11 febrero 2009

CONCIERTOS

TINDERSTICKS. Madrid. Teatro Calderón. 9-2-2009.

El discreto encanto de la burguesía.

Tindersticks no son el prototipo de músicos a la moda; más bien se trata de un aplicado grupo de expertos, de nuevos románticos después de los nuevos románticos, de lobos esteparios con educación británica y acento burgués. Llevan años saliendo en la misma fotografía y el bouquet de su música está a salvo del paso del tiempo. Sin embargo, sus minutos de gloria se esfumaron, ya no son la actualidad, aunque sobrevivir, sobreviven, y con qué dignidad. “Pensábamos que ya nadie nos escucharía” decía Stuart Staples a propósito de su regreso. Al igual que ellos, el espíritu distinguido del oyente sobrevive, y aunque sin comprar todo el papel, Madrid se rindió a sus pies.

Para los que asistimos a su actuación en el pasado Primavera Sound, no hubo demasiadas sorpresas; se diría que fue una repetición de la jugada, solo que con menos ejecutores e infinito más respeto. Jugosas lonchas de recuerdos (“Dying Slowly”, “City Sickness”, “Sleepy Song”, “Say Goodbye to the City” y “She´s Gone”) entre dos grandes rebanadas de “The Hungry Saw” (2008). Variaciones en la formación: de aquella noche en Barcelona han volado las cuerdas, permaneciendo solo el violoncelo y los metales. El que también ha volado es Thomas Belhom, sustituido por un negro ciclópeo con ramalazos de batería de jazz. Variaciones en el repertorio: su reciente entrega sonó al completo, y los instrumentales, “The Other Side of the World” y “All the Love” coagularon la sangre en las venas. “City Sickness” y “She´s Gone” ocuparon el lugar de “Her” y “Travelling Light” como muestra de sus dos primeros y aplastantes trabajos. No obstante, “Her” se zambulló entre los bises (justo entre “Tiny Tears” y “My Sister”) protagonizando el segundo momento más fulgurante de la velada; el primero fue “Say Goodbye to the City”, que amenazó seriamente las cláusulas morales de decoro e inacción firmadas por los presentes. Y “Simple Pleasure” (99) quedó adocenado en el olvido.

Cada música tiene su momento y también su escenario. Al cuerno los festivales masivos; Tindersticks son huéspedes de honor de auditorios, atmósferas victorianas y templos de arte mayúsculo. Al raso su elegancia y hondura se evaporan. Saben diferente en una butaca, lejos del ruido, del humo y de la incómoda conversación ajena. El Teatro Calderón puede que no sea el espacio más cuco y remozado del mundo, pero el lunes se convirtió en el teatro de los sueños. Y los sueños, sueños son; en la calle está de nuevo la realidad, pero que la zurzan.

www.tindersticks.co.uk

2 comentarios:

Fede Sánchez dijo...

Bestial, sublime, extraordinario. El señor Staples lo llena todo con su voz profunda en un recinto ideal, nada que ver con un festival lleno de niñatos venga y venga de rajar.
A mi también me llamo la pose jazzistica del batería, un máquina. Y la sección de vientos... y el chelo... en dos palabras: im presionante.

Unamigo dijo...

Si la musica de los grupos comentados es tan buena como la prosa de la comentarista tendre que empezar a ir a los conciertos.

Un saludo, desde el otro lado del rio.