ropero el glamour terrorífico de antaño, mantiene su elegancia intacta. Gran exhibición y sobredosis de intensidad para empezar la semana.
Y en lo que a la que suscribe atañe, hay que confesar que la discografía de este hombre es como un océano negro y profundo en el que para nada vale la experiencia nadadora. Quizá por eso el cuerpo principal del show, sujetado por vigas de hormigón (gigantescos amplificadores ocupando medio escenario) y huidizo de facilidades, fue un duro empeño para superar la apnea. Y entre brazadas torpes y respiración en deceso aparecieron “I´ll Fall With Your Knife”, “Marlene Dietrich´s Favourite Poem”, “Huuvola” y “Deep Ocean, Vast Sea” aportando un poco de oxígeno. Los más modernos Bauhaus emergieron en “Too Much 21th Century”, rescatada del último y no bien ponderado “Go Away White” (2008). Y también se hizo visible (audible) un John Lennon con forma de sirena latiendo en “Instant Karma”. Enhorabuena, señor Murphy, por su buen gusto tomando canciones a préstamo.
Pero en alguna lápida estaba escrito que el gran momento serían los bises. Y así fue. Oh, sí, aire, aire fresco. “Strange Kind of Love”, majestuosa, sutilmente atada al apéndice de “Bela Lugosi Is Dead”, destapó la jodida caja de Pandora. La mecha se convirtió en llamas con “The Passion of Lovers” y “She´s in Parties” (por fin, Bauhaus en todo su esplendor) y en incendio descontrolado con las versiones más esperadas: “Ziggy Stardust” y “Transmission”. En la segunda tanda aparecieron “Cuts You Up” y la muy enigmática versión de “Space Oddity”. La tercera no parecía previsible tras una interactiva despedida llena de agasajo y amor, pero haberse evaporado entre el humo y las cenizas haciendo vacío al sonoro eco de “All Night Long” hubiera estado feo. Y es que, lejos de los socorridos títulos nobiliarios de padrino gótico, estigma influyente del rock contemporáneo o príncipe de las tinieblas, el tío Murphy es ante todo un caballero. Que aprenda Morrissey, por ejemplo.
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